Elección de las pruebas
Presentamos en esta edición
el tema
nº
74
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones para debate
1. Pudiendo elegir una
prueba más suave, ¿por qué
muchos Espíritus optan por
pruebas penosas y difíciles?
2. ¿El modo de apreciar la
vida terrena se modifica con
nuestra desencarnación?
3. ¿Qué lleva a un Espíritu
a elegir una existencia
terrena más ardua y difícil?
4. ¿Hay ejemplos de opciones
semejantes hechas por los
encarnados?
5. ¿Algún cuidado específico
adoptan los Espíritus antes
de hacer la elección de las
pruebas?
Texto para la lectura
El Espíritu puede elegir una
prueba muy ruda
1. Bajo la influencia de las
ideas carnales, el hombre,
en la Tierra, sólo ve de las
pruebas el lado penoso. He
ahí la razón de porqué le
parece natural que sean
elegidas las pruebas que, de
su punto de vista, pueden
coexistir con los gozos
materiales.
2. En la vida espiritual,
sin embargo, compara esos
gozos fugaces y groseros con
la inalterable felicidad que
le es dada entrever, y desde
luego ninguna impresión más
le causan los sufrimientos
pasajeros terrenos.
3. Así, pues, el Espíritu
puede elegir una prueba
mucho más ruda y,
consiguientemente, una
angustiada existencia, en la
esperanza de alcanzar
deprisa un estado mejor,
como el enfermo decide
muchas veces el medicamento
más desagradable para
curarse de pronto.
4. Aquel que intenta unir su
nombre al descubrimiento de
un país desconocido no busca
trillar un camino florido.
Conoce los peligros a que se
arriesga, pero también sabe
que lo espera la gloria, si
logra buen éxito.
5. La doctrina de la
libertad que tenemos de
elegir nuestras existencias
y las pruebas que debemos
sufrir deja de parecer
singular, desde que se
entienda que los Espíritus,
una vez desprendido de la
materia, aprecian las cosas
de modo diverso de nuestra
manera de apreciarlas.
Divisan la meta, que es bien
diferente para ellos de los
gozos fugitivos del mundo.
La existencia terrena es
mera copia de la vida
espiritual
6. Después de cada
existencia, viene el paso
que dieron y comprenden lo
que aun les falta en pureza
para alcanzar la meta. De
ahí se somete
voluntariamente a todas las
vicisitudes de la vida
corpórea, solicitando las
que puedan hacer que la
alcancen más rápidamente.
7. No hay pues, motivo de
espanto en el hecho de que
el Espíritu no prefiera una
existencia más suave. No le
es posible, en el estado de
imperfección en que se
encuentra, gozar de una vida
libre de amarguras. Él sabe
de eso y, precisamente para
llegar a disfrutarla, es que
trata de mejorarse.
8. ¿No vemos, además, todos
los días ejemplos de tales
elecciones? ¿Qué hace al
hombre que pasa una parte de
su vida trabajando sin
tregua ni descanso, para
reunir haberes que le
aseguren el bien estar en la
vejez? El militar que se
ofrece para una peligrosa
misión, el navegante que
afronta no menos peligros,
por amor a la ciencia o en
su propio interés, ¿qué es
lo que hace, sino sujetarse
a pruebas voluntarias de las
que le vendrán honras y
provecho, si en ellas no
sucumbiera?
9. ¿A qué sacrificios no se
somete o se expone el hombre
movido por intereses
diversos?
¿Y los concursos? ¿No son
ellos también pruebas
voluntarias a que las
personas se sujetan con
vista a avanzar en la
carrera elegida? Nadie carga
cualquier posición en las
ciencias, en las artes, en
la industria, sino pasando
por la serie de posiciones
inferiores, que constituyen
igualmente otras tantas
pruebas.
10. La existencia terrena
es, pues, una copia de la
vida espiritual. En ella se
nos depara en un punto
pequeño todas las peripecias
de la otra. Ahora, si en la
existencia terrena muchas
veces escogemos duras
pruebas, buscando una
posición más elevada, ¿por
qué no habría el Espíritu –
que observa mucho más lejos
– de elegir una existencia
ardua y laboriosa, desde que
eso lo conduzca a la
felicidad eterna?
El encarnado es cual
viajante en la falda de la
montaña
11. Los que dicen preferir
haber nacido príncipes o
millonarios, se asemejan a
los miopes, que apenas ven
aquello que pueden tocar.
Son como el viajante que
atraviesa un profundo valle
sombrío por espesa bruma. Él
no logra abarcar con la
vista la extensión del
camino por donde va, ni sus
puntos extremos. Llegando,
no obstante, a la cumbre de
la montaña, abarcando con la
mirada cuanto recorrió del
camino y cuanto aun le resta
por recorrer. Divisa el
término, ve los obstáculos
que debe trasponer y combina
entonces los medios más
seguros de alcanzarlo.
12. El Espíritu encarnado es
cual viajante en la base de
la montaña. Desenredado de
los hilos corpóreos, su
visión todo domina, como
aquel que subió a la cumbre
de la montaña. Para el
viajante, en el término de
su jornada está el reposo
después de la fatiga; para
el Espíritu, está la
felicidad suprema, después
de las tribulaciones y las
pruebas.
13. Dicen los Espíritus que,
en la erraticidad, ellos se
aplican a investigar,
estudiar, observar, para
hacer su elección. ¿No se
ofrece, en la vida corpórea,
un ejemplo de ese hecho? ¿No
llevamos, frecuentemente,
años procurando la carrera
por la cual al final nos
decidimos, seguros de ser la
más apropiada para facilitar
el camino de la vida?
14. Si en un intento nuestro
se malogra, recurrimos a
otra. Cada una de las que
abrazamos representa una
fase, un periodo de la vida.
¿No nos ocupamos cada día en
meditar qué haremos al día
siguiente? Ahora, ¿qué son
para el Espíritu las
diversas existencias
corporales, si no fases,
periodos, días de su vida de
Espíritu? Y fases –
entendamos bien –
transitorias, pasajeras, por
cuanto la vida espiritual es
la que es la vida normal,
porque a fin de cuentas,
somos Espíritus y no un
motón de huesos y músculos.
Respuestas a las cuestiones
propuestas
1. Pudiendo elegir una
prueba más suave, ¿por qué
muchos Espíritus optan por
pruebas penosas y difíciles?
R.: Bajo la influencia de
las ideas carnales, el
hombre sólo ve de las
pruebas el lado penoso. He
ahí la razón de porqué le
parece natural sean elegidas
las pruebas que, de su punto
de vista, pueden coexistir
con los gozos materiales. En
la vida espiritual, sin
embargo, él compara esos
gozos fugaces y groseros con
la inalterable felicidad que
le es dado entrever, y desde
luego ninguna impresión ruda
y, consecuentemente, una
angustiada existencia, en la
esperanza de alcanzar
deprisa un estado mejor,
como el enfermo elige muchas
veces el medicamento más
desagradable para curarse de
pronto.
2. ¿El modo de apreciar la
vida terrena se modifica con
nuestra desencarnación?
R.: Sí. Los Espíritus, una
vez desprendidos de la
materia, aprecian las cosas
de modo diverso de nuestra
manera de apreciarlas, ya
que divisan la meta a
alcanzar, que bien diferente
es para ellos de los gozos
transitorios del mundo.
3. ¿Qué lleva a un Espíritu
a elegir una existencia
terrena más ardua y difícil?
R.: Como no le es posible,
en el estado de imperfección
en que se encuentra,
disfrutar de una vida vacía
de amarguras, él trata de
mejorarse, con el propósito
de poder un día disfrutar
una condición más suave. He
ahí el porqué acepta,
entonces, las pruebas que le
permitan alcanzar tal
objetivo.
4. ¿Hay ejemplos de opciones
semejantes hechas por los
encarnados?
R.: Sí.
El hombre que pasa una parte
de su vida trabajando sin
tregua ni descanso, para
reunir haberes que le
aseguren el bien estar en la
vejez; el militar que se
ofrece para una peligrosa
misión; el navegante que
afronta no menores peligros,
por amor a la ciencia o en
su propio interés – he ahí
ejemplos de personas que se
someten a sacrificios para
poder progresar en el camino
de la vida.
5. ¿Algún cuidado específico
adoptan los Espíritus antes
de hacer la elección de las
pruebas?
R.: Sí. Dicen los Espíritus
que, en la erraticidad,
ellos se aplican a
investigar, estudiar,
observar, para hacer la
elección de las pruebas que
deban soportar en la
existencia corpórea.
Bibliografia:
El Libro de
los Espíritus,
de Allan
Kardec, itens 258, 259 e
266.
Los
Mensajeros,
de André
Luiz, obra psicografada por
Chico Xavier, pp. 41 a 71.