WEB

BUSCA NO SITE

Edição Atual Edições Anteriores Adicione aos Favoritos Defina como página inicial

Indique para um amigo


O Evangelho com
busca aleatória

Capa desta edição
Biblioteca Virtual
 
Biografias
 
Filmes
Livros Espíritas em Português Libros Espíritas en Español  Spiritist Books in English    
Mensagens na voz
de Chico Xavier
Programação da
TV Espírita on-line
Rádio Espírita
On-line
Jornal
O Imortal
Estudos
Espíritas
Vocabulário
Espírita
Efemérides
do Espiritismo
Esperanto
sem mestre
Links de sites
Espíritas
Esclareça
suas dúvidas
Quem somos
Fale Conosco

Editorial Português   Inglês    
Año 10 - N° 510 - 2 de Abril de 2017
Traducción
Elza Ferreira Navarro - mr.navarro@uol.com.br
 

 
 

No basta decirse espírita,
es necesario algo más


“El único inconveniente que descubrí en la PUC/SP es que ellos tenían una visión negativa de los candidatos espíritas por entendieren que nosotros seriamos un tanto cuanto arrogantes al proponer nuestras investigaciones, como detentores de verdades que serían expuestas y no como hipótesis que serían probadas.” (Jeferson Betarello, en la entrevista publicada en esta edición, uno de los relieves de la semana.)

De hecho, muchos de nosotros somos arrogantes y revelamos cierta indiferencia para con las demás expresiones religiosas, en especial para con los llamados evangélicos.

Nos sentimos superiores, detentores únicos de la verdad. Tenemos piedad de la ceguera que atribuimos a los otros religiosos. Y mismo con relación a los reencarnacionistas, tenemos desdén por sus rituales y filosofía de vida.

Voceamos que somos una ciencia, como si eso nos confiriese algún mérito a más ante la excelencia del Evangelio.

Dicho sea de paso, la ciencia espírita no tiene nada que ver con la física o con la biología. Kardec fue bastante claro: el Espiritismo es una ciencia de observación, como el ornitólogo que observa el comportamiento de los pájaros, o el antropólogo que observa el comportamiento de una etnia. La diferencia es que nosotros observamos los espíritus, lo que no disminuye en nada el carácter científico de la doctrina espírita. 

“Muchas respuestas propuestas fueron derrumbadas y nuevas formuladas durante la investigación, concluyendo que 3 millones de personas son un número bastante significativo si comparado a los contingentes específicos de otros segmentos religiosos; somos el tercer mayor contingente religioso de Brasil. Además de eso demostramos que el impacto de los espíritas en la sociedad brasileña es muy significativo, produciendo beneficios y posturas positivas.” (Jeferson Betarello, en la entrevista mencionada.) 

Hay una inmensidad de simpatizantes del Espiritismo en Brasil, los cuales, por pudor o recelo de comprometerse delante del IBGE, no se revelan, a pesar de los beneficios que reciben. Saben que ser espírita es tener un comprometimiento profundo con la Doctrina y consigo mismo. Que es necesario traer la cruz de la responsabilidad, de la intrepidez, de la responsabilidad, de la aceptación alegre de los frutos de la ley de acción y reacción, de la busca del desinterés y de la humildad.

“Somos la nación con más espíritas en el mundo. Tenemos instituciones fuertes, consolidadas,  comprometidas con la divulgación de la Doctrina Espírita. El Espiritismo en Brasil es un fenómeno riquísimo en términos de posibilidades de vivencia pacífica y producción de bienes culturales, contribuyendo para la riqueza cultural de un pueblo que puede contribuir mucho para el futuro de paz y progreso deseado para la sociedad terrena. Que cada uno busque conocer y vivenciar ejemplarmente aquello que conseguimos entender sobre la Doctrina Espírita, revelada por los espíritus superiores hace más de un siglo, cuando la humanidad entró en una etapa de evolución material y científica que requiere que seamos más responsables por nosotros, por el prójimo y por el mundo que habitamos.” (Jeferson Betarello.)

Muchos se preguntan: ¿por qué Brasil y no Francia, donde nació lo que llamamos de doctrina espírita?

Es necesario recordar que, en la época de Kardec, el materialismo y el ateísmo encontraron en el Viejo Mundo guarida entre filósofos y científicos, con pocas excepciones. Y Francia pasó por dos guerras mundiales que segaron un número incontable de soldados y civiles, siguiéndose a eso la carestía, la miseria y el desencanto.  

Ya Brasil recibió con buena voluntad un número cada vez mayor de adeptos, que, en la época de Bezerra de Menezes, se chocaron con la opresión y la persecución de la Iglesia, pero, en compensación, se depararon aquí con el materialismo y el ateísmo profesados por un grupo bien menos expresivo que lo averiguado en Europa.  

Al final y al cabo, a pesar de toda su imperfección, que es notoria, el pueblo brasileño siempre tendió para el sentimiento de religiosidad, hecho que facilitó la penetración de las ideas espíritas e hizo de este país la mayor nación espírita del mundo.

Éso, sin embargo, no basta. Es necesario algo más, como por ejemplo, entre otras cosas, que seamos, conforme propone Jeferson Betarello, “más responsables por nosotros, por el prójimo y por el mundo que habitamos”.



 


Volver a la página anterior


O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita