Nacido en Itaperuna y residente en Niterói,
ambos municipios del estado de Río de Janeiro,
Rafael de Amorim Siqueira (foto) es
licenciado en Derecho y trabaja como abogado. En
las lides espíritas, está vinculado a la
Sociedad Espírita Fraternidad
- SEF, en la ciudad donde vive, donde participa
como Asesor Fiscal. Conferencista y profesor de
estudios doctrinarios, cuenta su propia
experiencia personal de luchas para sentirse
mejor, después del encuentro con la Doctrina
Espírita.
¿Cómo y cuándo se convirtió en espírita?
Me volví espírita en 1998,
todavía en Itaperuna (RJ), cuando tenía 18 años.
Fue un período muy
difícil en mi vida porque tenía problemas
psicológicos e impulsos suicidas. A pesar de
todos los tratamientos disponibles en esa época, no
obtenía una mejoría efectiva. En un período que
pasé en la casa de una tía que vivía en la
ciudad de Bom Jesus do Itabapoana (RJ), tuve
acceso a El Libro de los Espíritus, muy
envejecido y sin cubierta. Es impresionante cómo
la misericordia divina nos alcanza porque, si el
libro hubiese tenido una carátula, no la habría
leído. Me explico: mi familia era muy católica,
y era inconcebible para mí leer algo que pudiera
atentar la creencia de mis padres. Pero, como
inicialmente no vi el título del libro, terminé
leyendo toda la obra con pasión. Fue un gran
encuentro, la oportunidad de conocer una
doctrina que esclarecía y
consolaba. Cuando regresé a la ciudad de
Itaperuna, ya no tenía dudas, quise visitar una
Casa Espírita y estudiar
Espiritismo. Desde la primera visita al Grupo de
la Fraternidad Espírita Humberto de Campos,
nunca dejé el Espiritismo, empecé a formar parte
de la Juventud Espírita y, con el tiempo,
teniendo la oportunidad de asumir otras
actividades.
¿Qué es lo que más llama su atención en el
Espiritismo?
Hasta los 18 años, fui católico,
habiendo aprendido que fuera de los dogmas y
sacramentos de la Iglesia no había salvación.
Cuando me volví espírita y me fue presentada la
propuesta de la caridad, como un genuino
mecanismo redentor, tuve la certeza de que
estaba en el camino correcto. De esta manera,
puedo decir que el Espiritismo me cautivó por la
enseñanza de la caridad, de poner el amor en
movimiento. Mucho más que un compromiso con la
creencia, el Espiritismo representa un
compromiso de conducta, de hacer todo el bien
que está a nuestro alcance. Para mí, ese siempre
ha sido el verdadero sentido de la religión.
Siempre me gusta destacar una frase de Chico
Xavier, cuando afirma: "Si Allan Kardec hubiera
escrito que 'fuera del Espiritismo no hay
salvación', yo habría ido por otro camino.
Gracias a Dios escribió 'Fuera de la caridad',
es decir, fuera del Amor no hay salvación."
¿Por qué considera que el
Espiritismo es un gran vector de su recuperación
física y espiritual?
Porque el Espiritismo desvela
nuevos horizontes en nuestras vidas, principalmente cuando
trae las verdades de la pluralidad de las
existencias (reencarnación) y la intervención de
los espíritus en el mundo corpóreo, provocando
el fenómeno de las obsesiones. Sabemos que parte
de nuestras aflicciones no provienen de la
actual existencia, sino que tienen su origen en
vidas anteriores. También sabemos que los
problemas psicológicos provienen no sólo de
causas orgánicas, sino que también derivan de
causas espirituales, de la influencia de
espíritus que pueden causar desde simples
incomodidades hasta la más completa perturbación
de las facultades físicas y mentales. En mi
caso, hasta los 18 años, fui un joven que
asistía a la iglesia, que buscaba seguir los
ritos de mi religión de esa época, pero vivía
perturbado, con ideas suicidas y causando todo
tipo de problemas a mis familiares. Incluso
pasando por tratamientos psicológicos y
psiquiátricos, no lograba la remisión completa
de los síntomas. Sólo el Espiritismo me dio las
respuestas que necesitaba, porque entendí que
mis problemas tenían en gran medida un origen
obsesivo, resultante de innumerables vidas
anteriores en las que actué en desacuerdo con el
Evangelio de Jesús. Sólo el tratamiento
espiritual, la búsqueda constante de mi reforma
íntima y la propuesta de trabajar en el bien,
combinados con tratamientos psicológicos y
psiquiátricos, me han proporcionado una mejora
efectiva. Esa es la razón por la que considero
al Espiritismo como un vector de recuperación
física y espiritual.
En
las dificultades que enfrentó, ¿podemos decir,
entonces, que encontró en el Espiritismo una
verdadera ruta de Redención? ¿Y cómo lo
plantearía en términos prácticos, incluso de
vivencia, para que de cierta manera sea
utilizado por otros jóvenes que actualmente se
encuentran buscando respuestas?
Puedo afirmar que el Espiritismo
en mi vida fue una verdadera ruta de Redención.
Sin ningún sentimentalismo, si no fuera por el
Espiritismo tal vez ni siquiera estaría
respondiendo a esta entrevista hoy. El
Espiritismo no nos pide vivir ajenos al mundo,
sino estar en el mundo viviendo como espíritus
inmortales. Suelo decir a los Jóvenes, y
actualmente trabajo como orientador en un grupo
de Juventud Espírita, que podemos desarrollar
las actividades que queramos en el mundo, pero
sin perder nunca los nobles valores de la
existencia, que representan un compromiso con
Jesús. El joven puede ser joven, divertirse,
estar "en sintonía" con las cosas de su tiempo,
recordando, sin embargo, que "si todo es lícito
para mí, no todo me conviene (1 Corintios
6:12)". A los jóvenes que como yo buscan
respuestas, les diría: estudien el espiritismo,
asistan a una casa espírita que prefieran y,
sobre todo, participen en una tarea en el bien
(dentro de las posibilidades de cada uno) y
esfuércense por ser mejores personas. Cuanto más
nos vinculemos al amor, que es la esencia de la
vida, tendremos más salud, paz y alegría para
vivir.
Después de toda esta difícil experiencia, ¿qué
le diría a los jóvenes de la actualidad, ante
tantos desafíos que
se enfrentan, desde la autoafirmación personal,
hasta el mercado laboral y la adecuada
orientación de su vida?
Yo les pediría un poco más de
paciencia, porque veo a los jóvenes de hoy, como
yo mismo era, muy ansioso, con ganas de
resolverlo todo al instante. Todo tiene su
propio momento para suceder, y cada experiencia
difícil representa un proceso de aprendizaje. No
podemos saltarnos etapas, de lo contrario no
podríamos forjar el equilibrio y la madurez para
ganar las siguientes etapas. Cada día es una
nueva oportunidad en nuestras vidas, que debemos
aprovechar de la mejor forma posible. El
Espiritismo tiene una extensa fuente de
orientación para el público juvenil, que está
registrada en obras de gran contenido
doctrinario. Podría mencionar el notable libro
"Cántico da Juventude", del Espíritu Iván de
Albuquerque, psicografía de J. Raúl Teixeira,
que aborda las más variadas dificultades que
enfrentan los jóvenes. A veces nuestros
conflictos requieren una ayuda más
especializada, ocasión en la que debemos
recurrir a un profesional de la psicología o la
psiquiatría. Este hecho no debe ser visto como
denigrante, porque la medicina y la psicología
son bendiciones de Dios en la Tierra. Acostumbro
a decir que el mejor tratamiento para nuestras
dificultades es cuando unimos la medicina del
mundo con la medicina espiritual para conquistar
la salud integral.
En
ese escenario, ¿cómo ubica el papel de un centro
espírita?
Usando una forma lúdica de
respuesta, puedo decir que el centro espírita es
un HOTEL (acróstico), en el que la H es
hospital, la O es Taller (Oficina), la T es
templo, la E es Escuela y la L es Hogar (Lar).
Así, el centro espírita es un hospital de almas,
un taller de obras redentoras, un templo de
celebración de Jesús y Su Evangelio, una escuela
de los principios espíritas y un Hogar para
todos nosotros, que nos reunimos bajo los lazos
de fraternidad.
Cuéntenos sobre la presencia
de Raúl Teixeira en su vida.
En 2003, cuando tenía 23 años,
me mudé a la ciudad de Niterói (RJ), donde tuve
la oportunidad de comenzar a frecuentar la
Sociedad Espírita Fraternidad - SEF, donde estoy
hasta el día de hoy, y conocer al estimado José
Raúl Teixeira. Fue un verdadero reencuentro con
un alma muy querida. Para mí, Raúl representa un
padre espiritual, un orientador de las
actividades espíritas y un amigo de todas las
horas. Fue a través de su bendita mediumnidad
que el benefactor Camilo (guía espiritual de
Raúl) me invitó a la educación y el ejercicio de
mis actividades mediúmnicas con Jesús, haciendo
posible que a través del trabajo en el bien me
vaya liberando gradualmente de los compromisos
asumidos para la presente encarnación. También
fue Raúl quien me animó a al estudio constante
de Jesús y Kardec para una mejor comprensión de
la vida y nuestra realidad espiritual. Raúl
también me incentivó siempre a trabajar en el
bien, en todas las actividades que estuvieran a
mi alcance, hasta que un día me animó a ofrecer
una conferencia espírita, porque la gente estaba
sedienta de Jesús, que el Espiritismo revela de
manera comprensible hasta nuestros días. En
suma, hablar de Raúl de Teixeira es recordar
bien al hombre descrito por Allan Kardec en el
ítem 3, Capítulo XVII, del Evangelio Según el
Espiritismo.
De
todos estos hechos, desde las dificultades hasta
el escenario actual que vive, ¿cuál es el
recuerdo más significativo?
Tengo dos recuerdos resaltantes
que demuestran la presencia de nuestro ángel de
la guarda (guía espiritual) en nuestras vidas.
La primera cuando todavía me encontraba en la
ciudad de Itaperuna (RJ), ya había decidido
visitar una casa espírita, pero cuando llegué a
la puerta de la institución, parecía que me
faltaban fuerzas. Después de todo, y si alguien
de la Iglesia que yo frecuentaba me viera entrar
en una casa espírita, tal vez podría hacerse un
juicio equivocado, ya que el Espiritismo era
considerado "cosa del diablo". Fue cuando
escuché claramente una voz dentro de mi cabeza
que me dijo: "¡Entra, hijo mío!". Entré y nunca
me fui. Esta misma voz me habló cuando ya estaba
en Niterói (RJ), en un día de muchas
dificultades, diciéndome: "-¡Vamos, yo voy a
guiar!" El hecho es que me guio en una caminata
de cerca de 2km, y llegué a la Sociedad Espírita
Fraternidad, cuando José Raúl Teixeira estaba
haciendo una conferencia sobre la felicidad.
Allí encontré un albergue, amigos de otras
épocas, pero sobre todo la oportunidad de
replantear mis pasos. Siempre digo que nunca
estamos desamparados, e incluso si no somos
médiums ostensivos (como más tarde descubrí que
lo era), nuestros amigos espirituales están a
nuestro lado, amparándonos y conduciendo
nuestros pasos.
¿Algo más que quiera añadir?
Siempre recuerdo las palabras de
Raúl Teixeira y Divaldo Franco diciendo que
"quien encontró el Espiritismo no sólo encontró
el mapa del tesoro, sino que encontró el tesoro
mismo". Que podamos aprovechar este tesoro de
paz y luz en estos días tumultuosos de la
humanidad. Todos estamos en el mundo por un
compromiso de amor, para poner el amor en
movimiento a través del ejercicio de la caridad.
Vamos entonces a aprovechar nuestro mejor
momento, que es hoy y ahora, para hacer lo mejor
que esté a nuestro alcance. No sirve de nada
quejarse, es una pérdida de tiempo. En lugar de
engrosar el coro de aquellos que sólo ven el
lado malo de las cosas y de las personas, que
podamos trabajar sin cesar, siguiendo los pasos
de la Estrella Divina llamada Jesús de Nazaret.
Al igual que los primeros cristianos que se
entregaban en holocausto por amor a Jesús, ahora
somos nosotros, en la pequeñez en la que nos
encontramos, los que tenemos el valor de decir:
"Ave Cristo, los que aspiran a la gloria de
servir en tu nombre te glorifican y saludan". (1)
Sus
palabras finales.
Les agradezco la oportunidad,
pidiendo a Jesús y a los Benefactores
Espirituales que nos bendigan. Estamos en un
nuevo año, una nueva oportunidad que se nos abre
a todos. Todos queremos un año nuevo mejor, pero
este año solo será mejor si también nos hacemos
mejores. Está en nuestras manos construir un
mundo de paz, de fraternidad y de mucha
esperanza. Sigamos adelante. Abrazo afectuoso a
todos.
(1) Emmanuel
(Espíritu). ¡Ave, Cristo! Psicografiado
por Francisco Cândido Xavier. 23. ed. Río de
Janeiro: Federación Espírita Brasileña, 2008.
440 págs. |