Juan caminaba por la
calle polvorienta, bajo
el sol fuerte y con
mucho calor, en búsqueda
de alguien que pudiera
ayudarlo. El niño de
nueve años, de familia
muy pobre, atravesaba
por necesidades
extremas.
 |
En el camino a la ciudad
más cercana, iba
mentalmente pidiendo
ayuda a Jesús para
poder conseguir algo,
porque su mamá estaba
enferma y necesitaba
comer para poder
levantarse de la cama y
trabajar.
Entonces, el pequeño
Juan, lleno de voluntad,
aceleraba el paso para
llegar pronto a la
aldea.
Al entrar en el pueblo,
encontró una feria con
varios puestos, donde
vendían verduras,
papas, yucas, legumbres,
frutas y cereales,
además de dulces y
pasteles.
Animado, el niño aceleró
el paso y entró en la
feria, encantado
|
al ver todo en
gran cantidad.
|
¡Cuánta comida! – pensó.
– Voy a pedir a los
vendedores y espero que
den lo que tengan o lo
que ya no quieran más.
Acercándose a un puesto
grande y bonito,
suplicó:
- Joven, mi familia es
pobre y mi mamá está
enferma.
¿Me podrías dar algo
para llevar a mi mamá?
¡Vine de lejos y allá,
donde vivo, casi no hay
nada que comer! ¡Hace
mucho tiempo que no
llueve y no tenemos
nada! ...
Pero el vendedor, sin
tener piedad, expulsó a
Juanito de allí con
palabras duras:
- ¡Vete de aquí, niño!
¿Piensas que trabajé
tanto para dar lo que
conseguí a vagabundos
como tú? ¡Aléjate de mi
puesto o te daré un
puntapié en el trasero!
Juanito bajo la cabeza
con lágrimas en los ojos
y se alejó triste.
Tres veces más, el niño
pidió ayuda a los
vendedores, que no lo
atendieron.
Entonces, caminó hasta
un árbol que tenía una
copa pequeña, pero donde
podía esconderse del
fuerte sol. Se sentó a
la sombra y se puso a
observar a los demás
vendedores.
Juanito pensaba: ¿Qué
hacer? No había
conseguido nada para dar
de comer a su familia
que se había quedado en
casa.
¿Cómo resolver el
problema?
En ese momento el niño,
llorando, elevó su
pensamiento a lo Alto
pidiendo ayuda a Jesús:
- Jesús mío, estoy muy
triste. El señor sabe
que mi madrecita está
enferma y necesita
comer, así como mis
hermanos menores.
Ayúdame, Jesús. No
necesito mucho, sólo lo
necesario para hacer una
sopa. ¡Yo sé que el
Señor me puede ayudar,
Jesús! ¡Ayúdame, por
misericordia!
Juancito se quedó con la
cabeza gacha, llorando.
Él sabía que Jesús no
dejaría de resolver su
problema.
De repente apareció una
bonita niña de cabello
rubio y rizado, que se
acercó a Juancito y le
ofreció algunas verduras
y legumbres.
- ¡Toma, son para ti! -
dijo ella con una linda
sonrisa.
Balbuciendo, él
contestó:
- ¡Pero no puedo
pagarte, niña!
- No te preocupes.
Llévalo a tu casa.
¡Están fresquitas,
fueron recogidas hoy!
Entonces, Juanito
agradeció:
- Gracias, niña. Estoy
muy agradecido. La
verdad, no tenemos nada
para comer en casa. Lo
que me diste será muy
bueno para nosotros,
créeme.
- Me alegro de que te
haya gustado. Son tuyas.
Juancito miró a la niña
y sonrió, preguntándole
su nombre, y ella
respondió:
- Mi nombre es Lucía. ¿Y
el tuyo?
|
 |
- El mío es Juan.
Lucía, eres una niña muy
buena. Voy a hacer una
oración pidiendo a Jesús
que te bendiga por el
bien que nos hiciste
hoy.
¿Tal vez podamos
encontrarnos otras veces?
Juan le explicó donde
vivía con su familia, un
lugar no muy lejos de
allí. Se despidieron y
él le dio un cariñoso
abrazo en agradecimiento
por su gentileza.
Lucía le devolvió el
abrazo diciéndole que,
siempre que lo
necesitara, podría venir
a buscar legumbres,
verduras, frutas y todo
lo que necesite, pues
sus papás eran generosos
y nunca le negaban nada
a nadie.
Y, mirando al niño,
dijo:
- Nosotros también hemos
pasado por mucha
necesidad, Juan. Por
eso, mis padres nunca
dejan de ayudar a quien
lo necesita.
Juancito, antes de irse,
le dijo:
- Gracias, Lucía. ¡Fue
Jesús quien te envió
para ayudarme! ¡Créeme,
siempre estarás en mi
corazón!
Y Juancito regresó a su
casa muy feliz y
agradecido con Jesús por
haber encontrado a
alguien tan generoso
como su nueva amiga
Lucía.
MEIMEI
(Recibida por Célia X.
de Camargo, el
11/04/2016.)
|