Yo tenía solo 4
años cuando mis
padres
comenzaron a
participar en
las reuniones
mediúmnicas y
estudios, y me
llevaban, y yo
tan pequeño ya
aceptaba la
Doctrina con
toda
naturalidad.
¿Cuáles son las
repercusiones
íntimas del
conocimiento
espírita?
En la Doctrina
siempre me sentí
con total
naturalidad –
nunca me pareció
extraña -,
aunque la lucha
íntima con mi yo
rebelde es un
gran desafío.
¿Cuáles son sus
impresiones
sobre el
movimiento
espírita actual?
Deja mucho que
desear. Son
pocos los
trabajadores que
han despertado a
las realidades y
los objetivos de
tan
esclarecedora y
consoladora
Doctrina. No me
gustaría entrar
en muchos
tópicos, eso
demandaría
tiempo y
estudios
meticulosos,
condiciones para
los cuales no
tengo. Pero veo,
con mucha
alegría, la
aparición de
nuevos y
valerosos
estudiosos,
nuevos
conferencistas,
nuevos
investigadores y
nuevos
divulgadores,
aunque no deja
de preocuparme
el surgimiento
de los “dueños
de los centros”
y de casas que
se forman
alrededor de los
llamados
“médiums de
curación”. Eso,
según lo que
aprendí en estos
sesenta años de
vivencia
doctrinaria,
desestructura e
interrumpe el
desarrollo de
los
conocimientos
espíritas de los
asistentes de
esas Casas.
¿Qué es lo que
más le llama la
atención en el
Espiritismo?
Todo en el
Espiritismo es
tan claro, que
me sería difícil
destacar esto o
aquello, pero la
doctrina de la
evolución
(nuestra
principal razón
para existir),
las necesidades
urgentes de
nuestras
transformaciones
morales y
nuestros papeles
como
colaboradores en
la Obra de la
Creación Divina,
para no dejar de
citar algunas,
son los aspectos
doctrinarios que
es necesario
resaltar, aunque
vea al
Espiritismo como
un todo. Como
curiosidad, lo
que me atrapó en
la Doctrina
desde niño no
han sido los
fenómenos
mediúmnicos sino
la certeza de la
reencarnación.
Esto respondió a
una pregunta
que, por cierto,
traje a la
presente
existencia.
De su
experiencia con
la institución
en la que
trabaja, ¿qué
hecho sobresale?
Un compañero
que, cerrando
los ojos y
cerrando los
oídos a las
reticencias,
comenzó un
trabajo con los
que viven en la
calle, pensando
que las semillas
lanzadas en
favor de su
recuperación
darían frutos (y
dieron), no que
funcione a las
mil maravillas,
pero es un
trabajo que
compensa.
¿Cómo siente el
interés del
público por el
conocimiento
espirita?
Aún pequeño,
pero creciendo.
En cuanto a las
conferencias a
las que también
usted se ha
dedicado,
¿cuáles son sus
impresiones?
No es mi fuerte,
pero trato
dirigirme de
acuerdo con el
público a quien
voy a hablar. No
siempre, por mis
limitaciones,
logro alcanzar
las metas
propuestas, sólo
parcialmente.
Sus palabras
finales.
Me gustaría
pedirle a los
trabajadores
espíritas, de
manera general,
que huyan del
individualismo,
tanto individual
como grupal,
porque esos
individualismos
humillan a los
de menores
recursos e
incitan el
orgullo de los
que ya los traen
inscritos en la
personalidad,
redundando en un
perjuicio para
nuestra
Doctrina:
cambien el “yo”
por el
“nosotros”, por
el “nuestro
grupo”, cuando
tengan que
referirse a un
trabajo hecho en
el grupo en el
que trabaja, por
el nombre de la
Institución a la
que se refiere.
Aunque las
circunstancias
los obliguen a
usar los
términos “mío” o
“nuestro”, nunca
nos carguen de
mucho énfasis,
sino con un tono
de quien está
ahí para
cooperar y no
exaltar nada.
Estamos donde
estamos por la
oportunidad del
trabajo y de la
cooperación y no
para ponernos en
evidencia.
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