Los espíritas
delante
de los que
sufren
“La Organización
Mundial de Salud
(OMS) define
salud como un
estado de
completo
bienestar
físico, mental y
social. El
Espiritismo, sin
embargo, eleva
esa amplitud y
enseña que salud
es el estado de
completo
bienestar
biopsicosocioespiritual,
pues lleva en
consideración
los factores
biológicos,
psicológicos,
sociales y
espirituales que
influencian el
ser humano en su
caminata por la
vivencia
terrena; con eso
torna el
concepto más
humanizado. (…)
La salud es por
lo tanto, un
valor colectivo,
un bien de
todos, debiendo
cada uno gozarla
individualmente,
sin perjuicio de
otros y,
solidariamente,
con todos.” (Victor
Manuel Pereira
de Passos, autor
del Especial
publicado en
esta edición.)
!Bienestar
físico, mental y
social!
La salud física
es garantizada
por la
fisiología; la
salud mental es
alcanzada por la
manipulación del
quimismo
cerebral, sea
por la terapia
psicológica, sea
por la
terapéutica
psiquiátrica; la
salud social
adviene de
prácticas
saludables,
relacionamientos
sanos e
inclusión
social.
“Todo asistente
espírita es un
eslabón de la
salud y debe
demonstrar que
no somos
médicos, pero un
refuerzo y apoyo
de sus terapias.
La asistencia
espiritual es un
servicio público
que nace en el
corazón de la
comunidad de
fe.” (Victor
Passos.)
Muchos espíritas
deprecian el
tratamiento
médico,
especialmente el
tratamiento
psiquiátrico,
porque creen que
todo puede ser
tratado con
recursos
espirituales. Es
un prejuicio
lamentable.
Olvidamos que
Dios permite las
terapias médicas
exactamente para
obtenerse la
cura, cuando
ésta sea
posible, o, por
lo menos, para
calmar el
sufrimiento de
los que sufren.
No se debe pedir
a los Espíritus
que traten de
aquello que
puede ser fuente
de dolor, cuando
existen terapias
capaces de
cumplir ese
mismo papel en
la medicina de
los hombres. Se
trata de una
especie de
ocioso petitorio
que explora la
buena voluntad
de nuestros
protectores.
“La busca de
sentido se torna
aún más intensa
en situación de
fragilidad.
Sabiendo que el
Servicio de
Asistencia
Espiritual y
Religiosa (SAER)
se hace por la
comunión de
varias opciones
de fe, mismo
aplicando sus
principios
dispersos, ella
se torna por
demás
importante, pues
más de lo que
nunca con eso
estamos a
mostrar que,
unidos, más
capacidades de
acción tenemos,
porque el
desafío mayor en
este campo es
llevar confort
al enfermo y al
mismo tiempo
respetar la fe
de cada persona
al ultrapasar
las barreras del
proselitismo
religioso y la
falta de respeto
a la visión
religiosa del
otro – el
enfermo y su
familia.” (Victor
Passos.)
¿Por qué
sufrimos? La
respuesta a esta
cuestión está
muy evidente
para los
espíritas. Pero
no puede ser
dada a cualquier
persona,
especialmente
porque sólo
puede ser
comprendida por
las mentes
maduras o
esclarecidas por
fuerza del
conocimiento
adquirido. Surge
entonces la
dificultad.
¿Cómo amenizar
el dolor de
aquel que viene
de otra
religión? Por
eso tenemos que
tener el mayor
cuidado para no
herir la
creencia
religiosa de
aquel que sufre.
Cuando el
enfermo es
adepto del
Cristianismo,
esa tarea se
hace menos
espinosa. Pero
es muy difícil
cuando lidiamos
con un individuo
en estado de
revuelta o que
no acepta las
amarguras y
dificultades que
la vida en
nuestro mundo
nos presenta.
“Importante es,
también,
esclarecer que
no estamos en
los Hospitales
para curar, ni
para hacer
desobsesiones,
pero sí para
consolar,
orientar,
esclarecer y
levantar el
ánimo del
enfermo.” (Victor
Passos.)
Consolar,
orientar,
esclarecer y
erguir el ánimo
del enfermo – he
aquí el plan de
acción. El
espírita es un
consolador en el
medio
hospitalario. Es
un miembro del
equipo de
cuidados, que
jamás debe
interferir en la
terapéutica
adoptada ni
pretender la
cura de aquel
que sufre,
siendo, antes,
un facilitador
en el medio del
equipo de
asistencia.
“Entonces se
exige que los
Asistentes
Espíritas tengan
reuniones
constantes,
permutando
sugerencias,
mostrando sus
preocupaciones,
con la finalidad
de cada vez más
prestar un
servicio de
apoyo al
enfermo, a sus
familiares y a
los
profesionales de
salud, más
sólido y
adecuado con
las enseñanzas
del Maestro.” (Victor
Passos.)
Las reuniones de
evaluación deben
ser realizadas
con el objetivo
de compartir
experiencias,
establecer metas
de la
asistencia,
esclarecer dudas
y planear el
abordaje de
acuerdo con los
objetivos
espíritas.
Importante tener
en mente que los
asistidos deben
ser siempre
objeto de
respeto, cariño
y
esclarecimiento,
tanto cuanto sus
familiares.
La capellanía
hospitalaria
espírita
constituye, como
vemos, un gran
desafío, porque
lidiamos con la
necesidad de
adaptar el
conocimiento del
Espiritismo al
objetivo de
amparar y
socorrer aquel
que sufre, sin
ningún propósito
proselitista.
Muchas veces
vamos a
encontrar en
esta tarea un
ambiente hostil
por parte del
equipo médico o
del equipo de
enfermería,
pero, mismo así,
es necesario
mantener la
seguridad y no
doblarse delante
de tales
obstáculos, que
son, como
sabemos, muy
bien explorados
por los enemigos
del bien.
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