Para muchas
personas es la
falta de
conocimiento del
Espiritismo la
que ha
ocasionado las
dificultades y
los malos
entendidos que
encontramos con
frecuencia en
nuestro medio.
La falta de
conocimiento
viene,
obviamente, de
la falta de
estudio
doctrinario, sea
el realizado
individualmente
en el hogar, sea
el realizado
colectivamente
en las reuniones
espíritas.
Con relación a
la necesidad del
estudio es
conocida esta
lección del
Espíritu de
Verdad publicada
en el capítulo
VI, ítem 5, de
El Evangelio
según el
Espiritismo:
“Me siento por
demás tomado de
compasión por
vuestras
miserias, por
vuestra flaqueza
inmensa, para
dejar de
extender manos
auxiliadora a
los infelices
extraviados que,
viendo el cielo,
caen en los
abismos del
error. Creed,
amad, meditad
sobre las cosas
que os son
reveladas; no
mezcléis la
cizaña con la
buena simiente,
las utopías con
las verdades. ¡Espíritas!
Amaos, este es
el primer
mandamiento;
instruiros, este
es el segundo.
En el
Cristianismo se
encuentran todas
las verdades;
son de origen
humano los
errores que en
el se arraigan.
He que del más
allá de la
tumba, que
juzgabais la
nada, voces os
claman:
“¡Hermanos! Nada
perece.
Jesucristo es el
vencedor del
mal, sed los
vencedores de la
impiedad`.”
En otra obra –
El libro de
los Médiums,
ítems 31 y 32 –
el Codificador
llegó hasta
incluso a
sugerirnos un
método de
estudio,
aduciendo que el
mejor método de
la enseñanza
espírita es
dirigirlo a la
razón antes de
dirigirlo a la
vista. “El
estudio
preliminar de la
teoría – explicó
Kardec – tiene
otra ventaja,
que es la de
mostrar
inmediatamente
la grandeza del
objetivo y del
alcance de esta
ciencia; aquel
que comienza por
ver una mesa
girar o golpear
es más llevado a
la burla, porque
difícilmente se
persuade de que
de una mesa
pueda salir una
doctrina
regenadora de la
Humanidad.
Comenzar por la
teoría nos
permite pasar
todos los
fenómenos en
revista,
explicarlos,
comprenderles la
posibilidad, las
condiciones bajo
las cuales
pueden
producirse y los
obstáculos que
podrán ser
encontrados.
Cualquiera que
sea el orden
bajo el cual
ellos aparecen
después, nada
tendrán que
pueda
sorprender,
ahorrándole a
quien quiera
trabajar una
serie de
desengaños.”
Es evidente que
apenas conocer
no basta; es
preciso aplicar
lo que estamos
aprendiendo. Esa
es la razón por
la cual el
Espiritismo no
transforma de
inmediato a los
adeptos más
fervorosos, como
nos muestra el
caso Xumere
constante del
capítulo de la
2ª Parte del
libro El
Cielo y el
Infierno.
Reportándose al
Espíritu de
Xumere que acaba
de manifestarse
en la sesión, el
Guía espiritual
recomendó a la
médium que
tuviese coraje y
perseverancia.
Xumere daría
trabajo, pero el
triunfo al final
le pertenecía.
“No hay
culpables que no
se puedan
regenerar por
medio de la
persuasión y del
ejemplo – le
dijo el
instructor
espiritual -,
visto como los
Espíritus, por
más perversos,
acaban por
corregirse con
el tiempo.”
Finalizando el
mensaje, el
mentor aclaró:
“Incluso con
malestar, las
ideas sugeridas
a esos Espíritus
nos hacen
reflexionar. Son
como semientes
que, pronto o
tarde, tuviesen
que fructificar.
No se revienta
la piedra con el
primer
martillazo. Esto
que te digo
puede aplicarse
también a los
encarnados y tú
debes comprender
la razón de
porqué el
Espiritismo no
vuelve
inmediatamente
perfectos ni
incluso a los
más creyentes
adeptos. La
creencia es el
primer paso:
viene enseguida
la fe y la
transformación a
su vez; pero,
además de eso,
forzoso es que
muchos vengan a
revigorizarse en
el mundo
espiritual”.
El escritor
inglés Harry
Boddington, que
estudió
mediumnidad
durante
cincuenta años,
nos dice en uno
de sus libros
que existen
muchos médiums
que han
desarrollado sus
facultades sin
la mínima
comprensión de
sus
responsabilidades
y de las
implicaciones de
su trabajo, los
cuales solamente
después de
cometer una
cantidad de
errores
fácilmente
evitables, y
poniendo en
peligro la
salud, comienzan
a estudiar el
asunto.
Aplicando esas
observaciones al
conjunto de las
personas, no
sólo a los que
trabajan en el
área de la
mediumnidad,
podemos decir
que muchos de
nosotros nos
encontramos en
la primera fase
– la creencia -,
sin haber ni al
menos llegado a
la segunda fase
– la fe -, lo
que indica que
el tercero y
último paso – la
transformación –
se encuentra aun
muy distante, lo
que explica las
dificultades y
los malos
entendidos que
hemos encontrado
en el medio
espírita.
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