Continuamos en esta edición el estudio de la Revista Espírita de 1858, publicación mensual de divulgación espírita fundada y dirigida por Allan Kardec. Este estudio está basado en la traducción al idioma portugués realizada por Júlio Abreu Filho y publicada por EDICEL. Las respuestas a las preguntas propuestas se encuentran al final del texto para la lectura.
Preguntas para el debate
A. ¿De dónde extrajo Pitágoras la idea de la reencarnación?
B. Las medallas y ciertos objetos considerados cabalísticos, ¿ejercen influencia sobre los Espíritus?
C. En los casos de obsesión, ¿puede el agente ser un Espíritu elevado?
D. La influencia de los Espíritus sobre nosotros, ¿es constante?
Texto para la lectura
154. Después de recordar que el periódico espírita habla solo a las personas de convicciones, y no llama la atención de los indiferentes, Kardec pregunta: ¿Qué sucederá cuando el Espiritismo disponga de la poderosa palanca de la gran publicidad? (P. 249)
155. Kardec entendía que la propagación del Espiritismo presentaría 4 períodos distintos: 1) el de la curiosidad; 2) el de la observación; 3) el de la admisión; y 4) el de la influencia sobre el orden social. (P. 250)
156. Todos saben que la idea de la reencarnación se remonta a la más alta Antigüedad y que Pitágoras la había extraído entre los hindúes y los egipcios. Lo más notable, sin embargo, es encontrar desde aquella época el principio de la doctrina de la elección de las pruebas, enseñada por los Espíritus. (PP. 251 y 252)
157. Encontramos esa doctrina en Platón, en su alegoría del Huso de la Necesidad, en la que él imagina un diálogo entre Sócrates y Glaucón. (P. 252)
158. La Revue transcribe la historia del fallecido que se apareció a un oficial francés y le pidió que sepultase su cuerpo. Al ser atendido, el Espíritu le agradeció y le prometió reaparecer una vez más, dos horas antes de su muerte, lo que efectivamente ocurrió treinta años después. (PP. 258 a 261)
159. Kardec no autentifica el caso, pero lo considera posible. (P. 261)
160. Él relata entonces, el caso del Sr. Watbled, presidente del tribunal de comercio de Boulogne, que expiró el 12 de julio de 1858, después de haber visto dos veces seguidas a su fallecida esposa, quien le anunció su muerte para el día 12, como de hecho sucedió. (P. 262)
161. La Revue publica un relato del historiador De Saint-Foy, relacionado con la masacre de la noche de San Bartolomé, ocurrido el 23 de agosto de 1572: ocho días después de la masacre se escuchó en el aire un ruido horrible de voces y gemidos mezclados con gritos de rabia y de furor, en las inmediaciones de Louvre. Todo indica que el rey Carlos IX oyó tal barullo, que quedó espantado y no durmió el resto de la noche. (P. 263)
162. Kardec reporta y comenta el caso de la Sra. Schwabenhaus que tuvo una muerte aparente y después despertó, informando que había sido transportada a las regiones celestiales. Ella pasó, en realidad, por un estado de letargia. (PP. 264 y 265)
163. Los letárgicos ven y oyen lo que sucede a su alrededor y conservan al despertar el recuerdo de ello, dice Kardec. (P. 265)
164. Las medallas y otros objetos considerados cabalísticos recuerdan creencias supersticiosas en virtud de ciertas cosas, como los números, los planetas y su correspondencia con los metales. (P. 268)
165. Quien haya estudiado racionalmente la naturaleza de los Espíritus, no admitirá que esos objetos ejerzan alguna influencia sobre ellos. Sin embargo, no sucede lo mismo con un objeto magnetizado, pues éste tiene el poder de provocar el sonambulismo o ciertos fenómenos nerviosos. (P. 268)
166. El episodio del suicidio de Luis A., que enamoraba a la joven Victorina R., es examinado por Kardec. San Luis dice que ese suicidio, como fue provocado por el amor, y no por cobardía ante la vida, es menos criminal a los ojos de Dios. (PP. 270 y 271)
167. Kardec preguntó a Luis si él amaba sinceramente a su novia. “Yo tenía pasión por ella: parece que eso es todo”, respondió el suicida. “Si la hubiese amado con amor puro no habría querido causarle pena.” (P. 271)
168. En un estudio sobre la obsesión, Kardec esclarece que la obsesión solo se da por Espíritus inferiores. El grado de constreñimiento y la naturaleza de los efectos que produce, marcan la diferencia entre la obsesión, la subyugación y la fascinación. (P. 277)
169. Kardec habla sobre la posesión – dominio ejercido por los Espíritus malos – pero prefiere el término subyugación. De esta manera, no hay poseídos, en el sentido vulgar de la palabra; hay simplemente obsesados, subyugados y fascinados. (N.R.: En “La Génesis” Kardec modificará esa idea.) (P. 278)
170. La Revue muestra cómo comenzó y fue tratada la fascinación del Sr. F., joven instruido, de esmerada educación y carácter suave. (P. 279)
171. Kardec lo ayudó y cuenta que el muchacho siguió el consejo de los Espíritus, de entregarse a un trabajo rudo, que no le dejase tiempo para oír las malas sugerencias. (P. 283)
172. Los Espíritus ejercen sobre los hombres una influencia saludable o prejudicial; no es necesario, para ello, ser médium. Al no haber la facultad, ellos actúan de mil y una maneras. (P. 284)
173. La influencia de los Espíritus sobre nosotros es constante, y todos se encuentran expuestos a ella, lo quieran creer o no. (P. 285)
174. Kardec afirma que las tres cuartas partes de nuestras acciones malas y de nuestros malos pensamientos son fruto de esa sugerencia oculta. (P. 285)
175. No hay otro criterio, sino el buen sentido, para discernir el valor de los Espíritus. Cualquier fórmula dada para ese fin por los Espíritus mismos es absurda y no puede emanar de Espíritus superiores. (P. 286)
176. Los Espíritus inferiores temen a aquellos que analizan sus palabras, desenmascaran sus torpezas y no se dejan llevar por sus sofismas. (P. 286)
177. La Revue transcribe una noticia de Estocolmo, informando que el Sr. Klugenstiern, reputado magnetizador europeo, fue llamado al Castillo de Drottningholm, para aplicarle al rey Oscar un tratamiento magnético. (P. 287)
178. Kardec comenta la noticia para mostrar el respeto adquirido por el magnetismo, y afirma que el Espiritismo y el magnetismo están vinculados por lazos íntimos, como ciencias solidarias. (P. 288)
179. Además, recuerda Kardec, los Espíritus siempre preconizaron el magnetismo, ya sea como medio de curación o como causa primera de una multitud de cosas. (P. 288)
180. La Revue da cuenta de que la Iglesia, según el libro publicado en 1853 por el abad Marotte, también reconocía el valor del magnetismo. En su libro, Marotte da un concepto de magnetismo y habla sobre sus efectos. (P. 289)
181. Un curioso caso de fisiología es tratado por San Luis: un médico olvidó en el estacionamiento una botella de ron; al no encontrarlo, declaró al jefe del estacionamiento que se trataba de una botella que contenía un veneno muy potente y que tuviese el mayor cuidado en no usarlo. Resultado: tres cocheros al beber el ron parecían haber sido intoxicados. (P. 291)
Respuestas a las preguntas propuestas
A. ¿De dónde extrajo Pitágoras la idea de la reencarnación?
La idea de la reencarnación se remonta a la más alta Antigüedad y Pitágoras la extrajo entre los hindúes y los egipcios. Al dar esta información, Kardec afirma que lo más notable es encontrar desde aquella época el principio de la doctrina de la elección de las pruebas, enseñada por los Espíritus. Encontramos esa doctrina en Platón, en su alegoría del Huso de la Necesidad, en la cual él imagina un diálogo entre Sócrates y Glaucón. (Revue Spirite de 1858, pp. 251 y 252.)
B. Las medallas y ciertos objetos considerados cabalísticos, ¿ejercen influencia sobre los Espíritus?
No. Quien haya estudiado racionalmente la naturaleza de los Espíritus, no admitirá que esos objetos ejerzan alguna influencia sobre ellos. Sin embargo, no sucede lo mismo con un objeto magnetizado, pues éste tiene el poder de provocar el sonambulismo o ciertos fenómenos nerviosos. (Revue Spirite de 1858, p. 268.)
C. En los casos de obsesión, ¿puede el agente ser un Espíritu elevado?
No. Según Kardec, la obsesión es producida siempre por Espíritus inferiores. El grado de constreñimiento y la naturaleza de los efectos que produce, marcan la diferencia entre la obsesión, la subyugación y la fascinación. (Revue Spirite de 1858, p. 277.)
D. La influencia de los Espíritus sobre nosotros, ¿es constante?
Sí. La influencia de los Espíritus sobre nosotros es constante, y todos se encuentran expuestos a ella, lo quieran creer o no. Los Espíritus ejercen sobre los hombres una influencia saludable o prejudicial; no es necesario, para ello, ser médium. Al no haber la facultad, ellos actúan de mil y una maneras. Kardec afirma que las tres cuartas partes de nuestras acciones malas y de nuestros malos pensamientos son fruto de esa sugerencia oculta. (Revue Spirite de 1858, pp. 284 y 285.)