Los 20 mayores errores
del Cristianismo en
relación al Evangelio de
Jesús
Entendiendo Cristianismo
cómo siendo la evolución
histórica de los
movimientos humanos
vinculados a los
discípulos de Jesús,
conocidos como
cristianos, es notorio
constatar que, después
de la vuelta de Jesús al
mundo espiritual, su
mensaje ha sido
sistemática y
continuamente
desfigurado.
De hecho, la
simple lectura
de los Actos de
los Apóstolos,
relato atribuido
al Evangelista
Lucas, denota
que el propio
grupo
apostólico, a
pesar de su
extraordinaria
condición
espiritual,
presentaba
diferencias
de opinión e
incluso correcto
nivel de
rivalidades
mutuas (cómo,
por ejemplo, las
discordancias
entre Pablo y
Santiago el
Menor y entre
Pablo y Pedro)
que dificultaban
una homogeneidad
de
interpretaciones
acerca de lo que
sería la
“Verdad”
propiamente
dicha. Tal
constatación,
por sí sola, ya
demuestra la
insensatez de |
aquellos que hiper-valorizan
el texto bíblico como
siendo única y
aisladamente “la palabra
de Dios”, ignorando que
aún en un grupo de
excelencia espiritual
incuestionable, escogido
por Jesús y que convivió
con el Maestro, o sea,
que era constituido por
testigos oculares de los
hechos evangélicos,
había dificultades en la
comprensión de la
esencia del pensamiento
de Jesús. (*) Vale
recordar que varios
pasajes de Actos de los
Apóstolos son
corroborados por el
romance “Pablo y
Esteban”, monumental
obra de
autoría del
Benefactor
espiritual
Emmanuel por la
mediumnidad
segura de
Francisco
Cândido Xavier. |
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Esas dificultades
iniciales ganaron
proporciones cada vez
mayores en la medida en
que el tiempo fue
pasando. Realmente,
después de la
desencarnación de los
Apóstolos, el liderazgo
del movimiento cristiano
fue siendo entregado a
individuos sin los
mismos predicados que
los Discípulos de la
primera hora. Así, lenta
y gradualmente, las
interpretaciones
meramente humanas fueron
siendo tomadas como ley
dentro del movimiento en
cuestión,
independientemente del
hecho de estar o no en
concordancia con la
esencia del Evangelio de
Jesús.
Siendo así, podríamos
elegir 20 tópicos en que
queda evidente tal
distanciamiento:
1. Hiper-valorización
del Viejo Testamento en
detrimento del Nuevo
Testamento.
2. Consideración de
toda la Biblia como
siendo literalmente la
“Palabra de Dios”.
3. Atribución
a hombres e
instituciones humanas
falibles el carácter de
“infalibilidad” divina,
tal como ocurrió en
1870, cuando el Papa Pío
IX decretó la
“infalibilidad papal”.
4. Consideración de
todas las opiniones
personales de Pablo como
siendo de la misma
importancia que las
enseñanzas de Jesús.
5. Análisis de
versículos de forma
aislada, sin considerar
el contexto y sin
procurar cualquier
correlación con otros
pasajes referentes al
mismo asunto abordado.
El Maestro vivió
totalmente integrado en
la sociedad de su tiempo
6. Idolatría de
Jesús como un ser a
parte en la Creación, o
aún un Ser literalmente
divino, privilegiado o
parte constituyente de
Dios. Tal actitud denota
un mecanismo
inconsciente de
escapismo en relación a
nuestras obligaciones
cristianas, pues, si
Jesús es Dios, Él no
puede ser realmente
seguido de forma
concreta en Sus
actitudes, lo que sería
perfectamente plausible
se fuera considerado
como nuestro Maestro y
Hermano Mayor.
7. Hiper-valorización
de actitudes de culto
meramente exterior en
detrimento de una
postura de amor y
serenidad repercutiendo
en acciones afectivas en
el campo del bien.
8.
Convicción de que vidas
aisladas de carácter
“monástico”, muchas
veces agravadas por
votos de silencio e
incluso autoflagelación,
son formas de agradar y
servir a Dios.
Realmente, el
comportamiento social de
Jesús es de más clara
antítesis de esa
propuesta, ya que el
Maestro vivió totalmente
integrado en la sociedad
de su tiempo.
9. Preocupación en
demasía en
memorizaciones de
números de capítulos y
versículos bíblicos como
recurso de manifestación
vanidosa de erudición en
vez de una valorización
de un estudio más
profundo sobre el
significado de cada
pasaje evangélico y su
respectiva correlación
con la realidad social
actual así como la
necesidad de vivirla
diariamente.
10. Consideración de
títulos de cualquier
tipo, inclusive
religiosos, y
consideraciones sociales
por encima del juicio de
la propia conciencia a
la luz del Evangelio de
Jesús, que constituyen
la Ley de Dios en
nosotros.
11. Interpretación de
la crucifixión de Jesús
como una especie de
“salvo-conducto” para
todas nuestras actitudes
impías, utilizando el
argumento de que Jesús
murió para salvarnos
del pecado y, de esta
forma, ya estaremos
salvos por ese hecho
histórico, desde que
“aceptemos” a Jesús
verbalmente,
vinculándonos a la
iglesia cristiana y
cumpliendo algunos
hábitos exteriores.
12. Abstención de
estudio y razonamientos
propios, hiper-valorizando
conocimientos dichos
“tradicionales” u
opiniones de religiosos
“profesionales”, famosos
o no, como si nosotros
no fuéramos capaces de
buscar la “Verdad” por
nuestros propios medios
o como si tal búsqueda
no fuera una tarea común
a todos los hijos de
Dios.
13. Desprecio a la
reflexiones de carácter
religioso en detrimento
de cuestiones asociadas
solamente al trabajo
material, bajo la
justificación de que
tales análisis
constituyen materia de
estudio solamente para
los religiosos
profesionales. De hecho,
la verdadera
religiosidad es
inherente a todos los
hijos de Dios así como
la búsqueda de la
espiritualidad debe ser
nuestra prioridad en la
existencia terrena.
Muchos Concilios
presentaron conclusiones
contradictorias
en relación a otros
Concilios
14. Fuga de análisis
de cuestiones religiosas
por considerar que las
llamadas “Cuestiones de
Fe” no tienen ninguna
relación con la razón y
con la ciencia,
habituándose a colocar
asuntos de tamaña
importancia en el mismo
nivel de discusiones
políticas y
futbolísticas.
15. Admitir que
solamente los cristianos
serán salvados, una vez
que todos somos
hermanos, hijos del
mismo Dios, inclusive
los ateos, agnósticos y
criminales.
16. Aceptar de forma
incuestionable dogmas
establecidos por
personas que son sujetas
a la mismas dificultades
que nosotros mismos.
Vale mencionar que
muchas de las leyes
supuestamente
universales de Dios
fueron decididas con el
voto, en Concilios,
muchas veces, como
placajes apremiantes.
Además, muchos Concilios
presentaron conclusiones
contradictorias en
relación a otros
Concilios, lo que nos
remite a las cuestiones
anteriores de
inhabilidad.
17. Admitir que
conceptos de carácter
religioso no puedan
evolucionar.
¡¿Realmente, todas las
áreas del conocimiento
humano evolucionan y por
qué sólo la religión no
puede evolucionar?!
18. Ignorar el hábito
de la lectura y del
estudio de ciencias,
religiones y filosofías,
una vez que si la Biblia
es la “Palabra de Dios”,
sólo su lectura basta al
cristiano.
19. Diferenciar
locales y fechas como
sagrados o no sagrados
basado en cualquier tipo
de eventos históricos.
El Universo es obra de
Dios y todo el es
sagrado así como todos
los días.
20. Actuar como los
padres o abuelas o
amigos actúan o
actuaron, excluyéndose
de reflexión personal,
simplemente por
cuestiones afectivas o
pereza, olvidando que
debemos hacer a los
otros aquello que nos
gustaría que los otros
nos hicieran, así como
no hacer a los otros
aquello que no nos
gustaría que los otros
nos hicieran. En otras
palabras, debemos amar a
los hermanos y a
nosotros mismos como
Jesús nos amó y ama,
trabajando para ser
buenos, verdaderos y
útiles a Dios, a la
sociedad y a nosotros
mismos, de forma que
seamos hoy mejores que
ayer y mañana mejores
que hoy.
Para concluir, es
fundamental acentuar que
el Movimiento Espírita
está sujeto a los mismos
problemas que en el
pasado afectaron al
Cristianismo. León Denis
hubo afirmado que “El
Espiritismo será aquello
que los espíritas hagan
de él”, ya que la
Doctrina es una realidad
de Luz y el Movimiento
constituido por nosotros
una realidad de búsqueda
por la Luz. Pronto, si
esa búsqueda no es
profundamente sincera,
difícilmente
demostraremos la
excelencia de los
postulados doctrinarios
a través de nuestras
actitudes personales o
colectivas.
(*)
Lea, a
propósito del asunto, el
artículo “¿Tendría la
Biblia inspiración
divina?”, de Thiago
Bernardes, publicado en
la edición 112 de esta
revista, el cual puede
ser visto en esta
dirección electrónica:
http://www.oconsolador.com.br/ano3/112/especial2.html
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