Entrevista

por Orson Peter Carrara

Sin duda, el Espiritismo es realmente el Consolador prometido por Jesús

Las palabras de arriba son de Deise Tallarico Pupo (foto), nuestra entrevistada de este domingo. Natural de Descalvado (SP) actualmente residente de Resende (RJ), Deise tiene formación en Biblioteconomía y Documentación, con especialización en Deficiencia Visual y Zurdera. Espírita desde 1976, está vinculada a dos instituciones: el Centro Espírita Francisco Cândido Xavier (Itatiaia-RJ) y la Casa de Assistência Espírita Caminho de Esperança (Resende-RJ), trabajando como Secretaria de CEFCX-Itatiaia, donde colaboró en la organización de la Biblioteca de la casa, con más de mil libros ya catalogados.

A continuación, la entrevista que gentilmente nos concedió.

¿Cómo y cuándo conoció el Espiritismo?

Me casé en 1968, y volví a estudiar, alentada por mi marido, en el EBDSC São Carlos en 1975, entonces con tres hijos: Mónica (6), Fábio (4) y Cláudio (1). A principios de 1976, me sentí angustiada y con una gran necesidad de revitalizar mi fe. Viniendo del catolicismo, lloré muchas veces delante de que los altares pidiendo ayuda. Necesitaba tener fe. Normalmente iba a la Catedral de San Carlos, que quedaba cerca de la Facultad. Un día una joven colega, sin saber nada, me dijo que me iba a entregar unas cartas de una exprofesora. Por la noche, leí ávidamente todas las cartas de la Sra. Eleonora Barbero Borges, de S.J. Rio Preto, con contenido espírita, con mensajes de Chico Xavier adjuntos. Parecía que estaban dirigidos a mí y así comenzamos una amistad y el intercambio de libros que me ayudaron mucho en lo que estaba por suceder...

¿De qué manera te consoló ese conocimiento y te ayudó a enfrentar las pruebas que la vida le presentó?

Yo no hubiera sobrevivido, en todos los sentidos, si no fuera por la familia y los amigos, el Espiritismo Consolador, los hermanos en la fe y la espiritualidad amiga que me ampararon. Todo se hizo muy claro para mí y me pareció que estaba haciendo una relectura de algo que ya conocía, como si las piezas de un gran rompecabezas encajasen perfectamente y me sentí leve, sabiendo que tendría que ser fuerte para lo que sucedería. Y así fue.

Para la reflexión del lector, en lo que considere conveniente y necesario, haga un extracto de esas pruebas, ya que se relacionan esencialmente con sus hijos.

1976 fue un año duro: en febrero, Fábio tuvo una fuerte hepatitis; en abril, meningitis bacteriana, y un choque anafiláctico de difícil control. En esa época estaba leyendo El Evangelio según el Espiritismo. Estaba fascinada y con la fe renovada. Después de leer el libroRenuncia, le escribí a Eleonora diciéndole que estaba preparada para el dolor. Días más tarde, el 14 de noviembre, Fábio fue atropellado por un joven de 15 años en Descalvado, en una granja alejada de la ciudad. Fueron 4 meses en el Hospital São Lucas en Ribeirão Preto, cuando leí, internada con él, toda la obra de André Luiz. El pediatra, el Dr. Plínio Aidar Paiva, espírita, nos fortalecía, inclusive con un mensaje mediúmnico recibido especialmente para nosotros. Yo sabía de alguna manera que tendría que pasar por esa prueba y sentía la presencia de mi abuela materna. Muchas personas me buscaban en el hospital para conversar y buscar consuelo porque me consideraban muy fuerte.

Cuando salimos, distribuí copias del ESE a las enfermeras, demostrando de dónde venía mi fuerza. Los años siguientes fueron difíciles, material y emocionalmente. Vendimos la casa para pagar el hospital, y luchamos mucho por la rehabilitación de Fabio,y en 1983, en sólo 4 meses, mi esposo (Mário) enfermó y murió debido a una leucemia linfoide aguda. Tenía 40, yo 37 años; volví a estudiar, porque había cerrado la matrícula para cuidar a Fabio. Pero, como le había prometido a Mario, me gradué y me mudé a Campinas con mis 4 hijos (ya tenía a Thaís, nacida en 1981). Años más tarde, en febrero de 1999, Claudio sufrió un accidente de motocicleta a la edad de 25 años. Estuvo postrado en un estado neurovegetativo y 9 meses hospitalizado con mucho sufrimiento... Luego llegó a casa con 11 escaras de decúbito, que cerraron con mucho cuidado de enfermería y la Pomada Vovô Pedro. Él desencarnó en agosto 2002. Mi brazo derecho, mi madre, que vivía conmigo desde la muerte de mi padre en 1990, tuvo Alzheimer entre 2007-2013, cuando desencarnó.  Debo destacar que el grupo fraterno del CEAK Campinas (Centro Espírita Allan Kardec, al que frecuentaba) nos apoyó mucho con visitas durante las enfermedades de mi hijo y de mi madre. 

¿Hoy cómo se siente?

A los 72 años de edad, me siento cada vez más ligada al Espiritismo, esta doctrina bendita, esclarecedora y consoladora. Asisto a las reuniones de estudio, conferencias y pases, para el fortalecimiento corporal y espiritual. Puedo asegurar que nunca me rebelé, aunque he llorado mucho, porque las pruebas fueron dolorosas e intensas. Y en esos intervalos, la crisis matrimonial, el trabajo, los estudios, las adaptaciones, la educación de los hijos. Hoy en día, todavía tengo que cumplir la tarea de cuidar de Fábio, pero puedo renovar las fuerzas a través del estudio, la frecuencia y la asistencia a los centros que frecuento, fluidoterapia y ayuda al prójimo. Y dedico mucha atención al trabajo, al alcance de las posibilidades.

¿Cuál es el aspecto que considera más significativo de ese conocimiento?

Sin duda, el Espiritismo es el Consolador prometido por Jesús, y esa es la gran diferencia, con todo respeto a los otros segmentos religiosos. Jesús era un antes y, con la doctrina de los Espíritus, se convirtió en un amigo, en modelo y guía a seguir! ¡Otro aspecto importante es que el conocimiento del Espiritismo es interminable, y siempre nos presenta otros matices, a los que tal vez antes no prestamos atención! Hoy en día, las nuevas tecnologías nos acercan a los conferencistas, que no siempre podemos ver en persona. Y eso nos permite aprender más, revisar conceptos, burilar el espíritu. Aprovecho mucho esta nueva fase viendo las conferencias por YouTube con Fábio, hoy con 47 años y muy lúcido y consciente de que su vida es así, con limitaciones impuestas por los errores del pasado, de los que ciertamente fue coadyuvante, si no protagonista, con un papel especial en esta jornada terrenal con la deficiencia de la que es portador. ¡Vale la pena destacar que somos imperfectos, sujetos a las desviaciones de la ruta programada! ¡Por ello, oración y vigilancia siempre!

De sus recuerdos, ¿cual le parece más destacado?

Mis recuerdos más relevantes se relacionan con mis hijos Fabio y Claudio. Y también al padre de ellos, Mario. Fui preparada por el Espiritismo para enfrentar el accidente de Fabio, porque el conocimiento Espirita me llegó antes, anticipándose al dolor. Me sentía fuerte y leve, a pesar del gran sufrimiento. La enfermedad de Mario vino en medio de una crisis de nuestro matrimonio, que quedó en un segundo plano, pues los reajustes no permiten “pataletas” ni cobranzas innecesarias. Cuando fuimos al médico a ver el resultado de sangre, él me hizo prometer que continuaría mis estudios, porque sería mi garantía… y así fue. La noche anterior a su desencarnación, fui orientada por un médium amigo de São Carlos para prevenir la hemorragia; seguí las instrucciones y estuve al lado del padre de mis hijos hasta el fin. ¡Gracias a Dios! En cuanto a mi hijo Claudio, tuve mucha ayuda de amigos, familiares, cuidadores, enfermeras, pero sobre todo con apoyo espiritual constante. Me despedí de él en la UTI entregando su espíritu a los amorosos brazos de la Madre de Jesús. Siempre le canté la oración de San Francisco de Asís, por pura intuición… ¡Cómo se puede casi visualizar a Dios en esos momentos de dolor! No se puede describir son sensaciones muy fuertes envueltas por sentimientos de amor y paz, de fe inquebrantable…

De las experiencias vividas en São Carlos, Campinas y Resende, ¿qué sobresale?

En São Carlos tuve la oportunidad de conocer y comenzar los estudios doctrinarios de las dedicadas manos del Sr. José Antonio Castilho y del trabajo, por su esposa María José, sin olvidar al Sr. João Stella, en cuya Casa recibí mucho consuelo y preparación para las adversidades y en donde conocí, entre otros, a Vera Lúcia Marinzeck de Carvalho, cuya amistad y apoyo debo resaltar. LaSociedade Espírita Obreiros do Bem (SEOB)  fue mi puerta de entrada a esta bendita doctrina del cristianismo redivivo. El Señor Castilho sabía mucho, era muy estudioso y apasionado de los libros. Lideraba un grupo de trabajadores del Club del Libro y allá íbamos -yo y Fábio- a trabajar con alegría en el estampado, clasificación y organización para la distribución. Durante el trabajo, resaltó el nombre de Orson Peter Carrara, autor y conferencista, que vine a conocer posteriormente en una conferencia en SEOB. También trabajamos en un grupo de Atención Fraterna. Con Maria José, integré un grupo de mujeres que atendían a gestantes; se registraban y asistían a un curso que abarcaba el cuidado del bebé y la evangelización de ellas y a los hijos que las acompañaban; los miembros del Grupo de Jóvenes eran responsables de los niños y los demás miembros se dividían en las tareas de dictar los cursos y de la preparación de los ajuares. ¡Al final del curso, había una confraternización en la entrega de los ajuares, que nos emocionaba a todas! En São Carlos hice todos los cursos orientados por la FEB.

En Campinas conocí a muchos conferencistas, entre ellos a Divaldo en 1986, participando del un Seminario de 5 días. Tuve el privilegio de asistir muchas veces al Dr. Zalmiro Zimmerman, autor del libro “Periespíritu”; Clayton Levi, Prof. Regis Moraes y Dr. Jamiro Wanderley, de la Casa de Jesús (Médico, mago, amigo que me ayudó mucho en el proceso vivido con Claudio); frecuenté el Centro Espírita Allan Kardec, dirigido por mucho tiempo por la Prof. Therezinha Oliveira, muy respetada en medio espírita y autora de muchos libros y guías de estudios para cursos. Además del conocimiento, lo que mas me marcó en Campinas fue la Atención de Socorro Fraterno del CEAK, que nunca nos abandonó durante el doloroso rescate de Claudio; las oraciones, el apoyo espiritual fueron fundamentales entre 1999-2002 y entre 2007-2013 en la enfermedad de Alzheimer de mi querida madre. Mi único hermano, Decio, es portador de esa enfermedad desde hace tres años.

En Itatiaia y Resende tomé contacto con un grupo de personas increíbles. Frecuento el Centro Espírita Francisco Cândido Xavier (Itatiaia) cuya biblioteca de más de mil libros conseguí catalogar y organizar con la ayuda de un grupo de trabajadores. En Resende frecuento la Casa de Atendimento Espírita Caminho de Esperança (CAECE). Los cursos que frecuentamos están basados en las series de libros de Evangelización del Espíritú, por Eurípides Barsanulfo, compilados por Alzira Bessa y otros. Conferencias y convivencia amigable siempre hacen mucho bien a la salud del cuerpo y del alma.

¿Qué le dice su corazón a las madres que enfrentan dificultades similares, como la separación de sus hijos por la muerte?

Cuando mi hijo Claudio partió, leí un libro del Prof. Régis Moraes que hizo una hermosa dedicatoria, y que tengo en mi biblioteca para releer. ¡El libro titulado “En la más grande de las pérdidas, el consuelo divino” debería ser donado a todas las madres que sufren esa separación! Régis es autor y conferencista espírita, y esa obra no es mediúmnica. Fue inspirada tras la muerte de un estudiante de la UNICAMP. Sin embargo, yo ya tenía un bagaje ofrecido por el Espiritismo, cuya llama siempre mantuve encendida en mi mente y en mi corazón. No basta ir al centro para asistir a conferencias y tomar pases, que son excelentes recursos; pero es importante hacer el bien al prójimo, vivenciar el Evangelio de Jesús. Cuando Fábio regresó a casa después de 4 meses en el hospital, y tetrapléjico, pero vivo, en agradecimiento, me uní al grupo de mujeres para apoyar a las embarazadas carenciadas. Hoy en día este trabajo sirve como una pasantía para los estudiantes en el área de salud de la Universidad Federal de São Carlos, tal fue su crecimiento. Cuando Cláudio falleció, estaba en marcha un proyecto que escribí y que fue apoyado por FAPESP, de atención especializada en bibliotecas, para personas con discapacidad. El trabajo para otras personas, que ofrecemos en nombre de nuestros hijos o hijas que han partido, es indispensable y muy benéfico: para las madres de corazón quebrantado, y los hijos amados, ¡que quedarán felices y apaciguados! Por supuesto que lloramos, sufrimos por la separación, pero recordemos lo que Emmanuel le dijo a Chico, que sufría: -Tienes la capa, las botas y el paraguas para enfrentar la tormenta... ¡Tenemos el Consolador Prometido! ¡Gratitud!

Algo más que le gustaría añadir?

Si no fuera por el Espiritismo en mi vida, sería imposible superar los dolores y sufrimientos por los que pasé. Porque comprendí que en todo hay una causa, estamos en la Tierra para evolucionar. Hay muchas causas de aflicciones, algunas todavía en esta vida. Yo misma, a los 21 años, me casé en 1968; queríamos tener hijos y pronto quedé embarazada, pero tuve rubéola en el primer mes de gestación. Después de pasar por muchos médicos, decidí interrumpir el embarazo, porque no me parece justo poner una criatura en el mundo que tendría más del 90% de tener una deficiencia! No fue fácil, lloré mucho pidiendo a Dios que me concediera un aborto espontáneo. Mário me llegó a decir que era mejor correr "el riesgo"...  Para cierto eso no estaba en mi planificación reencarnatoria, sino más bien, para cuidar o para reajustarme con personas con alguna discapacidad. La gente de nuestro medio espírita posteriormente me tranquilizó sobre la "intención"... Pero dentro de mí, sé que fue una decisión impulsada por el libre albedrío, otorgada por el Creador a sus criaturas. Kardec señala que "la siembra es libre, pero la cosecha es obligatoria", así que... Hasta hoy estoy acertando con los punteros, ajustando los pasos, ¡cuidando de Fábio y tratando de hacer lo mejor posible! Tal como cuidé a Claudio, a mi marido, a mi madre. Así como profesionalmente pudimos a través de un bendecido proyecto abrir muchas puertas a personas con discapacidad en el Laboratorio de Accesibilidad de la Biblioteca Central en la UNICAMP, una semilla para muchos otros en el país. A veces conjeturo: ¿este trabajo sería parte de mi reajuste espiritual?  ¿Acertando las cuentas? Tal vez, ¿quién sabe? Fueron tantos los errores... ¡Pero fue un final de carrera que me dejó un sentimiento de deber (casi) cumplido! ¡Trabajar es necesario! ¡Bendita Ley del Trabajo!

Sus palabras finales.

¡Gratitud a Dios Padre, por el Don de la Vida!

¡Gratitud al Maestro Jesús, Gobernador Espiritual de la Tierra, por la infinita misericordia a la humanidad tantas veces equivocada!  

¡Gratitud a la Doctrina Espírita, al insigne Codificador Allan Kardec, a la espiritualidad que nos acompaña!

¡Gratitud a Chico Xavier, por la obra de amor que me salvó en los momentos más dolorosos de esta encarnación!

¡Gratitud a las casas espíritas, por los puntos de luz para acoger a los espíritus, encarnados o no, en sus desvaríos y sufrimientos!

¡Gratitud a los trabajadores espíritas que tanto contribuyen a la divulgación y aplicación del Evangelio de Jesús!

¡Gratitud a los espíritus espíritas o de cualquier denominación religiosa que oran por un mundo mejor, por la paz en la Tierra!

¡Gratitud a mis hijos Fábio y Cláudio (In memoriam) y a mis hijas Mônica y Thaís por la comprensión y el cariño!

¡Gratitud a las nietas Mariana y Melissa y a los nietos Pedro y Guillermo, por la ternura y el amor que tanto ayudan a vencer el dolor!

¡Gratitud a este amigo que me invitó a este testimonio y a ti amigo lector, por la paciencia de llegar hasta aquí!

¡Que la paz de Jesús nos envuelva a todos!

 
Traducción:
Ricardo Morante
rmorante3@yahoo.com

 

     
     

O Consolador
 Revista Semanal de Divulgação Espírita