Dios ayuda los
hombres a través
de los hombres
“Yo vine para
enseñarles el
camino a ser
seguido. Fue eso
que tú,
finalmente, has
pedido hoy. Aquí
estoy. Siempre
estuve a tu
lado, pero sólo
hoy tú has
pedido ayuda
para lidiar con
tu vida.”
(Zimbábue, de
Eleni Frangatos,
autora del
Especial
publicado en la
presente
edición.)
Los protectores
están siempre
unidos a sus
protegidos, de
manera que,
mismo a través
de distancias
inmensas, pueden
acompañarnos
íntimamente,
pudiendo hacerse
presentes, eso
es,
corporalmente,
cuando
necesario. (Cuestión
495 d’ El
Libro de los
Espíritus,
respuesta de San
Luis y de San
Agustín.)
Los guardianes
pueden hacerse
oír cuando
actúan en la
llamada voz de
la conciencia.
Todo pensamiento
que no nos es
propio, y a
veces
completamente
extraño, trae
mensajes de
nuestros
protectores, a
través de la
inspiración,
variedad de la
intuición, que
hace de todos
nosotros médium.
(El Libro de
los Médium,
ítem 182.)
La voz de la
conciencia es
siempre la
manifestación de
la verdad y del
bien. Pero la
inspiración
puede ser
usada, dicho
sea de paso, por
los Espíritus
que nos quieren
mal.
“Yo estoy aquí
para ayudarla.
Tengo aguardado
por ti en
silencio.”
(Zimbábue,
de Eleni
Frangatos.)
Los Espíritus
protectores
esperan el
momento cierto
para actuar.
Hasta mismo un
sentimiento de
hastío puede
tornarse
decisivo para la
acción. Relata
André Luiz que
el tedio de
hacer el mal
manifestado por
Gregório fue el
momento para la
acción de
aquella que
fuera su madre.
(Liberación,
de André
Luiz.)
“¿Cuál es el
señal más
característico
de la
imperfección? –
El interés
personal. (…) el
verdadero
desinterés es
cosa tan rara en
la Tierra que es
admirado como
fenómeno cuando
se manifiesta.”
(Fragmento
de la cuestión
895 d’ El
Libro de los
Espíritus.)
“Todo aquello
por lo cual tú
tienes luchado
siempre envolvió
alguna segunda
intención, algún
interés. Ése es
el motivo de
tanto fracaso.”
(Zimbábue,
de Eleni
Frangatos.)
El sentimiento
de sacar
ventajas de las
situaciones, de
codicia, de
subordinar el
interés ajeno al
propio interés,
es práctica
común entre
nosotros. Por
increíble que
parezca, es
visto como
virtud por
muchas personas.
Actuar con
desinterés es
hacer el bien
por el simple
gusto de hacer
el bien, sin
segunda
intención, sin
esperar nada en
cambio. Es
actuar con las
personas de
corazón abierto
y acogedor. Es
promover con
sinceridad el
relacionamiento
humano. El
desinterés es el
hijo predilecto
de la humildad.
“Oí la voz de
Zimbábue: ‘no
luche en contra
tú mismo. No
dudes. Entrégate
en las manos del
Espíritu
Superior. Él
tornará mejor
tus caminos’.”
(Eleni
Frangatos, en el
Especial
mencionado.)
Muchas veces
tenemos la
tendencia, el
impulso para el
bien. Es la
conducción de
nuestros
protectores a
través de la
intuición. Si ya
tenemos ese
impulso de forma
innata, es que
pedimos esa
orientación y
esa tendencia en
la planificación
reencarnatoria.
Es algo que
existe en
germen,
esperando sólo
que nuestra
voluntad la
desarrolle.
Luchar en contra
esos impulsos es
luchar en contra
nosotros mismos.
La simple duda
paraliza nuestra
acción, y nos
tornamos más
infelices cuanto
más nos negamos
a dar
seguimiento a la
tarea
previamente
solicitada.
Es necesario
entregarse a
Dios, dejar que
él direccione
nuestras
veredas.
Al entregarnos a
Dios estaremos
aguardando los
brazos de que
nosotros
necesitamos para
que seamos
sostenidos. Y
como Dios ayuda
los hombres a
través de los
hombres, los
protectores son
los brazos que
nos sostienen.
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