Crítica Literaria
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Crepusculo de los Dioses
Autor: Ângelo Inácio
(Espírito)
Médium: Robson Pinheiro
Editora: Casa dos
Espíritos
Número de Páginas: 293
Lançamento: setembro de
2002 |
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En la portada del libro
está escrito: "Una
ficción histórica sobre
la venida de los
habitantes de Capela
para la Tierra".
Entendamos la palabra
ficción, que significa
creación imaginaría,
fantástica. Entonces, el
libro "Crepúsculo de los
Dioses" nada tiene de
verídico, incluso porque
la ficción es ramo de la
literatura
de creación artística
basada en elementos
imaginarios, o sea, el
Espíritu Ángelo Inácio,
autor de la obra, trató
de una cosa imaginaria,
hizo una creación a
partir de su
imaginación. No forzamos
la interpretación, pues
en el Prefacio, con el
título "Literatura
Mediúmnica", el autor
dice
textualmente: "Así es
que, en posesión de los
elementos que
constituyen la historia
de las comunidades de
Capela y de la Tierra,
creamos personajes que
incorporaran sus
verdades, sus dramas".
Como una
justificación, informa
que los personajes son
falsos, pero que "son
verídicos los hechos",
"es la historia de los
dioses caídos".
Tenemos aquí una
cuestión muy seria. Para
el Espiritismo no existe
la caída de los ángeles,
retrogradación del
Espíritu y ni dioses
caídos. Todo evoluciona,
porque esa es la ley
divina, y cuando
utilizamos tales
términos provocamos
confusión, aun más sobre
aquellos que aun no
tienen perfecto
conocimiento de los
principios espíritas y
sus consecuencias.
En el capítulo "Así
Nacen Dioses y Héroes",
que abre el libro, el
autor espiritual vuelve
a hacer una afirmación
que genera confusión: "dioses
conjurados". Serían
los Espíritus,
habitantes de Capela,
vinculados al mal, y que
fueron, por la fuerza de
la ley divina, llevados
a reencarnar en la
Tierra. Son
Espíritus con nueva
oportunidad
reencarnatoria para
descubrir el bien y
rescatar el mal
practicado en otras
existencias; no son
dioses conjurados para
sufrir en un planeta
hostil, aun más que el
término "conjurado"
parece significar algo
eterno, lo que es
incompatible con la
enseñanza espírita.
Bien, continuemos
nuestro análisis.
En la página 28 el autor
habla de un cometa que
iría a chocarse con el
planeta Tierra, allá en
la época primitiva, ya
teniendo hombres
habitando nuestro mundo,
y dice: "Era atraído
irresistiblemente por la
gravedad de aquel mundo
primitivo. Los dioses
observaban de lejos, y
él tenía que cumplir
su jornada, para la cual
fue creado. Ese era el
sentido de su vida".
No sabíamos de la nueva
nomenclatura: en el
lugar de Espíritus
Superiores debemos
escribir Dioses. Eso es
una afrenta a la
doctrina espírita, una
aberración doctrinaria.
Y así el autor
espiritual en todo
momento utiliza términos
como "mensajero de los
dioses", "hijos de los
dioses", "visita de los
dioses". ¿Pero por qué
nuestra preocupación, si
es un libro de ficción?
Las consecuencias
morales de los
principios filosóficos y
científicos del
Espiritismo son de
fundamental importancia
En las páginas 32 y 33
tenemos perlas
literarias en flagrante
contradicción con las
enseñanzas espíritas.
Los dioses, disculpe,
los Espíritus Capelinos
formadores de la legión
del mal visitan la
Tierra y verifican la
existencia de los
hombres terráqueos aun
primitivos, y discuten
qué hacer,
concluyendo que lo mejor
es "modificaremos la
estructura genética de
ellos en conformidad con
nuestros patrones".
Realmente, son dioses,
pues tienen el mismo
poder de Dios, o, si el
poder no es el mismo,
poseen autorización
divina para hacer
solamente lo que
Espíritus Superiores
pueden hacer y con
autorización de Dios.
En las páginas 52 y 53,
el autor coloca en un
personaje humano actual
contundente crítica
generalizada a los
Centros Espíritas,
diciendo que los Centros
Espíritas pierden
oportunidades de
investigación y
profundización
filosófico-científica,
apegándose al
religiosismo, lo que él
da a
entender como desvío de
las finalidades de la
agrupación espírita. Eso
no es verdadero. Toda
generalización es
peligrosa. Las
consecuencias morales de
los principios
filosóficos y
científicos del
Espiritismo son de
fundamental importancia,
y, delante de todos los
acontecimientos
mundiales de la
actualidad, concluimos
que el hombre está
necesitado del
Evangelio, que hay falta
de Cristo en los
corazones.
En la página 64 el
Espíritu Ángelo Inácio
se contradice. El
personaje creado por él
critica una vez más a
los Centros Espíritas,
en particular médiuns y
dirigentes, para después
decir "en
determinadas visitas que
hice a algunas
agrupaciones que afirman
ser espíritas".
Entonces no son
espíritas. Hay mucho
templo umbandista, y lo
decimos con todo
respeto, que se dice
espírita, cuando no lo
es. Hay mucho templo
espiritualista
utilizando la palabra
espírita para
clasificarse, y ni por
eso encontraremos el
Espiritismo allá dentro.
En la página 68 los
actuales capelinos están
organizando una
excursión, con nave
espacial y todo lo
demás, a la Tierra, y la
conversación entre los
personajes da a entender
que va quién quiera,
basta ser amigo del
responsable. No parece
existir organización,
autoridad, reglas. Una
simple curiosidad
periodística es
suficiente para
conseguir el pasaporte y
asegurar el lugar en el
viaje.
Peor es lo que está en
la página 69. Los
actuales capelinos,
según la ficción
literaria que estamos
analizando, son mucho
más evolucionados que
nosotros, pero van a
utilizar una nave
espacial porque tendrían
dificultad de volar en
regiones diferentes a la
que estaban
acostumbrados, así
economizando energía
mental. Y tenemos otra
cosa increíble: el viaje
fue hecho sin que
supieran en que lengua
se comunicarían con
nosotros. Ahora,
teniendo en cuenta que
la narración sitúa a los
capelinos actuales como
muy evolucionados, muy
espiritualizados, suenan
bien extrañas esas
afirmaciones.
En este libro, en toda
la narración el hombre
primitivo es un simple
juguete en la mano de
extraterrestres
En la página 70 nos
revela el autor
espiritual que "era
como si la fuerza
gravitacional ejerciera
influencia sobre
nuestros cuerpos
espirituales".
Ahora, los Espíritus
están en otra dimensión
energética, la dimensión
espiritual,
poseyendo un cuerpo semi
material, más eterizado,
que es el periespíritu,
por lo tanto, la fuerza
gravitacional que
sentimos cuando estamos
encarnados no es la
misma cuando estamos
desencarnados, ella es
casi nula.
En la página 72
encontramos una defensa,
velada es verdad, de la
transcomunicación
instrumental sin la
necesidad del médium, lo
que las investigaciones
prueban justamente lo
contrario, y nuevamente
tenemos un ataque
gratuito a los Centros
Espíritas y a los
médiuns, diciendo que
estos se comportan con
exceso
de celo y fanatismo
religioso, terminando
por decir que "los
médiuns oficiales nos
rechazaron en muchos
momentos". No
sabíamos de la
existencia de médiuns
oficiales, pues nunca
vimos eso, y si celo
doctrinario es fanatismo
religioso, entonces el
Espiritismo está
equivocado desde Allan
Kardec. ¿Será así?
En la página 74, más
ataques a los Centros
Espíritas y a los
dirigentes de las
reuniones mediúmnicas.
Parece que, últimamente,
los Espíritus, a través
de una nueva literatura
mediúmnica, están
invirtiendo justamente
contra el canal de
comunicación, la
mediumnidad, que les
favorece el contacto con
los encarnados. Es
extraño, como mínimo.
La narración de las
páginas 78 y 79 comporta
una pregunta bien
relevante: Si los
capelinos, encarnados,
son más evolucionados,
conocen la realidad
espiritual, la telepatía
y ven normalmente a los
Espíritus, ¿por qué la
dificultad de la
investigación en el
mundo terreno, teniendo
que valerse de Espíritus
humanos?
En la página 91 una
afirmación gratuita, sin
base científica, la de
que los cuerpos de los
hombres primitivos ya
habían sufrido
experiencias genéticas
de otros seres que en la
Tierra estuvieron antes
de los capelinos. En
toda la narración el
hombre primitivo es un
simple juguete en la
mano de extraterrestres,
como si las leyes
divinas no regularan la
evolución.
El resto de la narración
de ficción es mucha
ficción para comportar
un análisis doctrinario.
Tendríamos que hacer
tantos comentarios que
esta crítica acabaría
transformándose en un
libro, lo que extrapola
nuestros objetivos.
Lamentamos verificar que
el médium Robson Abeto,
que escribe por cuenta
propia, pues tiene
libros de su propia
autoría, al tiempo que
psicografía, haya
caminado por una
producción literaria
bastante cuestionable,
en contradicción con los
principios espíritas. De
hecho,
médiuns de producción
literaria exuberante,
publicando sin parar, y
trayendo "novedades" en
sus escritos, merecen
nuestra atención, pues
es muy fácil desconectar
el filtro del bueno
sentido y de la razón. Y
aquí, en términos
espíritas, todo cuidado
es poco.
Marcus De Mario
es educador y escritor.
Es director del
Instituto Brasileño de
Educación Moral y
colaborador del Centro
Espírita Humildad y
Amor, en la ciudad de
Río de Janeiro.
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