Samuel era un niño
inteligente, que siempre
estaba deseando hacer lo
mejor, pero por querer
adelantarse, a menudo se
equivocada, metiendo la
pata y perdiendo la
oportunidad de hacer
algo bueno y útil para
el prójimo.
Él había aprendido en
las clases de
Evangelización que
necesitaba hacer el bien
y tenía mucho deseos de
ayudar a sus amigos con
las tareas escolares o
en aquello que
necesitasen, pero no lo
lograba porque quería
que sus compañeros
hicieran las tareas a su
manera.
Un día, estaba muy
molesto sentado en el
balcón de su casa, y
observaba el movimiento
de la calle, los carros
que pasaban y las
personas que transitaban
por la calzada.
En ese preciso momento,
Marta, su profesora de
Evangelización, pasó y
viéndolo sentado,
pensativo, se detuvo y
abrió el portón
diciendo:
- ¡Hola, Samuel! ¿En qué
estás pensando? ¡Pareces
distante!...
El niño le sonrió feliz:
- ¡Hola, tía Marta!
¡Estoy pensando en la
vida!
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Sorprendida, la
profesora se acomodó
cerca de él y sonrió,
hallando divertidas sus
palabras:
- ¡Vaya! ¡Aún eres muy
joven para pensar en la
vida, Samuel! ¿Pasó
algo?
- No, tía Marta. ¡Solo
quiero ayudar a las
personas y es
difícil!...
Marta lo miró,
intentando entender cuál
era la dificultad que
Samuel veía en ayudar a
alguien y sonrió
afirmando:
- Tenemos que ayudar a
las personas en lo que
estén necesitando.
Samuel, que prestaba
atención a sus palabras,
le contestó:
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- Pero es exactamente
eso lo que no logro
saber: ¡qué quieren!
- ¡Ah!... Ya entendí,
Samuel.
Tú quieres ayudarlas,
pero no sabes lo que
quieren. Por ejemplo: si
quisieras ayudarme
ahora, necesitas saber
lo que deseo o ¡necesito
realmente! ¡En este
momento, quiero saber
quién puede pegar mi
zapatilla que se
despegó! De lo
contrario, te podrás
cansar y no resolver
“mi” situación.
¿Entendiste?
- Pues precisamente esa
es mi duda, tía Marta. A
veces la persona está
corriendo para hacer una
tarea, ¡pero no sabe
cómo hacerla! Otras
veces, sabe cómo
hacerla, pero no tiene
cómo realizarla.
- Entendí, Samuel. ¡En
el Evangelio hay una
página que habla
exactamente de eso!
Entonces, en nuestra
vida, los Amigos
Espirituales usan dos
métodos, es decir, el
freno y la espuela.
- ¿Cómo es eso, tía
Marta?
- ¿Ya viste como el
jinete maneja al
caballo? Si el caballo
va muy de prisa, ¿qué
hace el jinete?
- Jala el freno, para
que el caballo vaya más
lento.
- Exacto, Samuel. Y
cuando el caballo va muy
lento...
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- ¡El jinete usa la
espuela, para que corra
más! |
- ¿Entendiste?
El niño sonrió,
afirmando satisfecho:
- ¡Entendí, tía Marta!
Cuando alguien está
desbocado, como el
caballo, los Amigos
Espirituales usan el
freno, es decir, impiden
que la persona salga
corriendo y pierda la
oportunidad de servicio.
- ¡Exacto Samuel! ¿Y
cuando la persona va
despacio, sin
preocuparse de lo que
necesita hacer?
- En ese caso, los
Amigos Espirituales usan
la espuela, obligando a
la persona a ir más
rápido, de acuerdo con
la necesidad, ¿verdad?
- ¡Exactamente, Samuel!
– respondió sonriendo la
profesora, abriendo las
manos. – Todo depende de
nuestra decisión,
¿verdad?
- ¡Interesante! ¡Ahora
veo que nuestros Amigos
del Más Allá hacen por
nosotros exactamente lo
que necesitamos!
- Tienes razón, Samuel.
Para cada temperamento,
ellos usan una técnica
diferente, haciendo que
el candidato a la
evolución aprenda cómo
ayudarse a sí mismo.
El niño sonrió
satisfecho y, saltando a
los brazos de la
profesora, le dio un
gran abrazo afirmando:
- ¡Interesante, tía
Marta! ¡Dios, Nuestro
Padre, sabe exactamente
cómo somos y nos da la
mejor manera de resolver
nuestros problemas!
- Cierto, Samuel.
¡Nuestro Padre nunca se
equivoca en sus
acciones! Da a cada uno
exactamente lo que
necesitamos para cumplir
nuestras tareas.
Samuel se quedó callado,
pensativo, después
volvió a hablar:
- Nuestro Padre nos
conoce muy bien,
¿verdad? Él sabe
exactamente qué darnos
para hacer. ¡Tía Marta,
me gustó mucho lo que
aprendí hoy! ¡Gracias!
La profesora lo abrazó y
ambos siguieron por la
calle, deseosos de
conocer el pegamento
necesario para pegar
“su” zapatilla.
En seguida, Samuel
sonrió:
- ¡Qué maravilla! ¡Estoy
feliz con la oportunidad
de hacer lo mejor!...
Voy a buscar a un amigo
mío para hablarles de
las condiciones que
tenemos de ayudar al
prójimo.
MEIMEI
(Recibido por Célia X.
de Camargo, en
Rolândia-PR, el
11/07/2016.)
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