Carne:¿comer o no comer
carne? He ahí la
cuestión
Delante de ese dilema,
es fundamental una
actitud de
conciencia espírita,
pero también de buen
sentido,
sin extremismos y
fanatismo, conforme la
orientación segura de
Emmanuel
Uno de los temas más
polémicos debatidos por
el movimiento espírita
habla al respecto de la
cuestión de la
alimentación carnívora.
A final de cuentas, ¡¿el
Espiritismo está contra
o a favor de la
utilización de la carne
como alimento?!
La cuestión es compleja
y pide sustanciosos pre-requisitos
doctrinarios. Los compañeros que defienden
el |
|
consumo de carne se
basan
fundamentalmente en
“El Libro de los
Espíritus”, sobre
todo en las
preguntas 722 y 723.
De hecho, en
conformidad con la
traducción del
profesor J. Herculano Pires,
estas cuestiones
registran el siguiente
“diálogo” entre Allan
Kardec y la Falange del
Espíritu de Verdad: |
“722. ¿La abstención de
ciertos alimentos,
prescrita entre diversos
pueblos, se funda en la
razón?
R. Todo aquello de que
el hombre se pueda
alimentar, sin perjuicio
para su salud, es
permitido...”.
“723. ¿La alimentación
animal, para el hombre,
es contraria a la ley
natural?
R. En vuestra
constitución física, la
carne nutre a la carne,
pues de lo contrario el
hombre perece. La ley de
conservación impone al
hombre el deber de
conservar sus energías y
su salud para poder
cumplir la ley del
trabajo. El debe
alimentarse, por tanto,
según lo exige su
organización.”
Mientras, al contrario
de los apuntes más
sutiles mencionados en
“El Libro de los
Espíritus”, Emmanuel en
“El Consolador” presenta
una opinión bien
categórica cuando aborda
el tema en la Pregunta
129:
“129. ¿Es un error que
se alimente el hombre
con la carne de los
irracionales?
R. La ingestión de las
vísceras de los animales
es un error de enormes
consecuencias, de lo
cual derivan numerosos
vicios de la nutrición
humana. Es de lamentar
semejante situación,
incluso, porque si el
estado de materialidad
de la criatura exige la
cooperación de
determinadas vitaminas,
esos valores nutritivos
pueden ser encontrados
en los productos de
origen vegetal, sin la
necesidad absoluta de
los mataderos y
frigoríficos.
Tenemos que considerar,
sin embargo, la máquina
económica del interés y
de la armonía colectiva,
en la cual tantos
obreros fabrican su pan
cotidiano. Sus piezas no
pueden ser destituidas
de un día para el otro,
sin peligros graves.
Consolemosno con la
visión del porvenir,
siendo justo trabajemos,
dedicadamente,
por el advenimiento de
los tiempos nuevos en
que los hombres
terrestres podrán
dispensar de la
alimentación los
despojos sangrientos de
sus hermanos
inferiores.”
Por lo tanto, Emmanuel
afirma perentoriamente
que “la ingestión de las
vísceras de los animales
es un error de enormes
consecuencias”, pero
admite que en aquel
momento histórico en que
la obra “El Consolador
vio la luz (prefacio de
8 de marzo de 1940) no
sería aconsejable y
tampoco posible, en
función de motivos
socio-económicos y de
las propias condiciones
muy arraigadas, un
cambio brusco de hábito
alimenticio.
Muchos podrán argumentar
que el propio Emmanuel
recomendó a Chico Xavier
que entre las opiniones
de él y aquellas de
Allan Kardec y de la
codificación, que él
escogiera la base
doctrinaria del
Espiritismo. Sin
embargo, la problemática
en cuestión no es tan
trivial. Realmente,
Emmanuel no está solo en
este posicionamiento.
La frase “La carne nutre
la carne” es una
sentencia interesante
André Luiz en “Los
Mensajeros” (Capítulo
41, titulado “Entre
Árboles” y Capítulo 42,
denominado “Evangelio en
el Ambiente Rural”) y
“Misioneros de la Luz”
(Capítulo 11, titulado
“Intercesión”), así como
Humberto de Campos en
varias de sus obras
dejan evidentes sus
posiciones contrarios al
uso de la carne como
recurso alimentario.
Para esos autores, el
individuo consciente
espiritualmente debería,
como mínimo, disminuir
el consumo de carne. Es
interesante recordar que
“Misioneros de la Luz”
es considerado uno de
los 10 libros más
importantes espíritas
del siglo XX, en una
investigación
recientemente divulgada
que consideró la opinión
de exponentes del
movimiento doctrinario
contemporáneo.
En principio, nosotros
tendríamos una confusión
doctrinaria, una vez que
el criterio kardecista
de la “Universalidad de
la Enseñanza de los
Espíritus” nos enseña
que los Espíritus
evolucionados, con
misión de relieve en la
iluminación espiritual
de las criaturas,
transmitan sus
informaciones a través
de médiums
indiscutiblemente
elevados moralmente y
preparados para el
mediunato, como es el
caso en juicio, no
podrían jamás divergir
tan drásticamente en
cuestiones objetivas y
relevantes como, por
ejemplo, el consumo
alimenticio de la carne.
Pero, el asunto es
delicado y cualquier
abordaje superficial
puede generar graves
equívocos en la búsqueda
por la Verdad.
Analicemos, de entrada,
las cuestiones súper
citadas de “El Libro de
los Espíritus”. La
famosa frase “La carne
nutre la carne” (L.Y.
723) es una sentencia
interesante, sin embargo
poco explícita en cuánto
al sentido moral de la
problemática en
cuestión. Realmente esa
respuesta aparentemente
“simplista” enunciada
por la “Falange del
Espíritu de Verdad” está
enfocada,
principalmente, en el
problema nutricional de
la ingestión carnívora y
no en la temática moral,
que es el grande tópico
de la discusión
doctrinaria. En otras
palabras, nosotros
podríamos deducir que la
cuestión formulada en
las entrelíneas por
Allan Kardec dice
respeto mucho más el
aspecto moral del acto
de matar animales para
comer sus vísceras de lo
que a los factores
positivos y negativos
que la carne
representaría para el
ser humano bajo el punto
de vista nutricional.
De esta forma, al
estudiar ese intrincado
tópico, tenemos que
admitir dos hipótesis. O
el hambre en el mundo es
tan grande que, en estas
condiciones,
justificaría la
alimentación carnívora
como un mal menor o los
Espíritus,
inteligentemente, no
hallaron conveniente
suministrar una
respuesta definitiva a
esa cuestión en un
momento histórico en que
ciertamente el ser
humano no estaba
preparado para una
orientación contra el
hábito carnívoro.
Aparentemente, esos dos
factores deben haber
pesado para que los
Espíritus se abstuvieran
de mayores explicaciones
en cuánto a ese tópico.
Realmente, la pregunta
anterior de “El Libro de
los Espíritus” (L.Y.
722) es bastante
interesante en función
de su sutileza y también
debe ser considerada en
el presente análisis,
pues los “Espíritus de
la Codificación”
responden que “Todo
aquello de que el hombre
se pueda alimentar, sin
perjuicio para su salud,
es permitido...”.
La obesidad tiene en las
grasas de origen animal
una
de sus principales
causas
Ahora, con los actuales
conocimientos oriundos
de serias
investigaciones
desarrolladas por
médicos, nutricionistas
y profesionales de
varias áreas
interdisciplinarias,
está bien establecido
que la alimentación
carnívora, especialmente
tratándose de carne roja
(carne de mamíferos), ha
sido considerado uno de
los principales factores
responsables por un
número incontable de
dolencias y muertes,
destacándose ahí las
enfermedades
cardiovasculares y
cerebrovasculares y
diversos tipos de
cáncer, tales como el
cáncer de intestino. Eso
sin mencionar la
obesidad, muchas veces
mórbida, que se volvió
un gravísimo problema de
salud pública en todo el
mundo. De hecho, la
obesidad tiene en las
grasas de origen animal
uno de sus principales
factores causales.
Siendo así, a la luz de
los nuevos conocimientos
de la ciencia, la carne
no es tan saludable como
podrían suponer las
generaciones anteriores.
Luego, si la carne no es
algo tan saludable,
paradigma que se mantuvo
durante mucho tiempo,
pero que no sería tan
correcto así, la
comprensión de la
respuesta “Todo aquello
de lo que el hombre se
pueda alimentar, sin
perjuicio para su salud,
está permitido…” sería
completamente
diferenciada. A título
de ilustración es
interesante recordar que
algunas generaciones
pasadas consideraban al
individuo gordo,
especialmente en la fase
infantil, a alguien
“fuerte”, saludable y la
persona delgada, un
ciudadano flaco y
necesariamente
desnutrido. En la década
de los 80 fue famosa la
canción infantil, cuyo
refrán era “¡Comer,
comer!
¡Comer, comer! ¡Es lo
mejor para poder crecer!”.
Ahora, habiendo visto
los niveles alarmantes
de la llamada “obesidad
infantil”, a la luz de
los nuevos conocimientos
científicos, nosotros
podemos afirmar que, en
los días actuales, tal
música sería científica
y políticamente
incorrecta, ¡como
mínimo!
En este contexto, es
fundamental citar un
texto
extraordinariamente
claro y objetivo grabado
en la Revista Espírita (Revue
Spirite) de diciembre de
1863. Además, este
artículo es exactamente
el último texto de la
referida publicación en
el mes de diciembre del
año de 1863. Este
mensaje es titulado
“Sobre la alimentación
del hombre”, siendo
“firmada” por el
espíritu Lamennais que,
como nosotros sabemos,
desempeñó una función
relevante en la
codificación,
contribuyendo con varios
mensajes en la
Codificación. En ella
nos encontramos un
párrafo que el referido
Mentor afirma: “Los
temperamentos
naturalmente bastante
fuertes para vivir como
los anacoretas hacen
bien, porque el olvido
de la carne conduce más
fácilmente a la
meditación y a la
oración. Pero para vivir
así, sería preciso
generalmente una
naturaleza más
espiritualizada que la
vuestra…”.
Ahora, este texto tiene,
obviamente, el sello de
Allan Kardec. Por tanto,
el “Codificador” estaba
seguro de la opinión de
los Mentores, pero
ciertamente aquel que
fue llamado por Camilla
Flammarion como “El Buen
sentido encarnado”, no
ignoraba que,
definitivamente, 1863 no
representaba un momento
adecuado para una
discusión más efusiva
sobre ese asunto, bajo
pena de ser la
divulgación doctrinaria
como un todo ser
comprometida por el
ridículo a través de los
ataques de los muchos
adversarios del
movimiento naciente.
Vale recordar que la
primera edición de “El
Libro de los Espíritus”
(L.E.) antecede a los
trabajos revolucionarios
de Charles Darwin y
Alfred Russel Wallace
sobre la evolución de
las especies y la
selección natural.
Realmente, “El Origen de
las Especies” fue
duramente combatido por
la ortodoxia religiosa
de la época,
interpretando
literalmente el “Viejo
Testamento”, no admitía
ningún tipo de
“parentesco” entre el
hombre y los animales,
ignorando que todos los
seres son sensibles, y
no sólo el ser humano,
“fueron creados a la
imagen y semejanza de
Dios”. Así pues,
“abrazar esa bandera
ideológica” antes del
momento histórico
apropiado, en que el
Espíritu humano
estuviera preparado para
esas verdades divinas,
sería condenar los
libros espíritas a
numerosos episodios
semejantes al famoso
“Auto-de-fe de
Barcelona”.
Cada inteligencia, dice
Clarencio, sólo recibe
de la verdad la porción
que puede retener
Además de eso, a título
de ilustración vale
registrar que la
publicación de la
primera edición de “El
Libro de los Espíritus”
(L.E.) ocurrió 31 años
antes de la abolición de
la esclavitud en Brasil
¡(El Corazón del Mundo y
la Patria del
Evangelio)! Si
recordamos el Holocausto
efectuado por los Nazis
en el inicio de la
década de los 40, del
más reciente régimen
denominado “Apartheid”
en Sudáfrica o aún de
los problemas raciales
norteamericanos, sobre
todo en la década de los
60, pero que permanecen
hasta hoy, sería el caso
de preguntarse: ¡¿El ser
humano que hasta hoy
discrimina y, a veces,
esclaviza y tortura al
propio ser humano
aceptaría un mensaje de
fraternidad que
incluyera nuestros
hermanos animales hace
151 años atrás?!
¡Infelizmente, la
respuesta es no! ¡Y,
obviamente, la “Falange
del Espíritu de la
Verdad” sabía de esa
realidad!
Importante acordar que
la propia L.Y. afirma
que “luz demasiado
ofusca en vez de
iluminar”. El propio “El
Libro de los Médiums” (L.M.)
explica que muchas veces
los Espíritus superiores
intentan rodear nuestros
prejuicios para
suministrarnos
informaciones válidas a
nuestra evolución. Eso
queda evidente, por
ejemplo, cuando André
Luiz, en la compañía de
Hilario y del Ministro
Clarencio, encuentra una
monja en el capítulo 34
titulado “En Tarea de
Socorro”, de la obra
“Entre la Tierra y el
Cielo”. André Luiz e
Hilario se sorprendieron
por el hecho de que ella
continúe siendo católica
en el mundo espiritual y
el Ministro Clarencio
esclarece que “cada
inteligencia sólo recibe
de la verdad la porción
que puede retener”.
Luego, una vez más, nos
es enseñado que no hay
violencia en el proceso
educacional de la
evolución del espíritu
inmortal y lo que vale
para los individuos,
vale para las
colectividades. Si la
llamada “verdad” fuera
más perturbadora que
“liberadora”, los
mentores sabios y
amorosos prefieren
esperar que maduremos un
poco más, antes de
suministrarnos
informaciones
adicionales. El propio
Jesús “prometió el
Consolador”,
justificando que tenía
mucho más para decir,
pero que, en aquella
ocasión “nosotros no
podíamos soportar” más
informaciones.
Este estudio nos
recuerda que la
“Codificación” no dice
la primera y ni la
última palabra. De
hecho, la “Doctrina
Espírita” comienza con
“El Libro de los
Espíritus”, pero,
obviamente, no termina
con él. El Espiritismo
evoluciona y Kardec fue
el primero en defender
esa actitud de crítica y
auto-crítica por parte
de los espíritas para
una verdadera búsqueda
por el conocimiento de
las Leyes de Dios.
Además, los Espíritus
Superiores no podrían
contradecir en la
Revista Espírita, que no
deja de ser parte
integrante de la
Codificación, conforme
nos enseña Divaldo
Pereira Franco. El
problema de la carne
demuestra elocuentemente
nuestra imperiosa
necesidad de estudiar
“El Libro de los
Espíritus”, lo que es
bien diferente que sólo
decorar sus preguntas
sin un mayor análisis.
Obras notables como “La
Evolución Anímica” de
Gabriel Delanne,
“Génesis del Alma” de
Cairbar Schutel, “El
problema del Ser, del
Destino y del Dolor” de
León Denis, “Evolución
en Dos Mundos” de André
Luiz, entre otros, no
dejan margen para dudas
en lo que se refiere a
la necesidad del
sentimiento de
fraternidad que debe
incluir también a los
animales, una vez que
ellos son nuestros
“hermanos pequeños”. Más
allá de esas
monumentales obras, no
podemos olvidarnos de la
extraordinaria obra de
la Profesora Irvênia
Prada “La Cuestión
Espiritual de los
Animales”, profundamente
fundamentada en la obra
de Allan Kardec.
Realmente, estos
ilustres autores
espíritas de manera
ninguna están en
oposición al “Libro de
los Espíritus” que
presenta la bellísima y
contundente enseñaza:
“El átomo será ángel,
así como el ángel ya fue
átomo”.
El consumo de carne, en
vez de disminuir,
aumenta
el hambre en el mundo
Importa, igualmente
citar la contribución
del filósofo y
ecologista australiano
Peter Singe, que a pesar
de ser materialista,
afirma que así como hoy
nos avergonzamos de los
siglos y siglos de
racismo y esclavitud
humana, llegará el día
en que tendremos
remordimiento por
nuestras actitudes
típicas de un “Especismo”,
esto es, una
discriminación no más de
raza, sino de especie.
Singer afirma que
maltratar a los animales
bajo el subterfugio de
ser la mayor
inteligencia sería una
forma de indirectamente
justificar asesinatos de
niños y adultos con
problemas mentales, que
fue un comportamiento
ultrajante desarrollado
por los nazis a finales
de la primera mitad del
siglo XX.
Además de eso, Peter
Singer, así como un
número incontable de
investigadores y
ecologistas han apuntado
la creación de animales
para la matanza,
principalmente los
bovinos, como una de las
actividades de mayor
impacto ambiental,
destruyendo bosques,
disminuyendo la
fertilidad del suelo,
liberando gas metano (lo
que contribuye para el
aumento del efecto
estufa) y consumiendo
una cantidad altísima de
recursos vegetales (por
media, para que un buey
genere un kilo de carne
el debe consumir 10
kilos de vegetales, lo
que demuestra que el
consumo de carne,
especialmente roja, en
vez de disminuir,
aumenta el hambre en el
mundo). Estas
informaciones son
extremadamente
sugestivas si recordamos
que las famosas
Preguntas 722 y 723 del
L.E., están incluidas en
el capítulo titulado
“Ley de Conservación”,
¡lo que claramente
incluye la necesidad de
conservación del
planeta, que proporciona
la vida de los cuerpos
físicos! Además, vale la
reflexión: Si hasta un
autor materialista tiene
tan gran consideración
por los animales, ¡¿cómo
debería ser la actitud
de los discípulos de
Jesús, vinculados al
“Consolador” prometido
por el maestro?!
Muchos espíritas que
comen carne defienden
ese hábito simplemente
para desarrollar un
falso intento de
justificarse delante de
la sociedad y,
principalmente, frente a
la propia conciencia,
pues no consiguen dejar
de practicar tal
actitud. Ahora, esa
postura no corresponde
de manera ninguna la
actitud de conciencia
espírita, fundamentada
en la fe razonada. Sería
lo mismo que un asesino
que se considerase
cristiano comenzase a
predicar el asesinato
como una nueva
“interpretación”
evangélica solamente
para justificar su
procedimiento. ¡¿Un
médico que fume o beba
va a enseñar que tal
hábito es bueno para la
salud?! ¡¿Una madre que
cometió un aborto va a
predicar que eso es
cierto según el
Evangelio y el
Espiritismo para
intentar inútilmente
engañarse?! ¡La
concienciación de lo
cierto y de lo
equivocado es el primer
paso, el arrepentimiento
viene enseguida y una
actitud dinámica de
amor, “que cubre la
multitud de pecados”, es
la postura que se espera
de aquel que “conoció la
Verdad para que la
Verdad lo libere” de los
errores!
Resta, entonces, saber:
¡¿Qué hacer?!
Es fundamental una
actitud de conciencia
espírita, pero también
de buen sentido, sin
extremismos y
fanatismos, conforme la
orientación segura de
Emmanuel en “El
Consolador”. “Conocer la
Verdad” es el primer
paso para que ella “nos
libere” de equívocos
arraigados en siglos de
actitudes viciosas.
Todavía, esa
“liberación” requiere
tiempo, paciencia,
disciplina y una
condición lenta y
gradual. Siendo así,
nuestra propuesta
debería ser, al
principio, disminuir el
consumo de carne,
planeando con educación
y trabajo un futuro, tal
vez próximo, en que
trataremos a nuestros
hermanitos conforme
Jesús nos recomienda, o
sea, con amor.
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