Era una vez un niño que
se llamaba Juquinha.
Juquinha estaba muy
malcriado. Le gustaba
pelear con los otros
niños y se divertía en
maltratar a los
animales.
Los niños se defendían,
pero los pobres
animales, muy dóciles y
humildes, no
reaccionaban.
Él vivía tirando piedras
a los pajaritos y
destruyendo sus nidos;
tiraba del rabo de los
gatos, golpeaba a los
perros y arrancaba
plumas a las gallinas.
¡Un horror! A nadie le
gustaba él.
Su madre, que era una
mujer muy bondadosa,
compadecida de la suerte
de los animales que
tenían la infelicidad de
caer en las manos del
niño, intentando
corregirlo lo
aconsejaban con cariño:
- ¡Juquinha, hijo mío!
Ten cuidado.
¡Un día tú te vas a
arrepentir! ¿Qué mal te
hicieron esos pobres
animales? Ellos son
hijos de Dios, como
nosotros, y merecen todo
nuestro respeto y
cariño.
¡Pero, no es nada!
Juquinha sacudía los
hombros, hacía un gesto
y se iba a jugar, sin
importarle los consejos
de su madre.
 |
Un día Juquinha decidió
salir para pasear a su
perro Totó.
El perro iba delante,
todo satisfecho,
moviendo el rabo. ¡Era
tan difícil que Juquinha
lo invitara a salir!
Caminando por la calle,
el niño vio una pequeña
rama que había caído de
un árbol. Lo cogió, hizo
con ella una varita, y
comenzó a agitarla en el
aire. Después,
|
teniendo otra
idea, con malas
intenciones,
amenazó a Totó
con la varita,
como si fuera a
golpearle a él.
El perrito, que de vez
en cuando miraba para
atrás, vio el gesto y
notó la intención del
niño.
Totó, que ya estaba
cansado de los malos
tratos recibidos de su
dueño, decidió darle una
lección.
|
 |
 |
Se volvió y le dio un
mordisco en la pierna a
Juquinha. Un pequeño
mordisco, sólo para
asustarlo, darle una
lección. Pero el niño,
sorprendido y
aterrorizado, comenzó a
llorar de dolor.
Con el dolor que sintió
al ser mordido por el
perro, que siempre fue
su amigo, Juquinha notó
lo que los animales
sentían cuando él los
golpeaba.
|
 |
Aprendió la lección.
Nunca más Juquinha
maltrató a los animales,
que acabaron volviéndose
sus amigos.
Desde ese día en
adelante se volvió un
niño bueno y protector
de los animales.
Tía Célia
|