La historia de
vida de grandes
hombres
perseguidos por
luchar por la
causa del bien
está impregnada
de las
injusticias
humanas. En todo
tiempo y lugar
la Historia, no
siempre oficial,
registra el
ataque de
fuerzas
estacionarias e
híbridas contra
aquellos que
proponen caminos
nuevos para la
humanidad, en
bases de amor y
educación,
libertad y
progreso, paz y
fraternidad. Los
métodos
utilizados por
esas fuerzas
traducen el
estado evolutivo
en que se
encuentran: la
perfídia, la
traición, la
mentira, la
trampa, todo
finalmente, a
servicio de
intereses
egoístas y
transitorios.
No es necesario
comentar sobre
la más hedionda
persecución
registrada en la
Tierra: ella
está anotada en
los Evangelios.
Incontables
otros ejemplos
conocidos de
persecución
sirven de
lección a todos
nosotros, en el
sentido de
fortalecer las
convicciones en
torno a la
justicia
igualitária, del
amor fraterno,
de la paz entre
los hombres, de
la confianza en
el futuro. Esos
episodios
muestran que la
actuación de las
sombras – sea de
hombres o
espíritus – está
siempre actuando
en el contexto
de las acciones
humanas. Hay
hombres de
carácter dudoso
asociados a
falanges
inhumanas con
las cuales se
identifican, que
causan enormes
estragos a la
vida, ahora en
el plano físico,
ahora em el
plano
espiritual.
Citaré sólo
algunos casos
que muestran
como las fuerzas
del bien y del
mal se disputan
en esta tierra
de pruebas y
expiaciones en
que vivimos. El
trabajo y las
ideas de esos
“perseguidos”,
cada uno en su
contexto, fueron
tan importantes
cuanto mayor fue
la oposición que
sufrieron. Aún
incompreendidos
por muchos,
hicieron bien a
las
colectividades y
Dios los
recompensó por
eso, ciertamente.
Los hechos
aislados de la
vida de esos
benefactores no
siempre retratan
la importancia
fundamental que
tuvieron en la
sociedad y el
tiempo en que
vivieron. Sus
vidas están, con
certeza,
repletas de
innumerables
pequeñas
acciones
humanitarias
practicadas día
a día que no
entraron en las
biografías, pero
que alimentaron
los grandes
hechos que hoy
la humanidad
reverencia con
respeto. Por eso
aún, deben haber
sufrido
persecuciones
también diarias,
constantes,
ostensivas o
sútiles,
reacción natural
de aquellos que
no aceptan
convivir con los
ideales
emancipadores de
la libertad, de
la igualdad y de
la fraternidad.
Allan Kardec,
“designatario”
del Cristo
El 12 de junio
de 1856 el Sr.
Rivail (Allan
Kardec-1804-1869),
a través de la
médium Srta.
Aline C.,
pregunta al
Espíritu de
Verdad sobre la
noticia de una
importante
misión que
algunos
espíritus le
atribuían.
“Tengo, como
sabéis, el mayor
deseo de
contribuir para
la propagación
de la verdad –
dice Rivail –,
pero del papel
de simple
trabajador al de
misionero-jefe,
inmensa es la
distancia.”
El Espíritu de
Verdad no sólo
reafirma la
atribución
revelada a
Rivail, sino
también advierte:
“La misión de
los reformadores
está llena de
tropiezos y
peligros. La
tuya es ruda, te
prevengo, porque
tienes que
remover y formar
el mundo entero”.
Y alerta aún
sobre las
incomprensiones
y persecuciones
de que el futuro
codificador del
Espiritismo
sería víctima.
Casi once años
tras aquel
significativo
diálogo con el
Espíritu de
Verdad, Allan
Kardec redacta
una pungente
anotación, el
primero de enero
de 1867, en que
confirma la
realización
integral de las
previsiones
dadas por aquel
Espíritu que le
había anunciado
los grandes
obstáculos y
vicisitudes de
su misión.
La nota dice:
“Fui blanco del
odio de enemigos
intransigentes,
de la calúmnia,
de la envidia y
de los celos;
infames libelos
fueron
publicados
contra mí; mis
mejores
instrucciones
fueron
adulteradas; fui
traicionado por
aquellos en
quien más
confiaba y
pagado con
ingratitud por
aquellos a quien
serví. La
Sociedad de
París fue un
foco constante
de intrigas
urdidas por
aquellos mismos
que se decían
estar a mi favor
y que,
abrazándome por
el frente, me
apuñalaban por
la espalda.
Dijeron que mis
sectários eran
pagados con el
dinero que yo
sacaba con el
Espiritismo. No
tuve más reposo
y muchas veces
me curvé al peso
del trabajo;
comprometí la
salud y
arriesgué la
vida”.
Es increible que
un hombre bueno,
culto e
inteligente, de
espíritu
superior,
educador muy
bien exitoso en
Francia, haya
sido tratado con
tanta
desconsiderasión
así que
vislumbró la
verdad en lo que
vendría a ser el
Espiritismo y el
bien que él
traería a la
humanidad. Un
hombre cuya
misión fue
atender a la
convocatoria de
las esferas
superiores de la
Vida en la
preparación de
la Tierra para
el cambio de
estado evolutivo
y consecuente
regeneración de
la humanidad. Un
hombre que creyó
primordialmente
en la educación
del Espíritu
como forma de
transformación
definitiva. Que
extendió la
bandera de la
caridad y del
amor al prójimo,
“signatario” de
la enseñanza
moral de Cristo.
¡Un hombre así
fue perseguido!
Una víctima de
la intolerancia
Eurípedes
Barsanulfo
(1880-1918), aún
habiendo sido un
hombre íntegro
al servicio de
la caridad
verdadera, fue
víctima de la
sociedad donde
vivió, que lo
insultó,
persiguió, acusó
y lo quiso
apresar.
Eurípedes fue
perseguido no
propiamente
porque era
médium, sino
porque era
médium espírita,
profesaba el
Espiritismo. En
una región de
extrema pobreza
y totalmente
necesitados de
médicos como el
triángulo minero
del inicio del
siglo XX,
Barsanulfo era
el celador de
las dolencias de
toda una
población. Se
recurría a él
cuando los males
eran incurables,
cuando el parto
era difícil,
cuando la
emergencia
exigía una
amputación,
cuando un
accidente
requería acción
inmediata,
cuando los
llamados “locos”
eran traídos
desengañados,
pero curados por
su fuerza moral.
El médium
atendía a todos,
indiscriminadamente,
siempre con
mucho éxito. En
su farmacia
anotaba recetas
mediúmnicas bajo
la inspiración
del Dr. Bezerra
de Menezes, y
expedia los
medicamentos sin
cobrar un
centavo.
Eurípedes, un
hombre que vivía
el Evangelio,
fue doblemente
perseguido.
Víctima de la
intolerancia
religiosa del
clero católico y
de segmentos
tradicionalistas
de la ciudad de
Sacramento,
Minas Gerais, se
vio también
denunciado y
procesado por
“prácticar
medicina
ilegal”. Autor
de la denuncia:
un gremio
religioso que
debería apreciar
los ejemplos del
Cristo en la
Tierra.
Pero el proceso
contra él no
tuvo fuerza para
ser concluido.
Tras larga
peregrinación,
de mano en mano,
de jueces a
jueces, tras
incontables
alegaciones de
impedimento y
sospechas por
parte de las
autoridades para
juzgar el
proceso, el
documento fue
concluido sin
decisión del
mérito en cuanto
a la denuncia.
Los juzgadores,
en verdad,
además de
respetar al
acusado, habían
recibido ellos
mismos, o
parientes y
amigos suyos,
algún tipo de
beneficio del
médium, lo que
los impedía
moralmente de
incriminar a
Eurípedes. El
amor solidario
de Eurípedes
venció la
intolerancia y
el prejuicio.
Gandhi, el poder
de las
convicciones
Mohandas Gandhi
(1869-1948),
líder hindú, se
hizo una
celebridad
mundial por su
incansable
trabajo en favor
de la paz entre
los hombres. Su
paciencia y
determinación
libraron a la
India de la
subyugación
inglesa de más
de un siglo. Sus
métodos de lucha
contra la
explotación e
injusticias que
su pueblo sufrió
no fueron otros
sino los
ejemplos
personales de
actuación
pacífica y las
actitudes
conscientes y
ordenadas de
insubordinación
civil.
Diplomado
abogado, Gandhi
encontró
dificultades
para ejercer la
profesión en su
país y partió
para Sudáfrica,
otra colonia
inglesa, donde
trabajó por
quince años
defendiendo
causas de
hindúes y
musulmanes que
allá vivían y
que le dieron
gran renombre.
De retorno a la
India, tuvo
inicio la
persecución de
los
colonizadores
ingleses que
pasaron a
considerarlo un
“nacionalista
peligroso”.
La vida
desprendida,
totalmente
coherente con
sus principios
éticos, y su
creciente
carisma popular
confundían los
intentos de
represalia del
gobierno inglés
contra sus
campañas por la
justicia y por
los derechos
civiles del
pueblo hindú.
Aún así, Gandhi
fue apresado
varias veces,
algunas por
periodos largos,
de los que se
utilizaba
políticamente
haciendo huelgas
de hambre. Ese
tipo de
manifestación
basada en sus
convicciones
reforzaba en el
pueblo la
creencia de que
el Mahatma (gran
Alma) estaba
realmente
dispuesto a
luchar por su
país y
presionaba a las
autoridades a
moderar la
represión contra
los ciudadanos.
Con su actuación
obstinada,
Gandhi influyó
fuertemente en
la conquista de
la independencia
de su país
utilizando el
principio de la
no violencia
como forma de
protestar.
Defensor del
diálogo entre
las religiones,
luchó siempre
contra los
abusos de los
autoritarios y
por la igualdad
de derechos
entre las
personas.
Fue asesinado
por un hindú
radical que
discordaba de su
posición de
tolerancia en el
conflicto
religioso
hindu-musulmán
que originaría
la división de
la India con la
creación de
Pakistán, Estado
de mayoría
musulmana.
“Yo tengo un
sueño”
El año de 1955,
en Montgomery,
capital del
estado del
Alabama, en los
Estados Unidos,
una mujer negra
americana se
negó a ceder su
asiento en el
autobús a un
pasajero blanco
y por eso fue
apresada.
El caso
repercutió
grandemente en
la comunidad
negra de la
ciudad y el
pastor
protestante
Martin Luther
King
Jr.(1929-1968),
junto a líderes
locales,
organizó un
boicot a los
autobuses de
Montgomery que
duró cerca de un
año. La protesta
sólo terminó
cuando, bajo
fuertes
presiones, la
Suprema Corte
Americana
decidió hacer
ilegal la
discriminación
racial en
transportes
públicos.
A partir de ese
episodio
emblemático,
Luther King
fundó la Conferencia
del Liderazgo
Cristiana del
Sur,
institución que
tendría un papel
fundamental en
la organización
de movimientos
en torno a la
defensa de los
derechos civiles
de las mujeres,
de los pobres y
negros
americanos.
King, diplomado
en Teología y
doctor en
Filosofía, puso
su activismo
pacifista en los
mismos
principios de la
no violencia
inspirados por
Gandhi, el líder
hindú a quién
tenía como
referencia. Con
manifestaciones
en varias
ciudades y
estados
consiguió hacer
aprobar la Ley
de los Derechos
Civiles (1964),
que proscribía
la
discriminación
racial en
escuelas y
lugares
públicos, y el Derecho
al Voto (1965)
para los negros
americanos.
Martin trabajó
no sólo en el
combate a la
segregación
racial, sino
luchó también
por la igualdad
de derechos, por
la mejoría de la
educación y
condiciones de
vivienda para
los menos
favorecidos,
principalmente
en la región Sur
de Estados
Unidos, donde el
prejuicio y
persecución a
los negros eran
más fuertes. La
preocupación por
la paz mundial
lo hizo
asociarse a
movimientos
contra la guerra
en Vietnan.
Su actuación
social contra
abusos e
injusticias le
supuso
incontables
amenazas
partidas del
odio de aquellos
que se sentían
superiores por
el color. Llegó
a ser apresado y
torturado varias
veces. Tuvo su
casa apedreada.
En 1964
conquistó el
Premio Nobel de
la Paz y, por
ironia, en 1968
fue asesinado a
tiros por un
opositor.
Quedó célebre su
discurso hecho
en 1963, en
Washington, en
que reunió a más
de 200 mil
personas
militantes y
simpatizantes de
las causas
humanitarias que
defendía. En él
afirmó: “Yo
tengo un sueño.
El sueño de ver
a mis hijos
juzgados por el
carácter, y no
por el color de
la piel”. Mucho
más que cambios
legales, Luther
King tenía
esperanza de que
el futuro
trajese los
verdaderos
cambios, los
morales.
Legal, más no
moral
Apartheid (separación
o vidas
separadas) fue
un régimen de
segregación
racial adoptado
en Sudáfrica en
el periodo de
l948 a 1994.
Implantado
oficialmente por
un gobierno de
minoría blanca,
esa ley dividía
a los
sudafricanos por
el color,
imponiendo
separación en
las áreas de
vivienda, salud
y educación,
confrontando
inclusive los
derechos
elementales de
la inmensa
mayoría negra.?
Una sociedad
auto titulada
“Hermandad”
elaboró la
doctrina del apartheid,
cuyo tenor (¡pásmense!)
enunciaba: “La
política de la
segregación
racial se basa
en los
principios
cristianos de lo
que es justo y
razonable. Su
objetivo es el
mantenimiento y
la protección de
la población
europea del país
como una raza
blanca pura y el
mantenimiento y
la protección de
los grupos
raciales
indígenas como
comunidades
separadas en sus
propias áreas
(...) O seguimos
el curso de la
igualdad, lo que
en al final
significará el
suicidio de la
raza blanca, o
tomamos el curso
de la “segregación”.
Es notorio que
mucho de lo que
es legal no
tiene base moral
alguna. ¿La
semejanza con lo
que vemos hoy en
el mundo será
mera
coincidencia
histórica?
Ese régimen
oficial aprobó
más de 300 leyes
referentes al apartheid,
y de entre
tantas
aberraciones,
una de ellas (Ley
de Reserva de
los Beneficios
Sociales)
reservaba
locales públicos
para determinada
raza, creando
playas,
autobuses,
bancos de plaza,
hospitales,
escuelas y
universidades
segregados.
La inconformidad
social, que ya
venía de lejos
en las tribus y
comunidades
sudafricanas,
ganó fuerza
cuando 69 negros
fueron muertos y
cerca de 180
quedaron heridos
en la
manifestación de
protesta
conocida como la
tragedia de
Sharpeville, en
marzo de 1960.
A partir de ahí,
Nelson Mandela
(1918-2013)
asume un
importante papel
de liderazgo en
defensa de los
derechos del
pueblo
sudafricano, y
la resistencia
gana apoyo
popular y de la
comunidad
internacional,
que se opone a
las prácticas
racistas y al
segregacionismo
cruel.
Como
consecuencia del
avivamiento de
las protestas,
el gobierno
incentiva las
persecuciones
contra líderes
negros y Nelson
Mandela, que ya
fuera apresado
en 1956, acusado
de “conspiración”,
es procesado y
en 1964
condenado a
prisión
perpetua.
Tras décadas de
lucha entre el
segregacionismo
oficial que
detentaba el
poder y los
sectores que
buscaban la
igualdad entre
los sudafricanos,
Frederik de
Klerk, asume el
mando del país
en 1989 y
declara
públicamente el
fracaso delapartheid.
Comienzan
entonces a
surgir las
primeras medidas
que hacen
disminuir las
presiones del
régimen
autoritario y
racista que
desgració por
tanto tiempo
aquel pedazo del
continente
africano.
Nelson Mandela
sale de la
prisión y
algunos años
después (1994)
es elegido el
primer
presidente negro
de Sudáfrica.
Reescribió la
Constitución del
país e implantó
reformas que
buscaron
amenizar los
efectos dañinos
provocados por
el apartheid en
la sociedad
sudafricana.
Los verdugos
pasan, los
benefactores de
la humanidad no
Personas, grupos
e instituciones,
ciegos de
egoísmo, tontos
de orgullo,
dominados por
las adicciones
del prejuicio y
de la
intolerancia,
actuaron y aún
actúan como
agentes del
atraso y de la
ignorancia, en
el sentido de
impedir
conquistas
ajenas que
amenacen su
espacio y su
estatus
presumido.
Personas, grupos
e instituciones,
por mala fe,
premeditación y
fraude moral, se
organizan para
imponer ideas y
sistemas que
seduzcan,
controlen y
esclavicen.
Personas, grupos
e instituciones
se asocian para
perpetuar la
hegemonia del
poder y de la
fortuna,
garantizando el
mantenimiento de
sus intereses
particulares,
con el
sacrificio de
millones de
seres.
A ejemplo de
Cristo, que
defendió las
causas de la
justicia, del
amor y de la
verdad, los que
luchan por los
pobres y
oprimidos,
enfermos y
hambrientos,
simples e
ingenuos, contra
la inclemencia
de los
dominadores, son
perseguidos,
apresados,
torturados y
hasta muertos.
Lo mismo se dio
con aquellos que
allanaron los
caminos de la
humanidad
preparándola
para un futuro
mejor, como
Sócrates, Joana
D’Arc, Giordano
Bruno, Galileu
Galilei y otros.
Antiguamente
sucumbían en la
cruz, por la
hoguera... Hoy
día hay más
sutileza, pero
el odio es
prácticamente el
mismo.
¿Hasta cuándo?
No sabemos.
Pero, no será
siempre así.
Dure cuanto
dure, cueste lo
que cueste, el
Hombre se
erguirá un día,
se pondrá de pie
como un ser no
sólo
inteligente,
sino también
humano, sensible
y
espiritualizado.
La lucha está
lejos de acabar,
pero las fuerzas
del bien
vencerán,
definitivamente.
Dudar de eso es
no creer en Dios,
y no creer en
Dios es una
desgracia.
Mientras
caminamos en esa
dirección,
tengamos la
certeza de que
la justicia de
Dios actúa y los
responsables por
la obstrucción
del progreso y
del avance de
las ideas, en
perjuicio de las
coletividades,
responderán por
eso. Los
responsables por
el derramamiento
de sangre y
lágrimas
responderán por
sus actos en el
severo e
implacable
Tribunal de la
Conciencia.
“Bienaventurados
los que padecen
persecución por
amor a la
justicia.” (Mt
5, 10.)
Los verdugos
pasaron, pasan y
pasarán. Los
benefactores de
la humanidad,
no.
Fontes
bibliográficas:
educacao.uol.com.br/biografias
pensador.uol.com.br/biografia
planetasustentavel.abril.com.br
Wikipédia, a
enciclopédia
livre, Apartheid.
Allan Kardec, Obras
Póstumas, “A
minha missão”,
Lake, 17ª
edição, s/data,
trad. Bezerra de
Menezes.
Freitas Nobre, Perseguição
policial contra
Eurípedes
Barsanulfo, Edicel
editora.
Jorge Rizzini, Eurípedes
Barsanulfo, o
apóstolo da
caridade. Ed.Correio
Fraterno.
|