No basta decirse
espírita,
es
necesario algo
más
“El único
inconveniente
que descubrí en
la PUC/SP es que
ellos tenían una
visión negativa
de los
candidatos
espíritas por
entendieren que
nosotros
seriamos un
tanto cuanto
arrogantes al
proponer
nuestras
investigaciones,
como detentores
de verdades que
serían expuestas
y no como
hipótesis que
serían
probadas.”
(Jeferson
Betarello, en la
entrevista
publicada en
esta edición,
uno de los
relieves de la
semana.)
De hecho, muchos
de nosotros
somos arrogantes
y revelamos
cierta
indiferencia
para con las
demás
expresiones
religiosas, en
especial para
con los llamados
evangélicos.
Nos sentimos
superiores,
detentores
únicos de la
verdad. Tenemos
piedad de la
ceguera que
atribuimos a los
otros
religiosos. Y
mismo con
relación a los
reencarnacionistas,
tenemos desdén
por sus rituales
y filosofía de
vida.
Voceamos que
somos una
ciencia, como si
eso nos
confiriese algún
mérito a más
ante la
excelencia del
Evangelio.
Dicho sea de
paso, la ciencia
espírita no
tiene nada que
ver con la
física o con la
biología. Kardec
fue bastante
claro: el
Espiritismo es
una ciencia de
observación,
como el
ornitólogo que
observa el
comportamiento
de los pájaros,
o el antropólogo
que observa el
comportamiento
de una etnia. La
diferencia es
que nosotros
observamos los
espíritus, lo
que no disminuye
en nada el
carácter
científico de la
doctrina
espírita.
“Muchas
respuestas
propuestas
fueron
derrumbadas y
nuevas
formuladas
durante la
investigación,
concluyendo que
3 millones de
personas son un
número bastante
significativo si
comparado a los
contingentes
específicos de
otros segmentos
religiosos;
somos el tercer
mayor
contingente
religioso de
Brasil. Además
de eso
demostramos que
el impacto de
los espíritas en
la sociedad
brasileña es muy
significativo,
produciendo
beneficios y
posturas
positivas.”
(Jeferson
Betarello, en la
entrevista
mencionada.)
Hay una
inmensidad de
simpatizantes
del Espiritismo
en Brasil, los
cuales, por
pudor o recelo
de comprometerse
delante del
IBGE, no se
revelan, a pesar
de los
beneficios que
reciben. Saben
que ser espírita
es tener un
comprometimiento
profundo con la
Doctrina y
consigo mismo.
Que es necesario
traer la cruz de
la
responsabilidad,
de la
intrepidez, de
la
responsabilidad,
de la aceptación
alegre de los
frutos de la ley
de acción y
reacción, de la
busca del
desinterés y de
la humildad.
“Somos la nación
con más
espíritas en el
mundo. Tenemos
instituciones
fuertes,
consolidadas,
comprometidas
con la
divulgación de
la Doctrina
Espírita. El
Espiritismo en
Brasil es un
fenómeno
riquísimo en
términos de
posibilidades de
vivencia
pacífica y
producción de
bienes
culturales,
contribuyendo
para la riqueza
cultural de un
pueblo que puede
contribuir mucho
para el futuro
de paz y
progreso deseado
para la sociedad
terrena. Que
cada uno busque
conocer y
vivenciar
ejemplarmente
aquello que
conseguimos
entender sobre
la Doctrina
Espírita,
revelada por los
espíritus
superiores hace
más de un siglo,
cuando la
humanidad entró
en una etapa de
evolución
material y
científica que
requiere que
seamos más
responsables por
nosotros, por el
prójimo y por el
mundo que
habitamos.”
(Jeferson
Betarello.)
Muchos se
preguntan: ¿por
qué Brasil y no
Francia, donde
nació lo que
llamamos de
doctrina
espírita?
Es necesario
recordar que, en
la época de
Kardec, el
materialismo y
el ateísmo
encontraron en
el Viejo Mundo
guarida entre
filósofos y
científicos, con
pocas
excepciones. Y
Francia pasó por
dos guerras
mundiales que
segaron un
número
incontable de
soldados y
civiles,
siguiéndose a
eso la carestía,
la miseria y el
desencanto.
Ya Brasil
recibió con
buena voluntad
un número cada
vez mayor de
adeptos, que, en
la época de
Bezerra de
Menezes, se
chocaron con la
opresión y la
persecución de
la Iglesia,
pero, en
compensación, se
depararon aquí
con el
materialismo y
el ateísmo
profesados por
un grupo bien
menos expresivo
que lo
averiguado en
Europa.
Al final y al
cabo, a pesar de
toda su
imperfección,
que es notoria,
el pueblo
brasileño
siempre tendió
para el
sentimiento de
religiosidad,
hecho que
facilitó la
penetración de
las ideas
espíritas e hizo
de este país la
mayor nación
espírita del
mundo.
Éso, sin
embargo, no
basta. Es
necesario algo
más, como por
ejemplo, entre
otras cosas, que
seamos, conforme
propone Jeferson
Betarello, “más
responsables por
nosotros, por el
prójimo y por el
mundo que
habitamos”.
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