Transformación interior
y la perfección moral
Uno de los más graves
problemas de nuestra
evolución espiritual
consiste en cambiar
nuestro interior. Tal
cambio, propuesto por el
Espiritismo como nuestra
gran luchar moral, es
sin duda imprescindible
para que podamos
realmente educar. ¿Como
conseguimos que aquellos
a quien nos dirigimos
sientan que es posible
cambiar y perfeccionar
nuestra conducta, si
nosotros mismos nos
mostramos incapaces de
eso? Además de eso, si
no cambiamos nuestro
comportamiento, ¿cómo
podremos solicitar que
otros lo hagan? Nuestro
discurso carecerá de la
emoción necesaria a los
que pasan cosas en las
que creen y viven. Lo
que es peor es que sin
esa transformación de
nuestro interior
estaremos obrando a la
moda de los fariseos, de
forma hipócrita.
Esa hipocresía religiosa
fue la única que mereció
del Maestro Jesús una
censura muy firme y
decidida: “¡Ay de
vosotros, escribas y
fariseos hipócritas, que
a pretexto de largas
oraciones, devoráis las
casas de las viudas;
tendréis por eso un
juicio más riguroso! ¡Ay
de vosotros, escribas y
fariseos hipócritas, que
limpiáis por fuera el
cuerpo y el plato y que
estáis por dentro llenos
de rapiña e impureza!
Entonces, aproximándose
a él, sus discípulos le
dijeron: ¿Sabes que
oyendo lo que acabaste
de decir, los fariseos
se escandalizaron? Él
respondió: Toda planta
que mi Padre celestial
no plantó será
arrancada. Dejarlos; son
ciegos conductores de
ciegos; si un ciego guía
a otro ciego, caerán
ambos en el agujero”.
|
Allan Kardec
coloca en el
ítem “Maldición
contra los
fariseos”,
incluido en
La Génesis,
las siguientes
indagaciones muy
oportunas y
objetivas: ¿Sin
embargo sus
palabras habrán
llegado hasta
nosotros sin
mezcla y exentas
de malas
interpretaciones?
¿Todas las
sectas
cristianas
habrán cuidado
su espíritu?
¿Alguna no habrá
desviado el
verdadero
sentido, en
consecuencia de
los preconceptos
y de la
ignorancia de
las leyes de la
naturaleza?
¿Alguna no habrá
hecho de sí
misma un
instrumento de
dominación para
servir a las
ambiciones e
intereses
materiales, un
escalón no para
subir a los
cielos, sino
para elevarse
sobre la
Tierra?...
¿Todas ellas son
exentas de
la increpación
que él
dirigía a
los |
fariseos de su
tiempo?” |
|
Para que nuestra reforma
interior produzca
realmente transformación
moral, es preciso así,
que comprendamos de
forma menos deformada
posible las virtudes
cristianas. Un estudio
más detallado de la
moral cristiana nos
muestra que ella es
perfectamente
practicable. Jesús, no
lo habría enseñado,
ejemplificado, si fuese
imposible su práctica.
Vamos a intentar,
seguidamente, mostrar
cómo las virtudes
cristianas fueron y aun
son enseñadas por los
religiosos de las
diferentes iglesias de
modo a atender los
intereses de esas
Iglesias y de los
poderosos, no buscando
su verdadera esencia.
Decían y dicen aun esos
religiosos:
1º El hombre
espiritualizado no da
importancia a sus
necesidades materiales,
pone por encima de todo
las necesidades
espirituales. Para él la
ORACIÓN, EL AUXILIO AL
NECESITADO, LA
TOLERANCIA SIN LÍMITES,
EL TRABAJO SIN
CANSANCIO, LA FUGA DE
LAS DIVERSIONES Y EL
CUMPLIMIENTO DE LOS
DEBERES es lo que es
importante.
Enseña la Doctrina
Espírita:
El hombre
espiritualizado cuida de
la materia y del
espíritu, colocando las
necesidades materiales
en el mismo plano de las
de su espíritu y no
culpando al cuerpo por
los desmanes de su
espíritu. El cuerpo debe
ser cuidado, alimentado
convenientemente (con
una dieta sana, sin
exageraciones). Se debe
descansar de acuerdo con
cada constitución. El
límite del trabajo es el
de las fuerzas, enseña
El Libro de los
Espíritus en la Ley
del Trabajo.
Consideremos el
derecho de
nuestro
semejante igual
al nuestro
y no superior |
|
Decían y dicen aun esos
religiosos:
2º El hombre
espiritualizado
participa con dedicación
y persistencia de
oraciones, sesiones
espirituales y reuniones
de estudio de su
religión. En el caso de
los espíritas es preciso
oír siempre a los
espíritus en nuestras
necesidades para que nos
indiquen las soluciones
y nos protejan, dándonos
la necesaria cobertura
espiritual. Dar pases,
auxiliar la pobreza,
también indican
espiritualidad.
Enseña la Doctrina
Espírita:
El hombre
espiritualizado tiene
siempre presente,
estemos orando, en
sesiones o estudiando,
que la verdadera
adoración es la del
corazón que consiste en
hacer el BIEN Y EVITAR
EL MAL. No confunde la
caridad con la limosna,
y sabe que los hombres
se entenderán cuando
practiquen la LEY DE
JUSTICIA. Sabe que la
caridad es una actitud
delante de todos
(benevolencia:
“buena-voluntad”), una
forma de sentir delante
de la maldad humana
(indulgencia: entender y
dar el debido descuento
sabiendo que también
somos imperfectos), una
forma de obrar con los
que nos perjudican o nos
odian (perdón: disculpar
por comprender el límite
o el desequilibrio del
otro, sin replicar o
vengarse del mal
recibido).
El hombre
espiritualizado, no
busca orientación de los
espíritus para todas sus
necesidades. Sabe que
los espíritus lo
inspiran y orientan si
mantienen una conducta
digna. Cuando sea
posible dialogue con los
espíritus sabiendo que
son hermanos nuestros
cuya opinión vale tanto
como la de otro hombre
esclarecido. Compara las
enseñanzas de los
espíritus, concluye
cuando sea posible,
dentro de tu
comprensión.
Decían y aun dicen esos
religiosos:
3º La religión nos
enseña a RENUNCIAR a
nuestros derechos para
favorecer a los hijos,
madres, padres,
hermanos. Debemos ser
siempre DONADORES
amorosos que todo
hacemos por el
semejante, no
molestándolo y
trabajando por el. Hacer
sin quejas la parte del
otro si es necesario,
para dar el ejemplo de
desprendimiento y
elevación moral, sin
preocupación de que el
aparezca como el autor.
Amar al otro es
renunciar a sí mismo. Es
ser pedestal para la
gloria del otro.
Enseña la Doctrina
Espírita:
NADIE TIENE EL DERECHO
DE USAR A UN SER HUMANO
PARA ALCANZAR SUS FINES
PERSONALES. Muchas veces
utilizando cariño y
palabras dulces, somos
capaces, como arañas, de
enredar a nuestro
prójimo en nuestra tela
llevándolo a hacer lo
que es BUENO para
nosotros y no para el.
Consideremos el derecho
de nuestro semejante
IGUAL al nuestro y no
superior.
“Ama a tu prójimo como a
ti mismo”, no significa
“Ama a tu prójimo y
despreciate a ti mismo”.
Jesús nos amó y pidió
que nos amásemos como Él
nos amó. (“Amaos unos a
los otros como YO os
amé”). El luchó todo el
tiempo para esclarecer a
todos, para que hubiese
justicia y caridad. No
murió en la cruz para
salvarnos. Cada uno de
nosotros debe buscar su
“salvación”.
De nada sirve
sacrificarnos por
INDIVIDUOS egoístas y
orgullosos, distantes
del bien y del amor.
Ellos sólo aprenderán a
usarnos para sus fines,
a esclavizarnos a sus
caprichos. Jesús se
sacrificó por una causa,
por sus ideales, por el
bien de TODOS y no por
una u otra persona.
El hombre
espiritualizado no se
juzga un semidiós,
trabajando abusivamente
Es interesante observar
que modernamente la
Psicología enseña que
nosotros sólo ayudamos a
alguien cuando hacemos
a esa persona crecer. Si
la auxiliamos
materialmente, ese
auxilio debe promover la
independencia de esa
persona y no su eterna
dependencia nuestra.
Igual las personas
naturalmente
dependientes como los
niños, los ancianos
enfermos o portadores de
deficiencia grave, deben
ser incentivados a
crecer como personas y
ser cuando es posible
independientes
económicamente,
emocionalmente e
intelectualmente. Hijos
que no saben vivir lejos
de los padres, esposas
que no se desvinculan de
la posición de princesas
dependientes del
salvador, están lejos de
conquistar la libertad y
ser felices.
Decían y aun dicen esos
religiosos:
4º Debemos atender en
casa y en nuestro
servicio todas las
solicitudes de nuestros
superiores o de los que
conviven con nosotros.
Quien sirve es
espiritualizado. Servir
es la gloria del
cristiano. Las
humillaciones y las
injusticias deben ser
soportadas sin
murmuraciones que nos
harían perder el mérito
del trabajo. Además de
eso, no nos compete
juzgar, sólo Dios tiene
ese derecho.
Enseña la Doctrina
Espírita:
Debemos conocer nuestras
responsabilidades y
trabajar cumpliéndolas.
El auxilio que nos sea
posible realizar,
después de cumplir
nuestros deberes,
debemos hacerlo dentro
de nuestras fuerzas (sin
acarrear agotamiento).
El hombre
espiritualizado no se
juzga un semidiós,
trabajando abusivamente.
Expone humildemente sus
límites y necesidades,
solicitando auxilio, él
también. Procurando que
sea hecha la justicia,
condición primera para
la caridad, el hombre
espiritualizado busca
sus derechos, reconoce
las injusticias y sólo
las soporta cuando es
inevitable.
Decían y aun dicen esos
religiosos:
5º El hombre
espiritualizado respeta
a los más viejos y las
autoridades que Dios
destinó al comando del
mundo humano. Por eso
los atiende con mayor
amor y respeto,
trabajando sin cesar
para que reconozcan
nuestro esfuerzo y nos
llamen a compartir con
ellos su trabajo o nos
acepten en su medio.
Enseña la Doctrina
Espírita:
El hombre
espiritualizado RESPETA
A TODO SER HUMANO Y
TAMBIÉN A TODA LA VIDA
EN LA TIERRA. Animales,
vegetales, niños,
enfermos, jóvenes,
viejos, adultos, todos
merecen respeto. El
Espiritismo nos enseña a
respetar COMO
AUTORIDADES aquellos por
los cuales sintamos
DIFERENCIA NATURAL,
delante de su saber y
virtud. Las demás
personas debemos
respetar y amar, sin
reverencia por su
autoridad INSTITUCIONAL,
cosa sin valor real.
Decían y aun dicen esos
religiosos:
6º El hombre
espiritualizado no
critica, no responde a
argumentos polémicos, ni
se defiende. LA VERDAD
SE IMPONE POR SÍ SOLA.
Enseña la Doctrina
Espírita:
La crítica debe ser
hecha, especialmente
cuando envuelve
intereses de grupos que
pueden ser excluidos o
manipulados por personas
sin escrúpulos. La
verdad no se impone Por
sí sola. REPRIMIR EL MAL
ES LOABLE Y CONSTITUYE
EN CIERTAS OCASIONES UN
DEBER.
La humildad nos nivela,
nos muestra que todos
somos hermanos y debemos
auxiliarnos mutuamente
Decían y aun dicen tales
religiosos:
7º El hombre
espiritualizado es
humilde. No muestra lo
que hace, espera que los
otros reconozcan su
mérito. Atribuye a los
amigos y a los grupos
los trabajos que hace.
ES modesto, pues sabe
que nada somos.
Enseña la Doctrina
Espírita:
Ser humilde es saber
dónde somos capaces y
dónde no somos,
reconociendo nuestros
errores y sabiendo
nuestras capacidades y
cualidades. Ser humilde
es estar abierto a la
crítica, sabiendo que
todo lo que hacemos
puede ser mejorado. Ser
humilde es asumir lo que
hace y aceptar que nos
apunten los fallos y
virtudes. Ser humilde es
reconocer que nada
hacemos solos y
reconocer que sin el
otro nada podríamos. Ser
humilde es no asumir lo
que el otro hizo como
nuestro, apuntándolo
como el autor o
inspirador de nuestro
trabajo. El hombre
espiritualizado y
humilde conoce la gran
ley de la SOLIDARIDAD, y
siente que siempre puede
aprender con todos, aún
con los que inician la
jornada y en especial
con los que consideramos
ignorantes e inferiores.
Él es capaz de entender
a los hermanos de
jornada y respetar cada
uno de ellos dentro de
sus posibilidades
actuales.
El hombre humilde,
enseña el Espíritu de
Adolfo, sabe que sin la
humildad no podemos ser
cariñosos. La humildad
nos nivela, nos muestra
que todos somos hermanos
y debemos
auxiliarnos MUTUAMENTE
en el camino para el
BIEN. Sin que nos
sintamos así, nuestro
auxilio, nuestro
trabajo, serán siempre
“de arriba para bajo”,
llenos de orgullo, de
pretensión, de
“superioridad”, estemos
haciendo caridad
material o caridad
moral.
Decían y aun dicen tales
religiosos:
8º El hombre
espiritualizado está por
encima de las pasiones
terrenas. No se envuelve
con movimientos sociales
tipo huelga, marchas,
aún por causas justas.
Él aprende que lo que
está sufriendo es lo que
merece, y así NO
REIVINDICA MEJORÍAS en
su situación. Humilde,
acepta el auxilio de la
caridad sea ella
ostentosa o virtuosa.
Considera que el
cristiano debe dar el
ejemplo de resignación
delante de las
injusticias de la
sociedad. Los que son
malos solamente
despertarán para el
bien, por nuestra
sumisión a ellos y
nuestro ejemplo.
Entonces ellos nos
darán, por las buenas,
nuestros derechos. No
necesitaremos luchar por
ellos. Toda forma de
presionarlos es una
violencia incompatible
con las enseñanzas de
Jesús. Debemos hacernos
indispensables para los
malos, sirviéndolos con
humildad y dedicación.
Nuestro amor tocará sus
corazones empedernidos,
despertándolos para el
bien. Son ellos quienes
más necesitan de nuestra
caridad y nuestro amor.
Enseña la Doctrina
Espírita:
Los malos necesitan de
nuestro amor y de
nuestra caridad, NO DE
NUESTRA SUMISIÓN. No
debemos confundir
flaqueza con virtud. El
hombre virtuoso necesita
de gran coraje y muchas
veces pierde la propia
vida como Jesús, cuando
enfrenta la maldad e
intenta impedir su
marcha. Sin embargo, al
cristiano compete
defender el bien en
todas partes. La lucha
entre las fuerzas del
progreso y las del
estacionamiento,
descrita muy claramente
por los espíritus y por
Kardec, en el cap. XVIII
de La Gênese, exige de
nosotros una definición.
No fue por casualidad
que Jesús dije: “Ay de
los tibios...”
Allan Kardec nos
recomienda analizar las
causas que entretienen
el egoísmo y el orgullo
en los hombres e
instituciones sociales y
atacarlas conforme
nuestras fuerzas, poco a
poco, por partes, cuando
no sea posible atacar
todas a la vez.
Apoyar a los que erraron
y se muestren deseosos
de notar los errores es
deber nuestro
El hombre
espiritualizado sabe que
si la propia persona no
respetase y no exigiera
que los otros lo
respeten como ser
humano, no será
respetado. Jamás en la
historia de la humanidad
los que maltratan y son
orgullosos, vanidosos y
egoístas dieron derechos
a los que maltrataban.
No fue así con los
esclavos que se sometían
a todas las situaciones,
ni con la mujer, sobre
quien el hombre ejerció
un predominio injusto y
cruel, abusando de la
fuerza y creando
instituciones sociales
que mantenían y aún
mantienen esa
injusticia.
Decían y aun dicen esos
religiosos:
9º El hombre
espiritualizado no
precisa perdonar porque
OLVIDA. PERDONAR ES
OLVIDAR. Olvidar dando
nueva oportunidad al
ofensor, permitiendo que
a un mentiroso, a un
explotador, incluso
ladrón, a un egoísta, él
retome su lugar y sus
funciones junto a
nosotros, en nuestro
hogar, en el Centro
Espírita, creyendo en su
potencial de
regeneración y en
nuestra capacidad de
amar. Sólo perdonamos
cuando permitimos a la
persona retomar su
posición de antes, como
el hijo pródigo de la
parábola de Jesús.
Enseñan los espíritus:
OLVIDAR El MAL ES ESTAR
ABIERTO E INDEFENSO
DELANTE DE ÉL. El mérito
está en no odiar al
malvado, sino en
combatir el mal, sin
estar movido por el
odio. Apoyar a los que
erraron y se muestren
deseosos de REPARAR los
errores es nuestro deber
de cristianos. Sin
embargo debemos
AUXILIALOS a hacer lo
que necesitan y no HACER
POR ELLOS. Estaremos
impidiendo a las
personas a crecer, si no
las dejáramos ACTUAR por
sí mismas. Es eso lo que
nos enseña Kardec, en El
Cielo y el Infierno,
cuando nos habla de la
reparación. En El
Evangelio según el
Espiritismo, cap. XII,
ítem VII, los espíritus
explican que Jesús,
al
recomendar que diéramos
la otra mejilla,
condenaba la venganza,
imponer el “ojo por ojo,
diente por diente” de la
ley mosaica, pero no
prohibía la defensa.
Perdonar al enemigo es
no tener para con él
sentimientos de
venganza, odio, rencor.
No significa acoger a
quién sabemos querer
destruirnos, pues eso
sería “ofrecer
benévolamente el cuello
al asesino”.
El olvido es realmente
importante y los
espíritus se refieren a
“extender un velo sobre
el pasado,” lo que
significa que el hecho
continúa allá, no fue
eliminado de nuestra
memoria, no fue borrado,
pero puede ser OLVIDADO
SIN AMARGURA, SIN
REVUELTA, CON
COMPRENSIÓN. En otras
palabras, nosotros
realmente perdonamos
cuando conseguimos
olvidar algo del mal que
nos fue hecho, sin
emociones, sin lágrimas,
sin vivir nuevamente el
sufrimiento. Mientras
recuerdes nos haga
sufrir y llorar,
entristecer y quedar
ansiosos, así no
perdonamos. Lanzar un
velo sobre el pasado
significa poder olvidar
el recuerdo sin dolor,
con serenidad. Olvidando
la emoción que acompañó
la ofensa, recordando
con equilibrio, aunque
la persona que nos
ofendió esté equivocada
en la maldad,
conseguimos realmente
perdonar. Eso hará bien
a nosotros más que al
enemigo o al ofensor,
porque él aún pasará por
la necesidad de notar el
mal que nos hizo, para
que se sienta en paz y
sea realmente feliz,
reequilibrándose.
El sexo es energía
creadora y la relación
sexual constituye un
importante cambio de
energías
El olvido completo y
absoluto de las ofensas,
a que se refiere El
Evangelio según el
Espiritismo, es una
metáfora que debe ser
entendida con
equilibrio. Si olvidar
fuera borre de la
memoria, como algunas
personas consiguen hacer
por un mecanismo de
desequilibrio psíquico
llamado represión, no
necesitaría existir el
perdón, sólo olvido. Si
no nos fuera permitido
combatir el mal, no
tendríamos la afirmación
contenida en el capítulo
XII, relativa a la
necesidad de
defendernos, y El Libro
de los Espíritus no
disculparía al asesino
que actúa en legítima
defensa.
Decían y aun dicen esos
religiosos:
10º Ser espiritualizado
es ser BUENO y ser bueno
es servir al otro, sin
medir sacrificios.
Enseñan los espíritus:
Ser bueno es NO USAR Al
OTRO para mis fines
personales. Esos fines
pueden ser dinero,
posición, placer,
satisfacción sexual,
abrigo, seguridad,
afecto, protección,
sentirme superior por
ayudar etc.
SER USADO POR El OTRO NO
ES SERVIR.
Servir significa
trabajar POR El BIEN DE
TODOS con amor.
Cuando Jesús dijo:
“Aquel que quiera ser el
primero, sea el siervo
de todos” respondía a un
pedido sobre poder,
hecho por una madre
deseosa de tener los
hijos en los primeros
lugares en el Reino de
Jesús. Él quiso enseñar
que el poder verdadero
se expresa en servicios
para El bien de todos y
no en posiciones y
privilegios. El
sacrificio personal
tiene valor, cuando
ayuda al otro a crecer,
como ya dijimos, y eso
implica colocar LÍMITES
a su ACCIÓN
DESEQUILIBRADA.
Permitir al otro que nos
use para sus fines
personales es dejar de
lado nuestra dignidad
personal,
transformándonos en
OBJETO DE OTRA PERSONA.
Eso no nos ayuda y no
auxilia ni un poco al
otro.
Decían y aun dicen esos
religiosos:
11º El hombre
espiritualizado VENCE LA
TENTAÇÃO SEXUAL,
representada por el
deseo sexual y la
necesidad de tener
placer con un compañero.
Eso es animalesco y malo
y debe ser superado,
como resquicio de la
animalidad y de nuestro
pasaje por el reino
animal Aunque sea en
otras encarnaciones,
tendremos que superar el
sexo, las pasiones y
todos los instintos. Sin
embargo, sí en el
consiguiéramos vivir con
tal espiritualidad,
reconozcamos nuestra
inferioridad moral y
busquemos en el
casamiento una
satisfacción digna y
menos inferior.
Enseñan los espíritus:
El sexo es energía
creadora y la relación
sexual constituye un
importante cambio de
energías necesarias al
progreso espiritual.
André Luiz llama a ese
cambio como alimento
espiritual. El hombre
espiritualizado utiliza
el sexo con dignidad,
respetando al otro y
sabiéndose responsable
por los sentimientos que
despierta en él. Esos
apuntes de André Luiz,
alteran todo el enfoque
dado al sexo en la
historia del
Cristianismo, desde la
Antigüedad, favoreciendo
una verdadera revolución
en la comprensión y en
la utilización del sexo,
como instrumento de amor
entre un hombre y una
mujer.
|