El Evangelio según Mateo
Primer libro del Nuevo
Testamento
(4ª Parte)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión en
portugués del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. Después que descendió de
la montaña, Jesús curó a
tres individuos: un leproso,
el criado de un centurión
que quedó paralítico y la
suegra de Pedro, que ardía
en fiebre. ¿Cómo los curó
Jesús?
2. ¿Qué respuesta dio Jesús
al discípulo que le pidió
permiso para sepultar a su
padre?
3. ¿Qué hecho llevó a los
ganaderos a pedir a Jesús
que se retirasen de sus
tierras?
4. Al curar a un paralítico
que estaba echado en una
cama, Jesús le dijo:
Hijo, ten buen ánimo,
perdonados te son tus
pecados. ¿Qué enseñanza
contiene ese episodio?
5. ¿Cómo se llamaba el
quinto apóstol invitado por
Jesús a seguirlo?
Texto para la lectura
20. La autoridad de Jesús
– Después que Jesús concluyó
el Sermón, la multitud que
lo oyera se admiró con su
doctrina, ya que Jesús los
enseñaba como teniendo
autoridad, y no como los
escribas. (N, R.:
Escriba: Al principio,
era el nombre dado a los
secretarios de los reyes de
Judea y a ciertos
intendentes de los ejércitos
judíos. Más tarde, fue
aplicado especialmente a los
doctores que enseñaban la
ley de Moisés y la
interpretaban para el
pueblo. Ellos eran aliados
de los fariseos, de cuyos
principios participaban. Es
por eso que Jesús los unía
en la reprobación que
lanzaba a los fariseos.
) (Mateo, 7: 28.)
21. La cura del leproso
– Después de descender
de la montaña, Jesús fue
seguido por una gran
multitud. Le vino entonces
un leproso que lo adoró,
diciendo: “Señor, si
quisieras, puedes volverme
limpio”. Jesús, extendiendo
la mano, lo tocó, diciendo:
“Quiero; sé limpio”. El
Señor recomendó, entonces,
al ex leproso, purificado de
la lepra: “Mira, no lo digas
a nadie, mas ve, muéstrate
al sacerdote y presenta la
ofrenda que Moisés
determinó, para servirle de
testimonio”. (Mateo, 8: 1
a 8:4.)
22. Jesús cura a un
paralítico a distancia –
La fe demostrada por un
centurión que le pidió ayuda
en el caso de su criado que
se quedó paralítico,
conmovió a Jesús que, oyendo
las palabras del oficial
romano, dijo a los que lo
seguían: “En verdad os digo
que ni incluso en Israel
encontré tanta fe”. “Pero yo
os digo que muchos vendrán
de oriente y de occidente, y
se sentarán a la mesa con
Abrahán, e Isaac, y Jacob,
en el reino de los cielos; y
los hijos del reino serán
lanzados en las tinieblas
exteriores; allí habrá
llanto y rugir de dientes.”
La cura del criado del
centurión fue realizada a
distancia, tal como le
sugiriera el funcionario de
Roma. (Mateo, 8:8 a 8:13)
23. “El Hijo del hombre
no tiene donde reclinar la
cabeza” – Llegada la
tarde, trajeron a Jesús a
muchos endemoniados, y él
con su palabra expulsó de
ellos a los espíritus,
curando a todos los que
estaban enfermos, para que
se cumpliese lo que fue
dicho por Isaías: “Él
tomó sobre sí nuestras
enfermedades, y se llevó
nuestras dolencias”.
Enseguida, se aproximó a él
un escriba, que le dijo:
“Maestro, donde quiera que
fueras, yo te seguiré”.
Jesús le respondió: “Las
raposas tienen cuevas, y las
aves del cielo tienen nidos,
pero el Hijo del hombre no
tiene donde reclinar la
cabeza”. El recado dado al
escriba sobre la naturaleza
de su misión no podría ser
más claro. (Mateo, 8: 16
a 8: 20.)
24. Jesús aplaca la
tempestad – Estaban
Jesús y sus discípulos en un
barco, cuando se levantó una
tempestad tan grande que la
embarcación era cubierta por
las olas. Jesús dormía. Los
discípulos, temerosos por lo
que sucedía, lo despertaron
diciendo: “¡Señor, sálvanos!
Que perecemos”. Jesús les
preguntó: “¿Por qué teméis,
hombres de poca fe?” y,
levantándose, reprendió a
los vientos y el mar,
siguiendo una gran calma.
Sus discípulos, entonces, se
maravillaron exclamaron:
“¿Qué hombre es este, que
hasta los vientos y el mar
le obedecen?” (Mateo, 8:
23 a 8: 27.)
25. El Señor tiene
autoridad para perdonar los
pecados – Dejando la
provincia de los ganaderos,
Jesús fue para el otro lado,
donde le trajeron a un
paralítico echado en una
cama. Viendo la fe de ellos,
el Señor dijo al paralítico:
“Hijo, ten buen ánimo,
perdonado te son tus
pecados”. Algunos de los
escribas presentes
protestaron, diciendo que
Jesús blasfemaba. Él, sin
embargo, conociendo sus
pensamientos, les dijo:
“¿Por qué pensáis en
vuestros corazones? Pues,
¿qué es más fácil? Decir:
Perdonados te son tus
pecados; o decir: ¿Levántate
y anda?” y añadió: “Ahora,
para que sepáis que el Hijo
del hombre tiene en la
tierra autoridad para
perdonar pecados (dijo
entonces al paralítico):
levántate, coge tú cama, y
ve para tu casa”. (Mateo,
9:1 a 9: 8.)
26. Nadie pone remiendo
en un paño viejo – Jesús
y sus discípulos estaban en
la mesa, cuando llegaron
muchos publícanos y
pecadores y se sentaron a su
lado. Los fariseos quedaron
indignados: “¿Por qué come
vuestro Maestro con los
publícanos y pecadores?”
Jesús les respondió: “No
necesitan de médico los
sanos, pero sí, los
enfermos. Id, no obstante, y
aprended lo que significa:
Misericordia quiero, y no
sacrificio. Porque yo no
vine a llamar a los justos,
sino a los pecadores, al
arrepentimiento”. En ese
momento, llegaron al pie de
él los discípulos de Juan el
Bautista, preguntando: “¿Por
qué ayunamos nosotros y los
fariseos muchas veces, y tus
discípulos no ayunan?” el
Señor les respondió,
diciendo: ¿Puede por ventura
andar tristes los hijos de
las bodas, mientras el
esposo está con ellos? Días,
sin embargo, vendrán, en que
les será quitado el esposo,
y entonces ayunaran. Nadie
echa remiendo a un paño
nuevo en vestido viejo,
porque semejante remiendo
rompe el vestido, y se hace
mayor su rotura. Nadie se
echa vino nuevo en odres
viejos; además se rompen los
odres, y se derramará el
vino, y los odres se
estropearan; mas echad el
vino nuevo en odres nuevos,
y así se conservaran”.
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. Después que descendió de
la montaña, Jesús curó a
tres individuos: un leproso,
el criado de un centurión
que quedó paralítico y la
suegra de Pedro, que ardía
en fiebre.
¿Cómo los curó Jesús?
En cuanto al leproso – que
le había dicho: “Señor, si
quieres, bien puedes
volverme limpio” -, Jesús,
entendiendo la mano, lo tocó
diciendo: “Quiero; queda
limpio”. En el mismo
instante se quedó limpia su
lepra. El criado del
centurión fue curado a
distancia. Sobre el caso,
Jesús comentó primero, al
oír el pedido del militar,
que ni incluso en Israel
había tan gran fe.
Enseguida, dijo al
centurión: “Vete y, como
creíste, así te será hecho”.
En aquella misma hora sanó
el criado. En lo tocante a
la suegra de Pedro, que
estaba en la cama y ardía de
fiebre, Jesús le tocó la
mano y la fiebre la dejó. (Mateo,
8:2 a 8:15.)
2. ¿Qué respuesta dio Jesús
al discípulo que le pidió
permiso para sepultar a su
padre?
La respuesta del Maestro fue
corta y directa: “Sígueme, y
deja que los muertos
entierren a sus muertos”. (Mateo,
8:22.)
3. ¿Qué hecho llevó a los
ganaderos a pedir a Jesús
que se retirase de sus
tierras?
El hecho derivó de la cura
de dos endemoniados que,
saliendo de los túmulos, le
vinieron al encuentro y
gritaron: “¿Qué tenemos
nosotros contigo, Hijo de
Dios?
¿viniste aquí a
atormentarnos antes del
tiempo? Cerca de allí,
pastaba una gran manada de
puercos”. Les dijo Jesús:
“Id”. Habiendo ellos salido,
volvieron a los puercos.
Toda la manada se precipitó
por el declive en el mar y,
entonces, los puercos se
ahogaron. Los pastores
huyeron y fueron a la
ciudad, donde contaron lo
que había ocurrido. Entonces
toda la ciudad salió al
encuentro con Jesús y, al
verlo, el pueblo le rogó que
se retirase de sus tierras.
(Mateo, 8:28 a 8:34.)
4. Al curar a un paralítico
que estaba echado en una
cama, Jesús le dijo:
Hijo, ten buen ánimo,
perdonados te son tus
pecados.
¿Qué enseñanza contiene ese
episodio?
Además de la frase citada,
Jesús dijo al ex paralítico:
“Levántate, toma tu cama y
ve para tu casa”. Algunos
escribas dijeron consigo
mismos: “Este hombre
blasfema”. Pero Jesús,
conociéndoles los
pensamientos, dijo: “¿Por
qué pensáis mal en vuestros
corazones? ¿Pues qué es más
fácil, decir Perdonados son
tus pecados, o decir:
Levántate y anda?”
enseguida, el Señor les
explicó claramente que el
Hijo del hombre tenía sobre
la Tierra autoridad para
perdonar pecados.
(Mateo, 9:1 a 9:8.)
5. ¿Cómo se llamaba el
quinto apóstol invitado por
Jesús a seguirlo?
El quinto apóstol, que
trabajaba en la recolecta de
la ciudad, se llamaba Mateo.
Jesús le dijo: “Sígueme”. Él
se levantó y lo siguió. (Mateo,
9:9.)