En la entrevista
que ilustra la
presente
edición, el
psiquiatra Edson
Luís dos Santos
Cardoso, gaucho
de Santo
Gabriel, que
dirige en la
ciudad de Santo
Ângelo (RS) el
grupo Apoyo
Fraterno del
Grupo Espírita
Siembra del
Maestro, explica
como es posible
ayudar, con los
recursos del
Espiritismo, a
los dependientes
químicos y a sus
familiares.
En la materia
citada nos llamó
la atención la
respuesta que él
dio a la
siguiente
pregunta: -
¿Cuáles son las
causas
principales de
que muchos seres
humanos, a pesar
de saber las
graves
consecuencias,
se dejen
envolver por la
dependencia
química?
El médico y
compañero
respondió: “La
falta de amor
paterno y
materno para con
el hijo, a veces
manifestándose a
través de la
falta de cariño
y en otras por
la ausencia de
la función
paterna que es,
entre otras
cosas, enseñar a
los hijos los
límites
necesarios”.
Y adujo: “Cuando
falla la
relación con los
padres, el hijo
no consigue
confiar en
ningún otro ser
humano y busca
la relación con
las sustancias
químicas para
superar las
dificultades”.
Es preciso
considerar que
la información
de arriba no
vino de la
simple lectura
de libros, sino
de la
experiencia de
años dedicados a
la importante
tarea de
auxiliar a los
dependientes
químicos y a sus
familiares con
los recursos que
el Espiritismo
nos ofrece.
Muchos de los
problemas que la
Humanidad
enfrenta están
ligados
umbilicalmente
al engaño de los
padres que
ignoran,
ciertamente, la
importancia de
la misión que
Dios les otorgó
y los maleficios
que pueden
resultar de su
fracaso.
Recordemos lo
que nos enseña
El Libro de
los Espíritus,
en las
cuestiones 582 y
583,
seguidamente
transcritas:
582. ¿Se puede
considerar cómo
misión la
paternidad?
“Es, sin
contestación
posible, una
verdadera
misión. Es al
mismo tiempo un
grandísimo deber
y que envuelve
más de lo que
piensa el
hombre, su
responsabilidad
en cuanto al
futuro. Dios
colocó al hijo
bajo la tutela
de los padres, a
fin de que estos
los dirijan por
la senda del
bien, y les
facilitó la
tarea dando a
aquel una
organización
débil y
delicada, que lo
vuelve propicio
a todas las
impresiones.
Muchos hay, no
obstante, que
cuidan más de
arreglar los
árboles de su
jardín y de
hacerles dar
buenos frutos en
abundancia, que
de formar el
carácter de su
hijo. Si este
viene a sucumbir
por culpa de
ellos,
soportarán los
disgustos
resultantes de
esa caída y
participaran de
los sufrimientos
del hijo en la
vida futura, por
no haber hecho
lo que les
estaba al
alcance para que
el avanzase en
el camino del
bien.”
583. ¿Son
responsables los
padres por el
extravio de un
hijo que anda
por el camino
del mal, a pesar
de los cuidados
que le
dispersaron?
“No; sin
embargo, cuanto
peores fueran
las propensiones
del hijo, tanto
más pesada es la
tarea y tanto
mayor el mérito
de los padres,
si consiguieran
desviarlo del
mal camino.”
b) Si un hijo se
vuelve hombre de
bien, a pesar de
la negligencia o
los malos
ejemplos de sus
padres, ¿sacan
estos de ahí
algún provecho?
“Dios es
justo.”
*
Resuena hasta
hoy en nuestros
oídos una frase
dicha por un
conocido
psiquiatra
paulista, en
cuanto a un
llamativo caso
ocurrido en San
Pablo, en que
una joven
participó, con
ayuda del novio,
del asesinato de
sus padres: “Hay
padres que
apenas crían a
los hijos, pero
evidentemente,
no basta
criarlos: es
preciso
educarlos”.
Varios
educadores
respetables han
escrito al
respecto del
asunto y están
de acuerdo en
que en la
formación del
carácter de una
persona, nos
guste o no,
quien más
influencia son
los padres, y
estos lo hacen
no sólo con
palabras, sino
sobre todo con
ejemplos.
Si los padres no
dan importancia
alguna a eso y
confían la
educación de los
hijos tan
solamente a la
escuela, no
podrán más tarde
sorprenderse con
la conducta o la
insensibilidad
de sus retoños.
El papel de los
padres en la
formación de los
hijos es, como
se ve,
fundamental y es
eso lo que
confiere a la
paternidad el
carácter de
misión.
Nuestros hijos
son Espíritus
que ya vivieron
antes y que
llegan ahora
hasta nosotros
para que, por
medio del
ejemplo, del
afecto y de la
comprensión,
podamos guiarlos
a una nueva cima
evolutiva.
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