Lo que
piensan los jóvenes
espíritas de Brasil
Un análisis de la
investigación publicada
en junio por la
revista IstoÉ al
respecto de la relación
de los jóvenes
brasileños con Dios, sus
creencias y no creencias
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Muchos compañeros, como
nuestros amigos
Francisco Rebouças y
Alamar Régis Carvalho,
quedaron indignados con
la investigación
divulgada por la revista
IstoÉ en su
edición 2016, fechada el
25 de junio último. El
reportaje, de la cual la
investigación forma
parte, habla sobre la
relación de los jóvenes
con Dios, sus creencias
y no creencias.
La investigación en foco
– como el lector puede
verificar al lado –
transmite realmente una
pésima visión de lo que
piensa la juventud
espírita brasileña sobre
varios asuntos.
Los compañeros arriba
mencionados no creen en
la investigación y
entienden que las
instituciones espíritas
que representan el
Movimiento Espírita en
Brasil deberían tomar
una posición y protestar
delante de los
responsables por la
publicación. No
comulgamos con ese
pensamiento, aunque
respetemos a ambos
amigos.
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Conforme los números
divulgados por
IstoÉ,
el 47% de los jóvenes
espíritas brasileños
apoyan la pena de muerte
y un 31% son favorables
a la legalización del
aborto, en fragante
contradicción, en los
dos casos, con lo que
nos enseña el
Espiritismo, que desde
la obra inaugural de la
Doctrina – “El Libre de
los Espíritus” – se
posicionó contrario a la
pena de muerte y al
aborto delincuente, con
una única condición:
cuando el aborto se hace
para salvar la vida de
la gestante puesta en
peligro con la
continuación del
embarazo.
La falta de estudio
doctrinario está en
la raíz del problema
En vez de protestar y
encontrar que la revista
procuró con tales
números denigrar a los
espíritas de Brasil,
sería bueno oír primero
a la juventud espírita.
Y fue lo que hicimos.
Una coordinadora de
grupos de jóvenes nos
dice que es alarmante
como nuestros jóvenes
espíritas no son
preparados en materia de
Espiritismo y, por no
estar preparados, pueden
perfectamente alinearse
de entre los que, en la
investigación, aparecen
apoyando el aborto y la
pena de muerte. Un hecho
demuestra, entre otras
cosas, que poco se viene
estudiando, con
seriedad, las juventudes
espíritas. Está claro
que hay excepciones,
pero estas sólo
confirman la regla.
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La falta de estudio
doctrinario, que debería
ser la principal función
de una Casa Espírita, es
que ciertamente está en
la raíz de lo que la
investigación demostró,
y eso es lo que debe
preocuparnos a todos,
periodistas, dirigentes,
coordinadores de
centros, sin atribuir a
terceros defectos que
existen en nuestro medio
y que, no obstante,
preferimos ignorar.
La convicción no se
transfiere; la
convicción se adquiere
Aprendemos a lo largo de
la vida, con un viejo
amigo que ahora se
encuentra en el mundo
espiritual, que sólo una
cosa prende a una
persona al Espiritismo:
la convicción. Y la
convicción, que no es
nada más que la fe
robusta, racional,
fundamentada, no se
transfiere por las leyes
de la heritariedad.
Valiéndonos aquí de lo
que Kardec escribió al
respecto de la fe, la
convicción no se enseña,
no se decreta, no se
impone. La convicción se
adquiere y es fruto de
la experiencia aliada al
estudio.
Una juventud que no lee
nada, que no profundice
en nada, que no toma en
serio la necesidad de la
auto-iluminación, irá
siempre – cuando sea
enfrentada por los
desafíos y problemas que
el mundo presenta – a
obrar como obran los
materialistas, que sólo
miran en el ser humano
el cuerpo físico e
ignoran que el hombre
tiene algo más que esa
vestimenta que la muerte
un día llevará para la
tumba.
No admira, pues, que los
que piensan así quieran
instituir la pena de
muerte y legalizar el
aborto, ya que ellos no
saben lo que hacen ni lo
que dicen. Es, no
obstante, lamentable
cuando tales propuestas
parten de alguien que,
delante del reportero,
tiene el coraje de
decirse espírita.
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