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Espiritismo para los niños - Célia X. de Camargo - Português Inglês 
Año 11 - N° 515 - 7 de Mayo de 2017

Traducción
Carmen Morante - carmen.morante9512@gmail.com
 

 


¡A nadie le gusta la suciedad!

 

Zezé era un niño simpático y conversador, le gustaba jugar con sus compañeros y estaba siempre dispuesto a ayudar, fuera quien fuera.

Sin embargo, él tenía un hábito muy negativo: ¡no le gustaba bañarse!

¿Has visto a un niño que no le gusta bañarse? ¡Seguramente pronto estará todo sucio, tanto el cuerpo como la ropa!

Por eso los niños del colegio comenzaron a alejarse de él. ¡Nadie quería sentarse cerca de Zezé porque despedía un olor muy malo!
 

- Pero ¿qué puedo hacer? ¡No puedo entrar al baño y bañarme! ¡Llego a abrir la ducha, quitarme la ropa, pero a la hora de mojarme, no puedo!... ¡Parece que hay alguien que no me deja que lo haga!...

Un día, una de sus compañeros, que le caía bien y quería ayudarlo, le aconsejó diciendo:

- ¡Zezé, me caes muy bien y sé que es un buen compañero! ¡Pero no puedes quedarte pareciendo un cerdo!... ¡Los demás no soportan tu olor a suciedad! ¿Sabes lo que sería bueno que hagas? ¡Antes de dormir, haz una oración y pide ayuda a Jesús! ¡De seguro Jesús te va ayudar! ...

Esa noche, Zezé entró en el baño dispuesto a bañarse. Se quitó la ropa, los zapatos y abrió el caño, de donde salió ¡agua calientita y deliciosa! Muy animado, intentó entrar, pero no pudo. Ante su fracaso, Zezé se sentó en la silla y lloró mucho.

¡No quería que lo tomaran por alguien que no le gustaba estar limpio! Quería vencer ese problema y lo vencería.

Entonces, esa noche, Zezé se acostó sin bañarse, pero hizo una oración a Jesús implorando que lo ayudara a vencer ese problema.

Pronto se quedó dormido. De repente, se vio en un lugar donde había otra persona, un hombre que, también como él, no estaba limpio. Entonces, Zezé le preguntó:

- ¿A usted tampoco le gusta bañarse?

- No. ¡Me gusta sentir mi olor! ¡Hace mucho tiempo sufrí por no bañarme y ahora no puedo! Estaba en un lugar donde nadie se bañaba, porque no había agua limpia. Así acabé acostumbrándome y ahora ¡no necesito bañarme más!

- ¿Cómo se llama?

- Mi apellido es Suciedad. Tomos me llaman así.

- ¡Pero es importante bañarnos, Suciedad! ¡Si no, no va a haber quien pueda quedarse cerca de usted!...

- Después que Martita, una joven que me gustaba, se alejó de mí debido a mi suciedad, nunca más intenté bañarme. Solo logro llorar de tristeza.

- Haga una oración y pida a Jesús que lo ampare. ¡Usted es alguien con buena apariencia, pero lo que lo estropea es la suciedad! ¡Si cambia, Martita se va a dar cuenta y volverá a conversar con usted! Ahora necesito irme, amigo. Acuérdese de lo que le dije. ¡Hable con Jesús!...
 

Zezé se levantó de su cama sintiéndose muy bien. Se acordó de Suciedad e hizo una oración para liberarse de toda esa suciedad. Como estaba amaneciendo, Zezé se sintió tan bien que tuvo ganas de bañarse. Fue al baño y se puso debajo de la ducha. ¡Sin problemas! El agua estaba calientita. Se puso ropa limpia y fue al colegio.

Todos se le acercaban y decían:

- ¡Qué buen olor, Zezé! ¡Te ves increíble!...

Zezé sonrió, más animado, pero no contó a nadie lo que había pasado. Solo a su amiga Julita, que asintió con la cabeza afirmando:

- ¡Muy bien, Zezé! Yo sentí que había alguien a tu lado que estaba muy sucio. ¡Y tenía la certeza de que, ayudando al Espíritu, también te ayudaría!

- ¡No sé cómo agradecerte, Julita!

- Pues haz lo mismo con otras personas que estén necesitando de ayudaAhora, ¿vamos al salón? ¡Ya sonó la campana!...  

MEIMEI 

(Recebida em 06/03/2017, por Célia Xavier de Camargo.)        


  


 



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Revista Semanal de Divulgación Espirita