Continuamos en esta edición el estudio del libro Obras Póstumas, publicado después de la desencarnación de Allan Kardec, pero compuesto con textos de su autoría. El presente estudio se basa en la traducción hecha por el Dr. Guillon Ribeiro, publicada por la editorial de la Federación Espírita Brasileña.
Preguntas para debatir
132. ¿Qué importancia tiene el lema Libertad, Igualdad, Fraternidad?
133. ¿Cómo podemos definir la fraternidad y cuál es su importancia en el citado lema?
134. ¿Por qué se dice que la libertad es la hija de la fraternidad y la igualdad?
135. La igualdad, ¿necesita también de la fraternidad para que el edificio social tenga estabilidad?
136. La destrucción del egoísmo y del orgullo, ¿es un objetivo posible?
Respuestas a las preguntas propuestas
132. ¿Qué importancia tiene el lema Libertad, Igualdad, Fraternidad?
Este lema tiene una enorme importancia, porque estas tres palabras constituyen de por sí el programa de todo un orden social que realizaría el progreso más absoluto de la Humanidad, si los principios que representan pudiesen recibir una aplicación integral. (Obras Póstumas – Libertad, Igualdad, Fraternidad.)
133. ¿Cómo podemos definir la fraternidad y cuál es su importancia en el citado lema?
La fraternidad, en la rigurosa acepción del término, resume todos los deberes de los hombres respecto a su relación recíproca. Significa devoción, abnegación, tolerancia, benevolencia, indulgencia; es la caridad evangélica por excelencia y la aplicación de la máxima: “Obrar para con los otros como nos gustaría que los otros obraran para con nosotros”. Su opuesto es el egoísmo. La fraternidad afirma: “Uno para todos y todos para uno”. El egoísmo afirma: “Cada uno para sí mismo”.
Al ser cada una la negación de la otra, es tan imposible para un egoísta obrar fraternalmente para con sus semejantes, como para un avaro ser generoso, como para un hombre pequeño alcanzar la altura de un hombre grande. Ahora bien, siendo el egoísmo la llaga dominante de la sociedad, mientras impere soberanamente, el reino de la verdadera fraternidad será imposible; cada uno querrá la fraternidad para su provecho, pero no la querrá practicar para el provecho de los demás, o si lo hiciere, será después de estar seguro de que no perderá nada.
Considerada, pues, desde el punto de vista de su importancia para la realización de la felicidad social, la fraternidad está en la primera línea: es la base, y sin ella no podrían existir la igualdad ni la libertad verdadera. La igualdad, a su vez, proviene de la fraternidad, y la libertad es consecuencia de las otras dos. (Obras Póstumas – Libertad, Igualdad, Fraternidad.)
134. ¿Por qué se dice que la libertad es la hija de la fraternidad y la igualdad?
Se trata de la libertad legal, no de la libertad natural que, por derecho, es imprescriptible para toda criatura humana, desde el salvaje hasta el hombre civilizado. Al vivir los hombres fraternalmente, como hermanos, con iguales derechos y animados de un sentimiento de benevolencia recíproca, practicarán entre ellos la justicia, no tratarán nunca de hacerse daño y en consecuencia no tendrán nada que temer unos de otros. La libertad no ofrecerá ningún peligro, porque nadie pensará en abusar de ella en perjuicio de sus semejantes. La libertad supone confianza mutua; ahora bien, no puede haber confianza entre personas movidas por el sentimiento exclusivo de la personalidad y que siempre están en guardia unas contra otras.
La situación es diferente, sin embargo, cuando la fraternidad es el sentimiento predominante. Esos tres principios son, pues, solidarios unos con otros y se apoyan mutuamente; sin su unión, el edificio social no podría estar completo. La fraternidad practicada en su pureza no podría estar sola, porque sin igualdad y sin libertad no habrá fraternidad verdadera.
La libertad sin la fraternidad por su parte, ofrece la oportunidad de acción a todas las malas pasiones, que ya no tendrían freno. Bajo la égida de la fraternidad, el hombre no hace mal uso de su libertad: es el orden. Sin la fraternidad, emplea la libertad para dar curso a todas sus torpezas: es la anarquía, el desenfreno. (Obras Póstumas – Libertad, Igualdad, Fraternidad.)
135. La igualdad, ¿necesita también de la fraternidad para que el edificio social tenga estabilidad?
Sí. El motivo es que la igualdad demanda también libertad, y con el pretexto de la igualdad, el pequeño domina al grande para sustituirlo y a su vez se vuelve tirano, lo que no es sino un cambio de lugar del despotismo. Se establece un equilibrio artificial; hay sin duda una mejoría, pero se siente que las bases sociales no son sólidas; el suelo tiembla a cada instante en cada paso, porque aún no es el reino de la libertad y de la igualdad bajo la égida de la fraternidad, porque el orgullo y el egoísmo están allí, llevando al fracaso los esfuerzos de los hombres de bien.
Todos los que soñamos con esa edad de oro para la Humanidad, trabajemos antes que nada en los cimientos del edificio, antes de querer coronar su pináculo. Procuremos darle como base la fraternidad en su más pura acepción; pero para eso no basta solo con decretarla e inscribirla en una bandera; es necesario que esté en el corazón y no se cambia el corazón de los hombres por medio de decretos. Del mismo modo que para hacer fructificar un campo es preciso arrancarle las piedras y los espinos, trabajemos sin descanso para extirpar el virus del orgullo y el egoísmo, porque en ellos se encuentra la fuente de todo el mal, el verdadero obstáculo al reino del bien.
Destruyamos en las leyes, en las instituciones, en las religiones, en la educación, hasta los últimos vestigios, los tiempos de barbarie y privilegios y todas las causas que mantienen y desarrollan esos eternos obstáculos para el verdadero progreso; solo entonces los hombres comprenderán los deberes y los beneficios de la fraternidad y se establecerán por sí mismos, sin conmociones y sin peligro, los principios complementarios de la igualdad y la libertad. (Obras Póstumas – Libertad, Igualdad, Fraternidad.)
136. La destrucción del egoísmo y del orgullo, ¿es un objetivo posible?
Kardec dice con convicción, en voz alta y con valentía: Sí; de lo contrario sería necesario poner un tope en el progreso de la Humanidad. El hombre crece en inteligencia, es un hecho indiscutible; ¿habrá llegado al punto culminante del cual que no podría pasar? ¿Quién osaría sostener esa tesis absurda? ¿Progresa en moralidad? Para responder esta pregunta, basta con comparar las épocas de un mismo país. ¿Por qué, pues, habría alcanzado el límite del progreso moral antes de alcanzar el límite del progreso intelectual? Su aspiración a un orden de cosas mejor es un indicio de la posibilidad de alcanzarlo. Cabe a los hombres progresistas activar ese movimiento por medio del estudio y la práctica de medios más eficaces. (Obras Póstumas – Libertad, Igualdad, Fraternidad.)