Preludio de la vuelta del
Espíritu a la vida corporal
Presentamos en esta edición
el tema
nº
84
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿Cuando se inicia la
unión del alma con el
cuerpo?
2. ¿Cuál es el hecho, en el
periodo que va de la
concepción al nacimiento,
que determina el olvido del
pasado?
3. Hay Espíritus que asisten
al propio velatorio. ¿Puede
algún Espíritu presenciar el
propio nacimiento?
4. ¿En el preludio de la
reencarnación ocurre para el
reencarnante alguna especie
de sufrimiento?
5. Enseña el Espiritismo que
no existen, por regla, dos
procesos reencarnatorios
iguales. ¿Qué factores
intervienen en esos
momentos?
Texto para la
lectura
La unión del alma con el
cuerpo comienza en la
concepción
1. Las encarnaciones y
desencarnaciones son fases
importantes y necesarias,
que se alternan por una
inmensidad de veces en la
escalada evolutiva del
Espíritu. Del mismo modo
que, para el Espíritu, la
muerte del cuerpo físico es
una especie de renacimiento,
la reencarnación es una
especie de muerte, diciendo
mejor, de exilio, de
clausura. El deja el mundo
de los Espíritus por el
mundo corporal, como el
hombre deja este mundo por
aquel.
2. La unión del alma con el
cuerpo, enseña el
Espiritismo, tiene inicio en
la concepción, pero sólo se
completa en el nacimiento.
El cuerpo fluídico es el que
une el Espíritu al germen.
Esa unión se va densificando
y se vuelve más íntima, de
momento a momento, hasta que
se completa cuando el bebé
ve la luz.
3. En el periodo irregular,
de la concepción al
nacimiento, la acción de la
fuerza vital hace que
disminuya el movimiento
vibratorio del periespíritu,
hasta el momento en que, no
alcanzando lo mínimo
perceptible, el Espíritu
queda casi totalmente
inconsciente. Es de esa
disminución de amplitud del
movimiento fluídico, dice
Gabriel Delanne, que resulta
el olvido.
4. Cuando el Espíritu va a
encarnar en un cuerpo humano
en vía de formación, un lazo
fluídico, que no es ya más
una expansión de su
periespíritu, al unir al
germen, que lo atrae por una
fuerza irresistible desde el
instante de la concepción. A
medida que el germen se
desarrolla, ese lazo se
acorta. Bajo la influencia
del principio vital presente
en el germen, el
periespíritu se une,
molécula a molécula, al
cuerpo en formación, como si
el Espíritu, valiéndose de
su periespíritu, se
arraigase en el germen, a
ejemplo de la planta que se
arraiga en el suelo. Cuando
el germen llega a su pleno
desenvolvimiento, está
completa la unión, y el ser
nace entonces para la vida
exterior.
La reencarnación es un
choque biológico apreciable
5. A partir del momento en
que el Espíritu es cogido en
el lazo fluídico que lo
prende al germen, el entra
en estado de perturbación
que aumenta a la medida que
el lazo se aprieta,
perdiendo el Espíritu, en
los últimos momentos, toda
la conciencia de sí mismos,
de modo que jamás presencia
su nacimiento. Cuando el
niño respira, el comienza a
recobrar las facultades, que
se desarrollan a la
proporción que se forman y
consolidan los órganos que
han de servirles a las
manifestación.
6. André Luiz nos relata,
detalladamente, el inmenso
cariño y los numerosos
cuidados que el Mundo
Espiritual dedica al proceso
reencarnatorio. En la obra
Entre la Tierra y el
Cielo, el ministro
Clarencio, al reportarse a
la reencarnación de Julio,
ofrece informaciones
interesantes sobre la
reducción periespiritual.
7. Asevera entonces el
amoroso ministro de la
colonia “Nuestro Hogar”: “La
reencarnación, tanto como la
desencarnación, es un choque
biológico de los más
apreciables. Unido a la
matriz generadora del
santuario materno, en busca
de una nueva forma, el
periespíritu sufre la
influencia de fuertes
corrientes
electromagnéticas, que le
imponen la reducción
automática”. “Durante el
embarazo de Zulmira, la
mente de Julio permanecerá
asociada a la mente materna,
influenciando, como es
justo, la formación del
embrión. Todo el cosmo
celular del nuevo organismo
estará impregnado por las
fuerzas del pensamiento
enfermizo de nuestro hermano
que regresa al mundo. Siendo
así, Julio renacerá con las
deficiencias de que aun es
portador, aunque favorecido
por el material genético que
recogerá de los padres.”
8. En otra obra de André
Luiz, Misioneros de la
Luz, deparamos también
con preciosas informaciones
al respecto de la
complejidad del trabajo
realizado por el Plano
Espiritual, siempre que
vuelve al mundo corporal un
Espíritu en rescate o
reajustamiento de tareas mal
ejecutadas en existencias
anteriores.
Los procesos de
reencarnación difieren al
infinito
9. Tratando de la
programación reencarnatoria
de Segismundo, el orientador
Alexander dice a un amigo:
“Ya observé el gráfico
referente al organismo
físico que nuestro amigo
recibirá en el futuro,
verificando de cerca, las
imágenes de la molestia del
corazón que el sufrirá en la
edad madura, como
consecuencia de la falta
cometida en el pasado.
Segismundo experimentará
grandes perturbaciones de
los nervios cardíacos,
principalmente los nervios
del tônus”. “Con excepción
del tubo arterial, en la
parte a dilatarse para el
mecanismo del corazón, todo
ira muy bien. Todos los
genes podrán ser localizados
con normalidad absoluta.”
10. Interesado en el caso
Segismundo aduce,
refiriéndose a sus futuros
padres: “Volveremos a verlos
el día de la unión inicial
de Segismundo a la materia
física. Necesario es
cooperar, en la ocasión, con
nuestros amigos
Constructores, a los cuales
pedí me presentasen los
mapas cromosómicos,
referentemente a los
servicios a ser
concertados”.
11. De acuerdo con la obra
citada, Segismundo ya se
encontraba entonces, desde
la semana anterior, en
proceso de unión fluídica
directa con los futuros
padres. A medida que se
intensificaba semejante
aproximación, él iba
perdiendo los puntos de
contacto con los vehículos
que consolidó en la esfera
espiritual a través de la
asimilación de los elementos
peculiares a aquel plano.
Esa operación – explicó
Alexandre – era necesaria
para que el periespíritu del
reencarnante pudiese retomar
la plasticidad que le es
característica y, por eso,
en el estadio en que él se
encontraba, el procedimiento
les impone sufrimientos.
12. No todos, sin embargo,
pasan por los sufrimientos
que Segismundo
experimentaba. Los procesos
de reencarnación, tanto como
los de la muerte física,
difieren al infinito, no
existiendo, por regla, dos
absolutamente iguales.
Facilidades y dificultades
están subordinadas a
factores numerosos, muchas
veces relativos al estado de
conciencia de los propios
interesados en el regreso a
la Superficie o en la
liberación del vehículo
carnal. Existen Espíritus de
gran elevación que, al
volver a la carne, en un
apostolado de servicio e
iluminación, casi dispensan
el concurso de los
compañeros dedicados a ese
trabajo en la esfera
espiritual.
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿Cuándo se inicia la
unión del alma con el
cuerpo?
R.: La unión del alma con el
cuerpo tiene inicio en la
concepción, pero sólo se
completa en el nacimiento.
2. ¿Cuál es el factor, en el
periodo que va de la
concepción al nacimiento,
que determina el olvido del
pasado?
R.: En el periodo irregular
que va de la concepción al
nacimiento, la acción de la
fuerza vital hace que
disminuya el movimiento
vibratorio del periespíritu,
hasta el momento en que, no
alcanzando el mínimo
perceptible, el Espíritu
queda casi totalmente
inconsciente. Es de esa
disminución de amplitud del
movimiento fluídico que
resulta el olvido.
3. Hay Espíritus que asisten
al propio velatorio. ¿Puede
algún Espíritu presenciar el
propio nacimiento?
R.: No. A partir del momento
en que el Espíritu es cogido
en el lazo fluídico que lo
prende al germen, el entra
en estado de perturbación
que aumenta a medida que el
lazo se aprieta, perdiendo
el Espíritu, en los últimos
momentos, toda conciencia de
sí mismo, de modo que jamás
presencia su nacimiento.
4. ¿En el preludio de la
reencarnación ocurre para el
reencarnante alguna especie
de sufrimiento?
R.: En algunos casos, sí.
Fue lo que ocurrió con
Segismundo cuando en proceso
de unión fluídica directa
con los futuros padres. A
medida que se intensificaba
semejante aproximación, él
iba perdiendo los puntos de
contacto con los vehículos
que consolidó en la esfera
espiritual a través de la
asimilación de los elementos
peculiares a aquel plano.
Esa operación era necesaria
para que el espíritu del
reencarnante pudiese retomar
la plasticidad que le es
característica y, por eso,
en el estadio en que él se
encontraba, el procedimiento
le imponía sufrimientos.
5. Enseña el Espíritu que no
existen, por regla, dos
procesos reencarnatorios
iguales. ¿Qué factores
intervienen en esos
momentos?
R.: Los procesos de
reencarnación, tanto como
los de la muerte física,
difieren al infinito.
Facilidades y dificultades
están subordinadas a
factores numerosos, muchas
veces relativos al estado
consciente de los propios
interesados.
Bibliografia:
O Livro dos
Espíritos,
de Allan
Kardec, questões 339 e 340.
A Gênese,
de Allan
Kardec, capítulo XI, itens
18 a 20.
A Evolução
Anímica,
de Gabriel
Delanne, pág. 192.
Resumo da
Doutrina Espírita,
de Gustavo
Geley, pág. 43.
Entre a Terra
e o Céu,
de André
Luiz, psicografado por Chico
Xavier, pp. 179 e 183.
Missionários
da Luz,
de André
Luiz, psicografado por Chico
Xavier, pp. 196, 210, 216 e
218.