De nuevo la
tragedia vuelve
a sacudir el
sufrido pueblo
brasileño. Esta
vez, el
escenario fue la
ciudad de
Niterói, en la
que centenares
de personas
perecieron
debido a los
deslizamientos
de tierra
ocasionados por
las fuertes
lluvias que
cayeron los días
6, 7 y 8 de
abril sobre el
Estado de Rio.
Huracanes,
terremotos,
tsunamis y
temporales jamás
vistos van
produciendo,
cada mes, en una
sucesión
sorprendente,
nuevas víctimas.
Cuándo y dónde
ocurrirán los
próximos, es lo
que muchos se
preguntan.
Comentando el
asunto, un
conocido
cronista carioca
observó la
dicotomía de la
condición humana
que se ha
revelado en esos
episodios, en
sus aspectos
principales: el
bien y el mal.
Tanto en Haití
como en Chile y
ahora en Niterói
los actos de
solidaridad y
abnegación por
parte de las
personas más
simples fueron
importantes. En
la ex-capital
fluminense,
antes que
llegaran los
socorros el
propio pueblo se
aventuró en las
búsquedas
procurando
salvar a los que
fueron
enterrados.
Pero, a la vez y
en el mismo
escenario, se
vio la salvajada
de los
saqueos y de los
asaltos,
demostrando los
dos lados de la
condición
humana, una
característica
de este planeta
que nos
presenta, como
nadie ignora,
individuos en
los más
diferentes
estadios
evolutivos.
En Rio, recordó
el cronista, los
coches
abandonados en
los
aparcamientos
acabaron
saqueados, de la
misma forma que
fueron saqueados
los
supermercados de
Chile y de
Haití. Mientras
hay
de un lado
aquellos que se
sacrifican para
salvar vidas y
dan ejemplos de
solidaridad y
amor al prójimo,
existen, de otro
lado, vándalos
que nada
respetan y se
valen de la
tragedia para
quitar ventajas.
En Haití, como
sabemos, había
por ocasión del
terremoto
fuerzas
militares
venidas de otros
países, como
Brasil, para
evitar que el
país fuese para
la guerra civil.
Los hechos
producidos por
la naturaleza y
los actos
practicados por
los hombres
deben tener – y
ciertamente
tienen – una
íntima relación,
porque
aprendemos con
Jesús y con los
inmortales que
no existe acaso,
que la vida es
causal y que, si
la siembra es
libre, la
cosecha es
obligatoria.
*
Este día 18 de
abril, en que se
conmemoran 153
años del
advenimiento de
la Doctrina
Espírita,
meditemos en las
cosas que hemos
hecho y no
ignoremos los
objetivos que
nos trajeron a
este mundo.
Nadie está aquí
de paseo,
alertan los
inmortales.
La Tierra es una
escuela
bendecida que
nos faculta los
recursos para
que podamos
progresar y
llegar a la meta
tan soñada.
Aprovechemos,
entonces, la
oportunidad que
el Padre nos
concede y
hagamos nuestra
parte, antes que
sea demasiado
tarde y el
remordimiento
avasalle el
alma.
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