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Año 10 - N° 474 - 17 de Julio de 2016
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 


El fenómeno es secundario


“Aspirad a los dones superiores. Y ahora, aún voy a indicaros el camino más excelente de todos.” (1Cor 12, 31.)

La mediumnidad no se desarrolla solamente en los grupos mediúmnicos, pero también en la práctica de la caridad. Porque solamente la vivencia cristiana atrae buenos Espíritus, que pasan a asistir los médium. En secuencia a esta citación, Pablo escribe lo que debe ser el texto más conocido de su autoría: el himno al amor (1Cor 13), donde define lo que es el amor, da sus características, y termina por decir que entre el amor, la esperanza y la fe, lo más excelente es el amor. Podemos tener todos los tipos de mediumnidades, pero si no tenemos amor, nada somos.

La mediumnidad está condicionada a la asistencia de un mentor. No basta tener sido designado un mentor en la programación reencarnatoria. Es necesario tener un comportamiento digno de esa asistencia. Y lo que posibilita el trabajo en conjunto es la afinidad, que sólo se establece en el desarrollo moral, siendo la afinidad intelectual subordinada. Si nuestro comportamiento se aparte de la línea de conducta cristiana, nuestro mentor se aleja, dejándonos entregues a aquellos Espíritus sintonizados con nuestras flaquezas y malas inclinaciones.

“El buen médium, pues, no es lo que comunica fácilmente, pero aquél que es simpático a los Espíritus buenos y solamente de ellos recibe asistencia. Es únicamente en este sentido que la excelencia de las cualidades morales se torna omnipotente sobre la mediumnidad.” (El Evangelio según el Espiritismo, cap. 24, ítem 12.)

Kardec usa el criterio moral para caracterizar el buen médium. Está implícito que el buen médium se encuentra entre los plenamente desarrollados, como afirma: “(…) pongamos en evidencia las características del médium verdaderamente bueno, de aquél en que se puede confiar. Supongamos, antes de todo, una facilidad muy grande de ejecución, que permita que los Espíritus se comuniquen libremente (…) lo que más importa considerar es la naturaleza de los Espíritus que lo asisten habitualmente”. (El Libro de los Médium, ítem 229.)

Aquí, “lo que más importa considerar” es el criterio moral.  El buen médium es el hombre bueno. Kardec elogia aquellos que creen sin nunca tener visto. Él deja a entender aquello que Emmanuel dice categóricamente: el fenómeno es secundario. Sólo se trabaja con el fenómeno con objetivos mayores que el fenómeno en sí.

Kardec dirigía reuniones mediúmnicas con el fin de estudio. Gran parte de los espíritas contemporáneos realiza sesiones de desobsesión.

De esta manera, debemos reflexionar sobre la mediumnidad que nos es propia para que comprendamos cuales son los objetivos de nuestra comunión con los Espíritus.


 


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Revista Semanal de Divulgación Espirita