Presentamos en esta
edición el tema
nº
13
del Estudio
Sistematizado de la
Doctrina Espirita, que
está siendo presentado
aquí semanalmente, de
acuerdo con el programa
elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado
en seis módulos y 147
temas.
Si el lector utiliza
este programa para el
estudio en grupo,
sugerimos que las
cuestiones propuestas
sean debatidas
libremente antes de la
lectura del texto que a
ellas sigue.
Si es destinado
solamente para uso por
parte del lector,
pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder
las cuestiones y solo
después lea el texto
referido. Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas
se encuentran al final
del texto abajo.
Cuestiones para debate
1. ¿Qué es la
providencia?
Considerando el sentido
correcto de ese vocablo,
¿cómo podemos conceptuar
la Providencia Divina?
2. Mencione algunas
decisiones tomadas por
el Creador que podemos
encuadrar en la acción
providencial de nuestro
Padre Eterno.
3. ¿Cuándo es que, según
el Espiritismo, el
hombre se vuelve
realmente infeliz?
4. ¿Por qué Dios otorgó
a la criatura humana,
pero no a los animales,
la facultad del libre
albedrío?
5. En relación al
planeta Tierra, la
Providencia Divina se
manifestó aun una vez
cuando Él tomó una
decisión que nos dice
del respeto de cerca.
¿Qué acción providencial
fue esa?
Texto
para la lectura
La acción providencial
de Dios
1. Providencia es, en
este mundo, todo lo que
se hace disponiendo las
cosas de modo que se
realicen objetivos de
orden y armonía,
buscando el bien y la
felicidad de las
personas.
2. Dios, en relación a
sus criaturas, es la
propia Providencia en su
más alta expresión,
infinitamente por encima
de todas las
posibilidades humanas.
La Providencia Divina se
manifiesta en todas las
cosas, está inmanente en
el Universo y se ejerce
a través de leyes
admirables y sabias.
3. La Providencia es la
solicitud de Dios para
con sus criaturas. Él
está en todas partes,
todo lo ve, todo lo
preside, incluso las
cosas mínimas. Es en
esto que consiste la
acción providencial.
4. Para el incrédulo es
difícil concebir la
acción providencial de
Dios en los menores
actos y menores
pensamientos de cada
individuo. El incrédulo
admite la acción de Dios
sobre las leyes
generales del Universo,
a que todas las
criaturas se encuentran
sometidas, pero no
admite su intervención
directa en los
pormenores más ínfimos.
Es que él no sabe que,
para extender su
solicitud a todas las
criaturas, Dios no
necesita lanzar la
mirada de lo alto de la
inmensidad. Nuestras
oraciones, para que Él
las oiga, no necesitan
transponer el espacio,
ni ser dichas con voz
retumbante, porque
nuestros pensamientos
repercuten en Él.
Providencia y libre
albedrío
5. Es por causa de su
inferioridad que el
hombre no consigue
comprender como obra el
Padre Eterno. La
criatura Lo imagina a su
semejanza, en él
adorando la imagen, la
figura, y no el
pensamiento. Para la
mayoría de las personas,
Dios es un soberano
poderoso, sentado en un
trono inaccesible y
perdido en la inmensidad
de los cielos. Poseyendo
percepciones aun
restringidas, el no
comprende que Dios pueda
y se digne a intervenir
en cualquier asunto,
tanto en las mayores
como en las pequeñas
cosas.
6. Todo fue dispuesto
por el amor del Padre
para el bien de sus
hijos, desde las más
elementales providencias
para la manutención de
la vida orgánica y la
perpetuación de la
especie, hasta le otorga
al hombre de la facultad
del libre albedrío, que
da al individuo el
mérito de la conquista
de la felicidad por la
práctica voluntaria del
bien y la libre búsqueda
de la verdad.
7. Dios todo hizo para
el bien de sus
criaturas. Les imprimió
en la conciencia las
leyes morales de
trabajo, reproducción,
conservación y
destrucción, como
también la ley de
sociedad, con base en la
cual se organizan las
familias y las
comunidades, en cuyo
seno ellos cumplen
deberes, ligados a las
citadas leyes y aun a
las leyes de progreso,
igualdad, libertad,
justicia, amor y caridad
en su más justo y
elevado sentido.
Causas de la infelicidad
del hombre
8. Dios propicia de ese
modo al hombre construir
la propia felicidad por
la libre observancia de
esas leyes y el
cumplimiento de los
deberes
correspondientes, y el
sólo se vuelve infeliz
cuando las incumple o
con ellas se
desarmoniza. Al libre
albedrío de que fue
dotado corresponde, no
obstante, la
responsabilidad por sus
actos, razón de por qué
debe cargar con todas
las consecuencias de
ellas derivadas.
9. Por causa de eso,
aparentemente se oponen
la Providencia Divina y
el libre albedrío
humano. Pero esto se da
sólo aparentemente. Es
que Dios le concede la
libertad de obrar para
que él aumente a su
felicidad el mérito de
la iniciativa y la
espontaneidad en la
búsqueda del propio
bien. El Padre Eterno a
todo provee, de eso no
hay duda, pero no quiere
inactiva a la criatura
humana, pasivamente a la
espera de la gracia
divina, y sí que ella
misma busque, mediante
perseverantes esfuerzos,
la felicidad y el
progreso con que todos
soñamos.
10. Por el uso del libre
albedrío, el alma fija
su propio destino y
prepara sus alegrías o
sufrimientos; pero
jamás, en el curso de su
marcha evolutiva, le
será negado el socorro
divino siempre que de el
necesite.
11. El alma fue creada
para la felicidad, pero
para poder apreciar esa
felicidad, para
conocerle el justo
valor, debe conquistarla
por sí misma,
desarrollando las
potencias encerradas en
su interior, segura de
que la libertad de
acción y su
responsabilidad aumentan
con la propia elevación.
El guía a quien Dios nos
confío
12. La Providencia es,
así, el Espíritu
Superior, el ángel
velando sobre el
infortunio, el
consolador invisible,
cuyas inspiraciones
recalienta el corazón
helado por la
desesperación y cuyos
fluidos vivificantes
sustentan al viajante
por la fatiga. La
Providencia es, por
fin, y principalmente,
el amor divino
derramando el flujo
sobre sus hijos.
13. La Providencia
Divina, en relación a la
humanidad terrena, se
manifestó aun cuando
Dios nos confió a Jesús,
como discípulos
confiados a un Maestro y
como ovejas a un pastor.
14. ¡Con qué solicitud y
paciencia él nos ve,
desde entonces,
enseñando y conduciendo,
a través de siglos y
milenios! El hombre
puede tener la certeza,
pues, de que en ningún
momento se encuentra
desamparado o entregado
a la propia suerte,
porque el mundo en que
vivimos, gracias a la
bondad y a la
providencia de Dios,
tiene en su timón aquel
que la Doctrina Espírita
considera modelo y guía
de la Humanidad: Jesús.
Respuestas a las
cuestiones propuestas
1. ¿Qué es providencia?
Considerando el sentido
correcto de ese vocablo,
¿cómo podemos conceptuar
la Providencia Divina?
R.: Providencia es, en
este mundo, todo lo que
se hace disponiendo las
cosas de modo que se
realicen objetivos de
orden y armonía,
buscando el bien y la
felicidad de las
personas. Dios, en
relación a sus
criaturas, es la propia
Providencia en su más
alta expresión,
infinitamente por encima
de todas las
posibilidades humanas, y
se manifiesta en todas
las cosas por medio de
leyes admirables y
sabias. La Providencia
Divina es, por tanto, la
solicitud de Dios para
con sus criaturas,
porque Él está en todas
partes, todo lo ve, todo
lo preside. Es en esto
que consiste la acción
providencial.
2. Mencione algunas
decisiones tomadas por
el Creador que podemos
encuadrar en la acción
providencial de nuestro
Padre Eterno.
R.: Todo lo que Dios
dispone en relación a
nosotros tiene por
objetivo el bien de sus
hijos, desde las más
elementales providencias
para la manutención de
la vida orgánica y la
perpetuación de la
especie, hasta le otorga
al hombre de la facultad
del libre albedrío, que
da al individuo el
mérito de la conquista
consciente de la
felicidad por la
práctica voluntaria del
bien y el libre
albedrío, que da al
individuo el mérito de
la conquista consciente
de la felicidad por la
práctica voluntaria del
bien y la libre búsqueda
de la verdad. Para eso,
les imprime en la
conciencia las leyes
morales del trabajo,
reproducción,
conservación y
destrucción, como
también la ley de
sociedad, con base en la
cual se organizan las
familias y las
comunidades, en cuyo
seno ellos cumplen
deberes, unidos a las
citadas leyes y aun a
las leyes de progreso,
igualdad, libertad,
justicia, amor y caridad
en su más justo y
elevado sentido.
3. ¿Cuándo es que, según
el Espiritismo, el
hombre se vuelve
realmente infeliz?
R.: Dios propició al
hombre construir la
propia felicidad por la
libre observación de las
leyes que Él estableció
y por el cumplimiento de
los deberes
correspondientes. El
hombre sólo se vuelve
infeliz cuando no las
cumple o con ellas se
desarmoniza. El libre
albedrío de que fue
dotado por el Creador
corresponde, así, a la
responsabilidad por sus
actos, razón por la cual
debe cargar con todas
las consecuencias que de
ellas derivaran.
4. ¿Por qué Dios otorgó
a la criatura humana,
pero no a los animales,
la facultad del libre
albedrío?
R.: Dios concedió al
Espíritu humano la
libertad de obrar para
que él aumente a su
felicidad el mérito de
la iniciativa y la
espontaneidad en la
búsqueda del propio
bien. El Padre Eterno a
todo provee, de eso no
hay duda, pero no quiere
inactiva a la criatura,
a la espera pasivamente
de la gracia divina, y
sí que ella misma
busque, mediante
perseverantes esfuerzos,
la felicidad y el
progreso con que todos
soñamos. De ese modo,
por el uso del libre
albedrío, el individuo
fija su propio destino y
prepara sus alegrías o
sufrimientos.
5. En relación al
planeta Tierra, la
Providencia Divina se
manifestó aun una vez
cuando Él tomó la
decisión que nos dice
del respeto de cerca.
¿Qué acción providencial
fue esa?
R.: Esa acción
providencial consistió
en habernos confiado a
nosotros a Jesús, como
discípulos confiados a
un Maestro o como ovejas
a un pastor. ¡Con qué
solicitud y paciencia él
nos ve, desde entonces,
enseñando y conduciendo,
a través de siglos y
milenios!
Bibliografia:
"A Gênese", itens 20 a
24.
"Depois da Morte", de
Léon Denis, págs. 243 e
244.
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