El Evangelio según Mateo
Primer
libro del Nuevo Testamento
(3ª Parte)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión en
portugués del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. ¿Jesús era contrario al
divorcio? ¿Qué enseñó él a
ese respecto?
2. ¿Qué recomendaciones hizo
Jesús acerca de la oración?
3. ¿Qué mandato, según
Jesús, resume toda la ley y
los profetas?
4. “No todos los que me
dicen: ¡Señor, Señor!
Entrará en el reino de los
cielos”, afirmó el Maestro.
¿Quién, según Jesús, habrá
entrado entonces en el reino
celestial?
5. ¿A quien considera Jesús
un hombre insensato? ¿Y
quién, para el Maestro,
puede ser equiparado a un
hombre prudente?
Texto para la lectura
13. Jesús quiere que
seamos auténticos en el
hablar - Modificando el
mandamiento enseñado a los
antiguos: No perjurarás,
pero cumplirás tus
juramentos al Señor, Jesús
recomienda que no debemos
jurar en hipótesis alguna,
ni por el cielo, ni por la
tierra, ni por Jerusalén, ni
por nuestra cabeza,
añadiendo: “Sea, sin
embargo, vuestro hablar: Sí,
sí; no, no; porque lo que
pasa de esto es de
procedencia maligna”. (Mateo,
5:33 a 5:37.)
14. En lugar de la
venganza, Jesús los propone
al amor - Un nuevo
mandamiento nos dejó el
Señor acerca de las
relaciones con nuestros
adversarios. Dice el
Maestro: “Oísteis que fue
dicho: Ojo por ojo, y diente
por diente. Yo, sin embargo,
os digo que no os resistáis
al mal; mas, si cualquiera
te golpea la mejilla
derecha,
ofrécele también la otra; y,
al que quiera pleitear
contigo, y quitarte el
vestido, dale también la
capa; y, si cualquiera te
obligara a caminar una
milla, ve con él dos. Da a
quién te pidiera, y no te
desvíes de aquel que quiera
que le prestes. Oísteis que
fue dicho: Amarás a tu
prójimo, y aborrecerás a tu
enemigo. Yo,
sin embargo, os digo: Amad a
vuestros enemigos, bendecid
a los que os maldicen, haced
bien a los que os odian, y
orad por los que os
maltratan y os persiguen;
para que seáis hijos de
vuestro Padre que está en
los cielos; porque hace que
su sol se levante sobre
malos y buenos, y la lluvia
descienda sobre justos e
injustos. ¿Pues, si amarais
a los que os aman, que
mérito tendríais? ¿No hacen
los publícanos también lo
mismo? ¿Y, si saludarais
únicamente a vuestros
hermanos, que hacéis de más?
¿No hacen los publícanos
también así? Sed vosotros
pues perfectos, como es
perfecto vuestro Padre que
está en los cielos”. (Mateo,
5:38 a 5:48.)
15. La mano izquierda no
debe saber lo que hace la
derecha - El acto de
ayudar a alguien, como, por
ejemplo, dar una limosna,
debe ser hecho de modo
reservado, lejos de los ojos
humanos; de lo contrario, no
tendrá mérito. Es lo que
dice Jesús, expresamente:
“Cuando (...) des limosna,
no hagas tocar trompeta
delante de ti, como hacen
los hipócritas en las
sinagogas y en las calles,
para ser glorificados por
los hombres”. “En verdad os
digo que ya recibieron su
galardón.” Y el Maestro,
para no dejar ahí cualquier
confusión,
propone: “Cuando tú des
limosna, no sepa tu mano
izquierda lo que hace tu
derecha; para que tu limosna
sea dada ocultamente; y tu
Padre, que ve en secreto, te
recompensará públicamente”.
(Mateo, 6:1 a 6:4.)
16. No se puede servir a
Dios y a las riquezas -
Después de enseñar la
oración dominical, Jesús
disertó sobre diversos
asuntos. El primero fue el
modo de ayunar. Nadie debe
mostrarse a los hombres
afligidos, desfigurado, para
probar que ayuna; en ese
caso, ya recibió en vida la
recompensa. “Tú, sin embargo
– aconseja Cristo –, cuando
ayunes, unge tu cabeza, y
lava tu rostro, para no
parecer a los hombres que
ayunan, sino a tu Padre, que
está oculto; y tu Padre, que
ve en lo oculto, te
recompensará en público.” La
segunda enseñanza habla
respecto al tesoro que
debemos juntar. “No juntéis
tesoros en la tierra,
asevera
Jesús, donde a polilla y la
herrumbre todo consumen, y
donde los ladrones minan y
roban; pero juntad tesoros
en el cielo, donde ni a la
polilla ni la herrumbre
consumen, y donde los
ladrones no minan ni roban.
Porque donde esté vuestro
tesoro, ahí estará también
vuestro corazón.” En la
secuencia, afirma Jesús: “La
candela del cuerpo son los
ojos; de suerte que, si tus
ojos son buenos, todo tu
cuerpo tendrá luz; si, sin
embargo, tus ojos son
malos, tu cuerpo será
tenebroso. Si, por lo tanto,
la luz que en ti hay son
tinieblas, ¡cuan grandes
serán tales tinieblas!” La
tercera enseñanza habla de
la dificultad
de servir a Dios y al
dinero: “Nadie puede servir
a dos señores; porque o hay
que odiar a uno y amar al
otro, o se dedicará a uno y
despreciará al otro. No
podéis servir a Dios y a las
riquezas”. (N.R.: En
algunas traducciones, en
lugar del vocablo riquezas,
aparece el vocablo dinero o
el vocablo Mamón o Mamón;
pero el sentido es el mismo.)
(Mateo, 6:16 a 6; 24.)
17. Debemos buscar
primero el reino de Dios y
su justicia - La
preocupación excesiva con
las cosas materiales es
censurada por Jesús en las
lecciones siguientes: “No
andéis cuidadosos en cuanto
a vuestra vida, por lo que
habéis de comer o por lo que
habéis de beber; ni en
cuanto a vuestro cuerpo,
sino que habéis de vestir.
¿No es la vida más que el
mantenimiento, y el cuerpo
más que el vestido? Mirad
para las aves del cielo, que
ni siembran, ni siegan, ni
almacenan en graneros; y
vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿No tenéis
vosotros mucho más valor que
ellas? ¿Y cuál de vosotros
podrá, con todos sus
cuidados, añadir una moneda
a su estatura? ¿Y, en cuanto
al vestido, porque andáis
solícitos? Mirad para los
lirios del campo, como ellos
crecen: no trabajan ni fían;
y yo os digo que ni incluso
Salomón, en toda su gloria,
se vistió como cualquiera de
ellos. ¿Pues, si Dios así
viste la hierba del campo,
que hoy existe, y mañana es
lanzada en el horno,
no os vestirá mucho más a
vosotros, hombres de poca
fe? No andéis pues
inquietos, diciendo: ¿Qué
comeremos, o qué beberemos,
o con qué nos vestirá?
(Porque todas estas cosas
los gentíos buscan.) De
cierto vuestro Padre
celestial bien
sabe que necesitáis de todas
estas cosas; pero, buscad
primero el reino de Dios, y
su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas. No
os inquietéis pues por el
día de mañana, porque el día
de mañana cuidará de sí
misma. Basta cada día su
mal”. (Mateo, 6:25 a 6:34.)
18. “Pedí, y se os dará”
- Diversas advertencias hace
Jesús en la parte tercera
del Sermón de la Montaña. La
primera habla respecto al
juicio de nuestros
semejantes: “No juzguéis,
para que no seáis juzgados.
Porque con el juicio con que
juzguéis seréis juzgados, y
con la medida con que hayáis
medido os han de medir a
vosotros”. La segunda
advertencia habla respecto a
la indulgencia: “¿Por qué
notas tú la paja que está en
el ojo de tu hermano, y no
ves la viga que está en tu
ojo?” “Hipócrita, quita
primero a viga de tu ojo, y
entonces cuidarás de quitar
la paja del ojo de tu
hermano.” (N.R.: Trabe:
gran tronco o madera viga;
pedazo de madera. Paja:
polvo, grano, partícula leve
separada de cualquier
cuerpo.) La tercera
advertencia, bastante dura y
que tal vez se refiera a los
que no aceptan el Evangelio,
dice: “No deis a los perros
las cosas santas, ni echéis
a los cerdos vuestras
perlas, para que no ocurra
que las pisen
con los pies, y,
volviéndose, os despedacen”.
La cuarta advertencia es, a
la vez, un llamamiento a la
confianza en el Padre, a la
fe en el Creador: “Pedí, y
se os dará; buscad, y
encontraréis; llamad, y se
os abrirá. Porque aquel que
pide, recibe; y lo que
busca, encuentra; y al que
toca, se le abre. ¿Y cuál de
entre vosotros es el hombre
que, pidiéndole
pan su hijo, le dará una
piedra? ¿Y, pidiéndole
pescado, le dará una
serpiente? ¿Si vosotros
pues, siendo malos, sabéis
dar buenas cosas a vuestros
hijos, obviamente más
vuestro Padre, que está en
los cielos, dará bienes a
los que le pidan? Por lo
tanto, todo lo que vosotros
queréis que los hombres os
hagan, hacédselo también
vosotros, porque esta es la
ley y los profetas” (Mateo,
7:1 a 7; 12.)
19. Estrecha es la puerta
que lleva a la vida -
En la secuencia del hermoso
Sermón, Jesús nos da otras
lecciones que continúan
bastante actuales, como esta
en que él alude a las
dificultades del camino que
lleva a la vida: “Entrad por
la puerta estrecha; porque
ancha es la puerta, y
espacioso el camino que
conduce a la perdición,
y muchos son los que entran
por ella; y porque estrecha
es la puerta, y estrecho el
camino que lleva a la vida,
y pocos hay que la
encuentren. Protegeos, sin
embargo, de los falsos
profetas, que vienen hasta
vosotros vestidos como
ovejas, pero, interiormente,
son lobos devoradores.
Por sus frutos los
conoceréis. ¿Es posible que
se cojan uvas de los pinos,
o higos de los abrojos?”
Afirmando que el árbol bueno
produce buenos frutos, y el
árbol malo produce malos
frutos, Jesús concluye su
pensamiento:
“No puede el árbol bueno dar
malos frutos; ni el árbol
malo dar frutos buenos. Todo
el árbol que no da buen
fruto se corta y se lanza al
fuego. Por lo tanto, por sus
frutos los conoceréis”. (Mateo,
7:13 a 7:20.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿Jesús era contrario al
divorcio? ¿Qué enseñó él a
ese respecto?
Sí, excepto en los casos de
infidelidad. He ahí, en la
traducción de la Sociedad
Bíblica Británica, lo que el
Maestro dijo sobre el
asunto: “También fue dicho:
Quién repudiara a su mujer,
déle carta de divorcio.
Yo, sin embargo, os digo que
todo el que repudia a su
mujer, a no ser por causa de
infidelidad, la hace ser
adúltera; y cualquiera que
se casara con la repudiada,
comete adulterio”. (Mateo,
5:31 y 5:32.)
2. ¿Qué recomendaciones hizo
Jesús acerca de la oración?
A propósito de la oración,
Jesús nos recomendó lo
siguiente: “Cuando oréis, no
seáis como los hipócritas;
porque ellos les gusta orar
en pie en las sinagogas y en
los rincones de las calles,
para ser vistos por los
hombres; en verdad os digo
que ya recibieron su
recompensa. Tú,
sin embargo, cuando ores,
entra en tu cuarto y,
cerrada la puerta, ora a tu
Padre que está en secreto; y
tu Padre que ve en secreto,
te retribuirá. Cuando oréis,
no uséis de repeticiones
innecesarias como los
gentiles; porque piensan que
por su mucho hablar serán
oídos. No
seáis, pues, como ellos;
porque vuestro Padre sabe lo
que os es necesario, antes
que se lo pidáis. Por lo
tanto orad vosotros de este
modo: Padre nuestro que
estás en los cielos;
santificado sea tu nombre;
venga tu reino; sea hecha tu
voluntad, así en la tierra,
como en el cielo. El pan
nuestro de cada
día nos des hoy; y
perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros también
hemos perdonado a nuestros
deudores; y no nos dejes
caer en tentación, más
líbranos del mal. Pues si
perdonáis a los hombres sus
ofensas, también vuestro
Padre celestial os
perdonará; pero si no
perdonarais a los hombres,
tampoco vuestro Padre
perdonará vuestras ofensas”.
(Mateo, 6:5 a 6:15.)
3. ¿Qué mandamiento, según
Jesús, resume toda la ley y
los profetas?
Todo lo que queréis que los
hombres os hagan, hacédselo
vosotros a ellos. Esta es la
ley y los profetas. (Mateo,
7:12.)
4. “No todo el que me dice:
¡Señor, Señor! Entrará en el
reino de los cielos”, afirmó
el Maestro. ¿Quién, según
Jesús, habrá entonces,
entrado en el reino
celestial?
Entrará en el Reino de los
cielos solamente aquel que
hace la voluntad de nuestro
Padre que está en los
cielos. Muchos dirán ese
día: Señor, Señor, ¿no
predicamos nosotros en
vuestro nombre, y no fue en
vuestro nombre que
expulsamos los demonios e
hicimos muchos milagros? Él,
sin embargo, les dirá:
“Nunca os conocí. ¡Retiraos
de mí, obreros malos!”
5. ¿A quién considera Jesús
hombre insensato? ¿Y quién,
para el Maestro, puede ser
equiparado a un hombre
prudente?
El hombre prudente es aquel
que oye las palabras de
Jesús y las pone en
práctica. El Maestro lo
comparó a un hombre que
edificó su casa sobre la
roca. Cayó la lluvia,
vinieron las mareas,
soplaron los vientos y
envistieron contra aquella
casa; ella, sin embargo, no
cayó, porque estaba
edificada
en la roca. Pero aquel que
oye las palabras de Cristo y
no las pone en práctica es
semejante a un hombre
insensato, que construyó su
casa en la arena. Cayó la
lluvia, vinieron las mareas,
soplaron los vientos e
invistieron contra aquella
casa; ella cayó y fue grande
su ruina. (Mateo, 7:24 a
7:27.)