Multitudes lloraron el fin
precoz de la existencia de
Michael Jackson, que se destacó
como cantante, como compositor y
como bailarín, al punto de que
muchos especialistas hayan
dicho, los días que siguieron a
su desencarnación, que será muy
difícil que aparezca en nuestro
mundo alguien que lo suplante en
talento y en éxito. El hecho es
el tema central del editorial de
la semana titulado La muerte
y el ídolo.
Una de las reseñas de esta
edición es la entrevista
concedida a nuestra revista por
el compañero Paulo Fernando de
Olivo, que asumió el último
miércoles la presidencia del
Centro Espírita Nuestro Hogar,
de Londrina. En la entrevista,
el presidente de la Casa
espírita más antigua de la
región habla sobre su iniciación
en el Espiritismo y sus
proyectos al frente de la
institución.
Otra reseña de la semana es el
especial de autoría de Leonardo
Marmo Moreira que centra con
mucha propiedad los 20 mayores
errores del Cristianismo en base
a los Evangelios. En el
artículo, el autor recuerda que
después del la vuelta de Jesús
al mundo espiritual su mensaje
ha sido sistemática y
continuamente desfigurado, como
diversos especialistas ya
mostraron a lo largo de la
historia.
Se concluyó el domingo pasado el
II Congreso Espírita de
Alemania, cuyo tema central fue
la frase “Somos seres
inmortales”, como muestra
Claudia Werdine en un reportaje
especial que constituye
igualmente una de las reseñas de
la presente edición.
*
Esta semana hizo 140 años que
surgió el primer periódico de
contenido espírita publicado en
Brasil, el Eco del Más Allá de
la Tumba, editado en Salvador,
entonces Provincia de Bahía. Su
publicación dio inicio a la
divulgación, en lengua
portuguesa, de la doctrina
espírita en el país, una vez
que, hasta entonces, los textos
disponibles eran todos en lengua
francesa.
De periodo bimestral, el
periódico fue publicado por dos
años y llegó a circular en el
exterior, en capitales como
Londres, París, Nueva York y
Madrid. Su editor, redactor y
distribuidor fue Luís Olímpio
Tales de Menezes, reconocido por
su osadía, una vez que, en la
época, la religión oficial del
Estado, conforme es establecido
por la Constitución de 1824, era
el catolicismo.