El capítulo XIII
del Evangelio
según el
Espiritismo es
de gran
importancia
porque presenta
algunos
principios de
acción y hace
algunas
distinciones
básicas. Como la
mayoría de los
capítulos de esa
obra fundamental
del Espiritismo,
todas sus
partes, es decir,
sus secciones e
ítems, están
vinculadas de
modo que sólo
tienen sentido
completo si son
vistas a partir
del conjunto, y
determinando sus
funciones en él.
Sin embargo,
para entender lo
que el capítulo
desea transmitir
debimos antes
entender lo que
cada parte
realmente
afirma.
Vamos a tomar
como objeto de
estudio la
sección “El
Óbolo de la
Viuda”, que
contiene los
ítems 5, que es
la transcripción
de Marcos
12:41-44, y lo
6, que es la
explicación dada
por Kardec.
En la secuencia
general del
capítulo, Kardec
trata, en esa
sección, de una
cuestión
fundamental. Él
pone como tema
la intención de
hacer el bien, y
la divide en dos
tipos. Partiendo
de ahí él asocia
esa intención
con la carencia
o la posesión de
recursos que
impidan o
permitan al
individuo
realizar su
objetivo, sobre
todo, trata de
la actitud del
individuo
relativamente a
la posesión o no
de estos
recursos. En
este sentido, la
posición de
Kardec es clara.
Afirma él que la
calidad de la
intención tiende
a hacer al
individuo activo
o pasivo en
cuanto a la
acción en el
bien, en base de
la carencia o
abundancia de
recursos
materiales.
Esa sección se
divide en tres
momentos, aunque
presente sólo
dos párrafos. En
el primer
momento es hecha
una declaración
que podemos
resumir de la
siguiente forma:
Algunas personas
dicen no poder
hacer todo el
Bien que desean
porque les
faltan los
recursos y por
eso desean
poseerlos para
poder aplicarlos
en el Bien. En
el segundo es
tratada la
cuestión de la
falta de
sinceridad de
este deseo y
como ella
determina la
actitud del
individuo. En el
tercer momento
se trata del
deseo sincero de
poseer recursos
materiales
suficientes y
como debe actuar
el individuo
delante de su
carencia.
Significado de
la expresión
“óbolo del
pobre”
Comencemos por
entender el
texto explicando
cada uno de los
términos
importantes.
Kardec, para dar
mayor
expresividad,
usa sinónimos
para referirse a
los mismos
términos.
Mucha gente
deplora no poder
hacer todo el
bien que hubo
deseado, por
falta de recursos
suficientes,
y, si desean poseer riquezas,
es, dicen, para
darles buena
aplicación. Es a
buen seguro
loable la intención y
puede hasta en
algunos ser
sincera. Se
dará, ¿pero,
será
completamente desinteresada
en todos?
Y este,
[...] el óbolo
del pobre,
del que da,
privándose de lo
necesario [...],
o el oro
del rico que
da sin privarse
de cosa alguna.
Y aún este,
[...] ¿será sólo
con el dinero
que se pueden
secar lágrimas
[...]?
Veamos. El
término riqueza
es utilizado
varias veces.
Cuando la
expresión “oro
del rico” y la
palabra “dinero”
son usadas
conotan riqueza.
La locución
“recursos
suficientes”
también tiene el
sentido de
riqueza.
Recursos
significan
medios, haberes,
posesiones, y
“suficiente”
quiere decir
bastante, o sea,
haberes que
suplan cierta
necesidad. Así,
todos estos
términos y
expresiones se
refieren a una
cantidad de
bienes que va
más allá de lo
necesario,
recursos que
alguien tenga
que sobra. Por
lo tanto, ricos
son aquellos que
poseen recursos
más allá de sus
necesidades,
abundancia de
recursos, que
son las
“riquezas”.
El antónimo de
rico es pobre.
Consecuentemente,
pobre es aquel
que tiene
solamente los
recursos
necesarios para
la satisfacción
de sus
necesidades.
Cuando la
expresión “el
óbolo del pobre,
del que da,
privándose de lo
necesario [...]”
es usada, queda
claro que este
está dando algo
que le hará
falta.
Cuando la
intención de
ayudar es
desinteresada
Óbolo significa
literalmente una
pequeña moneda
griega del
tiempo de Jesús;
sin embargo,
figurativamente
significa una
pequeña
donación. Así,
el “óbolo del
pobre” es el
pequeño donativo
de aquel que
tiene recursos
solamente para
la atención de
sus necesidades.
Así pues, en
cuanto a la
posesión de
recursos, fueron
caracterizadas
dos situaciones:
la de carencia y
la de
abundancia.
Intención y
deseo, en este
texto, son
usados como
sinónimos.
Kardec hace una
división de la
intención en interesada
y desinteresada.
Obviamente él
está
refiriéndose al
interés y
desinterés
personal, o sea,
a la búsqueda de
recompensas,
ventajas,
beneficios
personales, en
el primer caso,
y la ausencia de
estos en el
segundo.
Observemos que
el deseo de
poseer riquezas
para ayudar
quién de ellas
carece puede ser
loáble, pero
solamente cuando
la intención sea
sincera, o sea,
desinteresada.
Luego, cuando
esta intención
sea interesada
será no sincera,
y no será loable.
¿Qué sería la
intención
desinteresada,
sincera, en el
caso del deseo
de poseer
riquezas para
poder hacer el
bien?
¿No habrá quién,
deseando hacer
el bien a los
otros, mucho
estimaría poder
comenzar por
hacerlo a sí
mismo,
por proporcionar
a sí mismo
algunos gozos
más, por
usufructuar un
poco de lo
superfluo que le
falta, listo a
dar a los pobres
el resto?
Aquí está la
respuesta. El
deseo que
algunos
alimentan de
poseer riquezas
para poder hacer
el bien
solamente es
desinteressado
cuando no busca
proporcionar a
sí mismos el
bien antes de
hacerlo a los
otros. En otra
parte del texto,
Kardec se
refiere a la
intención
desinteresada
como la que está
exenta de
cualquier idea
personal.
En algunas
personas lo que
impera es el
egoísmo
Kardec continúa: Esta segunda
intención,
que esos tales
posiblemente
disimulan a sus
propios ojos,
pero que se les
depararia en el
fondo de sus
corazones, si
ellos lo
escrutasen [...].
La segunda
intención es
justamente esta:
cuando en
posesión de las
riquezas, buscan
hacer el bien
primero a sí
mismo. Es una
intención que la
persona esconde
de sí misma, es
disimulada. Y si
es así, entonces
es oculta; y, es
tan oculta que
la mayoría
parece
desconocerla.
Pero, es oculta
a los otros,
porque si ellos
investigaran
minuciosamente
sus
sentimientos,
sus deseos,
sacarían a la
luz sus
verdaderas
intenciones.
Ahora, si existe
una segunda
intención,
intención
oculta, está
claro que existe
una primera
intención.
¿Cuál sería
ella? La primera
intención,
al contrario de
la segunda, es
aquella que fue
expresada, y,
por lo tanto, no
está oculta.
Cuando es dicho
que algunas
personas
“deploran no
poder hacer todo
el bien que
desean”, esto
significa que
ellas lamentan,
lastiman, por lo
tanto expresan
una intención.
Destaquemos lo
siguiente: en
algunas personas
la intención
expresada es
desinteresada,
sincera; en este
caso no habría
una intención
oculta, pues la
persona expresa
lo que realmente
siente. Si
existe una
intención
interesada,
oculta, entonces
la expresada es
sólo aparentemente
desinteresada,
es, por eso, no
sincera. Así, en
estas personas
lo que impera,
en este caso, es
el egoísmo, por
cuanto, hacer el
bien a sí mismo
antes de
proporcionarlo
al otro es una
de sus
características.
Otro término al
cual debemos
atender, para
una buena
comprensión del
texto, es
“facultad”. Se
expresa el
codificador de
esta manera:
[...] nadie hay
que, en el pleno
gozo de sus facultades,
[...].
En una rápida
pasada mirada en
un diccionario
cualquiera
veremos que
facultad tiene,
entre otros
sentidos que no
se aplican
específicamente
al caso en
estudio, el de
“poder de hacer”,
o de “capacidad”
y el de
“potencia
moral”. Son
significados
amplios.
Importância de
la actividad en
el bien
C. Lhar(1),
al clasificar
las facultades
del alma, las
denomina como
facultades de
conocimiento, de
sensibilidad y
de afectividad.
Él las define
así: “poder que
tiene el alma de
ejercer ciertos
actos o de
sufrir ciertas
modificaciones”.
Las facultades
no pueden ser
observadas
directamente,
pero pueden ser
deducidas a
partir del
principio lógico
que afirma que
todo acto supone
en el ser una
potencia
proporcionada;
actos
distinguidos
suponen, por lo
tanto, potencias
distinguidas. Si
una persona sin
estudios previos
pinta un cuadro
magnífico, esto
quiere decir que
ella dispone, de
alguna forma, de
la potencia, del
poder para
pintarlo, sino
esto no sería
posible. Ninguna
persona puede
realizar algo
más allá de sus
posibilidades.
Este autor
resalta algo
extremadamente
importante que,
sin embargo,
generalmente
pasa
desapercibido a
la mayoría de
los espíritas.
Existe una
correlación
íntima entre las
facultades.
Usando nuestras
palabras,
decimos que las
facultades si
influencian
mutuamente; la
moción realizada
en una afectará
a las otras, y
recíprocamente.
Por eso, la
actividad en el
bien tiene
importancia
primordial,
siendo incluso
factor de
desarrollo del
espíritu. El
conocimiento sin
la voluntad es
inerte; la
sensibilidad sin
la inteligencia
nos hace
personas
frívolas. El
hombre sólo está
completo cuando
utiliza todas
sus facultades.
Esta es la razón
por la cual los
Espíritus dicen
que el hombre
debe estar
entero en el
acto de Caridad.
El texto en
análisis es
dividido en dos
grandes
párrafos. En el
primero se trata
de la intención
interesada y, en
el segundo, de
la intención
desinteresada.
En el primero,
Kardec hace el
enfrentamiento
de la intención
interesada con
uno de los
elementos de la
Caridad, la
abnegación (2):
[...] con la
verdadera
caridad, el
hombre piensa en
los otros antes
de pensar en sí.
Es con base en
este principio
que él afirma
que aquellos que
expresan el
deseo de poseer
riquezas para
dar a los que de
ellas carecen,
sin embargo con
el objetivo
oculto de
primero
usufructuar de
ellas, donando
sólo el
restante,
disimulan sus
interesés
personales.
El valor del
pequeño donativo
Aún en este
párrafo, él
lamenta que la
mayoría de esas
personas encare
la realidad
fantasiosamente,
pues esperan que
ocurran
situaciones
totalmente
inciertas, sin
que hagan
esfuerzos para
tal, en que
conquisten
grandes fortunas
para,
supuestamente,
hacer el bien.
Algunos,
llevando la
fantasia más
adelante,
pretenden contar
inclusive con la
ayuda de los
Espíritus para
la conquista de
ellas. Lo que si
evidencia aquí
es que quién
tiene el deseo
sincero de
poseer recursos
suficientes para
hacer el bien no
debe de manera
alguna esperar
por situaciones
casuales; debe
esforzarse,
trabajar para
conquistarlos.
Ya en el
segundo, es
expuesta, de
entrada, una
interesante
relación inversa
entre la
cantidad de
riquezas y el
valor moral de
ellas. El
elemento que
altera el valor
es el esfuerzo,
la privación
autoimpuesta
buscando el
beneficio ajeno.
El pequeño
donativo (óbolo
del pobre) hecho
con la privación
de lo necesario
tiene valor
mayor que el
gran donativo
(oro del rico)
realizado sin
privaciones
autoimpuestas.
En esta
condición, a
pesar del alto
valor
cuantitativo,
este es
sobrepujado por
el valor
cualitativo o
moral. Después,
otro principio
de acción,
evidenciado, si
así podemos
expresarnos, es
lo de actividad: De
hecho, ¿será
sólo con el
dinero que se
pueden secar
lágrimas y se
deberá quedar
inactivo,
desde que se no
tenga dinero? Lo
que Kardec
pregunta es si
solamente con
recursos
materiales es
que podemos
aliviar el
sufrimiento
ajeno. ¿Tendrían
las riquezas una
importancia tan
fundamental en
la minorización
de las
dificultades
ajenas? Y cuál
sería la actitud
de quien deseara
ayudar a los que
sufren si no las
poseyera? ¿Inmobilizarse?
Por el texto
podemos inducir
que las
posesiones
materiales, por
mayores que sean,
no detentan la
primacia
generalmente
supuesta por la
mayoría de las
personas.
Nadie hay que
nada pueda hacer
de útil
Si alguien desea
sinceramente
ayudar al
prójimo en sus
dificultades no
debe permanecer
inactivo en la
falta de estos
recursos
materiales, pues
todo aquel que
sinceramente
desea ser útil a
sus hermanos,
mil ocasiones
encontrará de
realizar su
deseo. Es decir,
quien desea
hacer no queda
esperando, o
como dice el
cantante “quién
sabe hace la
hora, no espera
que ocurra”. La
actitud activa
también está
clara en esta
otra afirmación:
(ocasiones de
realizar el bien).
Búsquelas y
ellas se le
depararán. ¡En
otras palabras,
quienes busca
encuentra! A
partir de los
principios del
valor inverso de
los pequeños
donativos hechos
con privación
autoimpuesta, de
la intención
desinteresada, y
del de actividad,
deducimos que
los recursos
deben ser
buscados en otro
lugar. ¿Dónde,
sin embargo,
estarán ellos?
Es el propio
Kardec quién
apunta el lugar:
[...] ¿nadie
hay que, en el
pleno gozo de
sus facultades,
no pueda prestar
un servicio
cualquiera,
prodigar uno
consuelo,
minorar un
sufrimiento
físico o moral,
hacer un
esfuerzo útil.
No disponen
todos, a falta
de dinero, de su
trabajo, de su
tiempo, de su
reposo, para de
todo eso dar una
parte al prójimo?
Es en nuestros
recursos
internos,
nuestras
capacidades, que
debemos buscar
los medios para
la práctica del
bien cuando nos
falten los
recursos
materiales.
Prestar
servicios,
dispensar
consuelos en
profusión,
disminuir
sufrimentos
físicos y
morales,
realizar
esfuerzos útiles.
Percibamos que
todos los
utilizados son
verbos activos.
Y todas estas
aciones son casi
desconsideradas
en el día a día.
Como si no
tuviesen ningún
valor. Entre
tanto, adquiren
gran valor
cuando son
realizados con
abnegación.
Finalmente, otro
punto a destacar
es que estos
actos no son
exigidos de
quienes no
tienen
condiciones de
ejercerlos, pues
solamente pueden
ser practicados
por quien está
en el gozo
completo de sus
facultades.
En el primero tenemos
algunas
afirmaciones que
completan y
refuerzan
antecipadamente
lo que fue dicho
en el segundo.
Conclusión
La persona
deseosa de hacer
el bien, sin
embargo sin
disponer de
recursos para
tanto, y al
colocar el bien
del otro antes
de su próprio
bien, hace que
la caridade
alcance su punto
más alto cuando
busca y
encuentra
recursos en sí
mismo, em sus
capacidades, por
cuanto El
punto sublimado
de la caridade,
en ese caso,
estaria en
buscar el en
su trabajo, por
el empleo de sus
fuerzas, de su
inteligência, de
sus talentos,
los recursos de
que carece para
realizar sus
generosos
propósitos. Esto
es, cuando
faltan recursos
materiales, la
persona no debe
estacionarse,
más sí usar su
actividad, sus
habilidades, sus
fuerzas físicas
e intelectuales
para realizar el
bien que desea.
La culminación
de la caridad no
está en el hecho
de usar médios
internos, en vez
de externos,
pero sí en el
hecho de que la
persona se de
para realizar el
bien.
Resumiendo
nuestro breve
estudio, nos
parece que la
gran cuestión
que Kardec
quiere responder
es esta: ¿el
bien depende
exclusivamente
de recursos
materiales para
realizarse? La
respuesta dada
por el próprio
coautor de la
Doctrina es que
la persona sin
intereses
personales,
incluso con
carencia de
recursos
materiales,
buscara en sí
otros tipos de
recursos para
realizar el bien
que desea; no
quedará inactiva
por causa de la
carência. Eso
demuestra que
muchas veces la
declaración del
deseo de poseer
riquezas con el
objetivo de
realizar el bien
es apenas un
disfraz para no
hacer nada,para
alegar
incapacidade. En
el caso de la
posesión de
tales recursos
por personas com
intenciones nada
claras, surgen
dos hipótesis:
1) la persona
realmente aplica
tales recursos
para realizar el
Bien para otros,
con la secreta
intención de
ostentar uma
apariencia de
persona
caritativa;
busca com eso la
aprobación
social, la
popularidade, se
coloca en
evidencia para
usufructuar la
estima pública,
o 2) en una
situación de
egoísmo, busca
usufructuar de
ellos antes de
aquellos a quien
dice querer
servir.
Finalmente,
resaltamos que,
en nuestra
comprensión,
Kardec quiso
llamarnos la
atención para la
importancia de
las pequeñas
acciones que no
son notadas por
la mayoría de
las personas y
para la
necesidad de
usar todas
nuestras
facultades y
potencialidades
para descubrir
nuevos medios de
extender el bien
sobre la Tierra,
cuando no
dispongamos de
los recursos
materiales
suficientes.
Debemos hacer
todo lo que esté
dentro de
nuestras
posibilidades,
pues la carencia
de recursos
materiales no es
una condición
impeditiva para
la realización
de la Caridad.
Referências:
[1] LAHR,
C. Manual
de Filosofia.
Cap. III.
Faculdades da
Alma. p. 26 e
27. 4ª edição.
Ed. Livraria
Apostolado da
Imprensa. 1948.
Porto.
Portugal.
2 COSTA,
Ivomar. Abnegação:
fazer o bem aos
outros em
primeiro lugar.http://www.oconsolador.com.br/ano9/409/ivomar_costa.html
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