Suicidio: una
cuestión
de
salud pública
Con el
importante apoyo
del IDE –
Instituto de
Difusión
Espírita, de
Araras (SP), se
desarrolla en el
momento en este
país una
importante
campaña cuyo
objetivo
principal es
esclarecer a la
población acerca
del tema
suicidio y, con
eso, reducir su
incidencia, que
atingió en los
últimos años un
incremento jamás
visto.
El asunto es el
tema central de
la entrevista
que nos fue
concedida por el
cofrade Antonio
Carlos Braga dos
Santos, uno de
los relieves de
la presente
edición.
La campaña a que
nos referimos
parte de la
suposición de
que el tema
suicidio no
puede más
quedarse en las
sombras y que es
necesario hablar
sobre él de
manera abierta y
clara, una vez
que su
prevención
empieza con el
esclarecimiento.
Al final,
estamos delante
de una cuestión
de salud pública
y es así, de
manera clara y
transparente,
que las
cuestiones de
esa naturaleza
deben ser
tratadas.
Ésta es la
cuarta vez que
en este espacio
examinamos el
tema suicidio,
sus causas y sus
consecuencias
(¹).
Existe, no
obstante, un
aspecto
relacionado con
el tema que nos
parece
fundamental en
lo que se
refiere a la
cuestión de la
prevención.
Como ya
escribimos
oportunamente,
las pruebas, las
dificultades,
las vicisitudes
y las
tentaciones
hacen parte del
proceso
evolutivo y,
dada su
naturaleza, no
desaparecerán de
nuestro camino
simplemente
porque nos
esclarecemos.
Ya tratamos con
personas bien
informadas con
relación al
suicidio, que
intentaron
matarse más de
una vez, lo que
no se dio porque
acabaron
socorridas a
tiempo.
Conversando con
ellas, nos
dijeron que,
cuando la idea
mórbida es
insistente y el
asedio es muy
grande,
difícilmente la
persona se
acuerda de lo
que aprendió o
reúne fuerzas
para contenerse.
Aumenta,
entonces, la
necesidad de la
oración
constante y de
la vigilancia,
tal como
recomendado por
Jesús en una
frase que todos
conocemos:
¡Vigilad y orad
para que no
caigáis en
tentación!
Es inevitable
que nos
acordemos aquí
la respuesta que
los instructores
espirituales
dieron a Kardec
con respecto a
la influencia
ejercida por los
malos Espíritus,
que adelante
reproducimos:
469. ¿Por qué
medio podemos
neutralizar el
influjo de los
malos Espíritus?
“Practicando el
bien y poniendo
en ello toda
vuestra
confianza en
Dios,
rechazaréis la
influencia de
los Espíritus
inferiores y
destruiréis el
imperio que
querrían tener
sobre vosotros.
Guardad de
prestar oídos a
las sugerencias
de aquellos
Espíritus que
despiertan en
vosotros malos
pensamientos,
que fomentan la
discordia entre
los hombres y
excitan en
vosotros todas
las pasiones
viles.
Desconfiad,
sobre todo de
aquellos que
halagan vuestro
orgullo, porque
os están tomando
por vuestro lado
débil. He ahí
por qué Jesús os
hace exclamar en
la oración
dominical:
‘Señor, no nos
dejéis caer en
tentación, pero
líbranos del
mal’”. (El
Libro de los
Espíritus,
cuestión 469.)
Si el consejo
dado por los
inmortales
funciona contra
una influencia
externa – la que
es ejercida por
los malos
Espíritus –, él
hay de
ciertamente
funcionar contra
las influencias
internas, las
que vienen de
nuestras
inclinaciones
infelices, que
son lo que
genera, como
sabemos, las
llamadas
tentaciones y
buena parte de
los procesos
obsesivos.
La prevención
del suicidio
requiere, como
se ve, una
conjunción de
factores que se
inicia con el
esclarecimiento,
pero no se agota
en él.
Se trata de un
objetivo mayor y
mucho más
amplio, que nos
ayudará en la
superación de
las dificultades
y vicisitudes
inevitables en
el proceso
reencarnatorio.
Nos referimos al
equilibrio de
nuestra alma,
con la
convicción de
que un alma
equilibrada será
capaz siempre de
depararse y
superar
cualquier
desafío, por más
doloroso que
sea, sin dejarse
llevar por el
engañoso recurso
de la evasión,
consciente de
que el suicidio
no resuelve
problema
ninguno,
simplemente lo
agrava.
(¹)He aquí los
títulos y los
enlaces
pertinentes a
los editoriales
anteriores:
Suicidio: opción
tola e inútil
http://www.oconsolador.com.br/ano6/279/editorial.html
El suicidio y
sus nefastas
consecuencias
http://www.oconsolador.com.br/ano8/377/editorial.html
Cuando el
silencio no
ayuda
http://www.oconsolador.com.br/ano8/382/editorial.html
|