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La vida de Jesús
fue mucho más
que sus palabras |
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Jaime Ribeiro (foto), autor de la frase de
arriba, es de Recife, Pernambuco. Ingeniero Químico,
especializado en Gestión de Negocios por la UFPE y en
Marketing por la FGV Rio, es actualmente ejecutivo del
área de educación, escritos, conferencista y estudioso
de las habilidades socio emocionales. Sus estudios e
investigaciones giran alrededor de temas humanos
importantes como la empatía, la disminución de la
desventaja social y el liderazgo enfocado en el
desarrollo de las habilidades emocionales y de
comportamiento. Es miembro de la ONG Fraternidade sem
Fronteiras, en la cual realiza un proyecto con énfasis
en el desarrollo de la fraternidad y empatía en niños y
jóvenes, para cambiar la realidad del acceso a la
educación de los que viven en extrema pobreza en África
subsahariana.
A continuación, la entrevista que nos concedió.
Casi siempre existe mucha curiosidad de nuestros
lectores en saber cómo se volvió espírita y cuándo.
Yo me volví espírita a los 12 años de edad. En esa época
ya existía la preocupación de involucrarme con alguna
relación, pero las experiencias que tuve anteriormente
no respondían a las preguntas que tenía sobre mi
relación con Dios y con la vida. Mi mente infantil no
lograba unir la sencillez de Jesús con los cultos
religioso que conocí. Un día, fui a visitar a mi abuela,
que es espírita, y ella me llevó al Centro, la Creche
Espírita Missionários da Luz, que queda en el barrio de
Pina, en Recife. Allí asistí a una conferencia sobre el
libro “Qué es el Espiritismo” de Allan Kardec, y salí
con la seguridad que había encontrado algunas respuestas
y estaba en camino de descubrir todas las demás. La
Doctrina Espírita de hecho respondió mis preguntas. Yo
acostumbro a decir que la Codificación es el “spoiler”
de todo el conocimiento del mundo moerno.
Cómo educador, ¿cuándo surgió el deseo de expresarse a
través de los libros?
Empecé a escribir mis libros hace seis años. A lo largo
de toda mi vida percibí que había producido mucho
contenido y decidí sintetizar todo en algunas obras. En
el 2012 escribí un libro de poesías llamado “Sal”, que
habla sobre dependencia emocional y redención por la
espiritualidad y por el amor; después escribí “Dora: la
raza del amor”, un libro infantil que trata del
desarrollo de los valores humanos en la perspectiva de
la vida transformada por la adopción de un animal, y al
final, escribí Empatía.
Háblenos un poco de su libro, la propuesta presenta,
considerando el momento que estamos viviendo.
El libro trae algunas reflexiones y provocaciones para
que actuemos como embajadores de la empatía en el mundo.
Necesitamos parar y pensar en temas actuales como los
que presento a lo algo de los capítulos: ¿Cómo vamos a
garantizar que la llegada de nuevas tecnologías y el
exceso de interacciones digitales no nos vuelvan menos
sensibles? ¿Qué debemos enseñar a las nuevas
generaciones que se comportan como si fuesen el centro
del mundo sin necesitar colocarse en el lugar del otro
antes de actuar? ¿Cuáles serán las habilidades más
importantes que se exigirá a los líderes en un futuro
próximo, dominado por la inteligencia artificial y los
servicios ejecutados por robots?
El texto nos advierte sobre la necesidad del desarrollo
de la empatía, para vivir en un mundo donde las personas
se miran cada día menos a los ojos y mantienen contacto
con los demás a través de plataformas digitales.
Argumenta que sin ella corremos el riesgo de perder
lazos emocionales, que fueron esenciales en la
construcción de nuestra sociedad y nos invita a difundir
la empatía en todo el mundo. La realidad digital vino
para quedarse, pero necesitamos un nuevo tipo de
educación para preparar a la humanidad para el futuro. A
diferencia de lo que muchos piensan, el centro de esa
educación no es la programación y las matemáticas, son
las habilidades emocionales. No digo esto para decir que
las ciencias exactas serán puestas de lado, por el
contrario, no habrá ningún campo del conocimiento humano
que prescinda de los algoritmos. Lo que sabemos es que
quien tenga que deben programar y controlar las
inteligencias artificiales serán los especialistas en
habilidades humanas.
¿Cómo puede ayudar la empatía en el liderazgo de las
casas espíritas?
En la casa espírita somos especialistas en asistir a
quien llega con dolor. Distribuimos alimentos a aquellos
que tienen hambre, damos apoyo espiritual a quien está
mental o espiritualmente frágil, promovemos conferencias
y algunos cursos doctrinarios y hemos cumplido este
papel muy bien hasta ahora. Sin embargo, hace años que
escuchamos relatos de casos que nos indican que todavía
necesitamos mejorar nuestra capacidad de convivencia
entre los propios miembros de las instituciones. No
quiero extenderme mucho en este punto, porque ya lo he
tratado a través de varios textos publicados en el blog
de la Editorial Intelítera, pero debemos elevar nuestra
especialidad en "asistir" al campo de "comprender". La
gestión de la casa espirita se divide en tres pilares
principales: doctrinario, trabajo y convivencia. Si
alguna de las partes no funciona bien, el centro está
mal orientado. Algunos de nuestros hermanos creen que un
centro bien orientado es aquel que sigue las reglas de
alguna federación al que está vinculado. Que con esto
recibirá todo el apoyo de la armonía espiritual deseada,
pero esto sólo es posible con el equilibrio de estos
tres frentes.
Las casas que tienen una buena orientación doctrinaria,
pero no disponen de un ambiente de armonía y amistad
entre los miembros, difícilmente avanzarán armónicamente
en el campo del trabajo. Del mismo modo, una casa
centrada sólo en el trabajo, pero carente de un estudio
serio, no estará cumpliendo su papel como cimiento de la
doctrina espírita. En mi análisis, el desequilibrio más
peligroso se encuentra en el campo de la convivencia.
Una casa espirita en la que las personas no conversan,
algunos de ellos ni se saludan, no pueden ofrecer a la
espiritualidad amiga la colaboración mental que los
benefactores desencarnados necesitan para operar la
tarea del bien. En algunos centros las personas esperan
que termine la reunión y salen disparados. No hay tiempo
para mirar a los ojos al otro, preguntarle cómo le va en
la vida, intercambiar contenidos y experiencias. Sin ese
contacto humano, o restringiéndose a las reuniones
agotadoras y operativas de la directiva, los líderes
espiritistas pierden la capacidad de comprender lo que
sucede con los asistentes al centro, a menudo recibiendo
información sólo por medio de chismes, lo cual es
desastroso para la institución y hace que los buenos
espíritus se alejen. Sugiero que cada gestor de la casa
espírita coloque en su rutina un tiempo para charlar
individualmente con las personas del centro. No podrá
habla con todos, pero podrá conversar con mucha gente
involucrada en el trabajo y aprender a ejercer la
empatía y manejar una institución junto con su mayor
fortaleza, que es su gente que trabaja por la causa de
Jesús.
Vemos que muchos conferencistas reconocidos, como
Haroldo Dutra, Rossandro Klinjey y otros, están
divulgando y recomendando mucho el libro Empatía.
Pensamos que eso le ha traído mucha alegría; comparta
ese sentimiento con nosotros.
De hecho, es una enorme alegría que los hermanos tan
dedicados a la tarea de divulgar la Doctrina Espírita,
hayan leído y les haya gustado el libro. Me quedé
sorprendido, pero nosotros, mis editores Luiz y Cláudia
Saegusa y yo, ya habíamos oído del plano espiritual de
que había una urgencia para llamar la atención sobre
este tema y que otros se unirían a nosotros en la tarea
de difundir la empatía por el mundo. Mucha gratitud a
Rossandro, Haroldo y Simao Pedro por apoyarnos en este
trabajo.
¿Cuáles son sus proyectos futuros?
Actualmente estoy involucrado en dos nuevos proyectos.
Uno en asociación con Rossandro, que aborda el escenario
de la transformación del mundo y nuestro protagonismo
espiritual en este momento de transición planetaria; el
otro es un proyecto personal sobre la necesidad de
conprender la transformación digital para no perder la
licidez en las relaciones humanas. Vivimos en tiempos
delicados y necesitamos hablar sobre el libre albedrio,
la manipulación masiva y la tolerancia en un mundo donde
la incertidumbre y la liquidez parecen asumir
dimensiones preocupantes.
Sus consideraciones finales.
La empatía es la palabra cristiana que no está escrita
en los Evangelios. Después de todo, encontraremos varias
palabras nuevas para expresar lo que Jesús vivió, porque
su vida fue mucho más grande que sus palabras.