Ajustando
la conducta
Para
Kardec y para cualquier
espírita de buen
sentido, nosotros,
los encarnados, somos
los que debemos
actualizar,
profundizar y
perfeccionar la
codificación, en
aquello en que ella
necesita de cambios
Recientemente la revista
“Reformador” Nº 2150, de
mayo del 2008, publicó
la siguiente nota: Del
encuentro con el
Ministerio Público
Federal, en el Estado de
Bahía, y algunas
editoras espíritas, en
especial la FEB, en
virtud de una
representación dirigida
a ese órgano,
solicitándole cuidados
en el sentido de
prohibir la circulación
de las obras de Kardec
que contenían, en la
visión del demandante,
textos discriminatorios
o preconceptuales,
resultó la firma de un
Término de Ajustamiento
de Conducta. En esto las
editoras se comprometen
a incluir notas
explicatorias en los
libros en cuestión,
evitándose así cualquier
interpretación indebida
al respecto de los
textos citados.
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Los textos se
encuentran, sobre todo,
en el libro “Obras
Póstumas”: El
negro puede ser bello
para el negro, como un
gato es bello para un
gato; pero no es bello
en el sentido absoluto,
porque sus trazos
groseros, sus labios
gruesos acusan la
materialidad de los
instintos; pueden bien
expresar las pasiones
violentas, pero no
sabrían prestarse a las
trazos delicados de los
sentimientos y las
modulaciones de un
espíritu fino. Y
en la Revista Espírita
del año de 1862;
Así, como en la
organización física, los
negros serán siempre los
mismos; como Espíritus,
son incuestionables una
raza inferior, esto es
primitiva. Son
verdaderas niños a los
cuales muy poco se puede
enseñar.
Es una pena que tal
ajustamiento haya
demorado más de 150 años
y que su aplicación haya
sido obligada por la
justicia. Luego serán
más los científicos, o
mejor, cualquier alumno
del curso de ciencias de
la enseñanza
fundamental, que delante
de los errores
científicos contenidos
en la codificación
espírita podrán hacer lo
mismo y requerir otro
ajustamiento de
conducta, de esta hecha,
en obediencia a las
leyes y al avance
científico actual.
¿Habrá sido falta de
aviso? Ciertamente no.
Los primeros y mayores
de ellos partieron del
propio codificador:
Para asegurarse de la
unidad en el futuro, una
condición es
indispensable, es que
todas las partes del
conjunto de la Doctrina
sean determinadas con
precisión y claridad,
sin dejar nada ambiguo;
para eso hacemos de modo
que nuestros escritos no
puedan dar lugar a
ninguna interpretación
contradictoria, y
trataremos que eso sea
siempre así.
La
doctrina espírita no
debe quedar inmovilizada
bajo pena
de suicidarse
El codificador fue claro
y enfático al abordar el
asunto: El
carácter de la Doctrina
debe ser esencialmente
progresivo. Ella no debe
quedar inmovilizada bajo
pena de suicidarse. Si
una nueva ley es
descubierta, debe a ella
unirse; no debe cerrar
la puerta a ningún
progreso, asimilando
todas las ideas justas,
de cualquier orden que
sean, físicas o
metafísicas, no será
jamás desfasada, y ahí
está una de las
principales garantías de
su perpetuidad.
El programa de la
Doctrina no será, pues,
invariable sino sobre
los principios pasados
al estado de verdades
constatadas; para los
otros, no los admitirá,
como siempre hizo, sino
a título de hipótesis,
hasta su confirmación.
Si le fuera demostrado
que está en un error
sobre ese punto, se
modificará en ese punto.
Para Kardec y para
cualquier espírita de
buen sentido, nosotros,
los encarnados, debemos
actualizar, profundizar
y perfeccionar la
codificación, en aquello
en que ella necesita de
modificaciones, una vez
que aun es una doctrina
en construcción.
Lógicamente debemos
contar con el apoyo y la
inspiración de los
buenos Espíritus en
nuestras
investigaciones, pero
esperar de ellos
respuestas listas y
conclusivas sin el
esfuerzo exhaustivo de
la búsqueda, jamás.
¿Pero por qué algunos
espíritas consideran la
Doctrina una obra
pétrea, de la cual nada
se puede adicionar o
retirar? Porque se
olvidan de que el
Espiritismo es, sobre
todo, ciencia.
Para quien considera el
Espiritismo una
revelación
exclusivamente divina,
traída a los hombres a
través de Espíritus
superiores en 1857, nada
más lógico suponer que
la Doctrina es un
diamante ya entregado
pulido, o sea, una joya
lista y acabada. Si todo
cuanto fue dicho salió
directamente de la
boca de Dios, este
no podría haberse
engañado en ningún
aspecto. Pero para quien
considera que Kardec fue
co-autor, que una buena
mitad de lo que fue
escrito es fruto de sus
investigaciones,
condensadas,
remodeladas,
profundizadas y
perfeccionadas con su
propio razonamiento, el
enredo cambia de
escenario.
Para quien tiene la
lucidez de observar que
los mensajes vinieron de
médiums y estos se
pueden engañar,
introducir ideas suyas,
a nivel consciente o
inconsciente, dando así
otra interpretación a
los hechos, el panorama
se altera.
Para quien recuerda que
en aquella época no
había médiums educados
según las reglas
espiritistas, ya que aun
serían aglutinadas; que
la cesta del lápiz, de
escritura lenta y mal
elaborada, daba margen
para interpretaciones
equivocadas, la certeza
de una transmisión
mediúmnica sin
interferencias anímica
se despeja.
Para quien admite que la
Doctrina fue coordinada
bajo la orden de
Espíritus superiores,
pero interpreta
“superiores” con
relación a nosotros,
habitantes terrenos, y
no superiores en un
último grado, Espíritus
puros, la necesidad de
actualización parece
obvia.
Contribuyeron para la
elaboración de la
doctrina no
sólo Espíritus
superiores
Para quien se acuerda de
que Kardec Inició sus
estudios sobre las mesas
giratorias en 1855, y en
menos de dos años ya
lanzaba la primera
edición de “El Libro de
los Espíritus”, o sea,
admitiéndose que en este
periodo de tiempo es
imposible a cualquier
ser humano dominar
completamente un asunto
tan complejo como lo que
él investigaba, hay una
piedra en medio del
camino o un sin embargo
en medio del texto.
Voy más a fondo en este
tema. Contribuyeron para
la elaboración de la
idea espírita no sólo
Espíritus superiores,
sino también inferiores,
como consta en una de
sus importantes obras,
“El Cielo y el
Infierno”, poco leída e
investigada. Enclavada
en sus páginas como un
rubí en la cavidad de
una joya, se encuentra
una contundente
contribución de
testimonios de Espíritus
en condiciones medianas,
sufridores, suicidas,
criminales arrepentidos
y Espíritus endurecidos,
todos describiendo sus
condiciones
espirituales, utilizadas
como enseñanzas y
advertencias para los
aprendices de la
Doctrina.
Cuando notamos que el
Espiritismo, Doctrina de
excelencia comprobada es
más condensación,
ordenación, selección
que de revelación,
puesto que todo en el
reunido, ya existía
antes y había sido
revelado en otras
religiones y filosofías,
incluso entre los
iniciados pre-Jesús,
somos tocados por cierta
dosis de humildad.
La misma humildad que
Kardec aconsejaba en la
interpretación y en la
actualización de las
verdades, pues estas
se modifican a cada
paso. Algunas personas
pueden pensar que tengo
la pretensión, mediante
una actitud de orgullo y
prepotencia, de alterar,
modificar o rescribir el
“Libro de los
Espíritus”. Sólo quien
puede cambiar una obra
de un autor es él mismo.
Lo que quiero es que la
obra sea actualizada
científicamente a través
de notas a pie de
página, explicaciones en
anexos al final de la
obra, o como encuentren
más conveniente, con tal
que la actualicen.
Mí neurosis, como
llaman algunos, se debe
a errores científicos
presentados en la
codificación sin que
nadie diga: en la
época en que ella fue
escrita se pensaba así.
¡Hoy la ciencia probó
que es pasado!
Felizmente la sociedad
se anima a tener
reparos. Debemos este
gran favor al
demandante, que mucho
contribuyó para el
embellecimiento,
perfeccionamiento y
coherencia de la
Doctrina Espírita. Diría
que él hizo más por la
Doctrina que las
centenas que defienden
su estacionamiento bajo
el malogrado argumento
de mantener la pureza
doctrinaria.
En este caso, ¿quién fue
el defensor de la
pureza?
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