Zezé era un niño
simpático y conversador,
le gustaba jugar con sus
compañeros y estaba
siempre dispuesto a
ayudar, fuera quien
fuera.
Sin embargo, él tenía un
hábito muy negativo: ¡no
le gustaba bañarse!
¿Has visto a un niño que
no le gusta bañarse?
¡Seguramente pronto
estará todo sucio, tanto
el cuerpo como la ropa!
Por eso los niños del
colegio comenzaron a
alejarse de él. ¡Nadie
quería sentarse cerca de
Zezé porque despedía un
olor muy malo!
- Pero ¿qué puedo hacer?
¡No puedo entrar al baño
y bañarme! ¡Llego a
abrir la ducha, quitarme
la ropa, pero a la hora
de mojarme, no puedo!...
¡Parece que hay alguien
que no me deja que lo
haga!...
Un día, una de sus
compañeros, que le caía
bien y quería ayudarlo,
le aconsejó diciendo:
- ¡Zezé, me caes muy
bien y sé que es un buen
compañero! ¡Pero no
puedes quedarte
pareciendo un cerdo!...
¡Los demás no soportan
tu olor a suciedad!
¿Sabes lo que sería
bueno que hagas? ¡Antes
de dormir, haz una
oración y pide
ayuda a Jesús! ¡De
seguro Jesús te va
ayudar! ...
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Esa noche, Zezé entró en
el baño dispuesto a
bañarse. Se quitó la
ropa, los zapatos y
abrió el caño, de donde
salió ¡agua calientita y
deliciosa! Muy animado,
intentó entrar, pero no
pudo. Ante su fracaso,
Zezé se sentó en la
silla y lloró mucho.
¡No quería que lo
tomaran por alguien que
no le gustaba estar
limpio! Quería vencer
ese problema y lo
vencería.
Entonces, esa noche,
Zezé se acostó sin
bañarse, pero hizo una
oración a Jesús
implorando que lo
ayudara a vencer ese
problema.
Pronto se quedó dormido.
De repente, se vio en un
lugar donde había otra
persona, un hombre que,
también como él, no
estaba limpio.
Entonces,
Zezé
le preguntó:
- ¿A usted tampoco le
gusta bañarse?
- No. ¡Me gusta sentir
mi olor! ¡Hace mucho
tiempo sufrí por no
bañarme y ahora no
puedo! Estaba en un
lugar donde nadie se
bañaba, porque no había
agua limpia. Así acabé
acostumbrándome y ahora
¡no necesito bañarme
más!
- ¿Cómo se llama?
- Mi apellido es
Suciedad. Tomos me
llaman así.
- ¡Pero es importante
bañarnos, Suciedad! ¡Si
no, no va a haber quien
pueda quedarse cerca de
usted!...
- Después que Martita,
una joven que me
gustaba, se alejó de mí
debido a mi suciedad,
nunca más intenté
bañarme.
Solo logro
llorar
de tristeza.
- Haga una oración y
pida a Jesús que lo
ampare. ¡Usted es
alguien con buena
apariencia, pero lo que
lo estropea es la
suciedad! ¡Si cambia,
Martita se va a dar
cuenta y volverá a
conversar con usted!
Ahora necesito irme,
amigo.
Acuérdese de lo que le
dije. ¡Hable con
Jesús!...
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Zezé se levantó de su
cama sintiéndose muy
bien. Se acordó de
Suciedad e hizo una
oración para liberarse
de toda esa suciedad.
Como estaba amaneciendo,
Zezé se sintió tan bien
que tuvo ganas de
bañarse. Fue al baño y
se puso debajo de la
ducha. ¡Sin problemas!
El agua estaba
calientita. Se puso ropa
limpia y fue al colegio.
Todos se le acercaban y
decían:
- ¡Qué buen olor, Zezé!
¡Te ves increíble!...
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Zezé sonrió, más
animado, pero no contó a
nadie lo que había
pasado. Solo a su amiga
Julita, que asintió con
la cabeza afirmando:
- ¡Muy bien, Zezé! Yo
sentí que había alguien
a tu lado que estaba muy
sucio. ¡Y tenía la
certeza de que, ayudando
al Espíritu, también te
ayudaría!
- ¡No sé cómo
agradecerte, Julita!
- Pues haz lo mismo con
otras personas que estén
necesitando de
ayudaAhora, ¿vamos al
salón? ¡Ya sonó la
campana!...
MEIMEI
(Recebida em 06/03/2017,
por Célia Xavier de
Camargo.)
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