El Evangelio según Mateo
Primer
libro del Nuevo Testamento
(5ª Parte)
Damos continuidad en esta
edición al Estudio
Sistematizado del Nuevo
Testamento, que comprenderá
el estudio de los Evangelios
de Mateo, Marcos, Lucas y
Juan y del libro Actos de
los Apóstolos. El estudio
está basado en la versión en
portugués del Nuevo
Testamento que el lector
puede consultar a partir de
este link: http://www.bibliaonline.con.br/tb.
Las respuestas
correspondientes a las
cuestiones presentadas se
encuentran a finales del
texto de abajo.
Cuestiones
para el debate
1. ¿Cómo se dio la cura de
la mujer que hacia doce
años, padecía de
hemorragias?
2. ¿Cómo se llamaban los
doce apóstoles y qué poder
les fue dado por Jesús?
3. Enviando a sus doce
apóstoles a predicar, ¿qué
recomendaciones les hizo
Jesús?
4. Juan Bautista, oyendo en
la cárcel hablar de los
hechos de Cristo, envió a
dos de sus discípulos a
decirle: ¿Eres tú aquel que
había de venir, o esperamos
otro? ¿Cuál fue la respuesta
de Jesús?
5. De acuerdo con Jesús,
¿quién de los nacidos de
mujer, era el mayor en este
mundo?
Texto para la lectura
27. Jesús resucita a una
niña - Cuando Jesús les
decía estas cosas, he ahí
que llegó un jefe y lo
adoró, diciendo que su hija
había acabado de fallecer, y
le rogaba viniera a su casa,
y le impusiera la mano, que
ella viviría. Jesús lo
siguió. Llegando a la casa
de aquel hombre, y viendo
los instrumentistas y el
pueblo en alboroto, Jesús
determinó: “Retiraos, que la
niña
no está muerta, sólo
duerme”. El pueblo, riéndose
de él, se puso para por
fuera, y Jesús, entrando en
la casa, le cogió la mano, y
la niña se levantó”. La
noticia inmediatamente se
esparció por todo el país.
En la salida de allí, el
Maestro fue seguido por dos
invidentes, que clamaban
diciendo: “Ten compasión de
nosotros, hijo de David”.
Jesús les preguntó si creían
que él pudiera curarlos.
Delante de su respuesta
afirmativa, el Señor tocó
los ojos de ellos, diciendo:
“Sea hecha según vuestra fe”
– y los ojos se les
abrieron. Jesús les pidió,
entonces, que no lo
revelaran a nadie, pero,
luego que salieron de allí,
los ex-ciegos divulgaron su
fama por toda aquella
tierra. (Mateo, 9:18 a
9:31.)
28. La siembra es grande,
pero son pocos los
sembradores - Curados
los invidentes, trajeron
hasta Jesús a un hombre mudo
y endemoniado. Luego que fue
expulsado el demonio, el
hombre volvió a hablar, y la
multitud se maravilló,
diciendo que nunca se viera
tal cosa en Israel. Los
fariseos, sin embargo,
replicaron diciendo que
Jesús
expulsaba los demonios
porque actuaba con la ayuda
del príncipe de ellos. Jesús
nada respondió, pero
continuó su trabajo,
recorriendo todas las
ciudades y aldeas, enseñando
en las sinagogas de ellos,
predicando el evangelio del
reino y curando las
enfermedades y molestias del
pueblo. Un día, viendo la
multitud que lo seguía, tuvo
gran
compasión de ellos, porque
andaban desgarrados y
errantes, como ovejas sin
pastor. Entonces, dije a sus
discípulos: “La siembra es
realmente grande, pero pocos
los sembradores. Rogad pues
al Señor de la siembra que
mande sembradores para su
siembra”. (Mateo, 9:32 a
9:38.)
29. Aquel que perseverara
hasta al fin será salvado
- Después de transmitir
recomendaciones diversas a
sus doce discípulos, Jesús
los advirtió sobre las
dificultades y las
vicisitudes que les vendrían
por el cumplimiento de su
misión, mencionando hasta
los azotes que les serían
aplicados en las sinagogas.
“Pero, cuando os entreguen –
aconsejó el Maestro –, no os
de miedo cómo, o lo que
habéis de hablar, porque en
aquella misma hora os será
suministrado lo que habéis
de decir. Porque no sois
vosotros quien hablará, sino
el Espíritu de vuestro Padre
es que habla por vosotros. Y
el hermano entregará a la
muerte al hermano, y el
padre al hijo;
y
los hijos se levantarán
contra los padres, y los
matarán. Y odiados de todos
seréis a causa de mi nombre;
pero aquel que perseverara
hasta al fin será salvado.
Cuando pues os persigan en
esta ciudad, huid para otra;
porque en verdad os digo que
no acabaréis de recorrer las
ciudades de Israel sin que
venga el Hijo del hombre.”
En la secuencia, Jesús
aseveró: “No es el discípulo
más que el maestro, ni el
siervo más que su señor.
Basta al discípulo ser como
su maestro, y al siervo como
su señor. Si llamaron
Belcebú al padre de familia,
¿cómo no a sus siervos? Por
lo tanto,
no los temáis; porque nada
hay encubierto que no haya
de revelarse, ni oculto que
no haya de saberse. Lo que
os digo en tinieblas decidlo
en la luz; y lo que
escucháis al oído predicadlo
sobre los tejados. Y no
temáis a los que matan el
cuerpo y no pueden matar el
alma; temed antes aquel que
puede hacer perecer en el
infierno el alma y el
cuerpo”. (Mateo, 10:17 a
10: 28.)
30. Quién no toma su
cruz y lo sigue no es digno
de Jesús - Prosiguiendo
su exhortación a sus
discípulos, Jesús enseñó:
“¿No se venden dos pajaritos
por un cetil? y ninguno de
ellos caerá en tierra sin la
voluntad de vuestro Padre. E
incluso los cabellos de
vuestra cabeza están todos
contados.
No temáis, pues: más valéis
vosotros que muchos
pajaritos. Por lo tanto,
cualquiera que me confiesa
delante de los hombres, yo
lo confesaré delante de mi
Padre, que está en los
cielos. Pero cualquiera que
me negara delante de los
hombres, yo lo negaré
también delante de mi Padre,
que está en los cielos. No
cuidéis que vine a traer la
paz a la tierra; no vine a
traer la paz,
sino la espada; porque yo
vine a poner en disensión al
hombre contra su padre, y a
la hija contra su madre, y
la nuera contra su suegra; y
así los enemigos del hombre
serán sus familiares. Quién
ama al padre o a la madre
más que a mí no es digno de
mí; y quien ama al hijo o la
hija más que a mí no es
digno de mí.
Y quién no toma su cruz, y
no sigue después de mí, no
es digno de mí. Quién
encuentre su vida la
perderá; y quién perdiera su
vida, por amor a mí, la
hallará. Quién os recibe, a
mí me recibe; y quién me
recibe a mí, recibe aquel
que me envió. Quién recibe
un profeta en calidad de
profeta, recibirá
galardón de profeta; y quien
recibe un justo en calidad
de justo, recibirá galardón
de justo. Y cualquiera que
haya dado sólo que sea un
vaso de agua fría a uno de
estos pequeños, en nombre de
discípulo, en verdad os digo
que de modo alguno perderá
su galardón”. (Mateo,
10:29 a 10:42.)
31. El yugo del Señor es
suave y su fardo, leve -
Después de comparar la
generación que lo escuchaba
a los niños que juguetean en
las plazas, Jesús comenzó a
lanzar a la cara en las
ciudades – en que se operó
la mayor parte de sus
prodigios – y no se hubiera
arrepentido, diciendo: “¡Ay
de ti, Corazón! ¡Ay de ti,
Betsaida! porque,
si en Tiro y en Sidon fueron
hechos los prodigios que en
vosotros se hicieron, hace
mucho que se habrían
arrepentido, con saco y con
ceniza. Por eso yo os digo
que habrá menos rigor para
Tiro y Sidon, el día del
juicio, que para vosotros. Y
tú, Cafarnaún, que te
yergues hasta los cielos,
serás abatida hasta los
infiernos; porque, si en
Sodoma hubieran sido hechos
los prodigios que en ti se
operaron, habría ella
permanecido hasta hoy. Yo os
digo, sin embargo, que habrá
menos rigor para los de
Sodoma, el día del juicio,
que para ti”. Enseguida, el
Maestro exclamó: “Gracias te
doy, oh Padre, Señor del
cielo y de la tierra, que
ocultaste estas cosas
a los sabios y entendidos, y
las revelaste a los
pequeñitos. Sí, oh Padre,
porque así te testimonié.
Todas las cosas me fueron
entregues por mi Padre, y
nadie conoce al Hijo, sino
al Padre; y nadie conoce al
Padre, sino el Hijo, y aquel
a quién el
Hijo lo quiera revelar.
Venid a mí, todos los que
estáis cansados y oprimidos,
y yo os aliviaré. Tomad
sobre vosotros mi yugo, y
aprended de mí, que soy
manso y humilde de corazón;
y encontraréis descanso para
vuestras almas. Porque mi
yugo es suave y mi fardo es
leve”. (Mateo, 11:16 a
11:30.)
32. Es lícito hacer el
bien los sábados - Jesús
llegó a una sinagoga, donde
se encontraba un hombre que
tenía una de las manos
secas. Entonces, para
acusarlo, lo interrogaron:
“¿Es lícito curar los
sábados?” El Maestro les
respondió indagando: “¿Cuál
de entre vosotros será el
hombre
que teniendo una oveja, si
un sábado ella cae en una
cueva, no echará mano de
ella, y la levantará? ¿Pues
cuanto más vale un hombre
que una oveja? Es, por
consecuencia, lícito hacer
el bien los sábados”. Dicho
esto, él pidió que el hombre
extendiera la mano: él la
extendió, y ella quedó sana
como la otra. Los fariseos
quedaron muy irritados y,
habiendo salido, formaron un
consejo contra él, para
matarlo. Jesús, sabiendo de
eso, se retiró de allí,
siendo seguido por una gran
multitud de personas, y él a
todos curó. (Mateo, 12:9
a 12:16.)
Respuestas a las preguntas
propuestas
1. ¿Cómo se dio la cura de
la mujer que hacia doce
años, padecía de
hemorragias?
La mujer, llegando por
detrás de Jesús, tocó la
orilla de su ropa, al tiempo
que decía consigo misma: “Si
yo tan solamente toco su
ropa, quedaré sana”. Jesús,
volviéndose y viéndola,
dijo: “Ten ánimo, hija, tu
fe te salvó”. E
inmediatamente la mujer
quedó sana. (Mateo, 9:20
a 9:22.)
2. ¿Cómo se llamaban los
doce apóstoles y qué poder
les fue dado por Jesús?
Los nombres de los doce
apóstolos eran: Simón,
llamado Pedro, y André, su
hermano; Santiago, hijo de
Zebedeo, Juan, su hermano;
Felipe y Bartolomé; Tomás y
Mateo, el publicano;
Santiago hijo de Alfeo, y
Judas, apellidado Tadeo;
Simón el Celote, y Judas
Iscariotes, aquel que más
tarde traicionó a Jesús.
Llamándolos, Jesús les dio
poder sobre los Espíritus
inmundos, para expulsarlos,
y para curar todas las
enfermedades y todo el mal.
(Mateo, 10:1 a 10:4.)
3. Enviando a sus doce
apóstoles a predicar, ¿qué
recomendaciones Jesús les
hizo?
Fueron varias las
recomendaciones. He ahí las
principales, conforme las
anotaciones de Mateo: “No
iréis por el camino de los
gentiles, ni entraréis en la
ciudad de los samaritanos;
sino id antes a la ovejas
perdidas de la casa de
Israel. Y, yendo, predicad,
diciendo: Es llegado el
reino de los cielos. Curad a
los enfermos, limpiad a los
leprosos, resucitad a los
muertos, expulsad los
demonios; de gracia
recibisteis, de gracia dad.
No poseáis oro, ni plata, ni
cobre, en vuestros
cinturones, ni alforjas para
el camino, ni dos túnicas,
ni alpargatas, ni pan;
porque digno es el
obrero de su alimento. Y, en
cualquier ciudad o aldea en
que entréis, buscad saber
quién en ella sea digno, y
hospedaos ahí, hasta que os
retiréis. Y, cuando entréis
en alguna casa, saludadla;
si la casa sea digna,
descienda sobre ella vuestra
paz; pero, si no fuera
digna, haga
para vosotros vuestra paz.
Si nadie os recibe, ni
escuchan vuestras palabras,
saliendo de aquella casa o
ciudad, sacudí el polvo de
vuestros pies. En verdad os
digo que, el día del juicio,
habrá menos rigor para el
país de Sodoma y Gomorra que
para aquella ciudad. He ahí
que os envío como ovejas en
mitad de los lobos; por lo
tanto, sed prudente como las
serpientes e inofensivos
como las palomas. Protegeos,
sin embargo, de los hombres;
porque ellos os entregarán a
los sanedrines, y os
azotarán en sus sinagogas”.
(Mateo, 10:5 a 10:17.)
4. Juan Bautista, oyendo en
la cárcel hablar de los
hechos de Cristo, envió a
dos de sus discípulos a
decirle: ¿Eres tú aquel que
había de venir, o esperamos
otro? ¿Cuál fue la respuesta
de Jesús?
Jesús les dijo: “Id, y
anunciad a Juan las cosas
que oís y veis: los
invidentes ven, y los cojos
andan; los leprosos son
limpiados, y los sordos
oyen; los muertos son
resucitados, y a los pobres
es anunciado el evangelio. Y
bienaventurado es aquel que
no se escandalizara por mí”.
(Mateo, 11:4 a 11:6.)
5. De acuerdo con Jesús,
¿quién de los nacidos de
mujer, era el mayor en este
mundo?
El mayor, según Jesús, fue
Juan, el Batista. Pero,
añadió el Maestro, el menor
en el reino de los cielos es
mayor que él. (Mateo,
11:7 a 11:11.)