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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 10 - N° 463 - 1° de Mayo de 2016

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 

Los verdaderos necesitados

 

En cierta ocasión, en una región lejana, los habitantes de una pequeña aldea tomaron  conocimiento del mensaje que Jesús había dejado en la Tierra, invitando a los hombres a la mejora interior, al amor al prójimo y a ayudar a sus hermanos de jornada en la Tierra.

Y, maravillados con las enseñanzas del Maestro, decidieron reunirse para estudiarlas. El grupo escogió un día de la semana y el horario más conveniente para los trabajadores que deseasen participar en la reunión.
 

Y así, en el día marcado para el inicio de las actividades del grupo, todos se hicieron  presentes, llenos de voluntad de aprender con aquel Mensajero del Cielo, que el Gran Padre había enviado al planeta para el pueblo carente de conocimientos.

Las lecciones de Jesús pasaron entonces a servir de orientación a todos los participantes de la reunión que, de mente abierta al conocimiento y corazón lleno de amor, escuchaban las palabras del Evangelio de Jesús, con los ojos húmedos de emoción y reconocimiento.

Otros habitantes de la región, al oír hablar del extraordinario mensaje que Jesús había traído al mundo, también quisieron participar, pero el grupo no aceptó, pensando que los desconocidos irían a perturbar el ambiente.

Cuando los necesitados, sufridos y afligidos, tocaron a la puerta donde se realizaba el estudio del Evangelio, carentes de información y de socorro, pues no tenían qué comer, requiriendo ayuda para sus enfermedades y para sus necesidades de conocimiento, se les cerró las puertas, para que no perturbaran el ambiente pacífico en que vivían.

Y tanto se apasionaron por el Evangelio de Jesús que desearon conservarlo puro, rogando al Maestro que los auxiliara en la transformación moral de cada compañero, a fin de ser dignos estudiantes de su doctrina.

Tanto rogaron socorro al Gran Maestro, pidiéndole que los orientara para que fueran dignos trabajadores de su mies, que cierta vez Jesús apareció en medio de ellos, en plena luz del día.

Maravillados, los fieles se arrodillaron a sus pies, con las cabezas en el piso, El Maestro, lleno de piedad, los miró con tristeza y, sin decir nada, caminó fuera de la sala donde se reunían.

Afligidos, viendo que el Maestro se alejaban de ellos, el orientador del grupo suplicó en voz alta:

- ¡Jesús! Tanto te esperamos con los corazones llenos de amor, ¿y te alejas de nosotros? ¡Necesitamos tu orientación! ¡Tu Evangelio es luz en nuestras almas y deseamos seguir tus pasos! ¡Quédate con nosotros, Maestro querido!

Con suavidad, Jesús se detuvo, se volteó hacia el grupo, arrodillados a sus pies y, lleno de compasión habló:
 

- Mi doctrina es de amor, paz y compasión. Noto que han estudiado mis palabras, pero no las han comprendido. Yo vine para los necesitados del camino, para los que sufren y lloran, para los que carecen de misericordia y de amor en sus existencias. Voy al encuentro de las miserias humanas, a ayudar a los pobres del camino, a aquellos que mueren a falta de un pe-

dazo de pan, de consuelo, de ayuda. Ellos son mis elegidos, porque son los que lloran y gimen sin tener nada.

Después de estas palabras, el Maestro se calló y salió por la puerta abierta, yendo al encuentro de la multitud de necesitados que ahí estaban arrodillados, aguardando la piedad ajena.

Los participantes del grupo de estudio del Evangelio de Jesús salieron también, acompañando al Maestro. Y, con sorpresa, vieron cuando Él se acercó a los necesitados del camino, tocando sus cabezas con sus manos misericordiosas, conversando con ellos, orientándoles y enseñándoles a confiar en Dios, el Gran Padre. Repartió el pan de la bondad divina y todos quedaron saciados, mirándolo con amor.

Y el grupo que se reunía para estudiar el Evangelio de Jesús entendió que lo más importante era el amor que se extiende a todos los sufridos del camino.

Jesús se alejó, desapareciendo de su vista. Sin embargo, ahora, habiendo entendido la verdadera tarea que les correspondía realizar, el grupo se dispuso a salir a las calles en busca de los pobres y necesitados de amor y luz.

MEIMEI

(Recibida por Célia X. de Camargo, el 21/12/2015.)

           
                                                   
 



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