El
testimonio contenido en la frase de arriba es de
nuestro entrevistado, Ruy Barbosa Meireles (foto), oriundo
de Luziânia, Goiás, donde reside. Licenciado en
Derecho por el antiguo CEUB, está jubilado como
Registrador, después de desempeñar este cargo
durante 44 años. Espírita desde mayo de 1990, ha
trabajado desde entonces en numerosas
actividades: conferencias, atención fraterna,
psicografía, psicofonía, aplicador de pases,
recepcionista, dialogador en grupo mediúmnico,
coordinador del grupo de irradiación.
En el
movimiento espirita de Goiás fue durante 20 años
coordinador regional de la 10ª Región
de la Federación de Goiana, integrada por las
ciudades de Luziânia, Cristalina, Cidade
Ocidental, Valparaíso de Goiás y Novo Gama, y
actualmente es director
de Unificación de la Federación Espírita del
Estado de Goiás, además de participar en el
Centro Espírita Paz, Amor y Caridad, de
Luziânia, del que fue presidente durante 20 años
y, actualmente, 3º vicepresidente.
En la
entrevista que nos concedió, nos cuenta, entre
otros temas, sobre su iniciación al Espiritismo.
Cuéntanos sobre su vida y sobre Luziânia, su
ciudad natal.
Nací el
28/8/1950. Mi infancia y juventud fueron muy
limitadas en todos los aspectos porque Luziânia
es una ciudad pequeña y distante de grandes
ciudades, hasta la construcción de Brasilia. En
1977, fui a la escuela secundaria en Goiânia,
capital del estado de Goiás. Al concluir la
escuela secundaria, regresé a Luziânia y tomé el
curso de Derecho en el CEUB. Luziânia siempre
fue una ciudad de tradición católica y, como no
podía dejar de ser, toda mi familia era católica
practicante, sobre todo porque aquí
prácticamente solo había Catolicismo.
Actualmente la ciudad mantiene su tradición
católica, pero compartiendo espacio religioso
con el Espiritismo y las Iglesias evangélicas.
Luziânia es una ciudad bicentenaria, cumplió 274
años el pasado 13/12.
¿Cómo
conoció la Doctrina Espirita?
Conocí
la Doctrina Espírita por invitación de un amigo.
En ese momento, ya estaba alejado de la Iglesia
Católica, después de coordinar durante 10 años
la Juventud Católica de Luziânia. Mi alejamiento
se debió a mis cuestionamientos sobre varios
puntos doctrinarios con los que no estaba de
acuerdo. Sabía que no era la forma en que el
sacerdote estaba hablando, pero no sabía cómo
era. En la Doctrina Espiritista encontré la
forma en que las cosas son verdaderamente
(preguntas sobre el Cielo y del Infierno, que la
vida termina, que no volvemos aquí -
reencarnación - que Dios y Jesús son una sola
persona, etc.). Estas preguntas me hicieron
buscar el Espiritismo, a pesar de que en esa
época tenía mucho miedo de él debido, por
supuesto, a mi falta de conocimiento.
¿Qué
más lo atrajo y le gustó de la Doctrina
Espirita?
Algunas cosas fueron básicas para que sea
espírita: la reencarnación, porque justificaba
nuestras diferencias en todos los sentidos; yo
soy artífice de mi felicidad; Dios es un Padre
bueno, justo y verdaderamente misericordioso;
las conexiones espirituales del pasado que me
esclarecieron varias preguntas, especialmente
los familiares; la pureza doctrinaria y
evangélica.
Cuéntenos sobre la experiencia de ser presidente
del Centro Espírita Paz Amor y Caridad - CEPAC.
La
Presidencia del Centro fue una experiencia
enriquecedora que me trajo grandes conocimientos
y enseñanzas. Tratar con las personas y
situaciones tan importantes y trascendentales es
de mucha responsabilidad, porque el Centro
Espírita no es una institución cualquiera y
requiere una actitud de coherencia entre lo que
se habla y lo que se hace. También se trata de
la parte espiritual de las personas y del propio
Centro. Tuve que lidiar con las diferencias para
que no se convirtieran en divergencias dentro
del Centro. Crecí y aprendí mucho en las
relaciones espirituales e interpersonales.
Según
su percepción, ¿cuál es el papel principal de
una Casa Espírita?
Para
mí, todos los papeles que desempeña una Casa
Espírita son de importancia fundamental: la
recepción/acogida, la atención fraterna a los
encarnados y desencarnados, la conferencia
pública, los pases, la evangelización del niño,
de los jóvenes y de los adultos, los estudios
sistematizados de Doctrina. Pero si tuviera que
destacar uno, aunque todos son importantes,
diría que es el trabajo de recepción y acogida,
porque abre las puertas del Centro Espírita para
todas las personas que recurren a él.
¿Cómo y
cuándo empezó su actividad de conferencista
espírita?
Mi
actividad como conferencista espírita comenzó en
octubre de 1992, dos años después de llegar a la
Casa Espírita, por invitación del entonces
presidente del CEPAC. Hasta momento, he ofrecido
995 conferencias en Centros Espiritas del
Distrito Federal y en Goiás, Minas Gerais, Mato
Grosso, São Paulo, Bahía, en un total de 61
Centros Espíritas, además de haber participado
en diversos talleres y encuentros espíritas.
¿Cuál
es el mejor camino para convertirse en un buen
conferencista espírita?
El
primer camino es el estudio constante del
Evangelio y de las obras espíritas. Después, el
amor al trabajo, la dedicación, la disposición,
la disponibilidad. Tomar un curso de oratoria,
si esto es posible; leer sobre el tema para
mejorar progresivamente; escuchar las
conferencias que hice; escuchar otras
conferencias y conferencistas; ser humilde,
entendiendo que aprendemos más de lo que
enseñamos, porque somos aprendices y no
maestros.
¿Cómo
ve la interacción de la mediumnidad con la
conferencia pública?
La
conferencia es también, hasta cierto punto, una
actividad mediúmnica, porque el conferencista
recibe las intuiciones, las inspiraciones de los
mentores espirituales. Entonces, desarrollar la
mediumnidad, mejorándola, ayuda en este
intercambio que sucede durante una conferencia.
Innumerables veces, después de una conferencia
mía, una persona viene y me dice: eso, y
menciona lo que dije, fue muy importante para
mí. Y entonces me quedo pensando: pero yo no
hablé de ese tema... Fue una inspiración del
mentor o del espíritu protector de esa persona,
para ayudarla.
Cuéntenos algún caso relacionado con sus
conferencias que también se han transformado en
una lección de vida.
Al
llegar a un Centro Espírita para dar una
conferencia, conversando con el dirigente, él me
dijo: - Ruy, el público está ansioso por oírte
hablar sobre el tema de la noche. Le dije: el
tema de hoy es muy importante, y le dije el tema
de la conferencia. Entonces me dijo: es no es el
tema; el tema es tal. Pensé, ¿y ahora qué? El
público está esperando el tema que mencionó el
dirigente, por lo tanto, tengo que hacerlo,
porque no puedo decepcionar al público. Después
de la conferencia, varias personas vinieron a
decirme que esa era una de las mejores
conferencias que hice en esa Casa. El
aprendizaje es que el conferencista siempre debe
estar preparado para cualquier exposición. Y esa
preparación se adquiere con el estudio
permanente, constante e ininterrumpido de
Doctrina.
Según
su parecer, ¿qué es necesario y se puede mejorar
en la formación de nuevos trabajadores
espíritas?
En
primer lugar, es necesario que estos nuevos
trabajadores se comprometan con el trabajo.
Desafortunadamente, al principio todos se ponen
a disposición para el trabajo. Pero lo que vemos
en la práctica es que después de unos meses en
el trabajo, comienzan a producirse ausencias,
que en su mayoría son injustificables. Otra
cosa, después del compromiso con el trabajo: la
formación debe ocurrir de una manera práctica,
atractiva y ligera. Muchas veces, la formación
exige tanto a los nuevos trabajadores que puede
ocasionar su alejamiento precoz. Una cosa es
real: si el nuevo trabajador no se involucra, no
quiere, no responsabiliza del compromiso
asumido, no hay formación que dé resultado. ¡Es
lamentable!
En ese
contexto, ¿cuál es el papel de los dirigentes
espíritas?
El
dirigente debe tener sensibilidad para detectar,
a priori, a los verdaderos interesadas en el
trabajo. Muchas veces, hay emoción, entusiasmo
de la persona, que pronto se enfría con el
tiempo. Creo que tiene que haber una entrevista
con esta persona, tratar de entender las
verdaderas razones que la llevan a buscar el
trabajo, su potencial para entender la tarea, la
responsabilidad, el trabajo conjunto (físico y
espiritual). Mostrarle a esa persona que la
decisión es suya, pero que asume una carga
espiritual en la deserción. La concientización
del futuro trabajador es muy importante.
Sus
palabras finales a nuestros lectores, en este
momento en que la humanidad pasa por la pandemia
del coronavirus.
Quiero
dejar aquí mi agradecimiento por esta
oportunidad y decir a todos que el momento
presente, como tantos otros momentos, nos está
exigiendo acciones de paz, armonía, comprensión,
solidaridad, fraternidad y compromiso con la
salud de todos. Este momento no es un castigo de
Dios a sus hijos, sino una consecuencia de
nuestros actos a lo largo de los milenios, los
cuales han infestado el aura de nuestro planeta
de vibraciones deletéreas, que causan momentos
tan delicados como el presente. Que podamos, y
tenemos las condiciones para esto, contribuir a
la salud de nuestra Orbe, pensando y actuando en
el bien, en el amor. ¡Paz a nuestros corazones!
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