Abogado, graduado del Centro Universitario de
Serra Gaúcha, Andres Gustavo Arruda (foto) nació
y reside en Caxias do Sul (RS). Se
convirtió en espírita a los 16 años, cuando fue
encaminado a un Grupo de Evangelización Espírita
Infantojuvenil, después de un desacuerdo
familiar. El estudio espírita lo conquistó por
completo. Actualmente está vinculado a dos
instituciones espíritas en la misma ciudad:
Centro Espírita Alunos do Bem y Centro Espírita
Roteiro de Luz, trabajando como coordinador de
estudios y participante de reuniones mediúmnicas,
aplicador de pases y asistente fraterno y, menos
frecuente, conferencista. El punto central de
esta entrevista es la tarea espírita, en el
contexto de las instituciones espíritas y sus
trabajadores:
¿Cuál es el perfil más adecuado para un
trabajador espírita?
El que comprende el alcance y
busca vivir el contenido de esta frase, de Juan
el Bautista: "Es necesario que Él [el Cristo]
crezca y que yo disminuya" (Juan 3:30). Es
decir, si nos dejamos dominar por las trampas
del ego, difícilmente permaneceremos en la
tarea.
Dadas nuestras imperfecciones
humanas, los trabajadores espíritas enfrentan
muchos obstáculos, derivados de sus propias
imperfecciones personales, como las externas, a
menudo dentro de su propio grupo, como la
envidia, la disputa, el resentimiento. Desde
su experiencia, ¿qué puede decir al respecto?
Que Kardec tenía razón cuando
afirmaba que los peores enemigos del Espiritismo
estarían entre sus pares. Creo que necesitamos
desarrollar lo que Chico Xavier llamaba un
"sentido de eternidad". En otras palabras, no
llevar las cosas tanto para el lado personal.
Además, creo que el diálogo franco, sincero,
pero que se hace sin la intención de herir a
otros, debe guiar nuestro proceder. Recordemos
esta enseñanza: "Si tu hermano ha pecado contra
ti, ve y hazle sentir la falta en privado, a
solas con él [...]" (Mateo 18:15). En resumen,
buscar resolver la disputa directamente con el
compañero de tarea. También algo más: antes de
exponer el descontento, creo que es oportuno,
primero, resaltar las cualidades del compañero y
hablar de su importancia para la realización del
trabajo. Es una forma de hacer un poco más suave
una conversación que a menudo es difícil para
ambas partes.
Muchos trabajadores abandonan
la tarea ante el entorno difícil y hostil. ¿Qué
decir a aquellos que sufren algún tipo de
hostilidad dentro de los propios grupos?
Es lamentable que todavía
tengamos que convivir con situaciones como
estas. Decir que nadie está obligado a trabajar
en un Centro Espírita, sin tener derecho a
realizar su tarea con el mínimo de dignidad. Que
la carga debe ser proporcional a nuestras
fortalezas, no mayor. Si este es el caso, creo
que debería buscar otro grupo dentro de la misma
Institución, o incluso cambiar el Centro
Espírita.
Las instituciones reflejan
el conocimiento de sus miembros, de ahí vienen
muchas dificultades. ¿Qué podrían hacer los
centros espíritas para minimizar tales
actividades que entran en conflicto con la
correcta práctica espírita? Esto de manera
práctica, ejemplificando para los miembros la
práctica genuina del Espiritismo en sus bases.
Desde mi punto de vista, a nivel
de la actividad espiritual, "fuera del estudio
no hay salvación". No sirve de nada, sin estudio
se complica. La sugerencia a los líderes es la
apertura de espacios para realizar talleres,
cursos, seminarios dentro de la Institución. Un
Centro Espírita o un grupo de trabajo que se
aísla tiende a ser objeto de perturbación
espiritual, a menudo difícil de constatar. Como
dice Divaldo Franco: "El mandamiento es este:
que os améis como yo os he amado, y que hagáis
al prójimo lo que queréis que vuestro prójimo os
haga a vosotros, lo que equivale a decir que
todo aquel que se aísla pierde la oportunidad de
evolucionar, porque todo enquistamiento degenera
en enfermedad" (Cf. Directrices de seguridad,
pregunta 44, pág. 44).
Frente a la característica humana, vemos
dirigentes y coordinadores con tendencias
dominantes sobre los grupos. ¿Cómo pueden los
grupos lidiar con esto?
Hay, de hecho, en todos los
sectores de la actividad humana, personas que
tienden a ser dominantes y a querer imponer sus
puntos de vista. Un Centro Espírita, por estar
formado por hombres, no escapa a la regla. Sin
embargo, en el caso en cuestión, lo que se puede
hacer es solicitar la intervención de la Unión
Espírita Municipal (UME)/Unión Distrital
Espírita (UDE) (los nombres varían según la
localidad), o de algún trabajador de otra Casa
Espírita, que tenga una buena relación con los
dirigentes en cuestión. Es que la intervención
de los trabajadores del propio Centro Espírita
no siempre suena como la mejor alternativa y,
siendo así, la opinión de un tercero puede tener
un efecto. Después de todo, según el dicho
popular , "el santo de la casa no hace
milagros".
¿Cómo enfrentar, en las
instituciones, el anhelo humano de intrigas y
dificultades o conflictos de relacionamiento
interno?
Un grupo de trabajo espírita a
menudo puede consistir en un encuentro de
Espíritus que necesitan, por impositivos de
reajuste ante la Ley de Causa y Efecto,
ejercitar el perdón recíprocamente y volver a
armonizarse entre sí. Por eso están dentro de un
Centro Espírita que, en mi opinión, es, entre
otras cosas, nuestra "puesto de combustible
espiritual". Es allí donde nos abastecemos
espiritualmente para las luchas de la vida
cotidiana. Dicho esto, creo que siempre es
importante no actuar con espíritu vengativo,
hacer autocrítica (por ejemplo, mediante la
siguiente pregunta: ¿hasta qué punto estoy
contribuyendo a que ocurra el conflicto?) y
tratar de mirar el desafecto de manera
holística, procurando tener
en cuenta sus cualidades. Sobre este tema,
quisiera citar algunas palabras de Kardec,
insertadas en una obra poco conocida, explorada
y estudiada por el movimiento espírita: Viaje
Espírita en 1862. El Codificador señala:
"Con acritud y espíritu vengativo, se deterioran
las causas más dignas, pero con moderación, las
fortalecemos [...]". Hablando sobre las causas
de las disensiones, afirma: "Las causas, en las
querellas ocasionadas principalmente por
palabras, pueden ser el resultado de asuntos de
los cuales no siempre somos los amos; la conducta
ulterior de dos adversarios es el resultado
de la reflexión; actúan a sangre fría y es
entonces cuando se define el verdadero
carácter de cada una de las partes" (Viaje
Espírita en 1862, p. 81, destaqué). Además,
con el tiempo puede suceder que el dirigente se
retracte de sus posiciones sobre determinado
trabajador, hasta el punto de invitarlo a
regresar al Centro Espírita del
cual se apartó. Ya he visto que esto
sucede.
¿Qué puede decir de su gusto
personal por investigar y producir contenidos textuales
sobre la Doctrina Espírita? ¿Prefiere un
tema específico?
Empecé a investigar y escribir
en 2012. Curiosamente, no puedo decir qué me
motivó a escribir el primer artículo, titulado
"¿Espiritismo o Kardecismo?". Tal vez presentar
un enfoque un poco diferente sobre el mismo
tema. Lo que puedo decir es que ¡tengo pasión
por escribir! Prefiero mucho más escribir que
hablar. En lo que respecta al tema específico,
no tengo uno preferido. Para mí, todo lo que
Kardec escribió sobre el Espiritismo (no
olvidemos que publicó obras no espíritas, antes
de comenzar las observaciones de los fenómenos
entonces en boga en Francia) debe ser estudiado,
reflexionado, explorado y, sobre todo,
vivenciado...
Para un trabajador espírita
activo y consciente, que cambia de ciudad y
llega dispuesto a trabajar, pero que se ve
impedido por la exigencia de someterse
nuevamente a largos cursos para trabajar, ¿qué
puede decir para que no ceda al desaliento ante
las exigencias de la desconfianza?
Creo que el trabajador en
cuestión debe buscar servir, de acuerdo con sus
posibilidades. Después de todo, para la práctica
del Bien, es suficiente solo la voluntad de
hacerlo. Recordemos también que, para ser un
instrumento del Bien, no es necesario estar
vinculado a un determinado grupo de trabajo. Por
ejemplo, ¿cuántas veces sentimos el impulso de
conversar con cierta persona (o alguna otra
circunstancia nos invita a iniciar el diálogo),
en una parada de autobús, en una sala de espera
de un consultario, entre otros lugares, y de
repente, en pocos minutos la persona cuenta una
buena parte de su vida, solo por la necesidad de
ser escuchada? De esta manera, podemos ser
"trabajadores de última hora" en cualquier
lugar, y no sólo dentro de la Institución
Espírita a la que estemos vinculados. Por otro
lado, si el trabajador tiene una necesidad
apremiante de participar en reuniones
mediúmnicas, creo que debería informar de esta
situación a los dirigentes. Si su solicitud no
es atendida, la búsqueda de otro Centro Espírita
puede ser una alternativa.
Para los coordinadores que
reciben a trabajadores que llegan de otros
lugares, ¿hay algún consejo práctico para
superar la ocurrencia mencionada en la pregunta
anterior?
En un mundo hiperconectado,
naturalmente el número de personas que conocemos
en la actualidad es infinitamente superior a la
población que vivía en la Tierra a principios
del siglo XX. Dicho esto, pienso que los
coordinadores deben, después de solicitar al
trabajador que mencione el nombre de contacto (o
red social de ser el caso), buscar información
con los dirigentes de la Institución de origen
sobre el modus operandi vigente del Centro de
donde proviene el trabajador, así como su perfil
en las tareas. Además, pienso que los
coordinadores deben dar la bienvenida a los
trabajadores que quieran asistir al grupo de
trabajo, al principio, solo para observación,
para verificar si se identifican/sintonizan con
él, para posteriormente comenzar la tarea. No
veo ningún problema en esto, siempre y cuando el
acceso a la reunión mediúmnica y a determinados
trabajos que requieren concentración y comunión
de pensamientos, tenga lugar solo después de que
haya transcurrido un cierto tiempo.
De su experiencia personal en
la vivencia espírita, en las instituciones, ¿qué
le parece significativo de comentar para los
trabajadores activos de hoy?
Tener en cuenta, de manera muy
clara (¡muy, muy clara!), la distinción entre
tres elementos: la Doctrina Espírita, el
movimiento espírita y los espíritas. La primera
es maravillosa, va de la mano con el progreso,
levanta en alto la bandera de la Caridad, se
basa en las Leyes de la Naturaleza (etc., etc.,
etc., me detendré aquí...). El segundo está
formado por nosotros, los espíritas, seres
imperfectos en busca de nuestra rehabilitación
ante la Ley que infringimos, en el presente o en
el pasado, así como la transformación moral y
consecuente alineación con los preceptos
enseñados por Cristo, razones por las cuales el
movimiento espírita también está en proceso de
aprendizaje, mutación y maduración. Por esto, lo
que se me ocurre decir en este momento es que
los trabajadores centren su atención en la
Doctrina (primer elemento). ¿Por qué digo
esto? Porque he visto trabajadores que
abandonaron la tarea porque se sintieron
decepcionados de los compañeros de actividad
espiritual. Es cierto que un Centro Espírita
es el reflejo del conocimiento de quienes lo
dirigen, pero es necesario que el trabajador
consciente tenga presente que en un Centro
Espírita debe prevalecer la Doctrina Espírita, y
no la opinión del trabajador A o B, por
respetable que sea. Al respecto, en 2015 se
publicó en esta Revista un artículo que escribí,
titulado "Espiritismo, errores de interpretación
y obras mediúmnicas dudosas" – para
acceder a él haga
clic aquí –.
En él, en cierto pasaje,
abordo el tema bajo análisis. En resumen, lo que
puedo decir es que cuanto más estudiamos, más
desarrollamos la conciencia doctrinaria, una condición
sine qua non para que permanezcamos fieles a
los postulados que abrazamos. En consecuencia,
cuando nos encontramos con espíritas que desean
practicar un "Espiritismo a la manera de la
casa", es decir, un Espiritismo a la manera del
Sr. Fulano de Tal (dirigente o, a menudo,
"propietario del Centro Espírita", que lo ha
presidido durante 50 años ...), tendremos la
perspicacia necesaria para distinguir la verdad
de la impostura y el "haz lo que digo, pero no
lo que yo hago". Creo que de la conciencia
doctrinaria resulta la perspicacia arriba
mencionada.
¿La tarea es más grande que
el trabajador? ¿Cuál es el factor, en la
pregunta, perjudicial o beneficioso para el
trabajador espírita?
Indudablemente. Y aquí hay una
aclaración: la tarea no es más grande que
nuestra capacidad para cumplirla. Según la
Doctrina Espírita, el Creador no confiere a la
criatura el cumplimiento de una determinada
tarea, sin proporcionar los medios para que esta
se cumpla. El desafío es que pongamos la tarea
por encima de los intereses personales, las
exigencias irrazonables del ego. Creo que este
es uno de los significados de la frase ya
citada: "Es necesario que Él [el Cristo] crezca
y que yo disminuya" (Juan 3:30). En mi opinión,
el factor perjudicial es la vanidad. Digo esto
basado en el capítulo XXVIII del Evangelio
según el Espiritismo – "Colección de
Oraciones Espíritas". Aunque se refiera a los
medios, entiendo que las orientaciones son
aplicables a los trabajadores en general. He
aquí algunos extractos, en los que yo destaco:
"Si tus comunicaciones [mediúmnicas] recibieran
elogios, no te jactarás de ello, porque sabes
que no depende de tu mérito personal; [...]"
(ítem IX, pág. 484). En el ítem X, donde se
encuentra la oración propiamente dicha, también
se destaca la necesidad del trabajador de
combatir la vanidad: "Si fuera tentado a cometer
abusos, en lo que sea, o a envanecerme de la
facultad que has tenido a bien [a Dios]
concederme, te pido que me la retires, antes de
permitir que la desvíe de su objetivo
providencial, que es el bien de todos y mi
propio avance moral" (p. 484). Con respecto al
factor benéfico, creo que es la capacidad de
comprender y esforzarse por poner en práctica
esta frase, de Kardec, que está en el capítulo
XVIII – "Muchos los llamados, pocos los
elegidos" – de El Evangelio según el
Espiritismo, ítem XII, p. 333: "El primer
cuidado de todo espírita sincero debe ser tratar
de saber si, en los consejos que dan los
Espíritus, hay algo que le concierne".
¿Algo más que quisiera
añadir?
Creo que toda actividad
espiritual es, en un sentido amplio, impersonal.
Por ejemplo: cuando un trabajador espírita va a
ofrecer una conferencia, hay todo un trabajo
realizado por la Espiritualidad Mayor, antes y
concomitantemente a la explicación. Por ello la
conferencia es solo una parte de un trabajo
colectivo más amplio. En este escenario, creo
que los trabajadores conscientes del papel que
desempeñan (y que son sólo piezas de un gran
engranaje) tienden a evitar las disensiones y,
si éstas ocurren, ponen el interés del grupo y/o
del Centro Espírita por encima de su propio
interés. Estos son los que dicen, a los
compañeros de la tarea, esta frase: "Trabajemos
juntos y unamos nuestros esfuerzos, para que el
Señor, cuando llegue, encuentre terminada la
obra" (El Evangelio según el Espiritismo,
capítulo XX, ítem V, p. 356).
Sus palabras finales.
Vivimos en un período muy
desafiante, en el que todo es más intenso: la
intolerancia, el egoísmo (y sus
consecuentes...), maldad, desatinos, falta de
respeto por la propia integridad corporal,
maltrato a los animales, etc. Por otro lado,
nunca ha habido tanta gente preocupada por el
medio ambiente, la salud mental del ser humano,
la dignidad de los animales, etc. Este estado de
cosas suena contradictorio, pero es parte del
proceso natural de cambio que viene ocurriendo
en nuestro planeta. En este contexto, creo que
nuestra responsabilidad es muy grande frente a
toda la información que tenemos. Por eso, nada
más recomendable que el esfuerzo constante por
realizar lo que Kardec ya había hecho en el
siglo XIX: la transformación interior
sustancial, porque sólo proporciona lo que
Wallace Leal V. Rodrigues, en el prefacio de la
obra Viaje Espírita en 1862, llamó
"interacción mágica", es decir, "... la criatura
viviendo en el Espiritismo, el Espiritismo
viviendo en la criatura". Dejo mi abrazo a todos
los colaboradores de la revista O Consolador y
votos de paz y progreso, en todos los sentidos.
¡Muchas gracias!
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