Marquitos ya era un
Espíritu desencarnado
¿Saben lo que eso
significa? Quiere decir
que Marquitos ya no
tenía más el cuerpo de
carne. Despidió el
cuerpo físico, como una
ropa que no sirve más, y
había partido para el
mundo espiritual, que
queda del “lado de allá”
de la vida.
 |
Marquitos, sin embargo,
continuó del mismo modo
que antes: se sentía
vivo y amaba la familia
que hubo tenido que
dejar en la Tierra, los
amiguitos, la escuela y
los juegos.
Y tan bien se condujo en
el plano espiritual,
realizando las tareas
que le fueron
entregadas, que recibió
de su Mentora, una tía
bonita y buena, una
misión muy importante.
- Tú ahora, Marquitos,
serás un angelito de la
guarda. |
Eufórico, el niño
exclamó:
- ¿Es verdad? ¡Qué bueno!...
– Tú conquistaste este
puesto con tu dedicación
y buena voluntad,
Marquitos, y ahora irás
a proteger a otro chico,
aún encarnado, buscando
incentivarlo para el
bien y orientándolo para
que no cometa el mal.
Feliz, Marquitos se
invistió entonces en la
función de ángel de
guardia, sin alas y sin
túnica, pero como un
“angelito” protector.
Partió junto con la Tía
con destino a la casa
del chico y, poco tiempo
después, llegaron a una
ciudad pequeña del
interior. Entraron en
una residencia pequeña y
agradable. En el
comedor, se encontraron
con un chico de ocho
años sentado a la mesa
de comer, juntamente con
sus padres y dos
hermanos más pequeños.
La Mentora apuntó al
niño, diciendo:
- Es ese el niño,
Marquitos. Se llama
Marcelo.
Antes de irse dejando a
Marquitos entregado a su
tarea, la Tia se
despidió:
– Buena suerte,
Marquitos. ¡Que Dios te
proteja! Volveré dentro
de una semana para saber
como estás saliendo en
la nueva tarea. Si
necesitas de alguna
cosa, llama a través del
pensamiento y ahí estaré
en un instante.
Todo animado, Marquitos
se dispuso a acompañar a
Marcelo rumbo a la
escuela, pensando:
- ¡Eso es fácil! ¡¿Qué
dificultad podrá
presentar este
servicio?!...
No debería dejar a
Marcelo un instante. En
el camino para la
escuela, Marcelo decide
subir a un muro para
robar naranja y, si no
fuera por la ayuda de
Marquitos, habría caído
y tal vez hasta roto una
pierna.
Luego enseguida, poco
más adelante,
encontraron a un grupo
de chicos también a
camino de la escuela, y
Marcelo ya fue creando
trato con uno de ellos.
Si no fuera por la
acción del angelito de
la guarda él habría sido
atrapado de otro niño,
que era mayor.
Marquitos, sin embargo,
les sopló en los oídos:
– ¡No hagan eso! A Jesús
no le gustan los niños
que pelean. Vosotros
pueden golpearse.
¡Calma!...
Y consiguió apartarlos,
cuando la pelea parecía
segura.
En la escuela, Marcelo
se preparaba para hacer
una broma de mal gusto a
la profesora,
asustándola, y sería
castigado en el
corrector, si no fuera
por la intervención del
angelito, que le sugirió
no tomara tal actitud
para su propio bien.
Llegando a casa, Marcelo
peleó con el hermanito
y, si Marquitos no
acude, se hubiera
llevado una paliza “de
aquellas” de su padre.
Más tarde, Marcelo
decidió jugar al fútbol.
Allá va Marquitos con él
para el gol, intentando
protegerlo de un
pelotazo o algún
accidente más serio.
|
 |
 |
Al final del
día, cuando
Marquitos
consiguió que
Marcelo fuera
para la cama, ya
hubiera salvado
la vida de una
ranita, impedido
que se cortara
con un cuchillo
de cocina y
librado al chico
de una tremenda
sacudida
eléctrica.
Tirándose en una butaca,
el angelito de la guarda
exclamó, aliviado:
– ¡Uf! ¡Gracias a Dios!
Felizmente conseguimos
|
pasar el día
entero sin que
nada serio
ocurriera. ¡Pero
no sé si voy a
aguantarse otro
día como
este!...
|
Estaba así, pensativo,
cuando vio a la Mentora,
que hubo llegado tan
despacio que él ni lo
había percibido.
Sonriendo, ella preguntó
con cara de quien ya
sabía la respuesta:
- ¿Cómo pasaste el día,
Marquitos?
- ¡Ah! Tía. Yo no lo
aguanto más. Estoy
exhausto.
¡Ese niño es terrible!
Con cariño, la Mentora
pasó la mano por los
cabellos de él.
– ¿Ves cómo es difícil
ser ángel de la guarda
de alguien? Tú también
ya fuiste así de
travieso, ¿no te
acuerdas? Ahora ya
aprendiste que no debes
hacer cosas malhechas,
golpear a las personas,
maltratar a los
animales, etc. Pero sólo
el tiempo y el
aprendizaje hicieron
eso.
- ¡Es verdad! – estuvo
de acuerdo Marquitos,
acordándose de cómo
había sido el chico
guiado.
– Es preciso tener mucha
paciencia, buena
voluntad y
determinación. Las
personas necesitan
aprender, sin embargo
sólo el tiempo podrá
modificarlas realmente.
Por eso el trabajo de
ayudar alguien es tan
difícil. Tenemos que
sugerirles ideas más
sanas, impulsarlas al
bien, al trabajo, al
perdón, a la paz. Pero
solamente ellas podrán
tomar las actitudes y
cambiar de
comportamiento conforme
su propia voluntad, pues
no podemos interferir en
sus vidas. ¿Entendiste?
- Entendi.
- ¿Quieres desistir de
la tarea?
Marquitos lo pensó bien
y respondió, decidido:
- No. Voy a continuar.
¡Y que Dios me ayude!...
Tía Célia
|