José Raul Teixeira:
“La
prioridad mayor del
espírita debe ser
adquirir el
indispensable
conocimiento de los
principios espíritas
y tener el coraje de
guiarse por ellos”
El lector verá
enseguida la parte
final de la
entrevista que nos
fue concedida por el
estimado compañero
José Raúl Teixeira
(foto), en la
que él responde a
varias preguntas al
respecto del
Movimiento Espírita
en Brasil y en el
exterior. En la
edición anterior, la
entrevista
centralizó problemas
y cuestiones de la
actualidad y temas
de naturaleza
doctrinaria.
Conforme es
explicado, las
preguntas que
componen la
entrevista fueron
formuladas por los
compañeros José
Passini, Ricardo
Baesso de Oliveira,
Arthur Bernardes de
Oliveira, Jorge
Hessen, Astolfo O.
de Oliveira Filho,
Célia Xavier Camargo
– todos miembros del
Consejo Editorial –
y Orson Peter
|
|
Carrara,Fernanda
Borges, Wellington
Balbo, Antonio
Augusto Nascimento y
Katia Fabiana
Fernandes, editores
responsables por las
entrevistas
publicadas pòr la
revista. |
He aquí a seguir,
integra, la parte
final de la
entrevista.
El Consolador: ¿Por
qué razón escasean
en las casas
espíritas las
reuniones que
llamábamos
antiguamente de
sesiones de
desobsesión, que
tantos beneficios
trajeron a numerosos
ciudadanos con
problemas obsesivos?
Hay numerosas
razones para esa
frialdad en la
realización de ese
tipo de reuniones,
algunas cuyas raíces
están en las
instituciones en
cuanto otras pueden
estar en las
personas que actúan
en esas
instituciones en la
condición de
médiums.
Antiguamente, por lo
que sabemos, las
reuniones de
desobsesión eran un
momento sagrado del
centro espírita,
para la cual no se
lleva a cualquier
persona. Para de
ellas participar, se
tenía que ser médium
incluso, con las
condiciones morales
de tal manera firmes
que soportasen el
asedio simultáneo o
posterior de las
entidades infelices
envueltas,
manteniendo una
conducta elevada en
la sociedad y en la
familia, adquiriendo
lo que se llama
autoridad moral.
Los médiums de
entonces, casi
siempre personas
modestas, mantenían
un régimen de
dedicación a los
trabajos del bien,
trabajando a sí
mismo para merecer
esa convivencia con
los Propuestos de
Jesús en esa labor
de socorro
espiritual.
Tenemos que convenir
con la dificultad de
mucha gente, hoy en
día, para asumir
compromisos. Sea por
las experiencias de
indisciplina
cultivadas, sea por
las condiciones de
las grandes
ciudades, que
dificultan el
traslado de las
personas de uno para
otro lado. Así, es
costumbre en muchos
lugares que los
médiums falten mucho
a los trabajos,
porque llegan tarde
de la lucha
profesional, porque
frecuentan fiestas y
no pierden ninguna,
porque cualquier
motivo es motivo
para no comparecer
y, así, no crean
vínculos psíquicos
con la actividad ni
con los Benefactores
de la tarea.
En el campo de los
centros espíritas,
muchos no tienen
criterios
doctrinarios para la
elección de sus
dirigentes de las
sesiones y optan,
casi siempre por
compañeros que
incluso cuando
tienen buena
voluntad, desconocen
la profundidad y la
dinámica de aquello
que fueron llamados
a hacer; no tienen
voz activa,
conquistada por la
autoridad moral y
por la convivencia
semanal con los
médiums que,
entonces, hacen como
quieren las
sesiones; no exigen
de los miembros de
las sesiones
mediúmnicas la
participación en las
reuniones de
estudios del centro,
lo que permite que
muchos médiums sólo
comparezcan a la
institución en los
días y horarios de
esas sesiones, no
consiguiendo
higienizar las
mentes por medio de
los estudios, del
análisis, de las
discusiones felices,
de los cambios
afectivos, sino
manteniendo malos
hábitos dispensables
que aprietan la
mediumnidad
propiamente dicha,
predisponiéndose
muchas veces la
eclosión anímica o a
las envestidas
mistificadoras, que
proliferan en los
terrenos donde es
fuerte la falta de
vigilancia.
Pocos dirigentes
espíritas saben que
no debe ser
cualquier médium
invitado para
atender a los
trabajos
desobsesivos. No es
por ser psicofónico,
vidente o psicógrafo
que un médium tendrá
condiciones
generales para
participar de
trabajos tan graves,
tan serios. Personas
que mantienen el
vicio del tabaco, el
alcoholismo o el uso
de cualquier otra
droga de tropismo
neurológico;
individuos que se
mantienen en las
fajas de la
prostitución sexual,
por más modernas que
estén tales
prácticas en las
metrópolis y de la
misma naturaleza
ciertamente no serán
los más recomendados
para atender esas
sesiones. Pero
personas de lengua
grande, que no saben
guardar la
discreción exigida
por esas labores así
como las que portan
desarreglos
emocionales, que
gritan, que acaban
llorando si llueve
o si hace sol, no
deben ser llamadas
para tan serios
compromisos.
Son encontrados aun,
en muchas
instituciones,
médiums que no se
hablan, que están
peleados,
participando de los
servicios de
mediumnidad con el
objetivo de atender
a la desobsesión.
Acciones de esos
tipos contribuyen
bastante para que
las sesiones vayan
dejando poco a poco
de ser sesiones de
desobsesión para
convertirse en
sesiones de
obsesión.
Son, realmente,
muchas las posibles
causas del vacío de
las condiciones
espirituales de una
actividad
desobsesiva, pero
fundamentalmente,
encontramos como
causa primordial el
propio ser humano,
inadaptado a las
disciplinas, deseoso
de hacer lo que le
viene a la cabeza o,
por la ausencia de
conocimiento y
madurez, volviéndose
instrumento de
fascinadores, de
mistificadores que,
cuando no los vuelve
grandes tropiezos en
el cuerpo de las
sesiones, los
apartan del grupo, a
fin de explotarlos
más fácilmente,
imponiéndoles la
perdida de la
oportunidad
reencarnatoria.
Solamente la
seriedad del
trabajo, basado en
el estudio serio y
continuado, de la
acción fraternal a
favor de los
necesitados a
nuestro alrededor
asociada a los
esfuerzos por la
auto-transformación,
harán que volvamos a
las sesiones de
desobsesión que
reflejan el
Pentecostés, en cuya
estructura los hijos
del Calvario, los
caídos y los
sedientos de luz
podrán reencontrar
el corazón vivo y
amoroso del Maestro
Jesús.
El Consolador: ¿Cuál
debe ser la actitud
de los dirigentes
espíritas
relativamente a ese
manantial de obras
mediúmnicas de
origen dudoso, que
han infectado el
mercado de
publicaciones
espíritas en los
últimos tiempos?
¿Será que Kardec, en
su tiempo, quedaría
callado delante de
esas obras?
Creo que en un
periodo en que el
planeta está
viviendo tormentos
de todos los tipos,
confirmando lo que
considera Allan
Kardec, en su libro
La Génesis, al
afirmar que Hoy, no
son más las entrañas
del planeta que se
agitan: son las de
la Humanidad, no
podría nuestro
Movimiento Espírita
estar libre de esa
avalancha
atormentada de malas
influencias, sea de
individuos
aventureros y locos
– que anhelas por
victorias pasajeras
y/o lucrativas, sin
la necesaria
conciencia del tipo
de simiente que
están plantando para
una cosecha compleja
en el porvenir- sea
de entidades
desencarnadas que
continúan burlándose
de los esfuerzos de
la Luz, de las
Falanges Crísticas,
que buscan deshacer
las sombras que se
demoran sobre la
Tierra.
En la medida en que
los dirigentes
espíritas van
volviéndose más
lúcidos y, por
consiguiente más
coherentes con los
principios del
Espiritismo,
consiguen darse
cuenta de que
cualquier obra que
divulguemos en
nombre de nuestra
Doctrina debe tener
el sello del buen
sentido kardecista.
Comprenderán que no
vale ofrecer al gran
público todo lo que
va surgiendo en el
mercado de libros
porque tenga el
título de obra
mediúmnica o
espírita, a fin de
obtener el tan
esperado “lucro”.
Primero, porque no
todo lo que es
mediúmnico tiene que
ser espírita, ya que
la mediumnidad no es
patrimonio del
Espiritismo.
Segundo, porque el
criterio utilizado
por el Codificador
del Espiritismo para
la selección y
publicación de
textos es bastante
riguroso,
indiscutiblemente
responsable. Siempre
que alguien se pone
a publicar y a
comercializar
productos sin
calidad genuinamente
espírita, como
mínimo comete el
error de herir la
verdad espírita, lo
que a lo largo del
tiempo debe acarrear
muchas cosas graves
en las mentes de los
que las leen sin los
necesarios filtros
del conocimiento de
los libros de
Kardec.
Con relación a Allan
Kardec, estoy seguro
de que no aceptaría
tal hecho con la
pasividad que hemos
encontrado en
nuestro Movimiento,
una vez que son
muchos los
dirigentes, en los
más variados niveles
de
responsabilidades,
que no tienen coraje
de afrontar el
status quo vigente
en ese campo
literario, sea para
no tener enfados y
ahorrarse de las
envestidas retadoras
de los interesados
en la manutención de
lo que ocurre ahora,
sea porque tampoco
no disponen del
necesario sentido
crítico para ver los
elementos
anti-espíritas o no
verídicos que tales
obras contienen.
Es en la Revista
Espírita, publicada
por Kardec en el mes
de mayo de 1863,
cuando él hace un
examen de las
comunicaciones
mediúmnicas que le
eran enviadas, que
encontramos sus
palabras diciendo:
En gran número las
encontramos
notoriamente, pero
en el fondo y la
forma, es evidente
producto de
Espíritus
ignorantes,
obsesores o
mistificadores y que
juran por los
nombres más o menos
pomposos que las
firman. Publicarlas
habría sido dar
armas a la crítica.
Vemos así, que el
Codificador del
Espiritismo tomaba
posición y se
pronunciaba al
respecto con la
firmeza que lo
caracterizaba.
Hemos leído libros
llamados mediúmnicos
donde son
presentados lo
grosero de la
pornografía, de las
descripciones
libidinosas,
fantasiosas
descripciones que no
soportan la criba de
la razón espírita,
al lado de otras
cosas sin nexo, sin
sentido para el
proceso de
renovación y
crecimiento de la
criatura humana,
bajo la óptica del
Consolador. Veamos
lo que escribe
Kardec en el texto
citado: Para
comenzar conviene de
ellas apartar (de
las masas) todo
cuanto, siendo de
interés privado,
sólo interesa a
aquel que le
concierne. Después,
todo cuanto es
vulgar en el estilo
y en las ideas, o
pueril por el
asunto. Una cosa
puede ser excelente
en sí misma, muy
buena para servir de
instrucción
personal; pero lo
que debe ser
entregado al público
exige condiciones
especiales.
Infelizmente el
hombre es inclinado
a suponer que todo
lo que le agrada
debe agradar a los
otros. El más hábil
puede engañarse;
todo está en
engañarse lo menos
posible. Hay
Espíritus que se
complacen en
alimentar la ilusión
en ciertos médiums.
Por eso nunca sería
demás recomendar a
estos no confiar en
su propio juicio. Es
en eso que los
grupos son útiles;
por la multiplicidad
de opiniones que
pueden ser cogidas.
Aquel que, en este
caso, rechazase la
opinión de la
mayoría, juzgándose
más esclarecidos que
todos, probaría
superabundantemente
la mala influencia
bajo la cual se
encuentra.
Vale la pena
continuar leyendo lo
que nos dice el
Codificador, Allan
Kardec sobre el tema
tratado: Aplicando
estos principios de
razonamiento a las
comunicaciones que
nos enviaron,
diremos que en 3.600
hay más de 3.000 que
son de una moralidad
irreprochable, y
excelentes como
fondo; pero en esos
números no hay más
de 300 para
publicar, y apenas
cien de un mérito
incontestable. Esas
comunicaciones
vinieron de muchos
puntos diferentes. …
que la proporción
debe ser más o menos
general. Por ahí
puede juzgarse de la
necesidad de no
publicar sin
consideración todo
cuanto viene de los
Espíritus, si se
quiere alcanzar el
objetivo que nos
proponemos, tanto
del punto de vista
material como del
efecto moral y de la
opinión que los
indiferentes puedan
hacer del
Espiritismo.
Bien entendemos,
pues, que Kardec no
se acomodaría
silenciosamente,
como no se acomodó
en su época. Hoy en
día nos deparamos
con un espíritu
acomodaticio en
nuestro Movimiento,
lo que se muestra
indicativo de la
falta de compromiso
de muchos con la
grandeza y claridad
del Espiritismo, no
obstante continúen
ocupando las más
diversas posiciones
en sus campos de
actividades.
El Consolador: Un
hecho bien peculiar
en gran parte de los
Estados Unidos y de
Europa es la
existencia de grupos
espíritas fundados y
mantenidos por
brasileños, cuyos
trabajadores y
frecuentadores son
en su mayoría
brasileños. Pocos
grupos consiguieron
despertar en los
nativos la voluntad
de aprender la
doctrina espírita.
¿Qué es posible
hacer para cambiar
ese cuadro?
Será siempre de
mucho provecho para
el ejercicio de
nuestra humildad el
hecho de no atribuir
a los brasileños,
que viven en el
exterior, cualquier
misión mesiánica. Es
muy importante no
introducirnos en el
alma ninguna vanidad
relativamente a
nuestra postura
delante de otros
pueblos o de otros
países, si
quisiéramos ser bien
aprovechados por el
Mundo Espiritual
Superior en
cualquier labor
feliz a la que nos
quieran vincular.
No debemos perder de
vista que en esos
países, para donde
van a vivir muchos
brasileños, existe
una o más culturas
que les son propias,
tanto como existe su
religión
predominante.
Imaginar que
podremos llegar a
alguno de ellos y
hacer como hicieron
en el descubrimiento
de Brasil los
religiosos
portugueses, o sea,
montar nuestro altar
(nuestra mesa) y
celebrar nuestra
primera misa
(nuestro primer
culto, sesión,
etc.), con la
rebeldía de sus
hijos naturales, de
sus hábitos o de sus
creencias, teniendo
todos a nuestro
alrededor
adorándonos y
aplaudiéndonos,
sería una
ingenuidad, como
mínimo.
Es bien real que
muchos brasileños
que eran espíritas
en Brasil, sintiendo
la falta de su
ambiente de
actividad espírita
de aquí, hayan
creado una pequeña
célula de estudios,
muchas veces
teniendo inicio en
sus residencias, en
un garaje, etc., y
más común aun es que
concurran otros
compatriotas que,
sea por el
sentimiento de
aislamiento en que
se ven, sea por su
necesidad afectiva
o, de hecho, por la
sed de volver a
sorber en grupo las
bendiciones de los
estudios espíritas,
desean estar juntos.
A mí me parece que
la propuesta más
coherente será la de
vivir bien, donde
quiera que estén los
brasileños
espíritas, de tal
modo los principios
espíritas, que los
nativos pasen a ver
en ellos, en las
relaciones sociales
que mantengan,
personas con hábitos
muy diferentes, con
posiciones muy
equilibradas y
justas, en medio de
una vida de relación
de mucho respeto,
armonía y lucidez.
Eso, sin duda,
arrastraría a mucha
gente en virtud de
la curiosidad en
saber en qué fuentes
esos extranjeros
recogen tanta
claridad, tanto buen
sentido y tanta
firmeza de
propósitos del bien
para vivir, incluso
delante de las
adversidades que son
comunes para quien
vive en un país
extraño al suyo.
Vemos, sin embargo,
que los grandes
problemas de
aproximación con los
nativos en las
células espíritas
que se forman,
comienzan por el
hecho de no tener el
dominio de la lengua
del país para una
relación equilibrada
o capaz de
entretejer los
necesarios diálogos
explicativos; por
otro lado, otro
impedimento es
encontrado en la
situación relativa
a los documentos de
incontable número de
brasileños, una vez
que se encuentran en
la ilegalidad en
esos países. ¿Cómo
convivir con quien
podrá saber de esa
situación y
posiblemente
denunciarlos a las
autoridades? ¿Cómo
volverse “misionero”
declarado, con la
cabeza erguida y sin
temores cuando se
está ilegalmente en
tierras ajenas?
Tenemos aun, otros
elementos que pesan
en esa relación de
brasileños con
nacionalidades de
otros países. Es que
muchos que son
espíritas allá
fuera, no lo eran en
Brasil. Conocieron
el Espiritismo en el
exterior. Así, para
muchos, les faltan
las habilidades de
cómo dirigir una
casa espírita,
realizar las
sesiones, los
estudios y las demás
actividades, pasando
a oír y copiar las
informaciones de
visitantes, no
siempre maduros para
darles la
orientación
necesaria. Es así
que encontramos
grupos espíritas de
brasileños en el
exterior que siguen
la “línea” de
alguien, conocido
suyo, del Sur o del
Norte brasileños, en
otras agrupaciones,
los luchadores
siguen la “línea”
del Nordeste o del
Sudeste, y muchos
más aun, no siguen
solamente
indicaciones de
federaciones
brasileñas, sino, lo
que casi siempre es
más complicado, se
unen a maneras de
esa o aquella
institución de
nuestro país o de
ese o aquel médium,
y los problemas se
van aumentando como
se puede ver.
Así, no se trata de
revertir el cuadro
de la ausencia de
nativos de otras
naciones en células
espíritas de
brasileños en sus
países, se trata de
que los propios
brasileños tengan la
claridad
indispensable al
respecto de lo que
es el Espiritismo,
de la seriedad de
sus principios y
evitar el “colarse”
de los modos de
hacer trabajos
espíritas en nuestro
país, y pasen a
prestar más atención
en la cultura del
país donde están,
procurando un mejor
entendimiento de la
misma, a fin de
aproximarse mejor a
sus nacionales.
Es común encontrar
en el exterior las
células espíritas
fundadas por
brasileños con
nombres de los Guías
conocidos en Brasil
que, por más
respetados o amados
por nosotros aquí,
nada informa o
significan para el
pueblo del país.
Ningún cuidado en
identificar los
personajes espíritas
del país donde
están, a fin de que,
a partir del nombre
– caso deseen dar
nombres de personas
– pueden instigar la
simpatía de quien de
esas instituciones
quiera aproximarse.
¿Cuántos nombres
espíritas,
espiritualistas
importantes o
investigadores
destacados conocemos
en España, en
Francia, en Bélgica,
en Italia, en
Inglaterra, en
Alemania o en los
Estados Unidos?
Nombres españoles
como Amalia Domingo
Soler, José Mª
Fernández Colavida
(conocido como el
Kardec español),
Francisco Ballester
Galés, Ángel Aguarod;
franceses como los
de León Denis,
Gabriel Delanne,
Alexander Delanne,
Albert De Rochas,
Paul Leymarine,
Camille Flammarion,
Jean Meyer;
italianos como los
de Eusapia Paladino,
Ernesto Bozzano,
César Lombroso;
ingleses como los de
Arthur Conan Doyle,
Alfred Russel
Wallace, Stainton
Moses, William
Crookes, Florence
Cook; alemanes como
los de Johann
Fredich Zöllner,
Gustav Fechner,
Wilhelm Weber;
americanos como los
de Henry Slade, Cora
Scout Hatch, Edgard
Cayce, Hasrriet
Beecher Stower
(médium que
psicografió el
famoso libro ‘La
Cabala del Padre
Thomas’), Abraham
Lincoln, Orase
Hambling, Frank
Carpenter, Charles
Schockle, Joseph
Banks Rhine, de
entre otros
incontables nombres,
más o menos famosos,
médiums,
investigadores,
escritores,
trabajadores
diversos que en sus
países extendieron
un luminoso puente
entre el territorio
del materialismo y
de los problemas
humanos a los campos
del Espíritu
inmortal, donde
proceden las
inspiradas
soluciones para los
problemas
planetarios.
De esa forma, creo
que la madurez de
las comunidades
brasileñas, que van
aprendiendo a vivir
en los países de los
otros, procurando
cuidar los estudios
de las lenguas así
como un mayor y
mejor conocimiento
de las culturas de
esos países, sin el
anhelo perturbador y
sin sentido de
construir donde
estén una
“mini-republica
brasileña”, en señal
de respeto a quien
les abrió las
puertas o que los
soporta, incluso
bajo la incómoda
situación de la
ilegalidad,
alcanzarán, con el
tiempo, la simpatía
y la aproximación de
muchos corazones que
pasaron a
interesarse por el
Espiritismo. Por
ahora, y durante un
buen tiempo,
necesitarán los
brasileños en el
exterior llevar en
serio no sólo el
Espiritismo, sino, y
fundamentalmente, la
realidad de que
están en tierras
ajenas delante del
deber de estudiar,
de trabajar, de
servir y, como
propuso la noble
pensadora italiana,
Chiara Lubich,
aprender a florecer
donde Dios los
plantó…
El Consolador:
Muchas casas
espíritas no son
afiliadas a la
federación de su
Estado. ¿Qué puede
ser hecho para que
tal circunstancia
sea minimizada?
Una vez que las
adhesiones de los
centros espíritas
brasileños a sus
federaciones
estatales son
establecidas en
bases fraternales,
no existiendo
ninguna imposición
federativa, a no ser
la exigencia de que
las prácticas
institucionales del
centro estén bien
ajustadas a las
enseñanzas de la
Doctrina Espírita,
no siempre son
claros los motivos
que llevan a muchos
de ellos a no
afiliarse. Quiero
creer que haya por
parte de las
federaciones el
interés en las
afiliaciones de los
centros, a fin de
que exista un
Movimiento Espírita
más fortalecido en
el cual los
integrantes cooperen
para la mayor y
mejor divulgación
del Espiritismo en
el seno de la
sociedad. Por otro
lado, admito que sea
también del interés
de los centros
espíritas la
vinculación a las
federaciones,
considerando las
posibilidades de
enriquecimiento
material y humano de
sus trabajos, a
partir de la
integración que se
establece con las
demás instituciones,
con los cambios de
experiencias, que se
convierten en suma
que siempre busca el
progreso.
Los dos campos, de
ese modo, deben
aproximase, procurar
un contacto lo más
fraternal posible,
que permita la
formalización del
vínculo, o sea, la
filiación.
El Consolador:
¿Debemos entender
como de
responsabilidad del
Movimiento Espírita
la construcción y
manutención de
hospitales,
guarderías, asilos?
No; de ningún modo
el Movimiento
Espírita tiene
responsabilidad en
la construcción de
obras de asistencia
social. Todos los
espíritas,
ciudadanos y
ciudadanas, deben
tener siempre en
mente que lo que
hacemos es un
esfuerzo que nos
interesa no
solamente porque
vamos a amparar a
alguien, en términos
materiales, sino
también porque
conseguimos poner en
el campo práctico
mucho de los
elementos teóricos
que aprendemos en el
Espiritismo.
Ningún espírita debe
ser ingenuo al punto
de admitir que sea
nuestra
responsabilidad
construir obras de
piedra. Por los
impuestos que toda
la sociedad paga a
los cofres de los
gobernantes, es de
competencia de los
poderes constituidos
y no de la nuestra
la construcción de
las obras sociales
que necesite la
sociedad.
Importante con todo,
es que percibamos
que, a pesar de la
conciencia que
debemos tener de
todo eso, no nos
cabe ver a alguien
padeciendo a nuestro
alrededor sin que
tomemos algún
cuidado socorrista,
una vez que en
nuestra calle o en
nuestro barrio el
gobierno muchas
veces somos nosotros
mismos, los que nos
encontramos más
próximos a los
necesitados.
Alimentar a los que
tienen hambre,
vestir a los
desnudos, visitar a
los enfermos y a los
presidiarios, son
enseñanzas que
aprendemos de Jesús.
Lo que no debemos es
crear obras
materiales y gastar
todo el tiempo y
preocupaciones con
ellas – la neurótica
agonía por realizar
actividades que nos
garantizan dinero:
los almuerzos, los
té, las comidas, los
bazares
interminables,
acostumbran a
retirar a señoras y
caballeros de los
grupos de estudios,
por el pretexto de
que están muy
ocupados y cansados
en la búsqueda de
recursos materiales
– dejando de lado el
tiempo que
pertenecía a los
estudios espíritas,
a nuestro
perfeccionamiento
como personas,
nuestro auxilio al
crecimiento de otros
compañeros,
imaginando que la
caridad, como la
entendía Jesús,
dispensa nuestro
esfuerzo por el
ornamento espiritual
propio. Nada que nos
retire del deber de
aprender para crecer
debe ocuparnos,
primordialmente, los
pensamientos.
Quien se sienta
inclinado a realizar
actividades
asistenciales junto
al prójimo, podrá
presentarse como
responsable
voluntario en alguna
obra social, en su
ciudad, que trate de
niños, ancianos, de
internos en
cárceles, de
enfermos del sida o
de otros enfermos,
etc. Si, no
obstante, nuestro
ideal institucional
nos remite a la
creación y
manutención de
alguna obra de ese
tipo, es por
entender que daremos
la debida cuenta de
todo. No nos cabrá
vivir protestando de
la suerte, de la
indiferencia del
mundo o de la
insensibilidad de
los gobernantes.
Tomemos del arado,
conforme permitan
nuestras
posibilidades, y
avancemos contentos,
estudiosos,
reflexivos y fieles
servidores de la
Vida Inmortal.
El Consolador: Hay
una desproporción de
la época en que
vivimos con relación
a la educación de
los hijos. Los
tiempos diferentes
de la actualidad,
directamente
afectados por la
velocidad de la
comunicación
virtual, trajeron
una realidad difícil
y compleja para
padres y educadores,
lo que también
afectó al movimiento
espírita, antes más
dedicado a la
evangelización
infantil y a las
actividades de la
juventud espírita.
¿Cómo vencer el
desinterés de
dirigentes espíritas
en cuanto a la
importancia de la
atención a jóvenes y
niños en nuestras
instituciones?
En realidad toda
nuestra vida está
marcada por algo que
llamamos escala de
valores. Cada
individuo así, tiene
valores distintos a
los otros. Para
quien tiene la
educación de los
hijos como algo
importante, a pesar
de los tiempos
difíciles y de los
desafíos vividos,
nos tienen junto a
sus corazones,
amigos, compañeros,
a pesar de tener
cada cual su
personalidad, su
temperamento, sus
idiosincrasias. Para
quien piensa primero
en los recursos
financieros, en las
apariencias
sociales, sin una
clara noción de que
sus hijos son
espíritus y que no
les pertenecen como
objetos, con
seguridad
encontrarán todos
los impedimentos
provocados por los
medios, por los
compañeros de los
hijos, y por todo lo
demás que se obstine
en intervenir en las
relaciones
domésticas. Viviendo
en el mismo mundo
mediático que todos
nosotros,
atravesando las
horas de apuros y
violencia como
nosotros, así como
enfrentando las
mismas exigencias
económicas, vemos a
hermanos de otras
creencias bien junto
a sus familiares,
yendo a sus iglesias
en conjunto, orando
y viviendo. ¿Por qué
solamente los
espíritas no
consiguen traer a
los hijos, educarlos
conforme manda el
ejemplo y hacerlos
personas de bien?
Alguna cosa está
equivocada y, con
seguridad, no es con
el Espiritismo,
sino, sí, con
nuestras escalas de
valores.
En cuanto a los
centros espíritas y
sus servicios de
evangelización de
niños y de jóvenes,
nos cabe evaluar su
calidad, pues en esa
época referida de
comunicación
virtual, de internet,
de blogs y de todo
lo demás, no se
admite que nuestras
“aulas” aun sean
dadas en base de
historietas contadas
oralmente – no
siempre hay buenos
contadores de
historias en las
casas espíritas lo
que vuelve
fastidiosa la
exposición – y por
los cuadros de la
pizarra, sin que los
jovencitos
participen, hagan,
busquen,
investiguen, canten
o “naveguen en la
red”. Es
incontestable que no
todos los centros
espíritas disponen
de recursos
materiales para
ofrecer a los
evangelizadores lo
que hay de más
moderno en términos
didácticos-pedagógicos.
Así, deberemos
invertir en la mejor
calidad de nuestros
evangelizadores para
que consigan
cautivar a la
adolescencia, desde
la simpatía con que
la reciba hasta el
modo como le serán
presentados los
asuntos.
Mirando por otro
prisma, no hay como
imaginar que a los
hijos les guste ir
al centro espírita
para recibir las
instrucciones
espíritas, siendo
que sus padres no
van, no se dedican
y, cuando en casa,
tienen una vida de
relación bastante
sufrida con la
familia. Es, de
hecho, el ejemplo
que acostumbra a
atraer.
El Consolador:
Considerando que el
Espiritismo es una
religión
eminentemente
educadora y que el
Espíritu reencarna
para perfeccionarse,
¿usted no cree que
las actividades que
buscan la
evangelización del
niño ha dejado de
recibir el apoyo en
la proporción de la
importancia de la
tarea? ¿Por qué no
hay un incentivo
mayor, de parte de
los Espíritus, en el
sentido de llamar la
atención de los
dirigentes de
entidades espíritas
para la
evangelización
infantil, a fin de
que apoyen ese
trabajo?
Sí, casi siempre
encontramos poca
atención por parte
de muchos dirigentes
espíritas para con
la evangelización
infanto-juvenil.
Vale la pena
enfatizar la
cuestión de las
escalas de valores
que tienen los
individuos y, en
función de ellos,
las instituciones o
sectores de
actividad que ellos
dirigen. Tales
escalas establecen
lo que podemos
llamar de misión de
la institución.
En cuanto el
objetivo de los
espíritas no
corresponde a los
objetivos del
Espiritismo, esas
actividades no
tendrán buen
desenvolvimiento.
Muchos dirigentes
dan un grandísimo
valor a las sesiones
mediúmnicas (hay
centros que se
enorgullecen de
tener decenas de
ellas, en días
variados de la
semana), otros se
esmeran en las
actividades sociales
junto a los pobres y
mutilados,
posiblemente porque
no vean sentido en
la orientación de
los que están
recomenzando las
propias experiencias
en el planeta.
A mucha gente pasa
desapercibido el
hecho de que las
entidades atendidas
en las sesiones
mediúmnicas, como
sufridoras o como
obsesoras, o muchas
de aquellas que
comparecen repletas
de necesidades de
todo orden, son
exactamente
aquellas, las cuales
no tuvieron
oportunidad a la
orientación para la
vida, las
instrucciones
espirituales o la
evangelización, si
quisiéramos tratar
así. No vale la
pena, entonces,
dejar a los niños y
los jóvenes al
abandono de las
preciosas lecciones
de renovación
espiritual, a fin de
que, en el futuro,
no se tengan muchas
almas para ser
atendidas en las
sesiones mediúmnicas
o en los trabajos de
asistencia material.
Me parece un contra
sentido ver a
compañeros espíritas
que no valoran esas
labores espirituales
profilácticas.
De parte de los
Espíritus, no tienen
ellos más como
intentar despertar a
los encarnados de
sus ilusiones o de
su letargo. Hace
años, el Espíritu
Esteban, Guía
Espiritual del
añorado médium
capixaba (ciudad de
Espirito Santo,
Brasil) Julio Cezar
Grande Ribeiro,
escribió en un
mensaje una frase
que la Federación
Espírita Brasileña
tomó como slogan
para sus campañas
evangelizadoras: El
niño y el joven
piden orientación en
el bien. Evangelice,
coopere con Jesús.
Hemos recibido
incontables
instrucciones del
Mundo Espiritual
enfatizando la
grandeza de la
evangelización o
espiritualización
del niño y del
joven, sea en los
textos de Emmanuel,
de Joanna de
Ángelis, de Esteban,
de Camilo y de
tantos otros
Benefactores que
exaltaban ese tesoro
de luz de las
orientaciones
inmortales que nos
llegan en la Tierra.
Cabe a los espíritas
estar atentos para
las mismas,
reflexionar al
respecto de ellas y
colocarlas en la
pauta de nuestras
ocupaciones y
servicios en la
Siembra.
El Consolador: Una
investigación
reciente, realizada
por una importante
revista brasileña,
constató una triste
realizad: los
jóvenes espíritas,
en su mayoría,
aprueban el aborto y
la pena de muerte.
¿Cómo ve esa
cuestión? ¿Qué falta
para que nuestros
jóvenes puedan
absorber los
principios
espíritas, que son
claramente
contrarios al aborto
y a la pena de
muerte?
Es natural que los
jóvenes
frecuentadores de
centros espíritas
tengan esa postura
delante del aborto y
de la pena de
muerte. Ellos están
discutiendo esos
temas en las
escuelas, en las
universidades, en
los círculos de los
amigos, menos en los
centros espíritas.
Es muy común
encontrarnos
agrupaciones de
jóvenes espíritas
llenos de buena
voluntad, de
alegría, de
entusiasmo, pero
bajo la coordinación
de personas que, por
no tener la
profundidad de las
tesis espíritas,
evitan tocar esas
cuestiones de las
cuales no sabrían
eludirse delante de
los muchachos. Así
es que encontramos
grupos enormes de
muchachos espíritas
que están siendo
entrenados para
cantar y tocar
instrumentos con
belleza y armonía o
que se esmeran en
las artes escénicas,
todo para
presentaciones de
gran belleza
estética, sin la
menor duda, pero que
se encuentran vacíos
de los contenidos
profundos traídos
por el Espiritismo.
Aquello que
reprochamos en otras
religiones está
ocurriendo en los
territorios del
Espiritismo. Nos
lamentábamos por las
personas que tenían
sus religiones para
efectos de la vida
social, y que nada
recibían de ellas
para orientar sus
vidas, para
hablarles de la
muerte, resaltando
su papel de
Espíritus en el
mundo con grandes
necesidades de amor
y de instrucción. En
la hora más
definitiva de la
existencia esas
personas están
perdidas y
desesperadas,
habiendo vivido todo
el tiempo alrededor
de los altares, en
los pasos de sus
líderes o enredados
a mil y una
ceremonias. Lo hemos
visto igual en los
campos de nuestro
Movimiento Espírita,
considerándose las
aplaudidas
excepciones.
Muchos de nuestros
jóvenes, portadores
de las dificultades
traídas de remoto o
próximo pasado, que
reencarnan en el
seno del Espiritismo
para que encontrasen
la tabla de
salvación de las
coherentes y
luminosas
enseñanzas, delante
de la omisión o
falta de advertencia
de los que con ellos
luchan, se ven con
dificultad para
suplantar las
presiones del sexo
extraviado, de la
drogadicción, de la
violencia o de la
vida fútil, perdidos
entre baladas y
danzas, marcados por
tatuajes y
perforados por
pierdings, sin
ningún cuidado
consigo mismo, como
cualquier joven con
los cuales nos
encontramos por las
calles.
El Espíritu
Emmanuel, por medio
de Chico Xavier,
escribió en el cap.
151 de su libro
Camino, Verdad y
Vida, que no podemos
olvidar que la
juventud es la fase
de la existencia
terrestre que
presenta mayor
número de
necesidades en el
capítulo de la
dirección.
¿Por qué no consigue
dialogar más con los
jóvenes? ¿Qué pasa
en la mente de los
padres, de los
dirigentes, de los
evangelizadores,
relativamente a sus
compromisos
espirituales? Es
urgente la necesidad
de más apurados
estudios y
reflexiones de todos
los espíritas,
padres, dirigentes
evangelizadores y
jóvenes, a fin de
que alcancemos el
entendimiento de los
porqués de nuestra
vida en la Tierra y
no tiremos fuera tan
hermosas
oportunidades.
Nos aclara aun
Emmanuel, que el
joven podrá y hará
mucho si el espíritu
envejecido en la
experiencia no lo
desampara en el
trabajo. Nada de
nuevo conseguirá
erigir, caso no se
valla de los
esfuerzos que le
precedieron las
actividades. En
todo, dependerá de
sus antecesores.
El Consolador: En su
opinión, ¿cómo los
dirigentes espíritas
auxilian al joven en
la canalización del
vigor juvenil para
la construcción del
mundo de
regeneración?
Primero será
necesario hacer del
centro espírita un
lugar agradable,
fraterno y
envolvente para la
infancia y para el
joven, sin ninguna
necesidad de que se
construyan piscinas,
campos deportivos o
salones de baile
para que se sientan
atraídos. El
ambiente se mostrará
agradable cuando
haya en el
movimiento
fraternal, donde el
joven pueda
expresarse,
preguntar, opinar y
presentar sus
problemas sin
recibir miradas de
superior hipocresía.
Después, será
importante que sea
invitado a
participar de las
actividades de la
institución que
estén al nivel de
sus posibilidades,
lo que implica que
los luchadores más
mayores deberán
conocer a los más
jóvenes por estar
junto a ellos,
acompañándolos,
observándolos y
asistiéndolos.
El joven no se
fijará en
instituciones donde
no tenga nada que
hacer, donde sólo
comparezca para oír,
sentadito, lecturas
y conversaciones de
personas que
supuestamente sepan
más que el. De
naturaleza muy
dinámica, es
comprensible que,
eximiendo los casos
más complicados, el
joven gusta de
cooperar, de
participar
activamente,
debiendo ser para
eso preparados.
Invitarlos para
acompañarnos en
visitas a otras
obras, a otras
instituciones, la
entidad que presta
servicio al
semejante necesitado
como guarderías,
hospitales, asilos,
todo eso va
sensibilizando el
alma del Espíritu
reencarnado en sus
primeros años.
Es muy bueno cuando
tenemos, en un
centro espírita, una
relación saludable
entre los
trabajadores más
mayores y los
jóvenes, una vez que
los primeros
necesitan contar con
la fuerza y la
disposición de los
más jóvenes, en
cuanto estos carecen
de guía y de la
experiencia de los
más mayores. Cuando
eso se da, en base
del afecto y del
respeto, tenemos una
excelente conquista
de corazones para la
libertad, para la
vivencia ética y
para el trabajo con
Jesús.
El Consolador: Una
de las mayores
preocupaciones
actuales son los
rumbos del
movimiento espírita,
visto que, en base
de su crecimiento
cuantitativo, ha
habido desvíos y
distorsiones graves.
Todavía, lo que es
muy interesante,
crece también el
interés por la
genuina divulgación
espírita. ¿Vivimos
una paradoja o esos
son igual los
caminos de la
madurez de la
mentalidad humana,
incluso dentro del
movimiento espírita?
Es históricamente
comprobado que todo
movimiento que se
vuelve masivo
acostumbra a perder
en calidad, eso
ocurre con el
Budismo, con el
Cristianismo y el
Espiritismo no
escaparía. Veo, no
obstante, en nuestro
Movimiento Espírita
un fenómeno que para
mí es muy
preocupante, se
trata del espíritu
de falta de
compromiso de muchos
compañeros que se
hacen al frente de
sus actividades. En
caso que esos
líderes,
coordinadores,
dirigentes,
presidentes, u otros
nombres que reciban,
sintiesen más ardor
por el Espiritismo,
si lo conociesen al
punto de comprender
que somos nosotros
que crecemos cuando
lo elevamos, con
seguridad habría ese
crecimiento que
acompañamos en el
Movimiento, sin
perder, con todo, la
calidad.
Sería preciso que
los centros
espíritas fuesen
dirigidos por
personas o por
grupos de personas
bastante lúcidas,
conocedoras de los
fundamentos del
Espiritismo y con
acrisolado respeto
por el público que,
ávido, llega a
nuestras
instituciones
deseando aprender o
necesitando de algún
tipo de ayuda, o las
dos cosas en
conjunto. Sería
importantísimo si
los dirigentes
comprendiesen la
afirmación del
Espíritu Bezerra de
Menezes, cuando
escribió por las
manos de Chico
Xavier que el centro
espírita es la
escuela básica de la
mente popular, y
que, a partir de
ahí, llevasen en
serio su misión de
educar la mente
humana, de orientar
o reorientar el
espíritu humano,
para que alcance sus
nobles destinos a lo
largo de la
reencarnación. En
cuanto eso fuera
apenas un sueño, un
devaneo nuestro, no
podremos impedir que
el Movimiento
Espírita sufra esa
invasión de falta de
compromiso, de
incautos y también
de algunos
aventureros, que se
adueñan de las casas
espíritas y de sus
actividades y que
impiden – estando al
servicio del caos,
de los enemigos del
Cristo, consciente o
inconscientemente –
el saludable
desenvolvimiento de
su mensaje por el
mundo.
Incluso percibiendo
esa perdida de
calidad en la
medida, en nuestro
Movimiento crece en
cantidad de
personas, aquellos
que priman por la
genuina divulgación
del mensaje espírita
deben continuar en
ese afán, en esa
tarea, una vez que
cada uno de nosotros
dará cuenta a la
conciencia de lo que
haya hecho con los
talentos de la
Doctrina, basados
como estamos en la
orientación de que
Jesús transmitió a
los Discípulos (Lc.
16, 2) al decir que
el administrador de
un hombre rico fue
denunciado por
defraudarle los
bienes, y que fue
llamado delante del
dueño de los bienes
y preguntado: ¿Qué
es esto que oigo
contar a tu
respecto? Da cuenta
de tu
administración…
Repito, entonces,
que cada cual tendrá
que prestar cuenta
de la administración
que hace de ese
tesoro, de ese bien
hermoso que es la
Doctrina Espírita.
El Consolador: ¿Cómo
ve usted el
Movimiento Espírita
Brasileño? ¿El
avanza como debería
o está en parte a
las expectativas? Y
más: considerando
los problemas que la
sociedad terrena
está enfrentando,
¿cuál debe ser la
prioridad máxima de
los que dirigen el
movimiento espírita,
aquí y en el
exterior?
Nuestro Movimiento
Espírita brasileño
ha crecido en la
proporción de las
capacidades de sus
liderazgos. Cuanto
más lúcidos,
conocedores,
dinámicos y afinados
con el futuro, mejor
se presenta, aquí y
allí, nuestro
Movimiento
brasileño.
Delante de los
graves problemas
experimentados por
la sociedad de todo
el mundo, en la
actualidad, la
prioridad mayor de
todos los espíritas,
particularmente de
los dirigentes del
Movimiento Espírita
de todos los
lugares, debería ser
el compromiso de
adquirir el
indispensable
conocimiento de sus
principios y tener
el coraje de
dirigirse por ellos
en el día a día de
las peleas humanas.
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