El fenómeno es
secundario
“Aspirad a los
dones
superiores. Y
ahora, aún voy a
indicaros el
camino más
excelente de
todos.” (1Cor
12, 31.)
La mediumnidad
no se desarrolla
solamente en los
grupos
mediúmnicos,
pero también en
la práctica de
la caridad.
Porque solamente
la vivencia
cristiana atrae
buenos
Espíritus, que
pasan a asistir
los médium. En
secuencia a esta
citación, Pablo
escribe lo que
debe ser el
texto más
conocido de su
autoría: el
himno al amor
(1Cor 13), donde
define lo que es
el amor, da sus
características,
y termina por
decir que entre
el amor, la
esperanza y la
fe, lo más
excelente es el
amor. Podemos
tener todos los
tipos de
mediumnidades,
pero si no
tenemos amor,
nada somos.
La mediumnidad
está
condicionada a
la asistencia de
un mentor. No
basta tener sido
designado un
mentor en la
programación
reencarnatoria.
Es necesario
tener un
comportamiento
digno de esa
asistencia. Y lo
que posibilita
el trabajo en
conjunto es la
afinidad, que
sólo se
establece en el
desarrollo
moral, siendo la
afinidad
intelectual
subordinada. Si
nuestro
comportamiento
se aparte de la
línea de
conducta
cristiana,
nuestro mentor
se aleja,
dejándonos
entregues a
aquellos
Espíritus
sintonizados con
nuestras
flaquezas y
malas
inclinaciones.
“El buen médium,
pues, no es lo
que comunica
fácilmente, pero
aquél que es
simpático a los
Espíritus buenos
y solamente de
ellos recibe
asistencia. Es
únicamente en
este sentido que
la excelencia de
las cualidades
morales se torna
omnipotente
sobre la
mediumnidad.”
(El Evangelio
según el
Espiritismo,
cap. 24, ítem
12.)
Kardec usa el
criterio moral
para
caracterizar el
buen médium.
Está implícito
que el buen
médium se
encuentra entre
los plenamente
desarrollados,
como afirma:
“(…) pongamos en
evidencia las
características
del médium
verdaderamente
bueno, de aquél
en que se puede
confiar.
Supongamos,
antes de todo,
una facilidad
muy grande de
ejecución, que
permita que los
Espíritus se
comuniquen
libremente (…)
lo que más
importa
considerar es la
naturaleza de
los Espíritus
que lo asisten
habitualmente”.
(El Libro de
los Médium, ítem
229.)
Aquí, “lo que
más importa
considerar” es
el criterio
moral. El buen
médium es el
hombre bueno.
Kardec elogia
aquellos que
creen sin nunca
tener visto. Él
deja a entender
aquello que
Emmanuel dice
categóricamente:
el fenómeno es
secundario. Sólo
se trabaja con
el fenómeno con
objetivos
mayores que el
fenómeno en sí.
Kardec dirigía
reuniones
mediúmnicas con
el fin de
estudio. Gran
parte de los
espíritas
contemporáneos
realiza sesiones
de desobsesión.
De esta manera,
debemos
reflexionar
sobre la
mediumnidad que
nos es propia
para que
comprendamos
cuales son los
objetivos de
nuestra comunión
con los
Espíritus.
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