Afecto que los Espíritus
dedican a ciertas personas
Presentamos en esta edición
el tema
nº
95
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿Los Espíritus
acostumbran a nutrir afecto
por los encarnados?
2. ¿El afecto que un
Espíritu siente por alguien
puede tener alguna cosa de
carnal?
3. ¿Los buenos Espíritus se
preocupan con los males que
nos alcanzan en la
existencia corporal?
4. Delante de un mal que nos
haya ocurrido, ¿cuál es la
postura de los Benefactores
espirituales?
5. De los males que nos
puedan alcanzar, ¿cuáles son
los que más preocupan a los
buenos Espíritus?
Texto para la
lectura
Los buenos Espíritus
simpatizan con las personas
de bien
1. Los Espíritus dedican
afecto a los encarnados de
acuerdo con las afinidades
que entre ellos existan.
Así, los buenos Espíritus
simpatizan con las personas
de bien o susceptibles de
mejorarse. Los Espíritus
inferiores se afinizan con
las criaturas viciosas o que
pueden volverse así. De ahí
se derivan los afectos, que
no son nada más que
consecuencia de la
conformidad de los
sentimientos.
2. El ser humano tiene pues,
en el Mundo Espiritual,
amigos que pueden
perfectamente interceder por
su felicidad, a fin de
asegurarle la estabilidad
que necesita para luchar y
servir, amar y vencer, a
pesar del asedio de los
desencarnados que le fueron
compañeros en dramas del
pasado.
3. Son ellos – esos amigos
de lo Más Alto – que
despiertan la esperanza y
restauran el buen ánimo en
los individuos que se ven de
cara con las envestidas
provenientes del plano
espiritual.
4. Los Espíritus Superiores
nutren sentimientos elevados
para con encarnados y
desencarnados. Esas uniones
afectivas nada tienen que se
asemeje a los afectos
carnales. Eso, no obstante,
no siempre se da con los
Espíritus inferiores.
5. Aunque el verdadero
afecto nada tenga de carnal,
puede ocurrir que un
Espíritu, cuando se apega a
una persona, no siempre lo
haga por afecto. La estima
que esa persona le inspira
puede agregarse también, a
una reminiscencia de las
pasiones humanas.
Los Benefactores
espirituales están felices
con nuestra felicidad
6. Los buenos Espíritus se
preocupan con nuestros
males, del mismo modo que
comparten nuestras alegrías.
Procurando hacernos todo el
bien que les sea posible, es
natural que se sientan
dichosos con nuestra
felicidad y nuestros
momentos de alegría.
7. En lo tocante a los males
que nos puedan alcanzar, es
preciso recordar que ellos
se dividen en físicos y
morales.
8. Sabiendo que es
transitoria la existencia
corporal y que las
tribulaciones a ella
inherentes constituyen
medios de alcanzar una
situación mejor, los buenos
Espíritus se afligen más con
los males que tengan origen
en causas de orden moral que
con nuestros sufrimientos
físicos, todos pasajeros.
9. Así, ellos poco se
incomodan con las desgracias
que alcanzan a nuestras
ideas y preocupaciones
mundanas, del mismo modo
como, además, obramos con
relación a las amarguras
pueriles de los niños.
10. Viendo en las amarguras
de la vida un medio de
adelantarnos, ellos las
consideran como una crisis
ocasional de la que
resultará la salvación del
enfermo. Compadeciéndose de
nuestros sufrimientos, como
nos compadecemos de los
sufrimientos de un amigo.
Mientras tanto, viendo las
cosas de un punto de vista
más justo, nos aprecian de
un modo diverso del nuestro.
Nuestro egoísmo y la dureza
de nuestro corazón preocupan
a los buenos Espíritus
11. En casos así, los buenos
Espíritus procuran
levantarnos el ánimo en el
interés de nuestro futuro,
mientras los Espíritus
inferiores, con el objetivo
de comprometernos, nos
impulsan a la desesperación.
12. A la vista de las
enseñanzas espíritas,
podemos deducir así las
siguientes conclusiones en
torno del asunto examinado:
·
Los buenos Espíritus se
afligen cuando nosotros,
delante de un mal
cualquiera, no sabemos
soportarlo con resignación;
los inferiores, no obstante,
se regocijan con nuestra
postura negativa.
·
Los males morales que más
preocupan a los Benefactores
Espirituales son nuestro
egoísmo y la dureza de
nuestros corazones, como
enseña el Espiritismo,
deriva todo lo demás.
Nuestros adversarios
desencarnados y los malos
Espíritus, sin embargo,
adoran tal comportamiento.
·
Los buenos Espíritus se ríen
de todos los males
imaginarios que nacen de
nuestro orgullo y de nuestra
ambición. Los inferiores,
con todo, se valen de ellos
para, si fuera posible,
hundirse más aun en el foso
de la amargura.
·
Los Benefactores
Espirituales se regocijan
con los males y los
sufrimientos que redundan en
la abreviación del tiempo de
nuestras pruebas. Los
infelices no gustan de eso y
buscan, cuando la ocasión se
presente, obtener
exactamente el resultado
contrario.
Respuestas a
las cuestiones propuestas
1. ¿Los Espíritus
acostumbran a nutrir afecto
por los encarnados?
R.: Sí. Los Espíritus
dedican afecto por los
encarnados de acuerdo con
las afinidades que entre
ellos existan. Los buenos
Espíritus simpatizan con las
personas de bien o
susceptibles de mejorarse.
Los Espíritus inferiores se
afinizan con las criaturas
viciosas o que pueden
volverse así. De eso se
derivan los afectos, que no
son nada más que
consecuencias de la
conformidad de los
sentimientos.
2. ¿El afecto que un
Espíritu siente por alguien
puede tener alguna cosa de
carnal?
R.: Depende. Aunque el
verdadero afecto nada tenga
de carnal, puede ocurrir que
un Espíritu, cuando se apega
a una persona, no siempre lo
haga sólo por afecto. La
estima que esa persona le
inspira puede agregarse,
también, a una reminiscencia
de las pasiones humanas.
3. ¿Los buenos Espíritus se
preocupan con los males que
nos alcanzan en la
existencia corporal?
R.: Sí. Los buenos Espíritus
se preocupan con nuestros
males, del mismo modo que
comparten nuestras alegrías.
4. Delante de un mal que nos
haya ocurrido, ¿cuál es la
postura de los Benefactores
espirituales?
R.: Viendo en las amarguras
de la vida un medio de
adelantarnos, ellos las
consideran como una crisis
ocasional de lo que
resultará la salvación del
enfermo. Se compadecen de
nuestros sufrimientos, como
nosotros nos compadecemos de
los sufrimientos de un
amigo, pero nos aprecian de
un modo diverso del nuestro.
En casos así, procuran
levantarnos el ánimo en el
interés de nuestro futuro,
en cuanto los Espíritus
inferiores, con el objetivo
de comprometernos, nos
impulsan a la desesperación.
5. De los males que nos
puedan alcanzar, ¿cuáles son
los que más preocupan a los
buenos Espíritus?
R.: Ellos se afligen más con
los males que tengan origen
en causas de orden moral que
con nuestros sufrimientos
físicos, que son, como
sabemos, pasajeros.
Bibliografia:
O Livro dos
Espíritos,
de Allan
Kardec, questões 484 a 487.
O Pensamento
de Emmanuel,
de Martins
Peralva, p. 150.
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