 |
Albino era un niño que
nunca terminaba lo que
había comenzado a hacer.
Dejaba todo por la
mitad.
¡Era un horror! Por la
mañana iba a cepillarse
los dientes y dejaba la
pasta dental sin tapar.
Salía del baño y el
grifo de la ducha
quedaba goteando. A la
hora de vestirse, abría
la puerta del armario o
un cajón, y no lo
cerraba. Abría la
galería para coger
alguna cosa y dejaba la
puerta abierta. Se
sentaba para hacer los
deberes de la escuela y
olvidaba los libros y
cuadernos encima de la
mesa.
|
Así, sus ropas estaban
siempre desarregladas,
los juguetes fuera de su
sitio, los patines en
medio de la sala, la
pasta dental sin tapón y
así siempre.
La madre intentaba
enseñarlo a ser más
ordenado, colocando cada
cosa en su lugar, ¡pero
nada! Albino continuaba
del mismo modo. Su
respuesta era siempre la
misma.
-- X¡¡¡¡, lo olvidé!
Un día la madre de
Albino decidió darle una
lección.
Después pronto, cuando
el niño fue a vestirse
el uniforme para ir a la
escuela vio que estaba
arrugado. Él se quejó:
-- ¡Mamaaaá!... ¡Mira
como está mi uniforme!
¡Todo arrugado!
La madre respondió:
-- ¡Olvidé de
plancharlo! Tú vas a
tener que ir con el así
mismo, hijo mío.
Y allá se fue Albino con
la ropa arrugada para la
escuela.
Más tarde, cuando él
volvió, se sentó para
comer. ¡Estaba con mucha
hambre!
Al abrir la cazuela de
arroz para servirse, vio
que estaba aun llena de
agua y los granos duros.
-- ¡Mamá! ¿Qué pasó? ¡El
arroz está horrible!
Y la madre respondió,
fingiendo sorpresa:
-- ¡¡¡¡¡! Olvidé de
encender el fuego!
Espera un poco, hijo
mío, que voy a acabar de
preparar el arroz.
Y así fue el resto del
día. La cama estaba
arreglada por la mitad,
el baño todo mojado, la
tarta medio cruda, y
hasta la ropa sucia
Albino la encontró en el
armario.
La respuesta era siempre la misma. La
|
 |
madre decía que
se había
olvidado.
Al final del día, no
aguantó más, Albino se
quejó: |
-- ¿Qué ocurrió hoy,
mamá? La casa esta patas
arriba, y tú estás muy
desmemoriada. ¡Así no
es!
Al oír la queja del
hijo, la señora
respondió:
-- ¡No sé de que te
quejas tú, Albino! ¡Hice
exactamente lo que tú
haces todos los días!
Olvidas lo que estás
haciendo y lo dejas todo
por la mitad.
Comprendiendo que la
madre tenía razón,
Albino aceptó la lección
y se prometió a sí mismo
tener más cuidado con
sus actitudes de ahí en
delante.
¡Reconoció cuanta
paciencia tuvo su
familia con él durante
todo el tiempo, cuando
él no conseguía aguantar
aquella situación un
solo día!
A partir de esa fecha,
Albino se volvió un niño
más atento y organizado,
con sus propias cosas y
con las cosas de la
casa, de uso de toda la
familia.
Tía Célia
|