Definida por
León Denis como
ley de
equilibrio y
educación, tanto
el dolor físico
como el dolor
moral tienen por
objetivo alzar
al ser humano a
un nuevo grado
evolutivo.
Hay personas,
como sabemos,
que no
despiertan para
las realidades
superiores de la
vida a no ser
por el dolor, y
los ejemplos de
eso son
numerosos.
En otros casos,
el dolor
constituye una
especie de
atajo, de
llamamiento, de
estímulo a un
cambio, como
dice nuestra
hermana Ana
Maria Brito Leal
Previato, la
entrevistada de
la semana en
esta misma
revista.
Llevada al
Espiritismo en
el transcurso de
una pausa para
un tratamiento
de salud, Ana
Maria declaró a
su
entrevistador:
“Puedo decir,
sin miedo de
equivocarme, que
busqué la
Doctrina
Espírita llevada
por el dolor,
bendito dolor
que iluminó mi
camino”.
Además del
dolor, el
fenómeno
espírita ha sido
también factor
importante en la
conversión de
las personas.
Muchos médiums y
estudiosos
conocidos del
Espiritismo en
él ingresaron
por fuerza de
uno o de otra.
El ejemplo de
Benedita
Fernandes es, en
ese sentido,
extraordinario,
como lo son
igualmente los
casos de
conversión de
Jésus Gonçalves,
Cairbar Schutel
y tantos otros.
En nuestra
región, tres de
ellos merecen
registro. Los
mencionaremos
aquí, ocultando
a propósito los
nombres de las
personas
envueltas.
Determinada
mujer, al
asistir en la
iglesia a la
boda de una
amiga, se sintió
desfallecer
justamente en la
hora en que los
prometidos se
besaban. Al día
siguiente, ella
ya estaba
ingresada en un
de los
hospitales
psiquiátricos de
la ciudad. El
proceso obsesivo
ganó
importancia, el
tratamiento se
le figuraba a la
familia muy
difícil, hasta
que unos amigos
la condujeron a
una Casa
Espírita, donde
la mujer se
equilibró y el
proceso llegó al
fin, ganando el
movimiento
espírita de la
ciudad una nueva
médium y
trabajadora
incansable que
mucho hizo y ha
hecho por la
causa del
Evangelio en el
lugar en que
vive.
Profesor y
escritor
ilustre, dotado
de recursos
intelectuales
envidiables,
tenía, sin
embargo,
dificultad de
aceptar a Dios
como es enseñado
por las
religiones
tradicionales y
vivía, en base a
eso, apartado de
cualquier
religión y de
las
preocupaciones
atinentes a los
trabajadores de
la siembra
cristiana.
Cierta tarde,
después del
almuerzo, el
suegro – que
había fallecido
años atrás – se
le aparece. El
fenómeno se
repite los días
siguientes y con
tal nitidez, que
murió allí el
materialista
para dar lugar a
un nuevo
espiritista, que
inscribe en los
libros que
publica las
nociones
espíritas acerca
del Creador y
sus leyes.
Padres católicos
de dos hijos
jóvenes, la
pareja sucumbió
a la perdida del
pequeño de 15
años,
encontrándolo
muerto en
condiciones
misteriosas que
indicaban, por
lo menos en
apariencia, la
idea del
suicidio.
Llevados a un
psiquiatra, este
los encaminó a
una Casa
Espírita,
viniendo de la
frecuencia a la
reuniones y de
los estudios
espíritas un
equilibrio
diferente, una
paz desconocida
y, por increíble
que pueda
parecer, la
eclosión de la
facultad
mediúmnica en la
madre del joven
desaparecido.
Gracias a esa
facultad, ella
pasó a sentir la
presencia del
hijo, haciéndose
enseguida
instrumento de
él, como médium
psicógrafa que
es, para auxilio
a tantas
personas que
pasaron, en un
periodo
reciente, por
una prueba
semejante.
Cuando Irak se
vio libre del
dictador que lo
dominaba hasta
ser depuesto,
los médiums
aparecieron y
pusieron, como
se dice
popularmente,
“sus mangas
remangadas”.
Conforme el
relato de la
gran prensa,
algunos se
especializaron
en el arte de
descubrir el
paradero de
personas
desaparecidas,
mientras otros
pasaron a
dedicarse a la
curas. Y eso en
un país
musulmán, libre
por lo tanto de
las influencias
cristianas,
comprobando que
nada se puede
hacer contra los
hechos, porque
los fenómenos
forman parte de
las leyes de
Dios, no son
fruto de la
enseñanza y no
pertenecen a esa
o a aquella
religión.
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