Pocos tal vez se
acuerden del
caso Diane
Pretty, 42 años
en la época,
que, paralítica
de cuello para
abajo, mal
conseguía hablar
y era alimentada
por un tubo.
Habiendo
recurrido a la
Justicia
británica para
tener el derecho
de morir, en lo
que tendría el
auxilio de su
marido, Diane
vio su pedido
negado por la
Alta Corte de
Inglaterra,
donde la
eutanasia está
prohibida. En la
sentencia
judicial dijeron
los jueces que
los derechos
humanos
corresponden a
“vivir con
dignidad y no a
morir con
dignidad”.
Situación
semejante se
verifica ahora
en Italia con la
joven Eluana
Englaro, 37
años, de los
cuales 17 está
en coma. En
julio del 2008
el padre de
Eluana obtuvo un
preliminar del
Tribunal de
Apelación de
Milán
permitiendo que
su hija parase
de recibir
alimentos
artificialmente.
El Ministerio
Público
recurrió, pero
en noviembre
último, en una
decisión de
última
instancia, por
tanto
definitiva, la
Justicia decidió
a favor de la
familia, bajo el
argumento de
que, aunque la
legislación de
Italia no
reconozca el
derecho a la
eutanasia, la
jurisprudencia
da a los
pacientes la
opción de no
alimentarse.
Hasta el día 3
de febrero,
conforme los
periódicos
italianos, la
sentencia no
había sido
cumplida y el
gobierno
italiano se
mostraba
propenso a
dificultar el
cumplimiento de
la decisión
judicial, ya que
tal medida
acarrearía,
inevitablemente,
la muerte de
Eluana. En una
entrevista a uno
de los
periódicos de
Italia, el
cardenal Javier
Lozano Barragán,
hablando en
nombre del
Vaticano,
consideró el
hecho, si
siguiera
adelante, “un
abominable
asesinato”.
(1)
Es difícil
entender porqué
la opción por la
eutanasia
equivale a
“morir con
dignidad”.
Y en ese caso,
en que la hija
se encuentra en
coma, ¿el pedido
del padre debe
ser considerado?
¿Permitir que la
hija muera, por
falta de
alimentación que
le será vedada,
no es lo mismo
que matarla?
La discusión de
ese tema se va a
prolongar aun
por mucho
tiempo, por
cuanto no se
puede negar que
en el campo del
materialismo la
eutanasia
constituye una
medida
inatacable: hace
cesar los
dolores del
enfermo, para
los gastos de la
internación, da
descanso a los
familiares y, en
el entendimiento
de estos, sólo
acelera algo que
va a ocurrir
fatalmente, días
más días menos.
Discutir con los
materialistas
sobre el asunto
es, por tanto,
pura pérdida de
tiempo.
El Cristianismo
y la Doctrina
Espírita ven, no
obstante, la
cuestión bajo
otra óptica.
La vida futura,
ignorada y
despreciada por
los
materialistas,
es el eje de las
enseñanzas
cristianas.
Venimos a la
Tierra en un
cuerpo material
para progresar
tanto en el
aspecto
intelectual como
en el aspecto
moral. Una buena
formación
educacional es
tan valiosa para
el crecimiento
humano como
vivir en el
interior de una
selva asistiendo
a los nativos.
Están los que
brillan en las
academias del
mundo, pero
están los que
crecen en el
lecho de un
hospital.
La eutanasia,
así como el
suicidio, no
pasa de una fuga
y, como toda y
cualquier fuga,
no puede tener
el beneplácito
de las potencias
espirituales que
guían el
planeta. Nadie
premia al
desertor, pero
es costumbre
humana premiar
al héroe que cae
en el frente
bajo las balas
del enemigo.
Morir con
dignidad es, al
contrario de lo
que los
materialistas
piensan,
enfrentar todas
las amarguras de
una existencia
difícil, con los
ojos puestos en
el futuro
brillante que –
nadie dude – ha
de suceder a los
malos momentos
de nuestro
caminar.
(1)
Eluana falleció
el día 9 de
febrero y su
muerte fue
considerada por
diversos
sectores
italianos como
un caso
inequívoco de
eutanasia.
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