El tema flagelos
naturales ya fue
tratado en esta
revista en
numerosas
oportunidades.
Las lecciones
del Espiritismo
sobre el asunto
son conocidas y
bastante claras.
Muchos flagelos,
afirman los
Espíritus,
resultan tan
solamente de la
negligencia
humana; pero
existen, entre
los males que
afligen a la
criatura humana,
algunos de
carácter
general, a los
cuales el hombre
no puede oponer
si no su
sumisión.
Grandes flagelos
de igual
naturaleza
ocurrieron en
los últimos
tiempos – el
tsunami
verificado en la
costa asiática,
la inundación de
la ciudad
americana de New
Orleáns y, en
estos últimos
días, la
devastación
causada por las
lluvias que se
abatieron sobre
Santa Catarina,
eso sin hablar
de los
terremotos,
tifones y
huracanes que de
vez en cuando
devastan
regiones de
nuestro mundo.
Muertes de
personas de
todas las edades
y destrucción de
casas, con todo
lo que en ellas
había, he ahí el
saldo de la
tragedia que
acometió al
vecino Estado,
un lugar que
todos lo del Sur
de Brasil aman
mucho, porque es
en el que muchas
familias
acostumbran a
pasar sus
periodos anuales
de vacaciones.
Cuando el pueblo
y las ciudades
de Santa
Catarina son
alcanzados, es
como si nosotros
lo fuésemos. Y
la pregunta
inevitable es
esta: ¿Por que,
Señor?
Evidentemente,
no cabe aquí
rememorar lo que
en esta revista
ya fue dicho en
varios momentos,
pero si decir a
los hermanos
catarinenses que
su sufrimiento
es también el
nuestro y que
nos asociamos a
todas las
campañas que han
sido instituidas
para llevarles
apoyo, ayuda
material y
solidaridad.
El Estado de
Santa Catarina,
que el Creador
distinguió por
sus bellezas
naturales, por
sus playas
lindísimas y por
su pueblo
trabajador y
dedicado,
necesita
erguirse y, como
ya ocurrió en el
pasado, mostrar
que es capaz de
suplantar las
mayores
tragedias y
volver de nuevo
a sonreír,
prodigando
alegría a todos
los que
periódicamente
lo visitan o en
el viven.
*
El Codificador
del Espiritismo
pregunto a los
inmortales si
Dios no podría
valerse de otros
métodos, que no
fuesen los
flagelos, para
impulsar el
progreso moral
de la Humanidad.
Los inmortales
respondieron que
sí, que Dios
puede utilizar
otros procesos y
diariamente los
emplea. Es el
hombre que, por
lo general, no
aprovecha esos
medios, viniendo
de ahí la
necesidad de las
sacudidas que lo
hacen despertar.
Allan Kardec
recordó entonces
a las victimas
inocentes que
acaban
pereciendo en
esas ocasiones,
a lo que los
inmortales le
respondieron:
“Durante la
vida, el hombre
todo lo refiere
a su cuerpo; muy
diferente es su
pensamiento
después que
mueren. Conforme
hemos dicho
varias veces, la
vida del cuerpo
es bien poca
cosa. Un siglo
en vuestro mundo
no pasa de un
relámpago en la
eternidad. Nada
son los
sufrimientos de
algunos días o
de algunos meses
de los que os
quejáis tanto.
Representan una
enseñanza que se
os da y que
mucho os servirá
en el futuro.
Esa, es la
explicación
espirita para as
circunstancias
que se dan sin
el concurso
directo o
indirecto de las
personas. Pero,
sea como sea, no
hay como estar
indiferente al
dolor y al
sufrimiento de
nuestros
hermanos
catarinenses,
para quien
rogamos aquí el
amparo de
nuestro Padre y
la ayuda de los
protectores
espirituales que
velan por el
bien de la
Humanidad.
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