La
frase de arriba es de nuestro entrevistado,
Adailton Barreira Moura (foto), nacido en
Vila Planalto, Brasilia (DF), que reside desde
niño en Gama, una de las ciudades satélites del
Distrito Federal. Habiendo conocido la doctrina
espírita a la edad de 24 años, trabaja desde
1988 en las lides espíritas, con participación
directa desde entonces en las actividades
realizadas por el Centro Espírita Nosso Lar, en
las que desempeñó diversas funciones:
evangelizador y coordinador de Juventud,
evangelizador de adultos, evangelizador de
infancia, conferencista, dirigente de diversos
departamentos y también presidente de la Casa.
En esta entrevista nos habla,
entre otros temas, sobre su iniciación en el
Espiritismo y la experiencia adquirida como
conferencista y dirigente espírita.
¿Cómo conoció la Doctrina
Espírita?
n 1986 conocí a un amigo que ya
era espírita. Estaba casado con una señora que
participaba en un centro de Umbanda, en la yo
participé durante algún tiempo. En este centro
había una persona, que más tarde fue mi novia.
Ella también iba al Centro Espírita Nosso Lar,
que yo no conocía en esa época. Un día me dio El Libro
de los Espíritus. Me encantó esa lectura y
empecé a estudiar. Luego conocí el CENOL (como
se conoce al Centro Espírita Nosso lar) y de ahí
nunca me fui.
¿Qué fue lo que más le atrajo
y le encantó en la doctrina espírita?
El conocimiento de que la vida
no termina. Eso fue fundamental para mí. La
certeza de que Dios es justo y que no existen
castigos ni recompensas. Cada uno cosecha
exactamente lo que sembró, lo que forzosamente
nos hace trabajar por la implantación del bien
en la Tierra. Además, la idea de que somos
inmortales siempre me encantó.
Háblenos de la historia del
Centro Espírita Nosso Lar.
Un grupo de amigos se reunió
para el estudio del Evangelio en la casa de uno
de los fundadores de CENOL. Con el tiempo, se
dieron cuenta de la necesidad de ampliar esa
experiencia. El grupo se reunió en campaña,
compró un lote en el Sector Sur de Gama, donde
la Casa fue fundada el 18 de septiembre de 1978.
Desde entonces, hemos logrado comprar el terreno
donde hoy queda la sede principal. Con el paso
del tiempo, nos dimos cuenta de la necesidad de
servir en otras comunidades y fundamos las
filiales de CENOL, primero en el Residencial
Brasilia, un barrio muy pobre de Novo Gama (GO)
y luego en Pedregal (GO) y, finalmente, en Santa
María.
¿Cómo ha sido su experiencia
en las lides espíritas?
La experiencia en la siembra
espírita es un aprendizaje constante. Durante
tanto tiempo, hemos estado viendo, escuchando y
haciendo cosas que, al inicio, creíamos que no
éramos capaces. Aprendimos a callar, a dejar que
el orgullo a no
hablara tan alto... El resentimiento aparece, de
vez en cuando, pero en
general terminamos poniendo en práctica las
viejas enseñanzas que hemos escuchado en otros
tiempos.
Y ser presidente del Centro
Espírita Nosso lar, ¿cómo ha sido?
Es una experiencia muy difícil,
que exige habilidades para las cuales aún no
estamos acostumbrados a ejecutar. Escuchar y
hablar con las personas, sin herir
susceptibilidades. Personas que ejercen en
actividades de manera voluntaria y que, por eso
mismo, necesitan ser incentivadas, motivadas
para hacer y a menudo no pueden ser cobradas, y
si lo fueran, no siempre entienden al
Presidente, no entienden sus actitudes, sus
motivos. En mi opinión, es una tarea muy
difícil, si no la más difícil.
¿Cuáles son los mayores
desafíos superados y por superar?
Callar en los momentos
necesarios y saber cuándo es el momento de
hablar, aplicando las enseñanzas del Maestro.
Respetando las diferencias de opinión y buscando
ser siempre el primero en llegar y el último en
irse y, principalmente, nunca esperar
reconocimiento.
En su percepción, ¿cuál es el
papel principal de un centro espírita?
La Casa Espírita debe ser un
punto de apoyo y atención para todos aquellos
que necesitan ayuda, ya sea material o
espiritual. Una Casa Espírita debe tener siempre
las puertas abiertas, siendo el punto de luz
donde los que necesitan acogida confíen, sepan y
piensen: Ahí encontraré el consuelo que
necesito. La Casa Espírita es un faro que
ilumina la oscuridad de nuestras necesidades.
Háblenos sobre su experiencia
con grupos de sopa y asistencia y promoción
social.
Durante todo este tiempo de
actividades espíritas, en los más variados
lugares, hemos visto y escuchado mucho sobre las
necesidades y hemos atendido a muchas personas.
Uno de los hechos que percibí es que las
personas que tienen una buena condición
financiera a menudo no saben que aquí en
Brasilia, muy cerca de nosotros, hay personas
muriendo de hambre y, la gran mayoría de las
veces, un plato de sopa, una canasta básica, un
vaso de agua tiene más valor que una lotería.
Las lágrimas caen cuando la atención llega
exactamente en ese momento en el que el hambre
está más presente.
Cuéntenos sobre su
participación en el movimiento espírita del
Distrito Federal.
Algunas personas dicen que soy
madera para toda obra. Así que cualquier cosa
que necesiten que haga, lo haré, para ayudar en
el desarrollo y crecimiento de la causa. Lavar
platos, desbrozar, pintar paredes, dar
conferencias, en fin... Y últimamente me he
dedicado al trabajo de registrar los momentos a
través de la lente de la fotografía.
¿Cómo y cuándo comenzó su
actividad como conferencista y evangelizador
espírita?
Comencé la actividad de
conferencista y evangelizador espírita en la
década de 1990. En esa época, en nuestra Casa
Espírita había una necesidad urgente de
formación de trabajadores. Participé en un curso
de conferencistas y luego vinieron muchos otros.
Entonces, decidí poner en práctica lo aprendido.
¿Cuáles son los temas que más
aborda en sus conferencias?
He hablado de casi todo, pero me
gustan mucho los temas que involucran el amor,
la caridad, el Evangelio, porque el mundo
necesita esta inyección de ánimo. Es necesario
que hablemos de amor y que trabajemos para su
implantación.
¿Cuál es la mayor dificultad
que encontró en la tarea de conferencista
espírita?
La mayor dificultad es aquella
que - pienso - todos los conferencistas
enfrentan al comienzo de la actividad: Hablar de
lo que aún no hacen o de aquello que es su mayor
desafío: sus propios errores y debilidades.
Fuera de esto, no tengo dificultad para hablar.
Cuéntenos algún caso
relacionado con sus conferencias que también se
transformó en lección de vida.
Ha habido muchos hechos
interesantes, porque he hecho conferencias
durante más de treinta años, pero recuerdo uno
muy especial. Una vez, estuve de paso en un
lugar determinado donde haríamos un evento
espírita. Entonces, tan pronto como bajé del
auto y me dirigía al local, alguien gritó mi
nombre. Era una dama. Le contesté. Entonces
empezó a hablar conmigo. No la conocía. Entonces
me dijo que estaba muy agradecida conmigo
porque, según me dijo, tiempo atrás estaba
pasando por una gran dificultad y fue al Centro
para oír la conferencia, y ese día yo era quien
estaba hablando. Ella dijo que todo lo que yo
explicaba encajaba perfectamente en su vida. Que
los consejos que di ese día la ayudaron mucho y
por eso me agradecería. Me emocioné.
¿Cómo ve la misión de las
conferencias y los estudios en las Casas
Espíritas?
Creo que tenemos que tocar el
corazón de la gente, hablar de aquello que es
frecuente y necesario. Necesitamos del Evangelio
en nuestras mentes y corazones. El Evangelio es
lo que transformará al hombre y, en
consecuencia, al mundo. Por lo tanto, precisamos
hablar de amor – sólo el amor transforma. Esta
es la misión del conferencista: hablar y
ejemplificar el amor.
Sus palabras finales a
nuestros lectores en este momento en que la
humanidad aún se enfrenta a la pandemia del
coronavirus.
La pandemia nos ha demostrado
con toda propiedad la necesidad de amarnos, de
ayudarnos unos a otros, de ampararnos. La
Doctrina Espírita es una doctrina de liberación
y los espíritas no podemos ni debemos aferrarnos
al miedo. Jesús cuenta con cada uno de nosotros
en la atención fraterna – no solo ese que sucede
dentro de los centros espíritas – sino aquel que
puede y debe hacerse en el día a día. Que
podamos ser aquellos que siempre abren los
brazos. Es la hora del trabajo y no del miedo.
|