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Año 3 136 – 6 de Diciembre del 2009


 

Traducción
ISABEL PORRAS GONZÁLES - isy@divulgacion.org
 

La moral evangélica y su
papel en el mundo

 
 
De más pura moral y de más sublime, según los Espíritus Superiores, es la moral evangélica, la moral enseñada y ejemplificada por Jesús, moral esa que deberá renovar el mundo, aproximar a los hombres, hacerlos hermanos y, por fin, hacer chorrear de todos los corazones
humanos la caridad y el amor al prójimo, estableciendo entre todas las criaturas un clima de solidaridad que transformará la Tierra y hará de ella morada para Espíritus superiores a los que hoy la habitan.

Quién dice eso no somos nosotros, sino un Espíritu que prefirió designarse tan solamente “Un Espíritu Israelita”, conforme un mensaje transmitido en Mulhouse (Francia), el año de 1861, trascrito por Kardec en el cap. I, ítem 9, de El Evangelio según el Espiritismo.

A propósito de sus sabias palabras, surge, sin embargo, la siguiente cuestión: ¿Por qué él se reportó a la moral evangélica, contenida en las enseñanzas de Jesús, y no a la moral enseñada por la Doctrina Espírita?

La respuesta a tal pregunta nos es dada por el propio Codificador del Espiritismo. “La moral de los Espíritus Superiores – dice Kardec – se resume, como la de Cristo, en esta máxima evangélica: Hacer a los otros lo que queremos que los otros nos hagan, o sea, hacer el bien y no el mal.”

Lo que arriba fue expuesto es bastante claro para demostrar que el Espiritismo, contrariamente a lo que dicen sus adversarios, se coloca en el mundo como un aliado, no como enemigo, del verdadero sentimiento cristiano. “Es el bien que asegura nuestro futuro”, enseñan los inmortales. Es la caridad que renovará la faz del mundo. Es el amor en su expresión más pura que hará que se edifique en la Tierra el Reino de Dios a que Jesús se refirió y con el cual todos soñamos.

En base de eso, no se comprende como algunas personas, aún en el medio espírita, muestren en sus actitudes la misma postura farisaica de los seguidores de Hillel, el doctor judío que se hizo líder de los fariseos. El Espiritismo no puede ser, bajo pena de fracasar, instrumento de dominación y poder, sino, al contrario, debe ser siempre la voz que nos recuerde, continuamente, las lecciones de Jesús, los ejemplos de Jesús, la obra y la vida de Jesús.

Existen, sin cualquier duda, criaturas que juzgan que el Espiritismo es una especie de balcón de favores donde podremos encontrar, cuando el dolor aparece, el analgésico que alivie o el remedio que cure. Es así que muchos ven el recurso del pase magnético, el auxilio de los tratamientos espirituales o las curas obtenidas por la intervención de los Benefactores espirituales, olvidados de que la terapia espírita solamente produce resultado cuando la criatura asume los deberes que ella misma contrajo ante la vida.

Aquel que cumpliera con fervor la máxima del amor al prójimo y buscara, cada día, modificarse para mejor, no necesitaría de pases magnéticos, ni de tratamientos espirituales, ni de médiums curadores, porque la salud moral lo acompañaría siempre, inmunizándolo contra esos disturbios  que acometen con frecuencia el ser humano.

Fue ciertamente por eso que Kardec, reportándose al código moral revelado por Jesús, escribió: “Delante de ese código divino, la propia incredulidad se curva. Es terreno donde todos los cultos pueden reunirse, estandarte bajo el cual pueden todos colocarse, cualesquiera que sean sus creencias, por cuanto jamás él constituyó materia de las disputas religiosas, que siempre y por todas partes se originaron de las cuestiones dogmáticas. De hecho, si lo discutieran, en él tendrían las sectas encontrado su propia condena, ya que, en la mayoría, ellas se agarran más a la parte mística que a la parte moral, que exige de cada uno la reforma de sí mismo. Para los hombres, en particular, constituye aquel código una regla de proceder que comprende todas las circunstancias de la vida privada y de la vida pública, el principio básico de todas las relaciones sociales que se fundan en la más rigurosa justicia. Y, finalmente y por encima de todo, el guión infalible para la felicidad venidera, el levantamiento de una punta del velo que nos oculta la vida futura” (El Evangelio según el Espiritismo, introducción, ítem I).


 


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O Consolador
 
Revista Semanal de Divulgación Espirita