En un artículo
sobre la Batalla
de Inglaterra,
George Patton
afirma que
solamente un
milagro salvaría
Inglaterra, que,
delante de
Europa casi
enteramente
dominada, era el
único país
resistiendo solo
a la poderosa
máquina de
guerra alemana.
Cuando la
Batalla se
inició, los
británicos
contaban con
sólo 347 cazas
monopuestos
Hawker Hurricane,
199 Súper
marines Spitfire,
69 cazas
nocturnos
Bristol Blenheim
y 25 Boulton
Paul Defiant, la
mitad de los
cuales estaban
dispersos por
los aeródromos
del sur de la
isla. La
Luftwaffe
disponía de
2.800 aviones,
entre los cuales
se contaban
1.300
bombarderos
Heinkel He-111,
Junkers Ju 88A y
Dornier Del-17;
280 bombarderos
de buceo Junkers
Ju-87 Stukas,
790 cazas;
Messerschmitt Bf-109,
260 cazas
pesados
Messerschmitt Bf-110
y 170 aviones de
reconocimiento
de varios tipos.
Los pilotos
alemanes,
altamente
motivados por
las sucesivas
victorias,
aguardaban la
orden para
destruir a la
RAF – la fuerza
aérea inglesa.
La táctica
alemana era,
dice Patton,
correcta:
destruir primero
la RAF para
después iniciar
la Operación
León Marino, con
la invasión y la
conquista de
Inglaterra.
Hitler sabía,
entonces, que
sin la derrota
de la RAF la
Operación
estaría abocada
al fracaso.
Operando con
pequeños grupos
y con blancos
escogidos,
puentes,
cuarteles,
aeródromos e
industrias, la
Luftwaffe inició
la campaña.
Delante de tal
cuadro, el
Mariscal del
Aire Sir Hugh
Dowding ansiaba
un milagro, un
milagro que, de
hecho, el día 24
de agosto de
1940 ocurrió,
aunque, como
todos sabemos,
que los milagros
no existan.
Lo que ocurrió,
en verdad, fue
un error – un
error fatal, en
las palabras de
Patton. En base
de una
represalia
determinada por
Winston
Churchill, que
ordenó el
bombardeo de
Berlín, Hitler
decidió cambiar
de táctica y, en
vez de atacar
los puentes, los
aeródromos y las
industrias, los
alemanes pasaron
a bombardear
Londres, con lo
que los
aeródromos, las
estaciones de
radar y las
industrias
pudieron ser
recuperados,
permitiendo de
ese modo el
aumento en la
producción de
aviones y el
entrenamiento de
nuevos pilotos.
El resultado,
todos lo
sabemos: la
Batalla de
Inglaterra fue
vencida por los
ingleses, hecho
que llevó a
Winston
Churchill,
después de la
confirmación de
la derrota
alemana en los
cielos de
Inglaterra, a
proferir la
celebre frase:
“Nunca tantos
debieron tanto a
tan pocos”.
*
Todo lo que
dijimos líneas
arriba buscó tan
solamente
recordar el
valor de aquel
que se destacó
por la gran
victoria, el
Mariscal del
Aire Sir Hugh
Dowding,
considerado el
Espírita número
1 de Inglaterra,
que solicitó, el
30/7/1952, al
Parlamento de
Inglaterra el
reconocimiento
del Espiritismo
como religión en
aquel país.
Espírita y
estudioso de los
fenómenos
mediúmnicos, se
sabe que el
Mariscal Dowding,
a fin de
verificar los
puntos débiles
de las
operaciones,
dialogaba con
los aviadores
muertos en los
combates, en las
sesiones que
realizaba, en la
que una de las
médiums era su
propia esposa,
Estelle Roberts,
desencarnada en
1971. Su
prestigio
después de la
excepcional
victoria le
suministró las
credenciales
para que su
petición fuera
aceptada por el
Parlamento
inglés, un hecho
que, medio siglo
después, sólo
podemos
aplaudir.
Sobre a Batalha
da Inglaterra,
veja
http://www.clubedosgenerais.org/portal/modules.php?name=Conteudo&pid=276.
Sobre Dowding e
o Espiritismo,
veja
http://jomalvarenga.sites.uol.com.br/julho2005/acont9.htm
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