El tema
evangelización
de la infancia
ha ganado en los
últimos tiempos,
en nuestro
medio, una
importancia
expresiva,
aunque menos que
su verdadera
importancia.
Leemos en El
Libro de los
Espíritus
que la infancia
existe en todos
los globos. “En
todas partes la
infancia es una
transición
necesaria, pero
no es, en todas
partes, tan
obtusa como en
vuestro mundo.”
(L.E., 183.)
Las cuestiones
383 y 385 de la
principal obra
espírita
explican porqué
existe la
infancia y cuál
es su propósito:
·
“Encarnado con
el objetivo de
perfeccionarse,
el Espíritu,
durante ese
periodo, es más
accesible a las
impresiones que
recibe, capaces
de ayudarle el
adelantamiento,
para lo que
deben contribuir
los responsables
de educarlos.” (L.E.,
383.)
·
“Los niños son
los seres que
Dios manda a
nuevas
existencias.
Para que no le
puedan imputar
excesiva
severidad, les
da él todos los
aspectos de la
inocencia.” (L.E.,
385.)
Se ve, entonces,
con claridad que
la infancia nada
más es una fase
de adaptación
necesaria al
Espíritu que
vuelve a la
existencia
corpórea.
Recién salidos
del mundo
espiritual,
donde gozaba de
mayor libertad y
dispone de
mayores
recursos, el
Espíritu se ve,
durante esa
fase, en
dificultades
para expresar
plenamente sus
pensamientos y
manifestar sus
sensaciones.
En ese periodo
de su vida, en
que se ve
limitado en su
libertad, la
infancia es para
el una
demostración de
la misericordia
de Dios, que le
propicia una
doble ventaja.
Primera ventaja:
él gana el
tiempo
indispensable
para prepararse
para las futuras
y difíciles
tareas de una
nueva existencia
corpórea.
Segunda:
revestido de la
simplicidad y de
la inocencia
común a todos
los niños,
despierta en los
padres y en el
núcleo a que
pertenece
simpatía,
interés y buena
voluntad, lo que
facilitará el
desempeño de sus
tareas en el
mundo.
Evidentemente,
al
desarrollarse,
el niño
presentará, en
los años que
siguen, las
tendencias y los
defectos morales
inherentes a su
real
adelantamiento
espiritual, pero
este podrá ser
sensiblemente
modificado por
la influencia
recibida desde
el nacimiento de
los padres y de
las personas
responsables de
educarlo.
Es exactamente
ahí, en esa
enseñanza, que
reside la
importancia de
la llamada
evangelización o
educación del
niño, realizada
en la intimidad
del hogar y
reforzada por
sus profesores y
educadores,
asunto al que
Emmanuel se
reportó en el
cap. 151 de su
libro Camino,
Verdad y Vida,
psicografiado
por el médium
Francisco
Cándido Xavier,
en el cual él
asevera que la
juventud puede
ser comparada a
la esperanzadora
salida de un
barco para un
viaje
importante. La
infancia fue la
preparación,
la vejez será la
llegada al
puerto. “Todas
las fases –
advierte el
estimado
instructor
espiritual –
necesitan las
lecciones de los
marineros
experimentados,
aprendiendo a
organizarse y a
terminar el
viaje con el
éxito deseable.”
|