Tierra: ¿madre generosa
o planeta hostil?
Los últimos desastres
geológicos envolviendo
particularmente a Haití
y Chile los llevan al
pensamiento del escritor
norteamericano Bill
Bryson, en el libro
Breve Historia de
casi todo,
al escribir que vivimos
en un mundo que parece
no nos quiere aquí.
La afirmación de Bryson
es resultado de una
larga reflexión en torno
a datos históricos y
científicos
impresionantes. Por más
de ocho veces la Tierra
tuvo casi todas las
formas de vida
dramáticamente
destruidas. Cuando se
habla de episodios
catastróficos se piensa
inmediatamente
en los dinosaurios y se
recuerda que su
desaparición hace cerca
de 60/70 millones de
años está conectado al
choque de un grande
asteroide. Eso da la
falsa impresión de que
los desastres con causas
externas sería el
principal riesgo para
nuestra biosfera. El
caso de los
dinosaurios, sin
embargo, es una
excepción en medio de un
gran número de episodios
en los cuales los
procesos conducidos por
los propios seres vivos
acarrearon reducciones
dramáticas en la biomasa
(el volumen total de
seres vivos).
Hace cerca de 250
millones de años,
perecieron el 90% de las
especies marinas y el
70% del total de la vida
en la Tierra en el
transcurso del
crecimiento exagerado de
bacterias productoras de
gas sulfúrico, un gas
altamente mortífero para
plantas y animales.
Ese crecimiento
bacteriano se dio en
virtud del calentamiento
del planeta en el
transcurso de un efecto
invernadero producido
por gigantescos
volúmenes de magma
lanzado por volcanes en
los mares y en la tierra
por miles de años.
Por lo menos dos docenas
de culpables potenciales
fueron identificados
como causas de las
destrucciones masivas:
calentamiento global,
enfriamiento global,
cambio de los niveles de
los océanos, agotamiento
del oxígeno en los
mares, epidemias, fugas
gigantescas de gas
metano en el fondo del
océano,
agotamiento del oxígeno
en los mares,
epidemias, impactos de
meteoritos y cometas,
huracanes, volcanes,
explosiones solares,
etc. Recuerda el autor
citado que en la mayor
parte de la historia
reciente la Tierra
estuvo lejos de ser el
lugar estable y
tranquilo que nosotros
soñamos. No es, según
él, un lugar ameno para
un organismo viviente.
Una teoría conocida, la
famosa hipótesis Gaia,
propone que la madre
naturaleza cuidará de
nosotros eternamente si
volvemos a su seno
Las porciones de la
Tierra donde hemos
preparo la capacidad
para vivir son bien
modestas: sólo el 12%
del área terrestre
total, y solamente el 4%
de la superficie total
si incluimos ahí los
océanos. El restante es
demasiado frío o
demasiado caliente,
demasiado alto,
demasiado seco o
húmedo, etc.
Se suma a todo eso la
acción irresponsable del
más reciente depredador
del planeta, el hombre,
que, según el periodista
André Trigueiro, en el
libro Espiritismo y
Ecología, tiene
participación directa en
el cambio climático,
en la escasez de
recursos hídricos, en la
producción monumental de
basura, en la
destrucción sistemática
y veloz de la
biodiversidad, en el
crecimiento caótico y
desordenado de las
ciudades, de entre
otros.
¿Pero qué pensamos,
entonces, de la
esperanzada idea de que
nuestro planeta es
“madre acogedora y
generosa”, de manos
siempre abiertas para
sus hijos, nosotros,
Espíritus encarnados?
Una bella discusión
filosófica puede ser
hecha.
Una de las teorías más
difundidas en los
últimos cuarenta años,
la famosa hipótesis Gaia,
propone que la madre
naturaleza cuidará de
nosotros eternamente si
volvemos a su seno. Gaia
es una referencia a la
diosa Tierra en la
mitología griega, cuyo
nombre también puede ser
traducido
como “buena madre”.
Según esa hipótesis,
aventurada por el
científico inglés James
Lovelock, la naturaleza
tendría compromiso con
el mantenimiento de la
vida sobre la Tierra,
tendiendo a la armonía.
Según la teoría citada,
los seres vivos
colaboran entre sí para
mantener las condiciones
ambientales dentro de
parámetros compatibles
con el mantenimiento de
la vida, pudiendo
incluso mejorar la
química de la atmósfera
y de los océanos.
Según el paleontólogo
americano Petyer Ward,
da Nasa e da Universidad
de Washington, esa
teoría está totalmente
equivocada, pues los
seres vivos inter-obran
con el ambiente de tal
manera, que, a largo
plazo, la vida tiende a
desaparecer. La
naturaleza se comporta
como Medea, la madre
impiadosa que, en la
mitología griega, mata a
los propios hijos.
Nuestro desinterés
delante del cuidado con
el sustento del planeta
ha sido responsable por
problemas crecientes
La Doctrina Espírita nos
presenta al planeta
Tierra como el nido del
Espíritu inmortal
necesitado de
oportunidades para el
desarrollo de sus
talentos. Si el planeta
nos fuera ofrecido
perfecto y en absoluta
armonía, ¿dónde
encontraríamos los
elementos
necesarios a nuestro
perfeccionamiento? En la
medida en que el
Espíritu desarrolla la
inteligencia y el
sentimiento, el planeta
que lo acoge va siendo
naturalmente cambiado,
teniendo sus condiciones
de habitabilidad
mejoradas.
El notable progreso
tecnológico alcanzado
por nosotros, en los dos
últimos siglos,
demuestran que el hombre
ha hecho bastante en pro
de las mejores
condiciones de vida en
la Tierra. La
expectativa
de vida que era en el
Hombre de Cro-magnun
(hace cerca de 100 mil
años) de 30 años, y que
subió sólo para 35 años
el siglo XIX, llega hoy,
en países desarrollados,
próxima a los 80 años.
Las comodidades que la
tecnología ofrece a cada
individuo con
electrodomésticos,
automóviles y cosas
equivalentes
corresponden, según
estudios de
especialistas, al
trabajo de 33 esclavos
del mundo greco-romano.
No obstante hay mucho
por hacer, y las
actitudes equivocadas
serán realzadas.
Se gastan 18 billones de
dólares por año en el
mundo en perfumes y
cosméticos. Eso bastaría
para eliminar el hambre
de 800 millones de
personas. Se gastan 12
billones de dólares
por año en helados en
Europa. Eso sería
suficiente para proveer
con agua de buena
calidad a más de 1
billón de personas que
no la tienen.
En el capítulo VI del
Libro de los Espíritus,
que versa sobre la Ley
de Destrucción, está el
reconocimiento de que
muchos flagelos resultan
de la imprudencia del
hombre.
Nuestro desinterés
delante del cuidado con
el sustento del planeta
ha sido responsable por
problemas graves y
crecientes.
En el libro
Eco-Economía, Lester
Brown comenta que
ocurrieron tres veces
más catástrofes
naturales durante los
años de 1990 que en los
años 1960. Las pérdidas
económicas aumentaron
ocho veces. Gran parte
de ese aumento parece
ser debido a
catástrofes, incluyendo
tempestades, sequías e
incendios forestales.
El ítem 132 de El Libro
de los Espíritus dice
que compete
al Espíritu
encarnado cumplir su
parte en la
obra de la
creación
Informes recientes de
técnicos e
investigadores del área
informan que eventos
extremos como huracanes,
inundaciones y
tempestades ya ocurren
con más intensidad y con
intervalos de tiempo más
corto. El deshielo de
los polos y de las cimas
elevadas, la elevación
del
nivel del mar, el cambio
de la configuración de
importantes ecosistemas
como el Amazona o las
inmensas redes de
corales submarinos son
algunos de los efectos
de la monumental
descarga de gases de
efecto invernadero de
origen humano,
especialmente la quema
progresiva de petróleo,
carbón y gas, los
desflorestamientos y el
manejo inadecuado del
suelo y la basura.
Recuerda el periodista
André Trigueiro que más
importante que cuidar
del planeta para
nuestros hijos y nietos
es cuidar mejor de
nuestros hijos y nietos
para el planeta. En
resumen: es el papel de
la educación, también
para la cuestión
ambiental.
Domenico de Masi,
sociólogo italiano,
autor del libro El Ocio
Creativo, presenta ocho
grandes obstáculos al
bienestar de la criatura
humana, que nos compete
superar: la muerte, el
dolor, la miseria, el
cansancio, la fealdad,
la ignorancia, el
autoritarismo y la
tradición.
Cuando Kardec establece
las finalidades de la
encarnación en El Libro
de los Espíritus, ítem
132 escribe que compete
al Espíritu encarnado
cumplir su parte en la
obra de la creación. O
sea, actuar de forma
positiva y dinámica en
pro del planeta y de
todos los seres
vivientes.
Joanna de Ângelis, en la
obra Actitudes
Renovadas, coloca que
los compromisos
terrenos, aquellos que
fomentan el progreso de
la sociedad, también
forman parte integrante
de las altas
responsabilidades
morales del Espíritu
inmortal. Y añade: La
tuya es la misión de
construir la Tierra
mejor y más feliz,
iniciando la labor en tu
mundo íntimo y
ampliándolo más allá de
las fronteras que te
limitan.
La Tierra (sea Gaia o
Medea) es aquello que
necesita ser para hacer
lo que necesita ser
hecho en pro de nuestro
desarrollo espiritual.
El benefactor Humberto
de Campos, por la
psicografía de Chico,
así se expresó: No
aspire a un mundo que
usted aun no merece;
trabaje mucho para
mejorar el mundo que es
el suyo.
|