El 24 de
junio,
el mundo
fue
sacudido
por el
resultado
del
plebiscito,
decidiendo
la
población
de Reino
Unido dejar la
Unión
Europea
(UE),
por más
de 1,2 millón
de votos
de
diferencia. Ese
acontecimiento
generó
una
crisis
sin
precedente,
derrumbando,
de
inmediato,
las
Bolsas
de
Valores
de muchos
países.
En
Europa
fueron
registradas
bajas de
más del
12%. Las
acciones
de los
bancos
sufrieron
intensas
pérdidas.
La
cotización
de la
libra,
también,
sufrió
acentuada
caída, cayendo
un 10%,
alcanzando
el nivel
más bajo
desde
1985, llegando
a
alcanzar
el más
pequeño
valor
con
relación
al dólar
en 31
años. En
Japón,
la Bolsa
de Tokyo
cayó
casi un
8%. El
referéndum
causó la
renuncia
del
primer-ministro
británico,
David
Cameron.
Una vez
más
Europa sufre
nueva
convulsión,
principalmente económica,
desde
que la
salida
de Reino
Unido
experimentara gran
pérdida
de
recursos
para el
continente.
Reino
Unido contribuye
para la
UE con
11,3 mil
millones
de euros,
por debajo
de los
valores
despendidos
por Alemania
y
Francia. Con la
salida
de la UE,
ciertamente
no serán
más
pagados
por
Reino
Unido los
fondos
para el
presupuesto
europeo,
dejando
de
contribuir
para la
financiación
de
programas
y proyectos
en todos
los
países
de la UE.
A la
vez,
aislándose
del
bloque,
la
despensa
de los
países
de Reino
Unido debe
caer sin
la libre
circulación
de
mercancías
y
personas
com los
países
de la
EU.
Los
especialistas
económicos
creen
que el
tripe,
antes
formado
por
Reino
Unido,
Alemania
y
Francia,
en el
cual
principalmente
se
sostiene
la EU,
se
desestruturará,
haciéndose
defectuoso
y, como
consecuencia,
desestabilizando
su
economía.
Extrayéndose
una de
las
economías
más
fuertes
y
representativas,
restarán
a
Alemania
a
Francia
para
cargar
el mayor
peso de
Europa
en la
espalda.
Paralelamente
a eso,
la
visión
del caos
está
siendo
expuesta,
por
cuanto
hay la
posibilidad
de más
países
que
igualmente
se
evadieran
de la EU
y la
crisis,
que ya
es
intensa,
se
expandiría,
llegando
al punto
de
posible
ruptura
del
conglomerado
europeo.
Daniel y
el sueño
del rey
Infelizmente,
Europa
ya pasó
por
otros
momentos
difíciles
en
relación
a la
armonía
entre
sus
países.
La
historia
es
pródiga
en el
relato
del
esfuerzo
dispensado,
inútilmente,
a lo
largo de
los
tiempos,
para que
el
continente
europeo
se
hiciera
completamente
unido y
pacífico.
En el
artículo
titulado
“El
Profeta
Daniel y
la
Crisis
Europea”,
publicado
en la
Revista
“O
Consolador”,
nº 285,
en
noviembre
de 2012,
y
transcrito
en el
Periódico
“O
Inmortal”
de
Cambé-Paraná,
nº 706,
de
diciembre
de 2012,
hicimos
referencias
a la
crisis
que
asolaba
a Europa
y
trajimos
algunas
evidencias
de que
el
Antiguo
Testamento,
a través
del
Libro de
Daniel,
tenía
previsto
los
problemas
que
vienen
sacudiendo
al mundo
en los
últimos
tiempos,
inclusive
la
crisis
que
afecta
aún los
países
europeos.
En
verdad,
el
profeta,
a través
del
desdoblamiento
o
proyección
de la
conciencia,
o sea,
liberándose
por la
noche,
durante
el sueño,
se
informó,
en la
dimensión
espiritual,
del
sueño
del rey
Nabucodonosor
y de su
explicación
(Daniel
2:19).
El
monarca
exigía
que, de
entrada,
fuera
relatado
el
contenido
del
sueño
para él
tener la
certeza
tras la
veracidad
de la
interpretación.
El
sensitivo,
entonces,
describe
que el
rey soñó
con una
gran
estatua
formada
de
cuatro
partes
principales.
La
cabeza
era de
oro, el
pecho y
los
brazos,
de plata,
y el
vientre
y las
caderas,
de
bronce.
Las
piernas
de
hierro
se
apoyaban
en pies
hechos
de una
mezcla
de
hierro y
barro.
De
repente,
una gran
piedra,
cortada
sin
nadie
tocar en
ella,
aplastó
los pies
de la
estatua,
y
trituró
el resto
de la
imagen.
Lo que
restó de
la
estatua
fue
llevado
por el
viento,
pero la
piedra
se hizo
en una
montaña
que
llenó
toda la
tierra.
Las
cuatro
partes
principales
fueron
identificadas
por
Daniel
cómo
cuatro
reinos,
comenzando
con la
propia
Babilonia
(la
cabeza
de oro).
Después,
especificó
que el
segundo
estado
sería
inferior
a
Babilonia,
representado
por el
pecho y
los
brazos
de plata.
A
continuación,
el
tercero
sería
mayor,
ejerciendo
dominio
“sobre
toda la
tierra”.
Pero el
más
fuerte
de los
cuatro
reinos
sería el
cuarto,
hecho de
hierro,
aunque
la
presencia
de barro
con él
mezclado
revelara
un reino
hendido,
que
inmediatamente
sería
despedazado
por una
gran
piedra.
La falta
de
unidad
de los
países
europeos
El
reinado
representado
por el
pecho y
los
brazos
de plata
fue,
ciertamente,
el
ejercido
por la
Media-Pérsia,
que
venció a
Babilonia
(539
a.C.).
El
vientre
y las
caderas,
de
bronce,
identifican
los
griegos
(el
bronce
simboliza
a Grecia),
los
cuales
conquistaron
(el
cuarto
siglo
a.C.) un
vasto
territorio.
Las
piernas
de
hierro
representan
el
Imperio
Romano,
el más
pujante
de
todos;
sin
embargo,
el barro
significaba
no sólo
la
presencia
de los
bárbaros
infiltrados
entre
los
romanos
como,
igualmente,
las
invasiones
requeridas
por
ellos,
hecho
que
acarrearon
el fin
del
Imperio
Romano
del
Occidente.
Acerca
de la
destrucción
de los
pies del
monumento
formado
de barro
e hierro,
así se
manifestó
el
sensitivo
judío:
“En
cuanto a
lo que
viste de
los pies
y de los
dedos en
parte de
barro y
de
hierro,
eso será
un reino
dividido”
(Daniel
2:41).
“En
cuanto a
lo que
viste
del
hierro
mezclado
con
barro,
se
mezclarán
mediante
boda,
pero no
se
conectarán
uno al
otro,
así como
el
hierro
no se
mezcla
con el
barro”
(Daniel
2:43).
Con el
desmoronamiento
del
Imperio
Romano,
surgieron,
en
efecto,
varios
reinos,
como los
anglo-sajones,
los
visigodos,
los
lombardos,
dando
formación
a
diversas
naciones
europeas.
La unión
no fue
conseguida,
ni por
la
diplomacia,
ni por
la boda
entre
los
nobles
de los
diferentes
reinos y
ni por
la
fuerza,
a través
de
Carlos
Magno,
Carlos
V, Luís
XIV y
Napoleón.
La falta
de
unidad
de los
países
de
Europa
fue
comprobada
después
por la
aparición
del
nazismo,
del
comunismo,
de las
dictaduras
en
Grecia,
Portugal
y España,
como
también
la
intensa
división
que
ocurrió
en la
Unión
Soviética,
en
Checoslovaquia
y, de
forma
especialmente
violenta,
en
Yugoslavia.
A la
vez,
sufrió
el
continente
europeo
de grave
crisis
socioeconómica,
acarreando
endeudamiento
público
elevado
de las
naciones
del
bloque,
principalmente
de
Grecia,
Portugal,
España,
Italia e
Irlanda.
La
Piedra
Angular
y el
nuevo
mundo
Importante
enfatizar,
también,
el
fenómeno
profético,
en la
actualidad,
considerando
que ni
todas
las
naciones
de la
Unión
Europea
utilizan
el euro
como
moneda
oficial.
Otros
datos
considerados
actualmente
son el
movimiento
que
busca la
criva
del
territorio
vasco de
España y
el
momento
muy
preocupante
en
relación
al
rechazo
a los
imigrantes
árabes.
El
profeta
vaticinó
que el
reino
fragmentado
tiene
“alguna
cosa de
la
firmeza
del
hierro”
(Daniel
2:41),
aunque
estuviera
el
hierro
mezclado
con el
barro.
Realmente,
el
responsable
principal
por todo
eso fue
el
Cristianismo,
que
ocupó
papel
preponderante
en la
integración
de los
bárbaros
convertidos
al
Catolicismo.
Terminando
la
profecia,
el
sensitivo
afirmó
que a
continuación
“el Dios
del
Cielo
suscitará
un reino
que no
será
jamás
destruido...”
(Daniel
2:44),
por
cuanto
“la
piedra,
que
hirió la
estatua,
se hizo
una gran
montaña
que
llenó
toda la
tierra”
(Daniel
2:35).
Es
desolador
observar
que la
crisis
que
reina en
Europa
puede
causar
más
estragos
en la
economía
mundial.
Sin
embargo,
esa
profecia
de
Daniel
observada
por la
óptica
del
“espíritu
que
testifica”
nos
revela
que todo
está
bajo
acentuado
control,
por
cuanto,
a
continuación,
es
enfatizado
que el
Padre
Amado,
el Amor
por
Excelencia,
levantará
un reino
que no
será
jamás
destruido,
desde
que de
la
piedra,
que
hirió la
estatua,
se formó
una gran
montaña
envolviendo
toda la
tierra.
Jesús es
denominado
como “La
Piedra
Angular”
(Efésios
2:20 y
1ª Pedro
2:6) y,
ciertamente,
bajo la
égide de
ese
Maestro,
será
implantado
un Reino
que no
perecerá
más,
cuando
el Mundo
de
Pruebas
y de
Expiação
se verá
transformado
en Mundo
de
Regeneración,
conquistado
por
todos
los
hombres
de bien,
viviendo
el amor,
la
justicia
y
proporcionando
la
edificación
permanente
de la
paz.
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