Obsesión y locura
Presentamos en esta edición
el tema
nº
126
del Estudio Sistematizado de
la Doctrina Espirita, que
está siendo presentado aquí
semanalmente, de acuerdo con
el programa elaborado por la
Federación Espirita
Brasileña, estructurado en
seis módulos y 147 temas.
Si el lector utiliza este
programa para el estudio en
grupo, sugerimos que las
cuestiones propuestas sean
debatidas libremente antes
de la lectura del texto que
a ellas sigue.
Si es destinado solamente
para uso por parte del
lector, pedimos que el
interesado intente
inicialmente responder las
cuestiones y solo después
lea el texto referido. Las
respuestas correspondientes
a las cuestiones presentadas
se encuentran al final del
texto abajo.
Cuestiones
para debate
1. ¿La locura es siempre el
resultado de una lesión
cerebral?
2. ¿La obsesión puede llevar
al individuo a la locura?
3. ¿Cuál es básicamente la
diferencia entre locura y
obsesión?
4. ¿La acción persistente
del obsesor puede producir
lesiones en su víctima?
5. ¿Por qué Jesús conseguía
con una simple orden
deshacer los casos de
obsesión relatados por los
evangelistas?
Texto para la
lectura
La locura se manifiesta de
dos maneras distintas
1. La obsesión no es locura,
pero puede provocarla. La
ciencia médica, sin embargo,
no tiene en consideración
este hecho porque, por
rigor, aún no admite la
supervivencia del alma. La
reticencia en la admisión
del fenómeno obsesivo lleva
a la sociedad científica,
por eso, a considerar el
problema de la locura
limitadamente. Como enseñaba
Dr. Bezerra de Menezes,
hasta hoy, la ciencia sólo
conoce la locura que
resulta, de un modo
permanente, de la
perturbación del
pensamiento, con su sede en
el cerebro.
2. Las causas y las formas
pueden variar, pero el
estado patológico del
individuo es siempre el
mismo: la locura
caracterizada por la
perturbación mental y con
sede en el cerebro. Sin que
el cerebro sufra, no puede
haber, para la ciencia, el
fenómeno psíquico-patológico
de la locura, aunque dentro
de la sociedad científica –
si bien no admitido
claramente – exista también
la constatación de la locura
sin el comprometimiento
cerebral
3. Cuando los médicos
consiguen detectar lesiones
en el cerebro, pueden
establecer una conducta
clínica, sea terapéutica,
sea quirúrgica. Si, sin
embargo, la locura se
manifiesta y no se
encuentran lesiones físicas
en el sistema nervioso, se
hace difícil, si no
imposible, establecer un
tratamiento médico adecuado.
Esa es la razón por la cual,
según los especialistas en
el asunto, lo más difícil en
el trato del problema es
establecer con precisión el
diagnóstico.
4. La locura – esclarece el
Dr. Bezerra de Menezes – se
manifiesta de dos maneras
distinguidas: con y sin
lesión cerebral. En base a
eso, él sugiere que haya,
para casos distintos,
tratamientos diferentes. Los
problemas
orgánico-cerebrales deben
ser tratados por médicos. En
los casos en que el problema
no es de orden material, se
debe proceder de manera a
tener en cuenta las causas
extra-físicas actuantes.
La obsesión, cuando no es
tratada, puede llevar a la
locura
5. El cerebro es meramente
un órgano físico, no el
centro de la inteligencia
humana. Él es, y así debe
ser visto, un instrumento
material de que se sirve el
alma cuando está unida al
cuerpo físico. Es el alma
quien piensa, razona,
imagina. El cerebro es
meramente vehículo de su
manifestación. Si el cerebro
trae alguna perturbación o
lesión, es natural que el
desempeño del alma sea
afectado, por no poder ella
manifestarse adecuadamente
valiéndose de un instrumento
damnificado.
6. La obsesión, cuya causa
inmediata es la influencia
de un agente externo a la
persona, es cosa diversa,
aunque traiga para el
individuo que la padece
complicaciones que
dificultan y hacen más
complicado el problema. Ella
en sí no constituye la
locura, pero su progresión
para estadios más
adelantados, y sin el debido
tratamiento, puede llevar a
casos de locura.
7. Ese pensamiento nos fue
legado por Allan Kardec, que
en “El Libro de los Médiums”
afirma que entre los que son
tenidos como locos muchos
hay que son sólo subyugados
por Espíritus, necesitados,
por lo tanto, de un
tratamiento moral y
espiritual, mientras que con
los tratamientos corporales
equivocados pueden volverse
verdaderos locos.
8. Así, en los casos de
obsesión lo que va a
determinar la perturbación
en la transmisión del
pensamiento es la
interposición de fluidos del
obsesor entre el agente
(alma) y el instrumento
(cerebro), con lo que queda
interrumpida la comunicación
regular entre los dos. El
alma piensa correctamente,
pero su pensamiento sólo se
manifiesta de manera
truncada, imperfectamente,
debido a la barrera creada
por los fluidos emanados del
obsesor.
Tanto en la locura como en
la obsesión el Espíritu
puede estar lúcido
9. Según el Dr. Bezerra de
Menezes, tanto en la locura
como en la obsesión el
Espíritu puede estar lúcido,
pero se verifica una
irregularidad en la
transmisión o manifestación
del pensamiento. Esa
irregularidad es debida, en
el primer caso (locura), a
la incapacidad material del
cerebro para recibir y
transmitir fielmente los
pensamientos del alma del
paciente. En el segundo caso
(obsesión), todo se limita a
no poder tales pensamientos
llegar íntegramente al
cerebro, con miras a la
interposición de fluidos
irradiados por el
perseguidor espiritual.
10. Debemos considerar, aún,
que la acción persistente y
malhechora de un Espíritu
sobre otro podrá, con el
paso del tiempo, producir
lesiones físicas, a veces
irreversibles.
11. Citadas largamente en el
Nuevo Testamento, las
obsesiones y las posesiones
eran muy comunes en la época
de Jesús. He ahí algunos
ejemplos bastante conocidos:
a. Marcos (1:21-27) y Lucas
(4:31-37) narran la cura que
Jesús proporcionó a un
“endemoniado” en Cafarnaún
b. Mateo (10:32-34) relata
la cura de un “mudo
endemoniado”
c. Mateo (12:22-28) habla
de un individuo que,
subyugado por su obsesor,
quedó mudo y ciego.
12. En todas esas narrativas
se destaca la figura impar
de Jesús, que con su bondad
y fuerza moral liberaba a
todos ellos – obsesados y
obsesores – curándolos, ya
que la inmensa superioridad
de Cristo le daba tal
autoridad sobre los
Espíritus imperfectos, que
le bastaba ordenar que se
retiraran y ellos de
inmediato obedecían.
Respuestas a las cuestiones propuestas
1. ¿La locura es siempre
resultado de una lesión
cerebral?
R.: No.
2. ¿La obsesión puede llevar
al individuo a la locura?
R.: Sí. Su progresión para
estadios más adelantados, y
sin el debido tratamiento,
puede llevar a casos de
locura.
3. ¿Cuál es básicamente la
diferencia entre locura y
obsesión?
R.: Tanto en la locura como
en la obsesión se verifica
una irregularidad en la
transmisión o manifestación
del pensamiento. Esa
irregularidad es debida, en
el primer caso (locura), a
la incapacidad material del
cerebro para recibir y
transmitir fielmente los
pensamientos del alma del
paciente. En el segundo caso
(obsesión), todo se limita a
no poder tales pensamientos
llegar íntegramente al
cerebro, con miras a la
interposición de fluidos
irradiados por el
perseguidor espiritual.
4. ¿La acción persistente
del obsesor puede producir
lesiones en su víctima?
R.: Sí.
5. ¿Por qué Jesús conseguía
con una simple orden
deshacer los casos de
obsesión relatados por los
evangelistas?
R.: Tal hecho se debía su
inmensa superioridad sobre
todas las demás personas,
tanto los obsesados como los
llamados obsesores.
Bibliografia:
O Livro dos
Médiuns,
de Allan
Kardec, cap. 23, item 254.
A Gênese,
de Allan
Kardec, cap. 15, itens 33 e
34.
A Loucura sob
novo prisma,
de Adolfo
Bezerra de Menezes, 4a.
edição, pp. 11, 163 e 164.